“Donde terminan las palabras
comienza la música”.
Goethe
Para todos los melómanos que han sido, son y serán.
Inicio
Infancia
Leopold Mozart
Primera Juventud
Segunda Juventud
Mozart Masón
Mozart Católico
Amores
ÍNDICE
Finanzas
Obra
Último año, muerte, entierro
Mitos
Quién fue Mozart
Salzburgo, 1761.- En casa de los Mozart se reúnen los
amigos músicos, en una de sus frecuentes tertulias. Su intención es interpretar
una pieza musical de su agrado. Para esta tarde han elegido un “trío” compuesto por contrabajo y dos
violines.
Wolfgang Amadeus, con 5 años y un violín pequeño que
le han regalado en Viena, pide permiso para ser él quien ejecute la partitura
del segundo violín. El padre le reconviene y le dice:
-“Tocas el clavicordio porque te
he enseñado yo, pero el violín todavía no lo hemos empezado”. El niño le contesta:
-“No hace falta tomar lecciones
de un instrumento musical para poder utilizarlo”.
Cólera del padre ante esta réplica, y no llega a
despedirlo porque le conmueven sus amargas lágrimas y los ruegos de los
compañeros.
-“Bien. Te quedas, pero no
molestes. Puedes ponerte al lado del segundo violín, tocando de tal forma que
no se te oiga”.
Empiezan a interpretar el “trío” y el segundo violín deja de sonar al observar su ejecutor que
el niño tocaba su parte perfectamente, asombrando a todos los contertulios.
Conforme crecía, daba nuevas pruebas de su exquisita
organización para la música. Podía distinguir y señalar los tonos, las notas
falsas, las disonancias… Hizo muchos progresos con el violín y a veces
utilizaba el del amigo de su padre. Una tarde llegó este amigo a la reunión
habitual y se encontró con que Wolfgang Amadeus estaba usando su propio violín, el pequeño. Le
preguntó:
-“¿Qué le pasa a mi violín?
Y Wolfgang Amadeus le contestó:
-“¿No podíais habérmelo dejado en
el mismo tono que cuando lo templé la última vez? Está un cuarto de tono más
bajo”.
Al principio los presentes se rieron de sus
escrúpulos, pero su padre que había observado la extraordinaria memoria que
tenía para los sonidos, examinó el violín y constató que realmente estaba un
cuarto de tono más bajo. En aquel momento Leopold se da cuenta de la genialidad
de su hijo y se promete dedicar todo su tiempo libre a ser su maestro.
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Infancia
Juan Crisóstomo Wolfgang Amadeo Teófilo Mozart en su
bautismo, prefirió llamarse Wolfgang Amadeus, aunque ya adulto firmaba
simplemente “Mozart”. Nacido el 27 de enero de 1756 en Salzburgo, Austria.
Muerto el 5 de diciembre de 1791 en Viena, Austria. Compositor ampliamente
reconocido como uno de los grandes de la música occidental. El trío formado por
Haydn, Beethoven y él mismo, cierra con broche de oro la escuela de música
clásica vienesa.
Joseph Haydn (1732-1809).- Músico y compositor austríaco. No se sabe en qué momento se conocieron Mozart y él. Haydn le dice a Leopold Mozart:
-“Le digo ante Dios, en mi
calidad de hombre honesto, que su hijo es el mayor compositor que he conocido
en persona y de nombre, tiene gusto y además de ello una ciencia de la composición
de lo más sublime”.
Mozart le dedica seis cuartetos: K-387, 421, 428, 458, 464 y 465. Se profesaron una verdadera
amistad -a pesar de su diferencia en años- y no permitieron que nadie criticase
al otro en su presencia.
Salzburgo. Casa natalicia de Mozart
En 1790 ambos se reúnen con el músico y empresario Solomon en una alegre comida de despedida. Solomon se lleva a Haydn a Londres y al año siguiente se quiere llevar a Mozart. Según cuenta uno de los alumnos preferidos de Haydn, éste le escribe:
En 1790 ambos se reúnen con el músico y empresario Solomon en una alegre comida de despedida. Solomon se lleva a Haydn a Londres y al año siguiente se quiere llevar a Mozart. Según cuenta uno de los alumnos preferidos de Haydn, éste le escribe:
-“Mozart se despidió de mí
conmovido y diciéndome: ‘Me temo que sea esta la última vez que nos vemos’. Naturalmente
pensé que se refería a mi muerte, cuando en realidad Mozart ya tenía una
especie de premonición de la suya. Cuando volví de Inglaterra, Mozart ya había
muerto”. -Cf. “Haydn”-.
Ludwig van Beethoven (1770-1827).- Músico y
compositor alemán. Mozart y él no llegaron a conocerse personalmente. Beethoven
fue a Viena para recibir lecciones de Mozart en los momentos en que Leopold
está agonizando y por ello no puede atenderlo. Cuando Beethoven vuelve a Viena,
Mozart ya ha muerto. En febrero de 1794, Constanze organiza uno de sus
conciertos conmemorativos -eufemismo para indicar que la recaudación es para la
viuda y los hijos- en Praga, ciudad que tanto le quiso. En el entreacto
Beethoven interpreta el Concierto para piano K 466, improvisando las famosas “cadencias”·que
luego pone por escrito.
Haydn, Mozart y Beethoven
Haydn, Mozart y Beethoven
Mozart se inspiró sobre todos los géneros de música
que se empleaban hasta el momento. Su buen gusto, su elección de temas y su
forma de expresión, hacen de él el más universal de los compositores, aunque a
veces se queja de que ha de acomodarse al aprecio de las audiencias que le
habían hecho el encargo.
En el momento de su muerte no solo se le conocía por su
sobresaliente habilidad, sino por cierta “dificultad”
en la comprensión de la música y el libreto. Los cantantes debían ser de gran valía
para poder interpretar sus roles. Hasta el presente hay “especialistas” en la representación de las obras de Mozart. Sus
estudiosos juegan con el posibilismo -como dice una vieja canción: “con lo que pudo haber sido y no fue”-.
¿Qué hubiese “dicho” Mozart después
de “La flauta mágica”?
El niño prodigio, refinado intérprete de salas de
estar, se había convertido en un compositor del interior del hombre, gracias a
la visión que él captaba con tanta vivacidad de la profundidad del alma.
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En 1791 muere Mozart con su estrella ya en el ocaso.
El músico ha pretendido ser independiente de pensamiento y de obra, algo que no
permiten los poderosos de este mundo. “Otras
voces, otros ámbitos” titula Truman Capote -masacrado por el mismo motivo-
uno de sus escritos. Esos son los que ocupan el puesto dejado libre por Mozart.
Hasta Haydn y Beethoven tienen preeminencia sobre él, quizás porque lo que les
impulsa a ser compositores son otros motivos que los mozartianos. Nadie más
odiado que el no comprendido. Mozart expresa sus sentimientos en sus
composiciones y pretende que los oyentes entiendan lo que es algo único -más
allá de cualquier otra música-, arrebatador, produciendo una emoción inmensa.
Aunque todavía se representa alguna ópera y empiezan
a publicarse las primeras biografías, a Mozart durante años le oculta una
sombra pasajera. Beethoven le sobrepasa, sobre todo en Inglaterra. Entre
mediados y finales del siglo XX, resurge definitivamente para convertirse en lo
que realmente es: un formidable, inigualable músico de un rango superior.
En USA no se le conoce, salvo en algunas iglesias,
cuyos coros cantan una pieza de una hermosura misteriosa: el “Ave verum corpus”.
El “Ave verum
corpus” K 618, lo compuso Mozart en junio de 1791, en el balneario de
Baden. Es una de sus obras más hermosas y conmovedoras, destinada a conmemorar
la fiesta del Corpus Christi, de gran relevancia en Austria. Suprimida por José
II en su amplio programa de reforma religiosa, pero vuelta a permitir su
celebración por Leopoldo II.
Está dedicada a su amigo Anton Stoll -director de
coro de la iglesia de San Esteban del pueblecito de Baden- en la que se oyó por
vez primera, en la fiesta del Corpus de 1791. La orquesta se compone solo de
cuerda y órgano. Desde que se publicó la partitura, en torno a 1808, ha sido
una de las composiciones religiosas de Mozart más apreciadas por el público.
Iglesia de San Esteban donde se estrenó el Ave Verum
Iglesia de San Esteban donde se estrenó el Ave Verum
1956.- Bicentenario del nacimiento de Mozart. En
Viena se imprime un hermoso facsímil de esta pieza, en edición privada, encargada
por el gobierno de Austria.
En un verano de principios de la década de los 40 del
pasado siglo, y por primera vez, la Orquesta Sinfónica de Boston interpreta a Mozart.
Lo hace dirigida por Sergio Koussevilsky (1874-1951), con gran brillantez, en
su sede veraniega de Tanglewood -Massachusetts-. El programa lo compone una
serie de conciertos mozartianos, por ejemplo, La Sinfonía en do, K 338, el Concierto
para dos pianos K 365 completo -clarinete, trompeta y timbal incluidos-
como quiso su autor.
Dato curioso: los músicos llevan la chaqueta del esmoquin
blanca, cosa que no es de recibo en una orquesta sinfónica; en fin, es verano…
En diciembre de 1941 -en plena guerra y producida la anschluss (anexión) en 1938- se celebra en
Viena el 150º aniversario de la muerte de Mozart, a mayor gloria de la “gran Alemania”. Los discursos son de
Goebbels.
Vergüenza ajena produce leer en la prensa española de
ese año, las crónicas que envían los invitados españoles a la efeméride.
Actitud genuflexa ante la nación admirada y los sentimientos de “toda la masa de la población vienesa”
cuando se sabe que hay ciudadanos de “esa
masa” que se están suicidando con gas o siendo deportados.
En 1956 se celebra un simposio, coincidiendo con el
bicentenario del nacimiento de Mozart. La BBC de Londres ha llegado a Salzburgo en medio de
una fuerte nevada, para dar fe de la celebración. La ciudad está silenciosa y
sin tráfico. Desde la Torre -en la Residenzplatz-
sale una música que deja a todos embelesados: son las Casaciones K 187 y K 188
que Mozart compuso para dos flautas, cinco trompetas y cuatro timbales… ¿Es el
Salzburgo de 1956 o de 1776?
En los años 80 se estrena la película Amadeus de Peter Shaffer -basada en su
propia obra de teatro-, que tiene un enorme éxito internacional. La banda
sonora se mantuvo varios meses en la lista de discos más vendidos en USA y en
Italia los jóvenes compiten imitando la risa de Mozart en la película. Es un
filme entretenido, aunque no tenga nada que ver con su auténtica vida. También
en Francia se produce una serie televisiva de 10 capítulos, muy notable, y se
filman películas europeas de mejor o peor calidad.
Mozart ya se ha convertido en un mito. Amigos y
admiradores actuales, cogidos de su mano, “entran”
en el año 1791, para comprender su música instrumental. El legado que nos deja es
uno de esos -no muchos, por desgracia- que la humanidad atesora: dan esperanza
a nuestra supervivencia.
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Leopold Mozart (1719-1787)
Tiene enorme influencia en el particular destino de
su hijo. Pertenece a la clase media-alta. Vive en Salzburgo, donde estudia
música y dirige la Capilla del Duque-Arzobispo. Imparte clases de violín y
enseña las reglas de la composición musical. Autor del libro “Ensayo sobre la enseñanza cuidadosa del
violín”, que tiene una buena acogida. Casa con Anna María Pertl, perteneciente
a su misma clase social. De los siete hijos que les nacen solo sobreviven dos:
Maria Anna -Nannerl- y Wolfgang Amadeus.
Ya mayor, en 1778, el padre le confiesa al hijo su
actitud ante los fallecimientos infantiles:
-“Me tomaba todo según venía,
pensando siempre que Dios vela por nosotros en todo, según su divina
providencia, con tal que los humanos cumplamos nuestro deber con amor a Dios,
observando exactamente a nuestros semejantes y a nosotros mismos”.
Se conoce el corazón incontaminado del niño que fue
Mozart en estas palabras:
-“Después de Dios, papá”.
Dedica todo su tiempo libre a la educación musical de
los dos hijos que le quedan. Les enseña a tocar el clavicordio, cuando el niño
tiene tres años y su hermana siete. Aprenden algún minué y otras piezas
cortitas.
Leopold compuso música sacra, sonatas y la conocida “Sinfonía de los juguetes”. Su mayor
mérito es haber formado él solo a su hijo.
¿Cuál era la causa de la mortalidad infantil en toda
Europa? El tardío progreso médico-sanitario -pestes y epidemias, tifus,
sarampión, viruela, difteria, gripe, escarlatina-, la pésima salubridad
pública, alimentación, ropa, vivienda, falta de higiene.
En las clases bajas, el efecto era mayor, pero en las
clases altas, las buenas habitaciones cuyas ventanas daban a la calle se
dedicaban a salones de recibir, y para dormir estaban las alcobas que no tenían
huecos al exterior o daban a patios infectos. Igual que las habitaciones donde
transcurría la vida de los niños. Se habla también de las pinturas que se utilizan
para el interior, algunas de las cuales llevan componentes venenosos.
En los orfanatos la mortalidad infantil era mayor
debido a la falta de afecto por parte de las cuidadoras. Es de reseñar lo que
le costó a Vicente de Paúl convencer a las Hermanas de la Caridad, fundadas por
él con este nombre, de que debían cuidar a estos pobres desgraciados. Se
resistían porque, según ellas, sus madres eran mujeres de mala conducta.
Wolfgang Amadeus amaba los juguetes caseros y las
asignaturas de estudio -las paredes de la casa estaban llenas de números
pintados con tiza cuando estudiaba Aritmética-; sin embargo todo perdió interés
ante la llegada de la música. Era un niño muy sensible. Siempre estaba
preguntando a los que le rodeaban:
-“¿Me queréis mucho?”.
Y si alguno en broma le decía que no, empezaba a llorar.
Cuando había “inventado” algún aire
musical, como todavía no sabía escribirlo, se lo tarareaba a su padre y le
pedía que lo pasase al pentagrama.
Wolfgang Amadeus era un hombre por sus facultades,
aunque en todo lo demás, un niño. Dócil, agradable, bondadoso y que no se
ensoberbecía ante sus triunfos. Basándose en estas cualidades, su padre concibe
la idea de presentarlo ante las diferentes Cortes europeas.
En febrero de 1784 Mozart empieza a escribir el catálogo
temático de sus composiciones- solo las inscribe cuando están terminadas-.
Actualmente se utiliza el de Ludwig Ritter von Köchell, de ahí la “K”. El dígito indica el lugar que ocupa
la obra en este segundo catálogo, que puede ser el antiguo -tradicional- o un número
más reciente.
-En los años 30 del siglo XX, Alfred Einstein (1880-1952)
-primo de Albert Einstein-, huye de Alemania por la situación política. Aunque
ha estudiado Derecho, está especializado en la música del siglo XVIII y como
tal muy apreciado en USA. Trabaja como profesor en las mejores universidades. Escribe
una biografía de Mozart y revisa el Catálogo de Köchell. El Alfred Einstein
musicólogo es muy conocido y citado.
-El checo Franz Xaver Niemetshek (1766-1849), escribe
la primera vida de Mozart, que se publica en 1798. No se sabe si llegaron a
conocerse personalmente, aunque Niemetshek les dijo a sus amigos, que había
trabado amistad con el compositor en la Coronación de Praga -1791- muy tarde
para recibir confidencias. Su mayor fuente de información es Constanze Mozart. Se
hizo cargo de los dos niños, que se criaron con él.
Carl y Franz Xaver Mozart
Carl y Franz Xaver Mozart
-Georg Nikolaus von Nissen (1761-1826), segundo
marido de Constanze, estaba obsesionado por escribir la vida de Mozart. Se
inspiró en Niemetshek, en lo que le contaron Constanze y su familia, y en los
archivos de la familia Mozart. Ayudó a Constanze en su papel de empresaria,
escribiéndole las cartas comerciales.
-Constanze Mozart es la mujer menos querida de la
musicología alemana. Esta peculiaridad se conoce a través de los biógrafos,
aunque no existan documentos suficientes que la alaben o la denigren. No es
Leopold Mozart el único causante de estas -que algunos consideran- calumnias.
También pueden comprobarse hechos en su estado de casada y sobre todo de viuda.
Leopold Mozart lo único que desea para su hijo es una esposa decente y buena
ama de casa, y su hermana se siente muy apenada cuando conoce la ambición de su
cuñada y cuál ha sido la vida de su hermano.
-En 1880 se funda en Salzburgo la Fundación
Internacional Mozarteum, que se ocupa de la vida y obra de Mozart.
-Neue Mozart-Ausgabe es
la segunda edición completa de las obras musicales de
Mozart.
-Hay grabaciones completas de las sinfonías con
instrumentos originales.
Existen muchas biografías desde su muerte hasta la actualidad,
ensayos, artículos, discos, bandas sonoras, retransmisiones…
En 1762 los Mozart viajan a Viena y los niños tocan
ante la Corte. El emperador Francisco I le dice en broma a Wolfgang Amadeus:
-“Es muy fácil hacerlo con todos
los dedos y viendo las teclas, pero sin verlas y con un solo dedo, eso sí que
sería difícil”.
El niño, sin extrañarse ante esta proposición, se pone
a tocar con un solo dedo y luego lo hace cubriendo el teclado, como si lo
hubiese ensayado previamente. Jamás se envanece por las alabanzas recibidas.
Solo interpreta fruslerías cuando lo hace delante de gente importante pero
desconocedora del sentimiento de la música. Cuando se halla con gente
verdaderamente melómana o entendida, lo hace con todo el ímpetu de que es
capaz. Su padre le reconviene: por su propia conveniencia debe hacer pasar por
entendidos a los primeros, que son los que pueden sufragar un concierto o
tenerlo en su Corte. ¡Penosa situación laboral la de los músicos de la época!
Mozart quiere libertad para su actuación y su espíritu creativo.
Leopold pide permiso a su soberano, el duque-arzobispo
de Salzburgo, para dejar su puesto de trabajo durante un largo tiempo. Le es
concedido. La familia Mozart recorre las ciudades de Europa occidental donde se
encuentran los mejores centros musicales. Parten en julio de 1763. Wolfgang Amadeus
tiene siete años y toca solo o acompañado por Nannerl, que tiene once.
Visitan Múnich, Augsburgo, Sttutgart, Mannheim,
Mainz, Fráncfort, Bruselas y París -ciudad donde pasan todo el invierno-, recibiendo
muchas alabanzas. Era tal el mérito de su ejecución, que ya no se les aplaude
porque sean pequeños, sino por la habilidad con que interpretan. En sus
programas incluyen visitar a la familia reinante y dar conciertos ante las
reales personas y la Corte. Utilizan el violín, clavicordio, pianoforte, órgano
y canto. Para toda clase de asistentes están los conciertos públicos.
En París encuentran a varios compositores germanos y
Wolfgang Amadeus publica sus primeras obras: 2 “Serenatas”, una dedicada a la princesa Victoria de Borbón, hija de
Luis XV, y otra a la condesa de Tessé.
En Londres pasan 15 meses. Entre otros músicos encuentran
a Joham Christian Bach, el más joven de los hijos de Bach. Es un líder en la
vida musical londinense y bajo su influencia Wolfgang Amadeus compone sus primeras
“Sinfonías” -3 de ellas existen: K 16, 19 y 19a-. En La Haya, en el viaje de vuelta, compuso otras 2 -K 22 y 45a-.
El rey y la reina ingleses -Jorge III y Carlota- los
reciben muy bien y aprecian especialmente los conciertos de órgano, de los que “El gran concierto” está compuesto
exclusivamente por sinfonías creadas por Wolfgang Amadeus. Escribe 6 sonatas
dedicadas a la reina. A pesar de su vida viajera no dejan de ensayar y de hacer
progresos. Wolfgang Amadeus empieza a cantar aires difíciles con gran expresión.
Calais, julio 1765.- La familia Mozart vuelve al continente
y recorren Flandes, ocasión para que Wolfgang Amadeus interprete música de
órgano en monasterios y catedrales. Al llegar a La Haya los dos hermanos
contraen una enfermedad, que a punto estuvo de acabar con sus vidas. Cuatro
meses les costó reponerse. Wolfgang Amadeus no pierde el tiempo, aprovecha el
que tiene libre y compone 6 sonatas para pianoforte, dedicadas a la princesa de
Nassa-Weilbour.
Amsterdam y La Haya, enero 1766.- En la capital
asisten a la entronización de los príncipes de Orange, solemnidad para la que Wolfgang
Amadeus había compuesto varias piezas de música.
Salzburgo, noviembre de 1766.- ¡Por fin en casa! Al
dejar La Haya han pasado dos meses en París y han entrado en Alemania por Lyon
y Suiza. El descanso, después de más de tres años de viaje, favorece a Wolfgang
Amadeus y aviva sus facultades musicales. Pasan nueve meses en su tierra y la
familia viaja a Viena en septiembre de 1767.
Los dos hermanos tocan delante del Emperadory su
Corte. José II le encarga a Wolfgang Amadeus la música para la consagración de
la Iglesia de “Los huérfanos” -probablemente
K 139/47a-, misa, motete, dúo de
trompetas. Se estrena delante de la Corte Imperial, dirigida por su compositor que
tiene doce años.
En 1768 compone “Bastian
y Bastiana”, que se representa en la propiedad de un noble con la presencia
de la emperatriz Maria Teresa.
Afortunadamente, Viena es música. En los últimos años
40 del siglo XX, con su país -Austria- devastado por la Guerra Mundial
(1939-1945), “Los Pequeños Cantores de
Viena” -institución fundada en 1498 por Maximiliano
I- recorren Europa interpretando esta deliciosa pieza.
También escribió una ópera buffa: “La finta semplice”,
estrenada en el teatro de la Corte en Viena y al año siguiente -1769- en el
palacio arzobispal salzburgués. En octubre, Wolfgang Amadeus recibe el título
honorífico de director de conciertos en la Corte de Salzburgo.
Ha cumplido trece años y adquirido considerable
fluidez en el lenguaje musical de su tiempo. Especialmente se aficiona a imitar
en música lo que son los dialectos locales hablados. En las tempranas sonatas
de París y Londres se percibe la mano de su padre en algunas notas y la textura,
pero los trabajos de Viena -K 43 y
especialmente K 48- ya son plenamente
suyos, y en su primera ópera compuesta en Italia ya se nota su particular
estilo buffo.
Puesto que el norte de la península italiana está
dominado por los austríacos, Wolfgang Amadeus y su padre -la madre y Nannerl no
les acompañan, lo que provoca una abundante correspondencia, dando cuenta de
multitud de eventos-, se encuentran con las puertas abiertas. Un requisito imprescindible
para que un compositor adquiera renombre internacional, es la maestría en el estilo
de la ópera italiana.
Este primer viaje empieza en noviembre de 1769 y dura
15 meses. Se quedan en ciudades donde se puede dar un concierto o en casa de
algún noble que quiere oír a Wolfgang Amadeus. En Verona la academia
filarmónica lo puso contra las cuerdas por el test al que lo sometió y en Milán
por sus conocimientos de música dramática. Se le encarga su primera obra: una
ópera para los carnavales. En Bolonia conoce a Vicente Martini, a quien asombra
por sus “fugas”.
Padre e hijo van a Florencia y posteriormente a Roma,
durante la Semana Santa. No dejan de oír el famoso “Miserere” que se ejecuta en la Capilla Sixtina los miércoles y
viernes de dicha semana. Esta pieza la musicalizó Gregorio Allegri (1582-1652)
sobre el texto del Salmo 50, en el
que el rey David pide perdón a Dios por su pecado con Betsabé. Es una polifonía
compuesta por dos coros -32 voces-. Se prepara el ambiente adecuado iluminando
con cirios solamente el Juicio Final pintado por Miguel Ángel y se van apagando
las luces, conforme avanza el salmo, dejando para el final la parte de los
condenados. Estaban sujetos a la pena de excomunión los que sacasen o
proporcionaran a otros una copia de la partitura.
Ocurre que el emperador Leopoldo I, gran aficionado a
la música, quiere que se interprete en la Corte de Viena y le dice a su
embajador que solicite una copia al Papa. El maestro de capilla le proporciona
la pieza, que actualmente está en los archivos vieneses, pero su interpretación
ante los nobles austríacos, resulta un fracaso. No es culpa de nadie, le falta
ambiente, ensayo… Aunque en estos casos, ya se sabe, han de rodar cabezas.
Fuera el embajador, fuera el maestro de capilla, a quien el Santo Padre obliga
a ir a Austria para presentar sus disculpas al Emperador personalmente.
En Roma, donde nadie se asombra de nada, hay algo que
sí que asombra a los romanos: corre la voz de que un joven de catorce años
tiene una copia y sabe cantarlo. La copia no es tal, sino que Wolfgang Amadeus,
emocionado al oírlo, lo ha retenido en su prodigiosa memoria y al salir lo escribe.
Aclarado todo este embrollo, el Papa permite que por una vez se interprete en
un concierto público y ahí es donde interviene el joven, cantando de forma que
el intérprete habitual de la obra no se lo puede creer. En el espíritu tan
religioso de Mozart ha calado el Miserere
y desde entonces mostró una preferencia señalada por Haendel y Boccherini.
Padre e hijo se trasladan a Nápoles donde pasan seis
semanas. La cultura se mezcla con la ignorancia. Dando un concierto, la gente
empieza a murmurar: es imposible ser tan buen intérprete si no es por obra de
un conjuro, que parte de la piedra de un anillo que Wolfgang Amadeus lleva en
un dedo. Él se lo quita y continúa interpretando igual, lo cual quiere decir
que el mérito es suyo. El público asistente se tranquiliza.
En todas partes se le quiere y se le da el nombre de “cavaliere filarmonico”. Paso rápido por
Roma -audiencia papal y entrega de la condecoración pontificia: la “Espuela de Oro”-.
Veranean cerca de Bolonia y la academia filarmónica boloñesa
lo admite como miembro, después de haber aprobado las pruebas correspondientes.
A mediados de octubre se trasladan a Milán, donde Wolfgang Amadeus empieza a
escribir la ópera “Mitridates, rey del
Ponto” y lo hará 5 veces hasta que en los ensayos los cantantes demuestren
estar satisfechos con su propia actuación. Es una costumbre que el compositor
seguirá: elegir al intérprete al que le vaya mejor cada papel y acomodar el
texto a la voz de él. El 26 de diciembre se estrena la ópera en el Teatro Regio
Ducal con notable éxito. Se dan 22 representaciones. Como es costumbre, la primera
la dirige el propio autor. Una corta excursión a Venecia y vuelta a Salzburgo.
El segundo viaje a Italia duró desde agosto hasta diciembre
de 1771. La emperatriz Maria Teresa le ha encargado a Wolfgang Amadeus una
cantata dramática -“Ascania in Alba”-
para estrenar en la boda del archiduque Maximiliano, a celebrar en octubre en la
Catedral de Milán. La dirigirá el mismo compositor. Para esa ocasión también
escribe una ópera seria, “Ruoggiero”.
Padua le encarga un oratorio -“La Betulia liberata”-. Hay constancia de que se escribió, pero no
de que se estrenase.
A finales de año, Múnich le pide una ópera buffa para la época de los carnavales.
Vuelve a Salzburgo donde tiene un tiempo muy productivo: 8 sinfonías, 4
divertimentos, bastantes trabajos religiosos y una cantata alegórica: “Il Sogno di Scipione”, una forma de
agradecer los salzburgueses al conde Schrattenbach, Duque-Arzobispo, su tolerancia
y generosidad. El conde muere a finales de 1771 y la cantata se emplea para
celebrar la entronización de su sucesor, el conde Colloredo, que tan mal
recuerdo les dejará a sus súbditos.
Tercer y último viaje a Italia, desde octubre de 1772
a marzo de 1773. La nueva ópera seria: “Lucio
Silla”, se estrenó en diciembre en medio de una serie de dificultades. Tuvo
26 representaciones y mayor éxito que Mitridates.
Este triunfo es el primer aviso de en lo que se iba a convertir Wolfgang Amadeus.
Después de la ópera compuso “Exsultate,
jubilate” -K 165-, un motete para
el mejor de sus cantantes, Razzini; pieza con 3 movimientos y que culmina con
un brillante “Aleluia”.
La música instrumental del período en torno a los 3
viajes italianos, incluye varias sinfonías, unas pocas en un estilo
italianizante -K 95 y K 97-, pero otras, especialmente 7 y
desde 1772, pertenecen a un estilo nuevo en su conjunto -como la K 130 y K 132-, música de cámara -K
134-, 6 cuartetos de cuerda -K
155-160- y 3 divertimentos -K136-138-
compuestos en un estilo vivo y extrovertido.
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Primera Juventud
En el verano de 1773, Mozart compuso más sinfonías y
divertimentos, así como una misa. Leopold comprende que, dada su valía, el territorio
en que vivían se le quedaba pequeño y decide llevarlo a Viena. Ese traslado no
produjo una mejora económica, pero le permitió entrar en contacto con la música
vienesa moderna, lo que produjo un considerable efecto sobre él. En Viena compuso
6 cuartetos de cuerda, en el estilo de la Op. 20 de Haydn, y se acercó más al
ambiente intelectual de la capital.
Vuelto a casa compuso una serie de sinfonías,
incluyendo 2 que representan un nuevo nivel de acabado, “La pequeña” -K 103 y K 201-. A esta época pertenece también
el primer concierto de piano -K 175-.
En el año 1774 vieron la luz sinfonías, conciertos,
serenatas y trabajos religiosos. Se entendía que la música sacra, en particular,
era para uso local del arzobispado. Mozart se encontraba descorazonado por la
actitud de Colloredo, hombre de iglesia, progresista, que estaba en contra de
las misas ostentosas y excesivamente largas. Debido a que su sueldo provenía
del duque-arzobispo, Mozart estaba obligado a obedecer.
Durante un período de 2 años y medio, Mozart estuvo
en su puesto de Salzburgo, ocupado en tareas que estaban por debajo de sus habilidades.
Compuso la ópera cómica “La Finta
gardiniera”, encargada para el carnaval muniqués y una serenata titulada “El rey pastor” en honor del archiduque
Maximiliano. Su pieza más expresiva para la Iglesia fue “Litaniae de Venerabili Altaris Sacramento” -K 243-. La serenata
más notable de la época fue la llamada “Haffner”
-K 250-. Y también compuso 5 conciertos para violín. Continúa con el uso de
los temas populares del sur de Alemania. Además compone un concierto para 3
pianos, K 271, que muestra mayor
grado de madurez en la técnica y en la categoría expresiva.
Para padre e hijo continúa estando claro que la Corte
salzburguesa era demasiado pequeña para un hombre genial. Mozart le pide
permiso al arzobispo y se va a la ventura en busca de oportunidades durante dieciséis
meses. Condición del padre es que le acompañe la madre para que lo vigile. Curiosa
la correspondencia entre los dos hombres: el hijo, con 21 años quiere que Leopold
comprenda que necesita libertad y que cese el dominio paterno, que está adquiriendo
dimensiones patológicas.
No hay que pensar que esta actitud sea distinta a la
de cualquier padre del momento, sobre todo cuando falta la ternura de la madre
para suavizar la relación. Aunque sea de una manera severa, Leopold demuestra en
su forma de comportarse verdadero amor por el hijo.
Mozart se dirige primero a Múnich, pero el Elector,
muy educadamente, rechaza su oferta. Luego visita Augsburgo. Es aquí donde
conoce a su prima Maria Anna Thekla Mozart -con la que tiene una aventura
amorosa- y al partir empiezan a mantener una correspondencia que se caracteriza
por un humor obsceno.
En el Diccionario de María Moliner aparece esta
definición de Escatología: “conjunto de
expresiones, comportamientos, imágenes, etc. soeces por manifestar cosas relacionadas
con los excrementos”.
Los amigos de Mozart dicen que nunca lo emplea, los
enemigos dicen que con frecuencia. Por su cercanía al sur de Alemania conoce
bien ese lenguaje que allí se usa desde hace siglos. Mozart lo utiliza con la “primita” y con Aloysia Weber, dada la
clase de relación que ha mantenido con ambas. Y hasta con su mujer -que también
procede del sur de Alemania- alguna vez, en total intimidad hablada o escrita:
-“...me alegra que tengas buen
apetito, pero si comes mucho, tienes que ca- mucho, no, quería decir andar
mucho”.
Es cierto que, como dicen algunos autores, las cartas
de Mozart a su mujer son encantadoras, por lo menos hasta alrededor de 1785,
que es cuando empiezan los problemas y entonces la correspondencia se convierte
en un desahogo.
-“Todos necesitamos un
desaguadero” -decía Teresa de Ávila-.Y en
ese sentido, las cartas de Mozart a Constanze lo son a partir de determinado
momento.
Puede que Mozart quisiese a Constanze -no tan claro
en el otro sentido-. Si fue feliz o no solo él podría decirlo, pero lo que sí se
observa es que en esta pareja existe una unión de cuerpos, no así de almas, para
lo que se necesita un espíritu exquisito, que ella no posee, y que alivia tanto
en momentos de tensión e intranquilidad.
En Viena existían los salones de señoras, aunque no
tan importantes como los de París o Berlín. El de Carolina Pichler, nacida
Greiner -hija de un notable ministro de la Emperatriz María Teresa-, estaba
dedicado a la poesía. A Mozart, que lo frecuentaba, se le consideraba una
persona sin formación intelectual, un poco simple, contando chistes muy tontos,
de conducta irresponsable, pero empleaba un lenguaje correcto delante de los
asistentes.
Sin embargo, ¡qué mundo de profundidad, fantasía,
armonía, melodía y sentimientos se hallaba oculto bajo esa apariencia! Qué
habría en su interior que lo capacitaba para expresar -no por medio de palabras
sino de notas musicales- aquello que permite al oyente sentir lo mismo que al
compositor y que conmueve hasta lo más profundo del alma.
A últimos de octubre llega a Mannheim, donde el
Elector palatino mantiene una Corte que, desde el punto de vista musical, es de
las más famosas y progresistas de Europa. Mozart estuvo allí cuatro meses,
aunque tampoco encontró un empleo fijo, aparte de la protección particular de
algún noble. Hizo amistad con los músicos; con los que se reunía para tocar, en
plan de confraternidad, sin que ello le aportase ganancias.
Un encuentro que será trascendental en su vida:
conocer a la familia Weber, que vienen del sur de Alemania, compuesta por padre,
madre y cuatro hijas. Papá Weber canta con voz de bajo en el coro, hace de traspunte
y copia música. Además es tío del célebre compositor Carl Maria Weber, nada de
lo cual aumenta su magra fortuna. Empieza a darle coba al joven Mozart porque
piensa que algo puede sacarle, y éste, ingenuo como es, le escribe a Leopold
diciéndole que se va a Italia con la tribu de los Weber. El padre se encoleriza
y le responde:
-“¡Te vas a París y buscas tu
sitio entre la gente importante!”.
Llega a París con su madre en los últimos días de
marzo de 1778 y encuentra trabajo enseguida. Su obra más importante fue acabar
la Sinfonía K 297, compuesta para el Concert
Spirituel. Una composición brillante al gusto del público y los músicos parisinos.
El 18 de junio la madre enferma de gravedad -¿tifus?- y muere el 3 de julio. Mozart
maneja la situación con mucha delicadeza: ese mismo día escribe primero al ya
viudo, diciéndole que su mujer está muy grave, y luego al abate Bulinger, gran amigo
de la familia, para pedirle que vaya a casa de Leopold y le comunique la triste
noticia de viva voz y al tiempo le aporte consuelo.
A Mozart le pasa por la cabeza pedirle a Aloysia que
acuda a París con su padre para estar juntos, pero deshecha el proyecto porque
a él no le gusta estar en Francia. De ahí debe venir la ruptura de la pareja. Se
refugia en casa de su amigo alemán el Barón von Grimm, que le ayuda en la
relación paterno-filial. Mozart tiene en París un trabajo que le agradaría a su
padre, pero que a él no le satisface. El Barón le dice a Leopold lo desgraciado
que se siente el joven y su padre le encuentra un buen trabajo: organista de la
Corte de Salzburgo. Mozart vuelve rápidamente a casa, adonde llega en enero de
1780. Nada le retiene en Mannheim donde los amigos músicos ya no están. Pasa
por Múnich, elegantemente ataviado con un traje de luto francés -casaca roja
con botones negros-. En casa de amigos comunes encuentra a Aloysia Lange,
nacida Weber, que se ha casado y que le niega el saludo. Von Nissen en su
biografía de Mozart escribe que a este se le saltaron las lágrimas por el
desprecio. Se dirigió hacia el piano, donde interpretó una canción de dudoso
gusto, pero que ella indudablemente conocía.
Viena, 1780.- El arzobispo de Salzburgo, Hieronymus
Joseph Franz de Paula, conde de Colloredo, soberano de Mozart, lo hace acudir a
la capital. Sin importarle que haya sido condecorado por el Papa, lo despide
porque no se muestra bastante esclavo de sus órdenes, sabiendo que sus
emolumentos son los únicos que recibe. Demuestra su magnanimidad no excomulgándolo,
pero por contra y simplemente a causa del parentesco, despide también a
Leopold. Y ¿qué es lo que desea el arzobispo con tanto ardor? Imprimir más “ligereza” a las composiciones musicales
sacras. Mozart piensa que el deseo arzobispal podría banalizar una música
seria. Además, siendo empleado suyo, no debe actuar ante la Corte del
Emperador. El Arzobispo encarga a su intendente, el conde de Arco, que les dé
un puntapié a los Mozart y recibe el desprecio de los salzburgueses.
Posteriormente repone en sus puestos a los despedidos y él renuncia a todos sus
cargos y se retira a Viena, pero no a hacer penitencia o vida retirada. El
conde vive en su magnífico palacio y da fiestas tan fastuosas como las
imperiales.
Hipótesis.- Mozart no puede desobedecer porque es su
empleado; el conde, que tiene un cargo político, tampoco puede desobedecer a su
superior el Emperador, que se ha atrevido a ignorar un mandato papal. ¿Es esa
la causa de que le guarde inquina a José II y a todo su entorno?
Prohíbe a Mozart que dé un concierto en una velada
musical ante el Emperador y la Corte, siendo así que, por un evento de este
tipo, el concertista cobra la mitad de su salario salzburgués anual.
Mozart tiene la norma -no escrita- de los buenos
compositores: no ser reiterativo repitiendo los mismos temas innecesariamente dentro
de una misma obra.
Una pieza solo debe tener el largo y la duración que
debe tener.
Mozart permanece en su amada Viena. Da clases a alumnos
y conciertos en casas de nobles. Empieza a escribir una ópera a estrenar en el Teatro
Real -El rapto en el serrallo-, pues
José II -no muy entendido en música-, se deja llevar por el gusto de los
cortesanos y, en esos momentos, prefiere la ópera alemana a las tradicionales
italianas.
Tipo singular este emperador, empecinado en desterrar
de sus reinos unas creencias tradicionales. He aquí alguna anécdota sobre su
persona.
En una velada, el Emperador, que todo lo curioseaba,
posó la mirada sobre la partitura que supuestamente estaba interpretando
Mozart. La partitura estaba en blanco.
-“¿En dónde está vuestra parte? -le preguntó-.
-“Aquí” -dijo Mozart tocándose la frente-.
En “El rapto
del serrallo”, José II le dice:
-“Mi querido Mozart, esto es
demasiado hermoso para nuestro oído. Aquí hay demasiadas notas”.
Y Mozart le contestó:
-“Majestad, hay solo las notas
que debe haber”.
Cuando terminó la representación, el Emperador lo
elogió en gran manera.
Verano de 1781. Corre por Salzburgo el rumor de que Mozart
se casa con Constanze Weber.
Le escribe a su padre:
-“Nunca he pensado en casarme,
aparte de que no estoy enamorado de ella”.
En diciembre de ese mismo año Mozart le manda una carta
a Leopold en la que de manera serena y desapasionada le hace un retrato de las
hermanas Weber:
-“La mayor -Josepha- es una
mujer perezosa, tosca y pérfida, astuta como un zorro. Aloysia es falsa y
maliciosa, igual que coqueta. Constanze es tan coqueta como Aloysia -característica
vienesa-. No es fea pero está lejos de ser guapa, con sus ojos negros y su grácil
figura. No tiene ingenio. Sophie es todavía demasiado joven, pero se la ve
venir…”.
Días después le vuelve a escribir comunicándole que
se va a casar con Constanze y pidiéndole su bendición. ¿Realmente se ha
enamorado en tan poco tiempo o teme las consecuencias del documento que le han
obligado a firmar? Connstanze, ya viuda, rompe las cartas de Leopold, aunque
leyendo la correspondencia de una sola parte, se adivina lo ocurrido. Se acerca
la ruptura entre padre e hijo.
¿Quiénes son los Weber? Una familia de la que no se
hubiese hablado a no ser por el matrimonio de Mozart con Constanze.
La madre llama a las hijas “las chicas Weber”, en un sentido que a ella le encanta, pero no así
a Leopold. Constanze es una mujer desenvuelta. Tiene su idea sobre la moral: no
cumplirla. Sobre ser ama de casa piensa ¿para qué están los empleados
domésticos? Una madre gestante puede tener molestias, pero ¡solo dolerle los
pies! Pasa todos los meses posibles en el balneario de Baden -con los pies
dentro del agua, mientras duran los continuos embarazos- acompañada de su
doncella y del hijo, si antes no ha podido enviarlo a casas de amigos. Al
marido le traen la comida de la taberna. No existen papeles sobre ella. ¿Cuál
era su vestuario? ¿Acudía con Mozart a las fiestas a las que lo invitaban?
¿Amistades femeninas? No hay nombres salvo algunos de la farándula. Hombres,
sí, empezando por el emperador -conmovido por su presencia y que le concede una
pensión de viuda igual al salario que cobraba su marido- y los amigos nobles
que le deja Mozart. Sabe manejar en propio beneficio su físico y sus gestos.
Cartas de Mozart a Constanze.
-“J’écris cette lettre dans la
petite chambre au jardin chez Leitgeb (sic) …et j’y passerai cette nuit aussi,
puisque j’ai congedié Leonore, et je serais tout seul à la maison, ce qui n’est
pas agréable”.
(Escribo esta carta en la habitación que da al jardín
en casa de Leitgeb y allí pasaré esta noche también, puesto que he despedido a
Leonora y estaré solo en casa, lo que no es agradable.)
“…ayer almorcé con Susmaier (sic)
…hoy ya sabes que como en casa de Schicaneder (sic) …porque tú también estabas
invitada… Lo de tu vestido no lo sé …si fallara todo lo demás, el sombrero lo
llevaría yo”.
Dato curioso. Mozart habla y escribe 4 idiomas: el
suyo propio, el francés, el italiano y el inglés. Lo hace correctamente y con
estilo. ¿Por qué se equivoca de continuo en la grafía de los nombres propios? Constanze
hace oídos sordos a la soledad y sí que hace vida social, tanto en Viena como
en Baden, quizás en el balneario hay gente que le gusta más... Como Süssmayr,
ayudante de Mozart, a quien este llama:
-“Tu bufón de corte”, en carta a su mujer.
Franz Xaver Süssmayr (1766-1803). Músico, discípulo
de Mozart. En realidad era amigo de Salieri, con lo cual estaba traicionando a
su maestro, pero no le sirvió de nada, porque muerto Mozart ya no avanzó en su
carrera como pensaba. Cierto que pasado el tiempo fue kapellmeister.
Modernamente se ha escrito que fue amante de Constanze, por lo cual su segundo
hijo podría serlo de él. Al nacer con la “oreja
de Mozart”, está claro que el padre no era Süssmayr. Pero, ¿por qué Constanze le pone
como primer nombre Franz Xaver y de segundo el de Wolfgang?
-“Somos un “menage a trois” decía
Mozart riéndose. ¿Le hacía gracia de verdad?
No es Constanze una pobre mujer que cae en brazos de
cualquiera. Es fría y calculadora. Si se trata de coqueteos o de amantes -¿los
hubo?- es porque le conviene y sabe cortar una relación cuando es oportuno.
Ambiciosa, egoísta, capaz de hacerse con la propiedad ajena…
Una cualidad estupenda: ser como una esponja que
absorbe lo que la rodea. Dos Pigmalion -los dos maridos- le enseñan cultura y comportamiento
social. ¿Hace falta que un suegro la critique o basta con examinar los hechos?
A este tipo de mujeres -que las hay- no les hace
falta la inteligencia, les sobra con ser listas, que lo son de largo.
“El rapto en el serrallo” K 384 se estrenó en julio de 1782 en el
Teatro Real, anexo a “El Castillo” -residencia
imperial-. Distintas compañías lo representan por los estados austriacos, con
un éxito inmediato y continuo, sobre todo en tierras de habla alemana. Mozart
vio una representación en Berlín en 1789, y en toda Alemania tuvo una magnífica
acogida.
A pesar de ello, la ópera es un género que no produce
suficientes ganancias y Mozart piensa en buscar otras direcciones. Compuso 3 conciertos
para piano y empezó 6 cuartetos para cuerda, influido por la Op. 33 de Haydn -la última vez que se
inspira en este compositor-. Para que se interprete en su boda, empieza a
escribir una misa de la que solo completa el Kyrie y el Gloria.
Estando en casa de su protector, el barón Gottfried
van Swieten -coleccionista y anticuario- sufre por vez primera la influencia de
la música barroca, sobre todo Bach, Haendel y el rococó del sur de Alemania. Sobresale
“El clave bien templado” de Bach. El
verano y el otoño de 1783, Mozart y su mujer lo pasan en Salzburgo con los
familiares del marido. Se estrena en la Abadía de San Pedro el arreglo de Bach
con Constanze de solista, porque siempre se empeñó en cantar un “solo” como hacían sus hermanas mayores.
Mannerl le escribe a su esposo:
-“Mi hermano, cuando quiere a
alguien, quiere que lo queramos todos”.
Camino de vuelta a Viena, el matrimonio Mozart pasa
por Linz, donde se detienen con fecha 30 de octubre de 1783. Mozart le escribe
a su padre al día siguiente:
-“El martes 4 de noviembre daré
una ‘academia’ en el teatro de aquí y como no tengo ninguna sinfonía, estoy
escribiendo una nueva a matacaballo, que tiene que estar acabada para entonces”.
Compone la sinfonía que lleva el nombre de la ciudad -“Linz” K 425- y que se estrena en ella en la fecha prevista.
En 1785 Leopold va a Viena por gestiones propias y se
hospeda en casa de su hijo. No es Constanze mujer a la que se coja en un
renuncio y durante esa breve estancia se comporta tal como el suegro deseó.
Leopold hace números y deduce la cantidad de dinero que Mozart debe tener en el
Banco y queda satisfecho. Es indudable que no ha echado una mirada al fondo de
armario del matrimonio ni ha hablado con el peluquero, ni con el cochero del
carruaje.
Llegado a la capital, el compositor entra en el período
más rico y exitoso de una vida a la que ya le queda muy poco tiempo de
existencia.
Para Mozart era prácticamente imposible no crear música
perfecta y a eso es a lo que hubiese querido dedicarse, a componer obras de gran
envergadura en lugar de “bailables”,
que le parecen de poca monta. Está obligado por su contrato y el salario que
percibe. Tanto para la Corte como para cualquier público sí que eran
importantes por la gran diversión que procuraba bailar. Por las calles se oía
tararear o silbar estos aires musicales a un pueblo entusiasmado con ellos.
Como ya se imprimían partituras en Europa, Mozart
ganó una buena cantidad de dinero vendiendo esta clase de música a Artaria, la
Casa más importante: minuetos, danzas, contradanzas, canciones alemanas...
Los bailes imperiales debían de ser todo un
espectáculo. Empezaban a las 5 de la tarde y acababan a las 9 de la mañana siguiente.
Los vestidos y joyas de las señoras eran fastuosos y dignos de verse, por lo
que en estas ocasiones el pueblo se arremolinaba a las puertas de palacio para admirar
tanto esplendor.
Al principio se podían usar máscaras, pero almas
piadosas debieron escandalizarse ante las escenas amorosas que el anonimato
permitía mostrar y consiguen del emperador que derogue su uso. Y ¿qué pasa ante
tal prohibición? Lo mismo pero sin máscaras.
La alta aristocracia también celebraba bailes de
igual categoría que los imperiales. Si
tenían lugar en los palacios de Viena, empleaban grandes orquestas con más de
100 músicos. Mozart creó la música para algunos conjuntos de esta magnitud en
Palacio. Para bailes privados- se conservan partituras- son orquestas más
reducidas. ¿No escribiría también para grandes?
Hay un personaje realmente curioso en medio de toda
aquella aristocracia y que no es un parásito, pues presta buenos servicios a la
corona. Nacido en Dresde, estudia Derecho en la universidad de Jena. Es
protestante, pero, al trasladarse a Austria, comprende que hará mejor en
convertirse para triunfar en un país tan católico. Hasta pertenece a una Orden
donde ha hecho los 3 votos. Testigo impagable de toda una época. Empieza a
escribir sus Diarios a los 8 años y acaban con su muerte. Constan de 76 tomos
escritos en francés, que era la lengua que hablaba la aristocracia germana. Es
el conde Karl von Zinzendorf (1739-1813).
-“…de allí me voy a casa y luego
al baile de la Corte. Tanto jaleo me molesta. La reina de Nápoles me saluda con
afecto. La Emperatriz juega”.
Otro día: -“De
allí al baile de niños del príncipe de Kirsky, donde estaba la reina de Nápoles”.
Otro: -“Esta
noche ‘Las bodas de Fígaro’, después al baile de Colloredo”.
¿Llegó a comprender a Mozart? A sus obras de madurez
iba el mismo día del estreno a verlas. Juzgó en su valor “La Flauta mágica”. Fue lo que hoy se llama un embajador volante,
encargado extraordinario de protocolo, colaborador muy activo en detener la
inflación.
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Segunda Juventud
Compuestas en Salzburgo son las 3 sinfonías que datan
de 1779-80. La sinfonía para violín y viola; el concierto para 2 pianos; la sonata
para 2 pianos, y un buen número de piezas de arte sacro. En 1779 crea la más conocida
de sus misas: La K 317 que luego se
llamará “Misa de la Coronación”.
Lo que atrae a Mozart es la música dramática. Musicaliza
una obra de von Gebler y una serie de canciones alemanas que llama “Zaide”. Las misas son para él como
óperas, por eso algún trozo de composición de una misa lo utiliza en una obra
profana, bien que seria, como un aria.
En el verano de 1780, el Elector de Baviera le
encarga una ópera: “Idomeneo, Rey de
Creta” K 366. Mozart está muy
satisfecho y la obra se representa en enero de 1781, cuando él cumple 25 años.
Despierta una seria y heroica emoción, junto a una riqueza musical incomparable
a otras óperas anteriores. Como siempre, prueba a los cantantes en sus papeles
respectivos, mezcla de parte hablada con cantada y acorta el texto. Mozart se siente
feliz por su triunfo y porque lo ha compartido con sus amigos nobles y burgueses.
El joven compositor ha quedado subyugado por las
costumbres vienesas y la belleza y coquetería de sus mujeres. Decide radicarse
en la capital. Aquel ser tan sensible para el arte se convierte en el músico
favorito del momento y en el primer caso en que un niño prodigio continúa
siéndolo a pesar de haberse convertido ya en un hombre. Aunque algún biógrafo
lo califica de “eterno Peter Pan”, lo
que habría que preguntarse es si alguna vez fue niño.
Mozart le había dicho a su padre:
-“Viena es la tierra del piano”.
Su mayor triunfo es ser pianista-compositor. Como solista
es más que excelente. Llama la atención “el
juego” de su mano izquierda ·Durante cinco semanas da 22 conciertos, 5 de
los cuales son con composiciones suyas, especialmente en las casas de los Príncipes
Esterhazy y Galitzin.
En 1782-83, Mozart escribe 3 conciertos de piano K 413-415, que se publican en 1786 con
cuerda y opcionalmente con instrumentos de viento. Así se pueden tocar de dos
formas, ya que, como dice Mozart:
-“Es un método feliz entre lo
demasiado fácil y lo demasiado difícil”.
Compone 6 más en 1784, 3 en 1785 y 1 en 1786, en 1788
y en 1791. Establece un nuevo nivel en estos conciertos de piano, de forma que
pueden convertirse en sinfonía con una gran riqueza melódica. Otros, al
contrario, primero compuestos para orquesta y luego para piano con el mismo
tema, bien sea una tempestad, algo romántico o ritmos militares.
En estos momentos, Mozart tuvo una importante
contribución en la música de cámara y en el piano, como la “Sonata para piano” K 457 o la “Sonata
para piano y violín” K 454, y un “Quinteto
para piano e instrumentos de viento” K 452, que él consideraba su mejor
trabajo hasta la fecha.
Mozart tiene problemas económicos, pero su padre ya
le advirtió que ser amigo de aristócratas tiene su precio. Su mujer y él tienen
gustos extravagantes. La Corte podría ser su lugar de salvación, pero ahora ha
vuelto la influencia de la música italiana impuesta por Salieri.
Le pone música a un libreto escrito por Lorenzo Da Ponte,
basado en una comedia revolucionaria de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais
(1732-1799), titulado “Las bodas de
Fígaro”.
Lorenzo Da Ponte, judío, veneciano. Converso que cambia
de nombre. Sacerdote, poeta, libretista. Expulsado de su país va a Viena.
Nuevamente expulsado huye a Londres y a USA. Funda la Ópera de Nueva York.
No se sabe lo íntima que fue su amistad con Mozart,
con quien trabajó en 3 óperas en total entendimiento. Se ha escrito una
biografía sobre él con un título muy sugestivo: “La historia del hombre que le puso palabras a Mozart”.
Fígaro se estrena en mayo de 1786,
siendo calurosamente recibido. Se dieron 9 representaciones en 1786 y 26 en
1789-90. Fue un éxito, pero modesto comparado con ciertas óperas de Vicente
Martín y Soler.
Martín y Soler, Vicente
(1754-1806), valenciano, de joven fue a cantar a Londres y ya no volvió a su patria.
Se trasladó a Italia donde italianizó su nombre: Martini. Es allí donde conoció
a Mozart adolescente. Finalmente estuvo en Viena y después de algunos problemas
pasó a San Petersburgo, donde acabó sus días. Sus óperas fueron muy conocidas,
hasta el punto de que cuando estaban de moda las de estilo italiano, gozaron de
más predicamento que las de Mozart.
La ópera Fígaro
gustó mucho en Praga y los bohemios invitaron a Mozart a pasar una temporada
con ellos. Llegó en enero de 1787 y compuso una nueva sinfonía que lleva el
nombre de la capital: “Praga” K 504,
que demuestra la capacidad de los músicos de aquellas tierras y la admiración
que Mozart sentía por ellos. Recibe el encargo de escribir una ópera y vuelve a
Viena en febrero de 1787.
Dato curioso. Mozart encuentra muy diferente la
conducta de los praguenses de la de los vieneses. Praga es una de las ciudades
más bellas de Europa. A Mozart no le gusta el estilo gótico, prefiere el rococó
de los grandes palacios. Pero aquellas calles y plazuelas, el cementerio judío
viejo lleno de musgo, que recorre con sus amigos judíos, que no le abandonan
hasta que deja la ciudad, son una incomparable delicia. Los bohemios le quieren,
le respetan y aman su música. Los praguenses desean ardientemente que Mozart se
vaya a vivir con ellos. Él está obsesionado con la capital: es allí donde hay
que triunfar.
En Viena, los emperadores se pasean tranquilamente
por la calle en carroza o a caballo, acompañados por sirvientes, pero sin
escolta militar. El pueblo les adora y ellos le proporcionan todas las diversiones
que pide.
La ciudad a la que Mozart amaba tanto tenía unos 219
mil habitantes y unas 5.500 viviendas altas y apiñadas como las ciudades medievales,
y parcialmente reconstruidas en estilo barroco -el mismo que lucían los magníficos palacios-. Los salones con
adornos de mármol y suelos de parquet. Muros y fortificaciones impresionantes
que descendían contorneando el Glacis; una gran pradera en la que estaba
prohibido edificar. En los alrededores prósperos de Viena discurrían el Danubio,
parques y jardines como el famoso Prater. Era una ciudad elegante, de buenas
proporciones. En las calles, los transeúntes “gozaban” de 3 mortificaciones: el viento, el polvo y unos cuatro
mil carros y carruajes que estorbaban el paso.
Los vieneses sentían locura por la moda inglesa,
tanto femenina como masculina y los europeos en general por los uniformes militares
de las poblaciones aglomeradas en el imperio austriaco, especialmente los
húngaros. A las vienesas les gustaba leer y tener cierta cultura, pero huían de
las tareas domésticas.
Decir “Paraíso
musical” era decir “Viena”. Mejor
o peor todos sabían tocar uno o varios instrumentos. Estaba la música de la
Corte y los conciertos públicos -para el pueblo-, ambos a cargo del erario
público. Las sociedades particulares mantenidas por las cuotas de los socios y
las de los músicos, que actuaban en conciertos gratuitos para ayudar a la viuda
e hijos de algún compañero recientemente fallecido. Mozart -por cuestiones de
papeleo- no perteneció a esta sociedad, pero les ayudó con sus interpretaciones
también gratuitas y el envío de piezas inéditas para ejecutarlas ellos.
Organizaba conciertos por suscripción -en la
actualidad abonados- y se conservan listas de los nombres de quienes
pertenecieron a ellos, todos de la nobleza: el pueblo llano no podía pertenecer
a ellos ni ir a teatros oficiales por cuestión monetaria. Stendhal habla de que
las tardes de los domingos, Mozart daba conciertos en su casa. De hecho algunas
obras se estrenaron en su domicilio. Por ejemplo los cuartetos dedicados a
Haydn. Existían también las “Academias”,
lugares públicos exquisitos, donde se invitaba a un artista a interpretar sus
obras -en el caso de Mozart, concertista de piano o director de orquesta-. Por
supuesto: estas actuaciones estaban muy bien remuneradas.
No hay que atribuir las malas finanzas de Mozart solo
a dispendios excesivos, sino, y sobre todo, al cambio que se estaba operando en
la sociedad y del que él fue plenamente consciente -guerra contra el imperio
otomano e inflación-. Muchos nobles eran reservistas y se fueron con sus
regimientos, y sus familias abandonaron Viena y se instalaron en sus casas del
campo. Llegaba el tiempo de la burguesía ilustrada y del teatro de suburbios,
al que el pueblo sí que tenía acceso.
La guerra contra el Imperio Otomano (1787-1791)
supone cierta victoria para Austria, pero también produce una inflación que es
difícil de salvar. Al frente del gobierno se pone al Consejero Franz Sales von
Greiner (1730-1798), recientemente ennoblecido y nombrado Canciller por el
Emperador, pero él, que en el fondo continua siendo un burgués ilustrado, actúa
como tal y equilibra la balanza de pagos a fuerza de racionalizar las
exportaciones/importaciones y de subir los impuestos, fórmula mágica empleada
por todos los salvadores de la patria.
En las casas nobles y ricas se formaban pequeñas
orquestas -2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes y 2 trompas- y si eran menos
pudientes, tríos de piano y cuerda. Todos seguían a su señor en sus distintas
residencias. Si para una celebración hacían falta más músicos, se alquilaban sus
servicios. Una gran orquesta podía contar con más de 100 músicos, como las
actuales sinfónicas de cualquier ciudad importante. Para la música de cámara, el
número de intérpretes era mucho más reducido.
Dos instrumentos, fuera de lo común, que utilizó Mozart,
ahora ya obsoletos:
-“Órgano mecánico” -reloj musical-. Mozart recibió 3 encargos de esta clase,
hechos por el conde Deym von Strzitez en 1790-91. Funcionaba como un reloj y
cada hora tocaba la melodía que se había insertado en su interior. El conde
tenía una curiosa colección de este tipo de instrumentos y además fue fundador
de una Galería de Arte donde se expuso la máscara mortuoria de Mozart.
-“Armónica de copas” -o de cristal-. El último encargo que recibió Mozart
para este instrumento, en mayo de 1791, es un quinteto de ‘etérea belleza’: el Adagio y
Rondó K 617 -armónica, flauta, oboe, viola, violonchelo- que interpretó
Marianne Kirchgessner, ciega de nacimiento. Lo hizo en Austria y en Londres,
muerto ya Mozart -1794-, en un concierto benéfico organizado por Haydn. También
para la misma cantante, hay un solo de armónica que se encuentra en un archivo
oficial de París.
Mozart es un hombre ordenado y práctico para su
trabajo, por más que digan que está siempre en las nubes. Si ha empezado una
composición y quiere guardarla sin acabar para hacerlo pasado un tiempo, la “rellena” de forma que ayude a su
memoria: las partes de carácter solista, las entradas complicadas, secciones de
ritornello… De esta forma y con sus
explicaciones, es como pudo enseñar a Süssmayr la forma de acabar el Réquiem.
En la Viena del XVIII, ¿qué joven de clase alta no se
preciaba de tocar algún instrumento o cantar? Este arte servía para todo: hasta
para hacer un buen casamiento.
¿Qué separa a los nobles austríacos de sus pares
europeos? El creer que su hidalguía es mayor y no abrir sus puertas a los
extranjeros si no tienen iguales o superiores cuarteles de nobleza. Sí es
cierto que sus fortunas eran enormes, no así su cultura, que esperó un par de
siglos para entre Alemania y Austria producir esa pléyade de científicos y de
artistas que no se repetirá. Puesto que Austria es ahora una República, no se
pueden conceder títulos y por tanto no hace falta pertenecer a la nobleza para
ocupar un puesto de responsabilidad.
Las actividades de Mozart en Viena, concernientes al
concierto, habían descendido a una escala modesta. Los vieneses ya no aparecían
en sus representaciones. En abril de 1787, Mozart se entera de que su padre está
gravemente enfermo y, en efecto, muere en mayo. En estos momentos, Mozart
escribe 2 quintetos de cuerda: K 515
y 516, en un tono más bien elegíaco.
También en este período escribe algunos cortos lieder. Unas parodias de buen humor sobre la mala música, que le
hubiesen gustado mucho a Leopold -precisamente esa idea le vino al conocer su defunción-.
Su padre era una fuente de noticias sobre la familia Mozart que se acaba con su
vida.
Pero lo más importante que hizo Mozart durante 1787
es la composición de “Don Giovanni”,
ópera que le habían encargado durante su estancia en Praga. El libreto también
es de Lorenzo Da Ponte. Se reestructuró bastante el original. Es un drama
gracioso en la tradición de Carlo Goldoni. Como en el Fígaro, los dos actos finales brillan especialmente, por los bailes
de diferentes segmentos sociales y por la escena de la cena en la que la
estatua del comendador envía a Giovanni a la condenación.
El que sea una ópera cómica se percibe claramente a
través de la figura de Leporello, que desde debajo de la mesa consigue una
salvación de orden moral, que un sexteto celebra. El carácter “demoniaco” de esta ópera causa una
fascinación especial en la audiencia.
Dato curioso. Al transcribir la música de la obertura
de “Don Giovanni” Mozart iba
atrasado. Veló durante toda la noche para poder completar la partitura y estrenarla
al día siguiente. Mozart no podía evitar descabezar algún sueño. Hay entendidos
que pretenden conocer los pasajes en que a Mozart le vencía el cansancio y los
que despertaba sobresaltado.
A este respecto hay que recordar que, mientras
Constanze daba a luz a su primer hijo, Mozart componía el “Cuarteto en re menor”, y en él se reflejan los gritos de la parturienta.
Según los entendidos es en el “Andante”.
Al subir von Greiner al poder y con los nuevos
ideales de la Revolución Francesa -1789- hay una burguesía emergente, culta y
amante de la música, que ameniza sus veladas. Los que no pueden pagar los
servicios de músicos profesionales, forman sus orquestas con miembros de la
propia familia.
Se sabe que Mozart, visitante habitual del salón de
la hija de von Greiner, estuvo invitado a dar un concierto en casa de este y
que fue bien remunerado, aunque se desconozca la cuantía de lo percibido.
En otoño de 1790 la situación financiera de Mozart es
caótica. No puede mantener su tren de vida y recibe pocos encargos.
Muere José II en febrero de 1790 y el luto oficial
dura hasta junio. El futuro emperador, su hermano Leopoldo II (1747-1792) -casado
con María Luisa de Borbón, Infanta de España-, permanece en Viena tratando de solucionar
la también caótica situación política que ha dejado su antecesor. Cuando se vuelve
a abrir el teatro de la Corte, Salieri manda reponer “Cosa fan tutte”, que en agosto se retira del repertorio y ya no se
representará en vida de Mozart. En febrero de 1791 se puso en escena “Las bodas de Fígaro” A ninguna de estas
representaciones fueron los emperadores. Solo hicieron acto de presencia en el Teatro
Real para ver una obra de Salieri, “Axur,
re d’Ormus”.
Mozart ha sido confirmado en su cargo de músico de
cámara, que es una sinecura, ya que a lo único que lo obliga es a componer
música de baile, ya que óperas la Corte no le encarga ninguna. El salario de
800 gulden ayuda a arreglar sus malas
finanzas, pero sus deudas eran muy grandes y el matrimonio se empeña en seguir manteniendo
el mismo servicio doméstico.
Lo que Mozart busca es recibir una atención personal
del Emperador, por lo cual empeña parte de su plata y se dirige a Fráncfort del
Meno, donde, según la tradición, en la Catedral de San Bartolomé va a ser
coronado el nuevo Emperador. No va como un músico de la Corte, sino como simple
espectador. Continúa sin gozar del favor de la Corte vienesa y del de los
nuevos emperadores que, sin embargo, oyen su música con agrado. Es el
todopoderoso Salieri quien se ocupa de la selección y de la dirección del
repertorio musical. Curiosamente, la mayoría de obras que ha elegido son
creaciones de Mozart y de ello dan fe las partituras que utilizó, señaladas con
anotaciones de su propia mano para dirigirlas lo mejor posible.
El conde Karl von Zinzendorf escribe sobre una cena
que reunió a 100 comensales, amenizada por música de Don Giovanni.
-“Nos reunimos en la antecámara
de la emperatriz y de allí pasamos al salón de la coronación, donde se nos
sirvió una buena cena. Multitud de mirones. Fue tan agradable que estuvimos juntos
hasta altas horas, a pesar de un ligero mal olor” -el conde no especifica cuál es la causa del “olor”-.
El exquisito Chesterton viaja a USA en el primer
tercio del siglo XX y le escandaliza que en sus hoteles se pierda tanto
terreno, asignando un cuarto de baño particular a cada habitación. En el siglo
XXI se oye decir:
-“Coge una habitación barata,
pero con baño”. ¿Qué diría ahora el refinado
conde?
Ya en 1788 Mozart había escrito cartas mendigando
ayuda a varios amigos.
El que no le falló nunca fue el compañero y amigo
masón Michael Puchberg -la correspondencia entre los dos solo se conserva en parte-.
Bien es verdad que le devolvió siempre el dinero. A última hora eran
prestamistas de oficio a los que se debía y que se resarcieron con bienes de la
casa a la muerte del compositor.
En el verano de ese mismo año tuvo una serie de
depresiones. ¿Se sabe con certeza si su personalidad era ciclotímica -como
dicen algunos estudiosos, unida a tendencias maníaco-depresivas-, que
explicarían no solo esas depresiones sino aspectos de su conducta? Durante
estas crisis trabajó en 3 sinfonías. No se sabe por qué las escribió o
simplemente estaba pensando en organizar unos conciertos veraniegos. A la
llamada “Júpiter”, se le dio este
nombre a principios del siglo XIX, posiblemente por su grandeza, que la
comparaba al dios.
Al empezar 1789, Mozart acepta la invitación del
príncipe Karl Lichnowsky para viajar a Berlín. Pararon en Praga, en Dresde, donde
actuó para la Corte. En Dleipzic improvisó tocando el órgano. Llegados a la
Corte prusiana compuso una sonata para piano K 576 dedicada a las princesas. La última en su género que compuso
Al rey Federico Guillermo II le dedica un cuarteto de cuerda con cello.
El monarca prusiano le ofrece la dirección de la
Orquesta de su país con un salario de 3.000 ducados anuales. Mozart rehúsa
porque no quiere abandonar a su amado José II. Los amigos le dicen que debe
aceptar la buena oferta porque el emperador se porta mal con él.
Ambos se entrevistan:
-“Mi querido Mozart, vos sabéis
lo que amo vuestra música y lo que pienso de los italianos. Soy un príncipe
incomprendido y vilipendiado, empujado por mis súbditos a hacer lo que no deseo.
¿Es cierto que queréis dejarme?”.
Ante la expresión de tristeza del monarca, Mozart exclama:
-“Majestad…, con la venia de
Vuestra Majestad… ¡Me quedo!”.
En 1787 José ll le había concedido de manera
extraoficial el título de “Kammer
musicus” -músico de cámara- que funcionaba de forma irregular.
-“Por lo menos asegúrate el
sueldo” -dicen los amigos-. Mozart
consigue que el documento se oficialice y que se le paguen los 800 gulden.
En el verano escribe el quinteto de clarinete K 581.
Ya en enero de 1790, con el libreto de Da Ponte compone la música de “Cosi fan tutte”, que no es una pieza
frívola, sino un ensayo penetrante sobre el comportamiento humano. Hay
serenidad, veneno, ironía. Marca el último estilo de Mozart, que ha evolucionado
desde 1787, y que se une a su desarrollo personal y a circunstancias de su
vida: la asociación con los masones, su situación profesional y financiera, y
su matrimonio.
Dato curioso. Antonio Salieri, desde que conoce a
Mozart, siente por él un vivo rencor, amargándole la vida con sus intrigas. El
punto culminante de esa enemistad lo produce la ópera “Cosi fan tutte” A Salieri le encargaron que pusiese música al
libreto y le fue imposible. Mozart lo hizo con toda facilidad y fue una ópera
de gran éxito. Salieri nunca le perdonó y quizás por eso Mozart, con la muerte
tan cercana, creyó que el supuesto envenenamiento era obra de su enemigo.
El veneno acqua toffana -agua tofana-, toma su nombre de
Giulia Tofana, envenenadora famosa que se lo vendía a mujeres deseosas de
deshacerse de sus maridos. La composición es desconocida. Parece que se trata
de un líquido transparente e insípido, que lleva en su composición arsénico y cimbalaria.
La dosis en que se administraba determinaba la aparición de los síntomas y la
velocidad con la que llegaba la muerte. En ocasiones se decía que simplemente
aceleraba los efectos de alguna otra enfermedad pasiva de la víctima. En
cualquier caso, no quedaban en el cadáver rastros detectables para los médicos
de la época.
¿Fue Mozart su víctima más famosa? No está comprobado. En “A Mozart pilgrimage” -Peregrinaje mozartiano-
de Mary y Vincent Novello -fundador en aquel momento de la moderna industria de
edición musical, en Inglaterra-, figura la entrevista realizada en 1829 a
Constanze von Nissen -antes Mozart- en la que dice:
-“Seis meses antes de morir tenía la
horrenda impresión de que había sido envenenado por desconocidos con acqua
toffana”.
Constanze anciana, viuda de Mozart y de von Nisen |
1790 fue un año difícil y poco productivo. Mozart
continúa con sus problemas económicos, de los cuales da noticia a Constanze en
sus cartas.
1791.- Empieza el último año de su vida y parece que
va a ser bueno. Completa el concierto
para piano K 595, escribe numerosas
piezas de baile y 2 quintetos de cuerda K
593, que son un trabajo de un particular refinamiento y sutileza. .Mozart
gana poco dinero para llevar el tren de vida a que está acostumbrado y ha
perdido gran parte de su público.
Leopoldo II parte hacia Francfort del Meno, en cuya catedral de San Bartolomé va a ser coronado emperador el día 9 de
octubre. Ha prescindido del problema de la música confirmando en sus puestos a
Salieri y a Mozart. El compositor, optimista incurable, no debe dase cuenta de
la cantidad de problemas de otra índole que reclaman la atención imperial. Mozart
dice:
-“Su Majestad es para mí una
incógnita”.
Vende parte de su plata y se va detrás de él: quiere
recibir una atención personal.
Vuelto a Viena Mozart toma parte en una Academia en
la que interpreta dos conciertos de piano: el K 537 y el K 459. Al
primero, más reciente, se le da el nombre de “Concierto de la Coronación”, aunque Mozart no ha escrito ningún
concierto para celebrar esa efeméride. Para el acto viste un traje de satén
azul marino ricamente bordado.
Parece que las cosas mejoran para Mozart. Leopold
Hofmann, director de capilla de la Catedral de San Esteban, enferma de muerte y
a Mozart se le da ese puesto honorifico, que lo heredará con todas las
prebendas en cuanto quede vacante. Pero Hofmann decide posponer su muerte hasta
1793.
Salieri lleva consigo las partituras de 3 misas: la K 317, que a partir de entonces se
llamará de “la Coronación” porque es
la que se interpreta en Fráncfort. “La
Misa Áulica o de la Corte” K 337. No se sabe con exactitud cuál de las dos
emplea Salieri en la Coronación de Praga y en la misa del domingo siguiente. Y
la “Misa Piccolomini” K 258, que se
utiliza en la ceremonia del nombramiento de Abadesa del Convento de Damas
Nobles de la archiduquesa Maria Anna.
Esta última es corta. Los músicos la llaman “píccola” -pequeña- de ahí deriva el
nombre de Piccolomini, sin que tenga relación con la ilustre familia del norte
de Italia de la que salió: Eneas Silvio Piccolomini (1405-1464), papa Pío II, instruido,
sabio y justo.
Salieri ha escogido otras piezas, también de Mozart,
para interpretar en ambas coronaciones: “Thamos”
K 345, uno de los coros más espléndidos, adaptado en forma de motete
latino, y el Ofertorio “Misericordias Domini”
K 222.
Al volver a Viena, Mozart pasa por Múnich donde el
Elector le presenta a los Reyes de Nápoles y le ruega que dé una ‘Academia’ para ellos.
Con amarga ironía Mozart dice:
-“Sus majestades han tenido que
ir al extranjero para conocer mi música”.
En 1794 Johan André, editor de música, publica unos
facsímiles de estos conciertos. Uno de ellos se encuentra en el Museo Morgan en
Nueva York.
No se sabe en qué momento recibe la visita del
extraño señor vestido de negro, pero se supone que es a principios del invierno
y enseguida empieza a escribir el Réquiem. También va a Praga donde le encargan
una ópera: “La clemencia de Tito” que
se ha de estrenar a principios de septiembre. Los bohemios prefieren, a una
obra totalmente nueva, una obra con un argumento ya conocido, aunque en ella se
cambie el texto y la música.
Un viejo amigo, Schikaneder, barítono, actor y
empresario le convence para que escriba una ópera: “La flauta mágica”, que se representará en un teatro de los suburbios.
En ella trabajó durante la primavera y el principio de verano.
En estos momentos, a Mozart se le presenta un grave
problema económico -¡cómo no!-. Necesita un dinero que le deja un prestamista
vienés, pero hay que negociarlo personalmente. Mozart manda poderes a Constanze,
quien se desempeña de maravilla y demuestra que sirve para los negocios. Es
indigno que critique tanto a Mozart después de muerto porque no ha sabido
manejar sus bienes. ¿Por qué no se ocupó ella, que estaba tan dotada para esos
menesteres como demostró después?
Schikaneder utilizó una colección de cuentos de hadas
de Martin Wierand, así como algunos conceptos sobre la masonería. Todo visto desde
un contexto de teatro popular vienés. Lo que semeja una pantomima infantil, está
sostenido sobre una base de ideas muy serias.
Mozart vuelve a Praga a finales de agosto, donde
parece que está más animado a causa de sus ganancias. En este viaje le acompañaron
Constanze -cuyo último hijo, nacido en julio nadie sabe a quien confió- y Süssmayr
para ayudarle a terminar la ópera. Los amigos estaban admirados: igual tocaba
algunos pasajes de la “Flauta mágica”,
que daba unas tacadas al billar -su deporte favorito-, como sacaba su tablilla
y anotaba algo -¿notas musicales?-. Es increíble que una mente humana pueda “estar” en tantos sitios.
Mozart ha dejado de momento el Réquiem y está trabajando en la Ópera de Tito. Lo que le falta de “La
flauta mágica” lo compone en un día y se lo envía con un amigo a
Schikaneder.
El 4 de septiembre tiene lugar la coronación en
Praga, en la Catedral de San Vito, y por la noche se estrena “La clemencia de Tito”, que tuvo muy
mala acogida quizá por su seriedad en un ambiente de alegría y fiesta. El mismo
conde Zinzendorf dice:
-“Nos dieron una ópera de lo más
aburrida”.
La Emperatriz la calificó:
-“Porcheria tedesca” -porquería alemana-.
Tito se recibe con
frialdad. Se piensa que Mozart lo ha compuesto sin ganas, debido a la prisa y
la fatiga. Actualmente se ha revalorizado. Mozart quiso y consiguió expresar la
psicología de los personajes exclusivamente en términos musicales. Una de las
mejores páginas mozartianas que lo hacen digno del don de la inmortalidad.
Aunque se representan otras óperas y obras de teatro,
los teatros están medio vacíos porque la fiesta está en la calle.
Dato curioso. Conviene resaltar que, aunque parece
ser que el matrimonio real sentía “una
fuerte aversión preconcebida a las composiciones de Mozart”, su música se
estaba interpretando con muchísima frecuencia. Si desaprobaban la música
mozartiana, ¿es que no podían evitar que se representara?
Mozart empieza a sentirse enfermo y su ayudante
Süssmayr debe ayudarle en su trabajo sobre la ópera de Tito. Haydn se entera de lo que ha ocurrido leyendo en Londres el Morning Chronical, periódico que nos da
cuenta del acontecimiento y no nombra ni una sola vez a Mozart.
Antes de dejar la ciudad, Mozart visita la Logia Praguense. Los masones, puestos en
doble fila, dejan paso y le aplauden por todo lo que ha hecho por ellos,
especialmente la música que ha compuesto.
Hay un personaje al que Beethoven califica de “miserabilis” y otro artista de “hombre ruin y ruin compositor”. Se
trata de Leopold Kozeluch, que calumnia a Mozart y al mismo tiempo -usando el
lenguaje escatológico del maestro- es un “lameculos”
y le sigue por toda la ciudad dándole coba. El 12 de junio de 1792, muerto ya
Mozart, le sustituye este personajillo en su cargo con doble sueldo. Los
consejeros de la Corte están encantados porque es una música que entienden.
Noviembre lo coge en Viena trabajando en el “Réquiem” encargado. Al encontrarse mal,
se distrae componiendo una cantata para la inauguración de una sede masónica.
Tiene tanto éxito que cree estar recuperándose. Vuelve a trabajar en el “Réquiem” pero a últimos de noviembre se
encuentra peor y tiene que guardar cama. El 5 de diciembre muere. Su enfermedad
recibe distintos nombres -fiebre miliar es el que se puso en su certificado de
defunción-, ninguno de los que se diría hoy en día. Hasta supuestamente
envenenamiento. Sin que pueda hablarse de epidemia, hubo personas con los
mismos síntomas que él, y algunos también murieron.
Enterrado en una fosa común, nunca se encontró su
cuerpo. Pero si los amigos no fueron al entierro, ¿qué decir de su mujer?
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Mozart Masón
Viena, diciembre de 1784.- Mozart ingresa en la
masonería. Su logia lleva el nombre de “La
Beneficencia”. El Maestro es Otto, Barón de Gemmingen-Hornberg, amigo de la
familia -como demostró otorgando su mecenazgo al joven compositor en su
estancia en Mannheim en 1778-. Era chambelán y consejero privado de la Corte.
Sin duda fue él quien sugirió a Mozart que se adhiriese a la Sociedad.
Esta logia era pequeña y sus socios utilizaban las
dependencias de “La Concordia Verdadera”,
logia mayor y más poderosa. El día 14 del mes en que entró, Mozart fue
debidamente iniciado como aprendiz. Está documentado que llegó al grado de
compañero, pero no existen pruebas de si llegó al tercero, el de maestro.
También ingresaron Haydn y Leopold Mozart, que en 1780 se inscribió a sí mismo
y a su hijo en “La Fraternidad de la
Santa Cruz” salzburguesa.
Hablando de masonería, hay que nombrar primeramente a
Inglaterra. El día 24 de junio de 1717, día de la festividad de San Juan
Bautista, y bajo su bandera, se fundó “La
Gran Logia de Londres” y bajo la misma bandera sanjuanista se crearon el
resto de logias europeas. En 1738 es condenada por una bula pontificia de
Clemente XII. El emperador Carlos VI, aconsejado por su heredero Francisco, duque
de Lorena, hace caso omiso.
El emperador José II veía a la Sociedad con
escepticismo considerable aunque tolerante. En Austria se seguían las mismas
normas que en Inglaterra, pero en 1781 este mismo Emperador, muerta su madre,
la Emperatriz María Teresa, decretó que las Órdenes espirituales o seculares no
podían depender de la autoridad extranjera, ni que la entrega de dinero
escapase al control de la monarquía austríaca. Así pues, en 1784 se fundó “La Gran Logia de Austria” que abarcaba
siete provincias. Servían de nexo de unión para los intelectuales. También
contaban con gran apoyo popular.
Sus ideales son humanitarios y filantrópicos. Editan
libros criticando las diferencias sociales. Mozart fue un miembro muy activo
con sus composiciones, como la “Música
fúnebre masónica”.
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Mozart católico
¿Puede la música expresar la fe religiosa? La música
convertida en materia religiosa, ¿puede devenir apertura a la trascendencia, tratándose
no solo de las creencias religiosas personales de un compositor, sino de la
presencia de la fe en su obra? En el caso presente, el Mozart católico y la
plasmación de sus creencias en sus composiciones religiosas.
Dos fenómenos ambivalentes como son la religión y la
música -conocidos por el hombre desde la noche de los tiempos-, pueden ir
juntos o separados, pero a partir de Bach y del clasicismo vienés, la música
por sí sola puede llevar aparejada una vivencia religiosa. En referencia a
Mozart -y mucho se ha escrito sobre él pero poco sobre la trascendencia
espiritual- es perceptible especialmente para quien quiere oírla, expresada por
su música.
Ángeles musicales de Fra Angélico
Ángeles musicales de Fra Angélico
El “aire”
católico infantil lo respiró Mozart en el hogar paterno. Adulto conservó su fe,
pero no se podía decir que fuese un católico conservador. Se adhiere al
movimiento crítico de la religión, que en su época se empezaba a abrir camino.
Católico pero rebelde, en el sentido de que no quería estar a las órdenes de un
obispo y una Corte. Quería ser autónomo a efectos cívicos y artísticos. Un
Salzburgo clerical y episcopal y una Viena feudal e imperial, dejaron de
hacerle encargos de obras de fuste.
Mozart no era político ni por familia ni por
tendencia personal, pero se le consideró un compositor anticonformista por
poner música -arrebatadora, por cierto- a “Las
bodas de Fígaro”, 1786, obra de crítica social. Aparte de unas piezas
ligeras y de baile, acabó con los encargos de clero y Corte, tan unidos
siempre.
De su pertenencia a la masonería no cabe inferir que
Mozart no fuese creyente, sino que los ideales de aquella eran los suyos.
No le gustaba a Mozart ir con beatos y gente de la
clerecía; por eso no era un creyente de rigor eclesial -como dicen los
sociólogos actuales-, pero tampoco con gente sin religión:
-“…con las que no le apetecía ir
de viaje ni cultivar amistad sostenida y vivir en cualquier lugar donde quiera
que sea, siempre que se trate de una localidad católica”.
El teólogo protestante Karl Barth (1886-1968),
mozartiano de pro, tiene una hipótesis:
-“No estoy seguro sin más de si
los ángeles, ocupados en plena alabanza de Dios tocan precisamente a Bach, pero
me consta que cuando están reunidos tocan la música de Mozart y Dios los
escucha con especial delectación”.
Hasta George Bernard Shaw (1856-1950), eterno
polemista de Chesterton dice:
-“Es la única música compuesta
hasta el momento que no sonaría fuera de lugar en la boca de Dios”.
Mozart le escribe a su padre:
-“No me acuesto nunca sin tener
presente que, pese a lo joven que soy, acaso no esté aquí al día siguiente y
ninguno de cuantos me conocen podrá decir que sea yo malhumorado o triste en el
trato con los demás. Y por tal ventura doy cada día las gracias a mi creador,
deseándosela, a mi vez, de todo corazón a cada uno de mis semejantes”.
En el plano personal, el hijo le debe mucho al padre.
Leopold estuvo 12 años tutelado por los jesuitas y estudió teología y
filosofía. Bien preparado para ello instruyó a Mozart en la religión católica,
unido al estudio del “Catecismo urbano y
rural, católico y cristiano” de Pedro Canisio. Viviría como los demás niños
salzburgueses, sin angustiarse por el sentido de la vida, ni el papel del
hombre en la tierra, que le han enseñado.
Su padre le escribe siendo ya adulto:
-“Te lo ruego, atente a Dios,
que Él lo hará contigo”.
-“Confiar en lo esperado, un
estar persuadido de cosas que no se ven”. -Hb 11,1-.
Hoy en día sería un católico ecuménico, sin los “calambres” de conciencia a la manera
luterana.
Jamás se permitió atacar el Dogma como hacían otros
músicos -Schubert por ejemplo- que suprimen parte de la letra del Credo en sus
misas. Las penas y el ser más ilustrado y crítico no menguaron su fe.
Mozart, persona no discutidora, sí que puede
enfrentarse a protestantes ilustrados, por ejemplo en Leipzig -1789-, porque,
según él no son capaces de adivinar con justeza el significado del “Agnus Dei qui tollis peccata mundi, dona
nobis pacem” y cosas parecidas -“Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz”-.
De un alma que siente así, ¿es raro que la música que
compone suene así?
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Amores
Anna Maria Mozart, nacida Pertl
(1720-1778)
Hija de un jurista al servicio del príncipe arzobispo
de Salzburgo. Enfermiza, con superficial educación musical y precariedad de
medios. En 1747 casa con Leopold Mozart que le proporciona estabilidad
económica y felicidad. Silenciosa y de buen humor. Acompaña a su hijo en su estancia
en París en donde muere. Se la entierra en la Iglesia se San Eustaquio, donde
sus restos son profanados durante la Revolución. Una placa de mármol la
recuerda -curioso que su cuerpo desapareciese como los de sus hijos-. Wolfgang Amadeus
la llamaba Madame Mutter -señora madre-, un poco en plan de broma y sobre todo de
amor. Es indudable que la quería, mucho, pero su padre le reprocha no haberla
cuidado con bastante atención. En 1983 la Fundación Internacional Mozarteum le
levanta un monumento en St. Gilgen, lugar donde nació.
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Maria Anna Mozart
Maria Anna Walbuega Ignatia (1751-1829), conocida
familiarmente como Nannerl o Marianne, hija mayor de Leopold y Anna Maria
Mozart, hermana mayor de Wolfgang Amadeus. A los 7 años su padre empezó a
enseñarle instrumentos de teclado y parecía que llevaba camino de convertirse
en una niña prodigio. Por desgracia la consigna de padres y madres para las
hijas -hasta entrado el siglo XX- era:
-“Ahí está la iglesia y ahí está
el hogar”.
Desde 1769 ya no acompañó a su hermano por haber
llegado a la edad de contraer matrimonio. Se enamoró del capitán Franz
D´Ippold, pero el padre vetó aquel casamiento y en 1783 lo hizo con Johann Baptist
Franz von Berchtold zu Sonnenburg, magistrado, consejero del príncipe-arzobispo,
muy rico, viudo dos veces y que aportó al hogar cinco hijos de dos anteriores
matrimonios, que se unieron a los tres que tuvo Nannerl. Vivieron en St. Gilgen.
Dato curioso: el hijo mayor lo retuvo el abuelo ¿por ayudar
a su hija o por puro egoísmo?, ya que estaba solo y quería convertir al nieto
en un genio como su tío. La madre no recobró al hijo hasta la muerte de
Leopold.
En su infancia Nannerl y Wolfgang Amadeus se adoraban.
Habían inventado un lenguaje secreto y un reino imaginario a los que no tenía
acceso nadie más que ellos dos. Él interpretaba piececitas que había compuesto
su hermana, quien era un acicate en su carrera. Ya adultos le rogó, inútilmente,
al padre que la dejase elegir su propia vida. De hecho era requerida por muchas
familias para que amenizase sus eventos, sin que nadie pensase que su virtud
era liviana. ¡Cuántas mujeres hubiesen preferido tocar el piano solteras, a que
se les estrujase el corazón por la muerte temprana de sus pequeños o aguantar
impertinencias de tanto mocoso propio o ajeno!
Durante sus giras, Mozart le enviaba obras compuestas
por él, para recabar su opinión, pues confió siempre en su buen juicio. En el
cuaderno “Nannerl motebuch” hay 45
composiciones que Leopold empezó a escribir para que las interpretasen sus hijos.
Algunas son de los propios hijos y, aunque las mujeres no firmasen, las de
Nannerl se las reconoce por su “escritura
musical”.
De adultos mantuvieron una copiosa correspondencia
hasta 1783 en que dejan de verse y de corresponder. Muerto el hermano, Nannerl tiene
acceso a la biografía escrita sobre él por Niemetschek y piensa:
-“…ahora he conocido la triste
condición en que se encontraba mi hermano”.
Viuda en 1801 vuelve a su ciudad de nacimiento, donde
vive con dos hijos propios y dos hijastros. Se dedica a ser profesora de piano.
Sus alumnos se distinguen por su buena preparación.
Con gran sorpresa se encuentra con los Nissen -Constanze
y el nuevo marido- ya que no le habían anunciado su establecimiento en
Salzburgo. Nissen está escribiendo la biografía de Mozart, y Nannerl les hace
el inmenso favor de proporcionales los archivos familiares. ¿Cómo lo agradece
Constanze? Apropiándose de la parcela de enterramiento que Nannerl tenía
preparada para sí y colocando en él el cadáver de Nissen cuando este muere. ¡Qué
mujer tan manipuladora!
Georg Nikolaus Nissen (1761-1826), danés, diplomático
y escritor. Conoce a Constanze ya viuda. Se convierte en inquilino de su casa y
en su amante. Se casa con ella para dar respetabilidad a su unión. Viven en
Copenhague durante varios años y luego se trasladan a Salzburgo. En la inscripción
de su tumba pone su nombre y debajo: “Esposo
de la viuda de Mozart”.
Realiza un ímprobo esfuerzo para escribir la
biografía de Mozart, que se publica póstumamente en 1828. Ya casado, es
ennoblecido. La pequeña partícula “von”
hace que Constanze pertenezca a la aristocracia.
Maria Anna Mozart muere en 1829, ciega y medio
inválida, y despojada de la parcela particular para su tumba; es enterrada en
la cripta comunal de la abadía de San Pedro en Salzburgo, dejando una gran
herencia: 7.837 florines.
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Aloysia Weber (1760-1839)
Es la segunda de las cuatro hermanas Weber, en las
que, sin ánimo de ofender, parece que la moral no es un bastión inexpugnable.
Las cuatro son buenas cantantes sopranos con mayor o
menor éxito. Mozart conoce a las cuatro. La primera, Josepha, fue la que
estrenó el papel de la Reina de la noche en “La
Flauta mágica”. Casada dos veces con cantantes: Hofer y Mayer, y dos veces
viuda. No pudo reunirse con sus tres hermanas en Salzburgo porque ya había muerto.
Maria Sophie Weber, la hermana pequeña.
-“Buena naturaleza, pero corazón
ligero como una pluma”. Así la califica Mozart.
Le proporciona información a von Nissen sobre la vida
y muerte de Mozart. Ella estaba presente, pero según a quien se lo cuente, da
una u otra versión. El cantante y compositor Haibel deja a su mujer y se escapa
con ella. Finalmente se casan. Al enviudar vivirá con sus hermanas en Salzburgo.
La familia se traslada a Viena donde el padre muere. La
madre alquila habitaciones para poder sobrevivir ella y las hijas. Aloysia es cantante
y actriz, y Mozart le da lecciones de canto e interpreta obras propias y algunas
que escribe adrede para ella. La relación profesional se convierte en pasional.
Mozart escribe a su padre solicitando su permiso para
casarse y le propone llevarle a Aloysia para que sus encantos le ablanden. Al “querido papá” no le importa que la joven
cante divinamente y además se ha enterado de que la mamá bebe. Mozart le
replica:
-“Es verdad que bebe más que un
hombre, pero no se la puede llamar borracha”.
A Aloysia le ofrecen un contrato muy ventajoso y
prefiere aceptarlo. Le dice a Mozart:
-“Cualquier cosa antes que casarme
con un músico pobre”.
Lo cierto es que el compositor le estaba dando largas
al asunto y le escribe a su padre:
-“Reconozco que me había puesto
muy tonto con lo de Aloysia, pero ¡de que no es capaz un hombre enamorado!”.
Constanze aprovecha la ruptura y el hecho de que
Mozart viva en la casa de huéspedes materna para consolarlo, porque le da mucha
pena. Nissen la justifica diciendo que ella no estaba enamorada del
Mozart-hombre, sino admirada ante el Mozart-genio.
Aloysia se casa con un cantante, Lange, al que obliga
a pagar las deudas de la madre y a pasarle una cantidad mensual. Poco seria en
el cumplimiento de sus contratos y falta de puntualidad, por lo que solo actuaba
ocasionalmente. Se produce la separación matrimonial. Canta con su hermana Constanze,
ya viuda. Acaban sus días las dos junto a la más joven, Sophie, en Salzburgo.
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Constanze Weber (1762-1842)
Un matrimonio que se mantiene sobre la base de “una buena armonía erótica”, dicen
algunos estudiosos mozartianos. Constanze tenía “un par de ojos negros y brillantes y una gentil figura. De buen
corazón, ingeniosa, modesta, de excelente carácter, limpia y económica”, le
comunica Mozart a su padre. Esta enumeración de cualidades demuestra un exceso
de imaginación por parte del joven.
Lo que tenía de verdad era una naturaleza caprichosa
y sabía peinarse con mucha gracia. En realidad Mozart lo que quería era no
llevar una vida disoluta y necesitaba una esposa que fuese una buena ama de
casa: se ocupase de él, cuidara de su ropa y de todas las cosas prácticas de la
vida, dado que él estaba a menudo en las nubes.
El padre le escribe:
-“Antes de comprometer a una
mujer, debes tener los medios necesarios para mantenerla”.
Mozart insiste:
-“Es buena muchacha, muy formal,
de excelente familia y yo estoy en disposición de ganar, por lo menos, el pan
de cada día. Agradezco vuestros buenos consejos, pero no es posible hablar de
aplazamiento por lo mucho que nos amamos”.
Constanze abandona la casa materna y se traslada al
domicilio de la baronesa Waldatadten, recientemente separada del marido. La
baronesa siente cariño por la joven pareja en apuros y parece un poco frívola. En
aquella época ¿era la mejor compañía para una joven cándida, una mujer
separada? Un día Mozart sorprende a Constanze con un hombre arrodillado ante
ella midiéndole el contorno de la pantorrilla. Mozart la reconviene y ella le
dice que la baronesa, mujer mayor, hace lo mismo y por eso piensa que no tiene
importancia. Mozart quiere hacerle ver la diferencia de edad, pero ella continúa
sin entenderlo.
Mozart le vuelve a escribir al padre recabando su
consentimiento para la boda. Leopold no contesta y el hijo toma la callada por
respuesta y celebran una sencilla ceremonia en San Esteban de Viena el día 4 de
agosto de 1782. La novia tenía 18 años y el novio 26. Mozart escribe a su padre
y le dice:
-“Constanze conocía mis asuntos
de tiempo atrás y sabía que nada podía esperar de vos, pero su amor y su
lealtad hacia mí eran tan grandes que se encomendó a mis cuidados”.
Entre el tutor y la madre de Constanze maquinan una
estrategia que horroriza a Leopold; hacer firmar al novio un “acuerdo prematrimonial” por el cual el
futuro marido se compromete a pasarle 300 florines anuales a la prometida en el
caso de que pasados 3 años todavía no se haya celebrado la boda o si se rompe
el compromiso antes. La inocente novia sale al quite, rompe el papel y dice:
-“No necesito ningún documento,
me basta con su palabra”.
Mozart insiste cerca de su padre porque quiere seguir
la tradición de recibir su bendición. Al final, aunque de mala gana, Leopold se
la envía. Mozart.
-“Todos estos días hemos ido a
San Esteban a confesar y comulgar”.
A la boda solo asistieron la madre y la hermana menor
de Constanze, el padrino y dos o tres amigos de Mozart. La Baronesa ofrece una
cena en su casa a los presentes.
Constanze no entendía nada de asuntos caseros ni se
molestó en aprenderlos. Su hogar era con frecuencia escena de suciedad y
desorden. Un amigo fue un frío día de invierno a visitarles y los encontró
bailando un vals. Le dijeron:
-“Teníamos frío y carecíamos de
leña para encender fuego y si no hay comida siempre se puede comprar en la
taberna”.
A pesar de tan deprimentes condiciones Mozart pudo
producir esa música tan maravillosa.
Les nacieron seis hijos de los que murieron cuatro
-dos niñas y dos niños- en la primera infancia. De los que sobrevivieron -dos
varones-, el segundo y el último, uno fue contable en la milicia y el otro
músico y hasta director y compositor. Constanze tenía el propósito de hacer de este
un nuevo Mozart. Los dos chicos que llegaron a adultos, fueron de conducta
irreprochable pero con un nivel intelectual muy discreto. Murieron solteros y
sin hijos -en estas decisiones ¿influiría algo la sombra de la madre?-, por lo
que nadie puede presumir en este mundo de ser descendiente directo de Mozart.
No se le conocían a Mozart relaciones
extramatrimoniales. Al morir rodeado de sensacionalistas rumores sobre su
envenenamiento -Salieri o “el extraño
caballero de negro”-, sus enemigos quisieron presentarlo como carente de fidelidad
matrimonial. Se trataba de varias señoras, entre ellas dos bien conocidas de la
sociedad vienesa, casadas, alumnas suyas de piano.
Franz Hofdemel, amigo y compañero de logia de Mozart,
al día siguiente del entierro de este, apuñala a su esposa Magdalena,
embarazada, en el rostro y la garganta, dejándola marcada de por vida. Luego él
se suicida. ¿Motivo? Dudas sobre su paternidad. Se le pide a Beethoven que dé
un concierto improvisado en honor de la reciente viuda. Él se niega porque su
moral es muy estricta y el rumor corre por toda Viena; sin embargo, la
Emperatriz María Luisa se interesa personalmente por Magdalena, algo imposible
si la Corte hubiese considerado al niño hijo de Mozart. También se rumoreó que
los masones habían ordenado a Hofdemel que asesinase a Mozart. Bulo que ni se tiene
en cuenta. Los masones fueron muy fieles a su amigo y espléndidos con su viuda.
Anna Gottlieb, cantante que a los 12 años actuó por
vez primera como Barbarina en las Bodas
de Fígaro, dice la leyenda que perdió la voz por la pena de amores que le
produjo la muerte de Mozart. En realidad esta mujer tuvo una larga carrera como
cantante, pues estuvo en activo hasta principios del XIX.
Siglo XVIII, “el
siglo de las luces y de las amistades peligrosas” ¿podría poner más alto el
estandarte de la moral que cualquier otro?
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Finanzas
Mozart no era como su padre que sabía “manejarse”. A pesar de sus buenos
consejos, no aprendió nunca. La liberalidad era el aspecto principal de su
carácter. Daba sin discernimiento y gastaba sin discreción.
Aprovechando su desinterés, los vendedores de música
y los empresarios le estafaban -hay que comprender que en la época no existían
los derechos de autor y la propiedad intelectual-. Siempre estaba en tratos con
prestamistas.az de reflexionar sobre cosas serias y prácticas. Sin embargo, era
fiel con quien no se lo merecía.
José II no entendía mucho de música y la Corte puso
de moda la música italiana en lugar de la alemana.
Por una disposición gubernativa, Mozart tuvo que
hacer una declaración de emolumentos y a pie de página escribió:
-“Demasiado para lo que he
hecho; muy poco para lo que hubiese podido hacer”. Aunque se duda de la autenticidad de esta anécdota, debía
tenerse por auténtica por lo que significa.
Las ganancias de Mozart eran cuantiosas, pero con ellas
mantenía una hermosa casa, el servicio doméstico adecuado y un carruaje con
cochero. A parte de los gastos ocasionados por Constanze con sus largas
estancias en el Balneario de Baden durante los embarazos. Es cierto que a los
dos les gustaba aparentar. Aunque desconocemos el vestuario de Constanze, sí
que conocemos el que Mozart deja al morir:
- 1 casaca blanca de paño, con un chaleco de manchester -algodón-.
- 1 ídem azul.
- 1 ídem roja.
- 1 ídem de color nanquín -es decir, amarilla o de
color gamuza-.
- 1 ídem de satén marrón con calzones, bordada en
seda.
- 1 traje entero de paño negro.
- 1 gabán pardo.
- 1 ídem de paño más ligero.
- 1 casaca de paño azul con piel.
- 1 ídem Kiria
con adornos de piel.
- 4 chalecos variados.
- 9 calzones variados.
- 2 sombreros corrientes.
- 3 pares de botas.
- 3 pares de zapatos.
- 9 pares de medias de seda.
- 9 camisas.
- 4 pañuelos de cuello de color blanco.
- 1 gorro de dormir.
- 18 pañuelos de bolsillo.
- 8 calzoncillos.
- 2 camisas de dormir.
- 5 pares de medias.
- Y otros adornos y fruslerías.
La casa donde murió Mozart era el número 970 de la
Rauhensteingasse, que se conocía como “la
casita imperial”. Era estrecha y muy larga. El billar ocupaba una
habitación muy grande. Jugaba mucho a él porque decía que era su forma de hacer
ejercicio. Los muebles eran de estilo que podría llamarse “josefino”. Severo y con patas rectas. Servicio: dos criadas, un
cochero y un hombre que le hacía los recados.
Cuando veía a un colega pobre en la calle, de paso
por Viena, lo hospedaba en su casa, le presentaba a quien podía ayudarle y le regalaba
una composición inédita para que pudiese interpretarla como cosa propia…
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Obra
El carácter más notable de la música mozartiana,
aparte del genio que expresa, es la forma en que emplea los instrumentos de
viento, que prefiere a los de cuerda, especialmente la flauta, a la que saca
efectos sorprendentes.
Se le ha acusado de no conocer bastante las
composiciones ajenas, ocupado como está en producir las propias. También es cierto
que cualquier obra, por sencilla que sea, le parece digna de aplauso con tal de
que sea original: Mozart detesta la mediocridad.
Cuando se escucha en la actualidad su música, se percibe
un orden de tonos y resonancias, producido por un “sentido de las formas”, que Ferruccio Busoni (1866-1924) califica
de casi “extrahumano”. ¿Es la mera
emocionalidad o tiene un sustrato más hondo? Adelantándose a su tiempo, Mozart
compone una música moderna que, cuando él muere, ya es clásica. El enigma de
esta música reside en que se hacen perceptibles al mismo tiempo claridad y
oscuridad, alegría y pena, vida y muerte. Pero no quedando yuxtapuestas, sino
subsumidas una por otra: cuando aparece la claridad, la oscuridad va cayendo,
pero aún sin desaparecer; la alegría se adelanta al dolor, pero sin borrarlo
del todo. Según el propio Mozart:
-“El tono positivo tiene mayor
brío que el negativo”.
Algunos exégetas actuales aseguran que Mozart presta
especial atención a las obras en tono menor, como oscuros cortinajes de casi
todas las composiciones instrumentales de mayor envergadura.
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Último año. Muerte. Entierro
Mozart vuelve de Praga a Viena bastante agotado, por haber
trabajado en exceso y con demasiada concentración, pero exultante, con todas
sus facultades bien despiertas y un aspecto de normalidad absoluto. ¡Felices
momentos para Mozart!
El emperador le manda el nombramiento para san
Esteban. Tiene encargos de los teatros de Viena y de Praga, y con otras
entidades de Hungría y de Ámsterdam también ha llegado a acuerdos.
Mozart trabaja sin cesar en el “Réquiem”, pero se encuentra demasiado debilitado. Constanze lo
lleva a dar un paseo por el Prater y él empieza a hablar de la muerte.
-“No…, no…, lo siento con
demasiada intensidad. No voy a durar mucho. Estoy seguro de que me han
envenenado. Nadie me puede quitar esa idea del pensamiento”.
Inesperadamente su salud mejora y el 15 de noviembre
puede acabar una pequeña cantata -K 623-,
encargo de una sociedad masónica para una celebración de su apertura. El
aplauso con que es recibida le da nuevos ánimos para continuar con el Réquiem.
Sophie se desplaza desde su casa a la de su hermana a
fin de ayudarla. Constanze le pide que vaya a buscar a uno de los clérigos de
San Pedro.
-“Lo hice -contará Sophie pasado el tiempo-, pero me costó mucho convencer a una de
aquellas “bestias (sic) clericales” para que se desplazase”.
Después de un temporal de nieve, se presentan unos
días de bonanza, inusuales en Viena cerca de Navidad. Los vieneses -a pie o en
carruaje- pasan por delante de la casa de Mozart, se paran y a gritos preguntan
por su salud. Muerto, ya es el pueblo llano el que se acerca para darle las
gracias por el deleite que les ha proporcionado con su música.
Mozart ha estado encamado quince días, durante los
cuales se han ido hinchando las extremidades y luego el resto del cuerpo. Tiene
plena consciencia y le atormentan los dolores y el no poder acabar el Réquiem.
-“¡Morir precisamente ahora que
con mis nuevos ingresos podría escribir la música que me diese la gana!”.
No deja de repetir que lo han envenenado con el agua
tofana hace 6 meses y que el culpable es Salieri. El día en que murió, coge la
inacabada partitura entre sus manos y se le llenan los ojos de lágrimas:
homenaje y adiós a su Arte.
Ante su gravedad se avisa al médico de cabecera. Está
en el teatro y dice que ya irá cuando acabe la ópera. Finalmente acude, manda
que le pongan una toalla mojada con agua y vinagre. El enfermo se estremece y
muere.
-“Murió en mis brazos” -contará Sophie. Y nadie la
contradice.
Constanze trata de meterse en la cama donde ha estado
el ya difunto para contagiarse y así morir y que los entierren juntos. Se lo
impiden. Los prestamistas están a la puerta esperando que salga la viuda del
hogar y hacer inventario.
Se la llevan a casa de amigos -lúcida y sin ninguna enfermedad-
y se le aconseja el entierro más económico: 3.ª clase. El cortejo sale de casa
sobre las 2 de la tarde del día siguiente con parada en San Esteban, donde se
celebran las exequias porque es su parroquia y se da por despedido el duelo. El
cadáver es conducido a los suburbios -acompañado por un exiguo número de
personas- al modesto barrio de San Marx, en cuyo cementerio se le entierra en
una fosa común. Pasadas dos o tres semanas, la apenada viuda piensa en que
sobre la tumba de Mozart debía haber un crucifijo. En el cementerio no le dan
razón, los pocos asistentes no recuerdan…
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Mitos
El extraño caballero vestido de
negro.
1791.- Mozart acaba de llegar de su viaje a Praga y oye
un carruaje que se detiene ante su puerta. Al pronto le anuncian la llegada de
un caballero que desea hablarle. Mozart va a su encuentro.
Se trata de un señor de mediana edad, bien vestido de
negro y de porte y maneras dignos. Se entabla entre ellos el siguiente diálogo:
-“Caballero, un personaje
importante me ha pedido que venga a veros”.
-“¿De quién se trata?” -pregunta
Mozart-.
-“No quiere que se sepa su
nombre. Se trata de una persona que ha perdido a su ser más querido y desea que
le compongáis un Réquiem, para hacerlo sonar todos los años en un servicio
religioso que se celebrará en su honor. ¿Cuánto tiempo os llevará hacerlo y qué
precio le ponéis?”.
-“Cuatro semanas y cien ducados”
-responde Mozart-.
El caballero deposita el dinero sobre la mesa y
desaparece. Por más que la servidumbre se lanzó en pos de él no pudieron seguir
su rastro.
Inmediatamente Mozart pide papel, pluma y tinta y se
pone a trabajar, aunque su salud ya no es buena. Los presagios le acosan y
nadie puede apartarle de sus pensamientos lúgubres. Y se dice:
-“Estoy escribiendo un Réquiem
para mí mismo, servirá para mi propio funeral”.
Se sentía sin fuerzas y avanzaba lentamente. Pasadas
las cuatro semanas volvió el caballero y Mozart le dijo:
-“Me ha interesado tanto el
trabajo que lo he alargado y necesito cuatro semanas más”.
-“No os preocupéis si necesitáis
más tiempo, también más dinero” -y depositó sobre la mesa 50 ducados. Partió
rápidamente y tampoco le pudieron seguir la pista.
Mozart creía que aquel ser no era corriente y venía a
anunciarle su propia muerte, y hasta que le había envenenado, aunque luego atribuyó
este papel solo a Salieri.
A partir de 1792, miles de páginas han aparecido
sobre este hecho misterioso. En 1964, Otto Erich Deutsch asombró a los especialistas
publicando un largo escrito encontrado en los archivos municipales de Wiener
Neustadt a 50 km de Viena, redactado por Anton Herzog desde 1791 a 1839 y que
en resumen dice así:
“El conde von Walsegg vive en sus
dominios y ama apasionadamente a su joven esposa, también a su cuñada y a sus súbditos.
Todos le corresponden porque es muy bueno. Grandes aficiones: la música y el
teatro -dos conciertos a la semana y una representación teatral los domingos-.
Participan todos los habitantes del castillo. El conde tiene una pequeña
debilidad: quiere que su público crea que las piezas que se interpretan son
todas de su creación. Está en muy buenas relaciones con los compositores de su
época y les compra -muy bien pagadas y de forma anónima- sus obras. En cuanto
están en su poder las copia personalmente y les pone su firma. Sus músicos se
dan cuenta de su tejemaneje, pero le siguen la broma para hacerle feliz.
Partitura Requiem |
¿Qué pasa? Se dice von Walsegg a
la muerte de Mozart, viendo que la composición no llega, a pesar de haber
abonado el trabajo por completo, y que la viuda todavía espera que se le paguen
los 100 ducados que vale la obra.
Constanze y su entorno lo que
necesitan es tiempo para poder realizar su maquinación. Obliga a Franz Xaver Süssmayr
para que acabe el trabajo de Mozart, el cual le había explicado la forma y los
motivos de la orquestación.
El verdadero original lo esconde
Constanze, y después de que los otros dos músicos lo hayan copiado, los
espacios en blanco los rellenan conforme les explicó Mozart. Hacen 3 copias:
una que se manda al legítimo y absoluto dueño -como si la parte copiada fuese
la original de Mozart-; otra para unos editores de música de Leipniz, y otra
para dar un concierto en los salones Jashn a beneficio de la viuda de Mozart.
Ha quedado con el embajador del
rey de Prusia, que le mandará una copia, lo cual no puede hacer porque las
copias son propiedad del que ha pagado el original -por la cual Federico
Guillermo II le ha pagado 800 escudos-.”
Herzog escribe al pie de su manuscrito:
“No me corresponde a mí juzgar
si fue correcto el trato que recibió el señor conde von Walsegg -honrado sería
ir demasiado lejos-.”
Averiguados los hechos por unas diferencias en la
música de órgano, el conde pensó en demandar a la viuda, pero la cuestión se
resolvió de buena fe gracias a la bondad de von Walsegg. Este ya había acabado
de hacer las copias y el Réquiem se
pudo interpretar en su propia casa. El 14 de febrero de 1794, aniversario de la
muerte de la condesa, se interpretó en la iglesia parroquial del poblado. Ya no
se volvió a tocar, por lo que la gente se olvidó de esta partitura.
A la muerte del conde, cuya herencia incluía una
colección de música, se descubrió la partitura y los herederos creyeron que era
la auténtica. Las autoridades vienesas la compraron para conservarla en la
Biblioteca Imperial y Real, donde se encuentra hoy en día.
En verdad, este aristócrata estaba un poco
trastornado por su situación de viudez, pero es gracias a él que una música de
majestuosidad imponente y de una profunda capacidad de consuelo, ha llegado
hasta nosotros.
Hasta finales del siglo XX, el Réquiem se interpretó con
esta versión, en medio de grandes discusiones sobre qué parte era del maestro y
qué parte del discípulo. Actualmente la versión admitida es la de Robert Levin
(1947) norteamericano, músico, compositor, musicólogo. Doctorado por Harvard
con la tesis: “Mozart y sus obras
inacabadas”, de las que algunas ya ha completado.
Hasta
finales del siglo XX, el Réquiem se interpretó con esta versión, en medio de
grandes discusiones sobre qué parte era del maestro y qué parte del discípulo. Actualmente
la versión admitida es la de Robert Levin (1947) norteamericano, músico,
compositor, musicólogo. Doctorado por Harvard con la tesis: “Mozart y sus obras inacabadas”, de las
que algunas ya ha completado.
“Tito”
se recibe con frialdad. Se piensa que Mozart lo ha compuesto sin ganas, debido
a la prisa y la fatiga. Actualmente se ha revalorizado. Mozart quiso y
consiguió expresar la psicología de los personajes exclusivamente en términos
musicales. Una de las mejores páginas mozartianas que lo hacen digno del don de
la inmortalidad.
Antonio Salieri (1750-1825)
Qué pena nos dan los huérfanos, pero para Salieri, el
hecho de estar sin padres fue su fortuna. Vivía en Venecia, donde estudiaba
música y allí lo conoció Gassmann, que se entusiasmó con sus excepcionales
cualidades. Lo llevó consigo a Viena donde fue su tutor, mecenas, maestro de
contrapunto y presentador ante el emperador José II. Fue nombrado Kapellmeiser. Se ocupaba de la capilla
de la Corte, de su financiación y administración. Era director de orquesta y
compositor de música.
Mozart había tenido dos excelentes presentaciones en
casas de nobles, pero que no le reportaron ningún beneficio, mientras que
Salieri llegaba a lo más alto de su carrera, cobrando miles de florines anuales.
Como músico ocupaba el puesto más alto en la Corte.
Estaba bien casado; tuvo 8 hijos que vivieron todos, y una amante, la Cavallieri,
la cantante más notable del momento.
Salieri sobrevive a Mozart 25 años y también cae en
desgracia. En el momento de morir, con sus facultades mentales deterioradas,
pide que le lleven un sacerdote: quiere pedir perdón porque él envenenó a Mozart.
Hipótesis. ¿Por qué no pudo ser como decía Mozart?
¿Por qué no fue, pero deseó tanto, la desaparición del genio mozartiano, que al
final de su vida y en su estado senil creía que lo había hecho? Después de un
pequeño escándalo, pero con los dos interesados ya muertos, ¿qué es lo que
renueva el interés por este asunto?
Máximo Gorki (1868-1936), considerado por los rusos
como su mejor poeta, conoce el hecho en Alemania y ya en Rusia escribe una obra
en tres actos en la que hace referencia a esta cuestión. Aunque a él no le
interesa particularmente, hace como en todos los países oprimidos, utiliza una
historia para hacer referencia a un hecho sin que la censura lo pueda
desaprobar -él quiere hablar de un regicidio producido en Rusia, piensa que los
naturales entenderán que la historia de Salieri y Mozart, para ellos se refiere
al asesinato del zar por un primo suyo-.
Inmediatamente, Rimsky Korsakov (1844-1908) escribe
una ópera cuyo libreto es la obra de Gorki y aunque no se represente mucho, sí
se da a conocer y a que perdure su recuerdo, el supuesto -o no supuesto- envenenamiento
de Mozart.
En Madrid, en 2017, la Fundación March la representó
en su sede. Una duda que subsiste no gracias a Mozart y Salieri, sino gracias a
Gorki y a Rimsky.
El gran error de Salieri fue confundir el talento con
el genio.
Desmitificaciones
“Twinkle Twinkle little star”
¿Fue Mozart el creador de la tonadilla “Twinkle Twinkle little star”? Primero
se dijo que era una composición que había escrito siendo pequeño en honor de su
hermana, pero no fue así. En 1785 se publican “las 12 variaciones” K 265, que ya sus alumnos, en 1780, le habían
pedido para utilizarla como ejercicios para piano. Finalmente se averigua que
está basado en unos versos franceses escritos por un tal Bouin y cuyo título es
“Ah vous dirait, maman”, a los cuales
se aplica esta tonadilla del folclore francés, que ya tarareaba el pueblo en el
año 1761 y que aplica a los versos de este tal Bouin.
En 1806, una poetisa inglesa llamada Jane Taylor,
escribe una poesía que se llama “The
Star” y cuya primera línea dice así: “twinkle
twinkle little star”. A partir de 1838 esta poesía se “musicaliza” como la escribió Mozart y se da el título de “Twinkle twinkle little star”. Así lo
lleva desde entonces hasta ahora. Los ingleses lo utilizan también para que sus
niños aprendan el abecedario.
El efecto Mozart
También se dice que Mozart aconsejó a las madres
embarazadas que interpretasen música de él cerca del feto, lo cual podría
producir mayor inteligencia a causa de esta audición.
¡¡¡Error!!! ¿Cómo podía decir Mozart semejante
tontería? Pero sus discípulos y admiradores sí que propagaron esta idea. En
pleno siglo XX, un gobernador de Georgia enviaba discos de música de Mozart a
las mujeres embarazadas, para que la oyesen sus hijos. Tomó tanto incremento
esta creencia en USA, que se hicieron unas pruebas sin un claro resultado. Sin
embargo, los 35 estudios realizados entre Alemania y Austria demostraron que el
aumento de las habilidades cognitivas era una leyenda urbana procedente de la
psicología popular. El director máximo de todas estas pruebas fue Jakob
Pietschnig que dijo:
-“El milagro de Mozart es
colocar al ser humano al unísono con la armonía universal”.
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Quién fue Mozart
De haberse encontrado el cuerpo de Mozart, la
medicina forense actual, como ha ocurrido con otras personas célebres, hubiese
podido hacer averiguaciones que, dada la situación, es imposible.
Mozart no había heredado la belleza legendaria de sus
padres. El joven era delicado de salud, pálido, flacucho, de corta estatura. Su
fisonomía no tenía nada de llamativa. Los retratos nos lo muestran con frente
ancha, barbilla partida, ojos soñadores, cejas bien arqueadas. No llevaba peluca.
Su cabello, del que estaba muy orgulloso, era de color castaño y lo llevaba
empolvado y con lazo. Era elegante y cuidaba mucho su vestimenta adornada con
bordados y joyas. Amaba todas las Bellas Artes y sobresalía como dibujante,
bailarín y cantante con voz de tenor. Súper emprendedor y a veces chistoso,
aunque las contrariedades de la vida le dejaron pocas ganas de reír.
Hay algo de orden físico que tiene Mozart y no es
corriente. Un conducto auditivo de forma especial, más pequeño de lo normal. El
lóbulo de la oreja izquierda era algo más grueso que el de la derecha. En
medicina se conoce como “oreja de Mozart”.
Sus obras las componía mentalmente y luego se pasaba
un tiempo cambiando, meditando, especulando, después de lo cual rápidamente escribía
la pieza que había compuesto de forma intelectual.
No hay que olvidar que Mozart era un gran intérprete,
un gran pianista. Se admiraba especialmente la actuación de su mano izquierda.
Manos pequeñas y delicadas. Persona cortés y de buenos modales. Hablaba con
suavidad, excepto cuando dirigía una orquesta, momento en que su voz tomaba una
amplitud que se oía hasta fuera del recinto. Sus contemporáneos decían:
-“Es inolvidable e imposible de
describir su aspecto, cuando está alumbrado por los destellos del genio”.
Si le venía la inspiración, aunque estuviese rodeado
de amigos, se abstraía, cogía papel o una tablilla de madera y pluma y se ponía
a escribir. ¡Cuántas veces improvisaba con cualquier instrumento!
-“Mozart es la música hecha
hombre” -decía Feliciano David. Y la música fue la ocupación constante de Mozart.
Mozart, maestro de la invención y la precisión. En su
música sacra -especialmente en las misas-, se percibe la certeza de salvación a
pesar de los aspectos negativos de la vida. Es una música que explica un texto.
El filósofo danés Soren Kierkegaard (1813-1855), gran
admirador de Mozart, crítico de la excesiva idealización alemana del ser humano,
habla de “la infinita diferencia entre
Dios y el hombre”. Humano, demasiado humano sería Mozart como cualquier
otro, sin que ello impidiese que una chispa de la Divinidad creadora, y en la
que cree, le roce alguna vez.
Wolfgang Amadeus Mozart: un hombre para la eternidad