martes, 12 de diciembre de 2023

 

Los judíos en la literatura española

Rafael Cansinos Assens

 

 


Menorah obsequio de Dalí.

Aeropuerto Ben Gurion

 

 

“Aquí la envidia i mentira

me tuvieron encerrado:

¡dichoso el humilde estado

del sabio que se retira

de aqueste mundo malvado!

Y con pobre mesa i casa

en el campo deleitoso

a solas su vida pasa:

con solo Dios se compasa

ni envidiado ni envidioso”.

Fray Luis de León

 

Fray Luis de León, ¿era o no era judío?

 

 

El Talmud se inicia con una discusión sobre matices. ¿Las cosas son blancas o negras? ¿En qué momento deja de ser de noche y ya es de día? Nos encontramos con distintas respuestas. Según Rabí Eliezer cuando se puede distinguir entre el azul y el verde. Dentro de las tres horas que siguen al amanecer, afirma Rabí Joshua.

 

El lector se puede preguntar cómo determinar cuándo Rafael Cansinos Assens pasa de la oscuridad a la luz y luego vuelve a la oscuridad. Y no bruscamente, sino que es una cuestión de matices. Empieza a languidecer en 1927 y lo hace del todo al acabar la guerra civil española en 1939. En las librerías hay obras suyas hasta 1982, que es cuando empiezan a publicarse sus diarios. Su obra, en conjunto, tiene interés para conocer una época y unos personajes que se van perdiendo, como son los escritores bohemios, vanguardistas, y los primeros judíos de la España decimonónica. Los que van de 1882 a 1936 producen el mismo efecto que los de los clásicos, es decir, que todas las épocas son la misma época. La galería de “hombres-ideas-efemérides-anécdotas” se refiere a un Madrid que podría ser de hoy, o por decirlo más exactamente, proyectan la imagen de sí mismo a una posteridad a la que quiere estar destinado por derecho propio.

 

 

Rafael Cansinos Assens

Sevilla 1882 – Madrid 1964

 

Cansinos pertenece al grupo de los “raros” de la literatura española. Se destaca en el siglo XX como traductor, aparte de pertenecer a las vanguardias de la época, y cultiva una obra personal difícil porque él desciende de una antigua familia sefardí. Su obra gira mayormente en torno al judaísmo y su estudio.

 

Su principal libro y el más conocido se titula Los judíos en la literatura española, cuya primera edición se publicó en Buenos Aires, por la Editorial Columna, en 1937, perteneciente a una colección dirigida por César Tiempo; la actual se publica en España gracias a la Fundación ONCE y a la Editorial Pre-Textos.


Se ha respetado la edición original, aunque con ligerísimas modificaciones para corregir erratas evidentes o palabras que han caído en desuso. También se han modificado los títulos de las obras que se analizan. Esta edición corresponde al año 2001 –en Amazon se ofrece un ejemplar de la primera edición, pero con detalles no demasiado aclarados para su adquisición-.

 

En el libro están estudiados los siguientes diez personajes judíos de ficción:

-SARA de La rosa de pasión. Gustavo Adolfo Bécquer.

-DANIEL MORTON de Gloria. Benito Pérez Galdós.

-ISAAC de Voluptuosidad. Isaac Muñoz.

-EL CIEGO ALMUDENA de Misericordia. Benito Pérez Galdós.

-ANTOLINA ESMOND de El Carro de Asalto. Adolfo Reyes.

-LUNA BIENAMOR de Luna Bienamor. Vicente Blasco Ibáñez.

-ESTRELLA ASCARZA de Las hogueras de Israel. Antonio Cases.

-JULIA de El hoyo en la arena. Juan Pujol.

-ISMAEL DÁVALOS de Cáliz Rojo. Concha Espina.

 

Cansinos publica las obras de estos autores y hace un comentario literario sobre los personajes judíos –sean hombres o mujeres- que salen en todas las obras que ha elegido y nos muestra cómo vivían esos seres, para muchos, lejanos –es interesante el estudio de estos tipos porque son los otros, los diferentes por antonomasia- y en los que de un modo global estaba la historia y el prejuicio.

 

¿Quién es Rafael Cansinos? Fue un gran escritor. Se afilió al modernismo en su juventud y llegó a ser el padre del ultraísmo entre los años 1914 y 1927. Ya se sabe que estos movimientos, tanto en la escritura como en el arte, prenden con mucha fuerza y mucho éxito para el que los inicia, pero duran poco tiempo, siendo sustituidos por otros.

 

Poeta en prosa, novelista, periodista y crítico literario. Después se dedicó al ensayismo y nuevamente a la crítica literaria en periódicos como La Libertad y el ABC y a numerosas traducciones, pues para ello había estudiado.

 

Rafael es un fenómeno en el terreno de aprendizaje de las lenguas. Llega a dominar 72 y desde joven empieza a escribir su diario.

Aparte utiliza una manera críptica de expresarse, de forma que nadie entiende lo que dice. Cuando llega la guerra española, además de usar esos 72 idiomas, el texto lo redacta en inglés, francés y alemán, y en estos idiomas, de forma inteligible, de manera que cualquiera lo pueda entender.

 

El Gobierno de la República le ofrece un puesto que le permita servirse de esta facilidad suya. Lo que no se sabe es cómo se zafa para no comprometerse con el staff vigente, porque para él lo que vale es la libertad.

Páginas manuscritas del mítico diario que Cansinos llevó durante la guerra civil española –alrededor de dos mil páginas en los tres idiomas nombrados-, para entorpecer las delaciones si caían en manos indiscretas o vengativas.

 

Rafael en la Feria de Libros de la Cuesta de Moyano, Madrid. 1936

 

 



Rafael nacido en Sevilla el 24 de noviembre de 1882, en el Barrio de la Alameda. Son sus padres Manuel Cansino –sin ‘s’- y Dolores Assens. El padre muere cuando Rafael tiene 12 años y él, su madre y sus dos hermanas mayores –Josefa y Pilar- se trasladan a Madrid, donde al poco de llegar muere la madre. Empieza a estudiar idiomas y a escribir: cuentecillos, pequeños artículos… Colabora en Villanueva, El País –de entonces-, en la revista Helios y en Motín. En La novela de un literato inserta capítulos autobiográficos, en los que nos explica su iniciación a la vida literaria.

 

Con el tiempo se le llamará “el divino fracasado”, pues se le conoce bien poco y más por el motivo de su raza. En 1904 conoce a don Ángel Pulido, antes de que sea senador y publique su libro más importante –Españoles sin Patria-. Lo primero que hace don Ángel es advertirle que su apellido sin la ‘s’ final no es sefardí, con lo cual Rafael añade la letra que ya llevarán toda la vida él y su descendencia.

 


Un inciso.-

¿Quién es Ángel Pulido?

Ángel Pulido Fernández nació en Madrid en 1852, donde muere en 1932. De profesión era médico, y en política llegó a ser senador. Pertenecía a una familia proveniente de Asturias, dueña de una bodega en el barrio de Balboa (Madrid).

 

Promovió a partir de 1904 la campaña filosefardí que tenía por objetivo establecer lazos entre España y comunidades judías sefardíes europeas y del norte de África, formadas por descendientes de los expulsados en 1492 por los Reyes Católicos.

 

En sus años últimos sufrió de una crisis depresiva que fue minando su fortaleza física y mental; cumplidos los ochenta, falleció dejando un gran legado para la posteridad. Persona muy querida y respetada por los suyos.



Ángel Pulido

 

El encuentro con Pulido fue muy importante en su interiorización del judaísmo como pertenencia y como fe, y en ella conoció a José Farache, judío gibraltareño afincado en Madrid, a través de quien sin duda conocería los orígenes judíos del apellido Cansino (existente entre los judíos de Gibraltar), pues ya en el libro de Pulido figura Cansinos como “publicista español distinguido, descendiente de israelitas”.

 

Las profundas relaciones de Cansinos con el judaísmo es un tema que han tenido presente los que han estudiado su obra; desde Borges, que indicaba en un bello poema, que Rafael “sintió que era suyo ese destino” (el de Israel) y le denominó “poeta judeo-andaluz”, hasta su buen amigo César Tiempo, quien prologó varias de sus obras impresas en Argentina y le consideraba plenamente judío; desde su biógrafo Abelardo Linares, quien dudaba de su judaísmo, hasta Lázaro Schallman que escribió que Rafael “al cabo de dolorosas búsquedas espirituales logra descifrar el misterio que latía en lo recóndito de los anales familiares, y se reencuentra no solo consigo mismo sino con el hechizo de su estirpe milenaria”. Todos ellos trataron el judaísmo de Cansinos, que iba bastante más allá de la simpatía sin llegar a ser judaísmo oficial. Él mismo diría de sí que su posición le servía para “dar su amén a todos los responsos. Para pronunciar el réquiem y el shalom”.

 

 


Un inciso.-

Poema de Jorge Luis Borges:

La imagen de aquel pueblo lapidado

y execrado, inmortal en su agonía,

en las negras vigilias lo atraía

con una suerte de terror sagrado.

Bebió como quien bebe un hondo vino

los Salmos y el Cantar de la Escritura

y sintió que era suya esa dulzura

y sintió que era suyo ese destino.

Lo llamaba Israel. Íntimamente

la oyó Cansinos como oyó el profeta

en la secreta cumbre la secreta

voz del Señor desde la zarza ardiente.

Acompáñeme siempre su memoria;

las otras cosas las dirá la gloria.

 

Puesto que estamos en el terreno de la poesía, leamos esta otra con el comentario que sugiere.

 

Hay que tener en cuenta que estos personajes pertenecen a obras escritas entre los años 20 y 30 del siglo pasado, y por tanto son seres literarios, pero estudiando cómo era la vida y circunstancia de los judíos que vivían en aquel tiempo en España.

 

En la católica España que nos hizo vivir el general Franco, el Viernes Santo un locutor de aterciopelada voz, a través de la radio, declamaba los versos de La Pedrada de José María Gabriel y Galán, que hacía que las lágrimas nos aflorasen a los ojos por la emoción.

 

Cuando pasa el Nazareno de la túnica morada,

con la frente ensangrentada,

la mirada del Dios bueno y la soga al cuello echada,

el pecado me tortura, las entrañas se me anegan

en torrentes de amargura,

y las lágrimas me ciegan,

y me hiere la ternura…

 

Yo he nacido en esos llanos

de la estepa castellana,

donde había unos cristianos

que   vivían como hermanos

en república cristiana.

 

Me enseñaron a rezar,

enseñáronme a sentir

y me enseñaron a amar;

y como amar es sufrir,

también aprendí a llorar.

 

Cuando esta fecha caía

sobre los pobres lugares,

la vida se entristecía,

cerrábanse los hogares

y el pobre templo se abría.

 

Y detrás del Nazareno

de la frente coronada,

por aquel de espigas lleno

campo dulce, campo ameno

de la aldea sosegada,

 

los clamores escuchando

de dolientes Misereres,

iban los hombres rezando,

sollozando las mujeres

y los niños observando…

 

¡Oh, qué dulce, qué sereno

caminaba el Nazareno

por el campo solitario,

de verdura menos lleno

que de abrojos el Calvario!

 

¡Cuán suave, cuán paciente

caminaba y cuán doliente

con la cruz al hombro echada,

el dolor sobre la frente

y el amor en la mirada!

 

Y los hombres, abstraídos,

en hileras extendidos,

iban todos encapados,

con hachones encendidos

y semblantes apagados.

 

Y enlutadas, apiñadas,

doloridas, angustiadas,

enjugando en las mantillas

las pupilas empañadas

y las húmedas mejillas,

 

viejecitas y doncellas,

de la imagen por las huellas

santo llanto iban vertiendo…

¡Como aquéllas, como aquéllas

que a Jesús iban siguiendo!

 

Y los niños, admirados,

silenciosos, apenados,

presintiendo vagamente

dramas hondos no alcanzados

por el vuelo de la mente,

 

caminábamos sombríos

junto al dulce Nazareno,

maldiciendo a los Judíos,

“que eran Judas y unos tíos

Que mataron al Dios bueno”.

II

¡Cuántas veces he llorado

recordando la grandeza

de aquel hecho inusitado

que una sublime nobleza

inspiróle a un pecho honrado!

 

La procesión se movía

con honda calma doliente,

¡Qué triste el sol se ponía!

¡Cómo lloraba la gente!

¡Cómo Jesús se afligía…!

 

¡Qué voces tan plañideras

el Miserere cantaban!

¡Qué luces, que no alumbraban,

tras las verdes vidrieras

de los faroles brillaban!

 

Y aquél sayón inhumano

que al dulce Jesús seguía

con el látigo en la mano,

¡qué feroz cara tenía!

¡qué corazón tan villano!

 

¡La escena a un tigre ablandara!

Iba a caer el Cordero,

y aquel negro monstruo fiero

iba a cruzarle la cara

con un látigo de acero…

 

Mas un travieso aldeano,

una precoz criatura

de corazón noble y sano

y alma tan grande y tan pura

como el cielo castellano,

 

rapaz generoso

que al mirarla, silencioso,

sintió la trágica escena,

que le dejó el alma llena

de hondo rencor doloroso,

 

se sublimó de repente,

se separó de la gente,

cogió un guijarro redondo,

miróle al sayón la frente

con ojos de odio muy hondo,

 

paróse ante la escultura,

apretó la dentadura,

aseguróse en los pies,

midió con tino la altura,

tendió el brazo de través,

 

zumbó el proyectil terrible,

sonó un golpe indefinible,

y del infame sayón

cayó botando la horrible

cabezota de cartón.

 

Los fieles, alborotados

por el terrible suceso,

cercaron al niño airados,

preguntándole admirados:

-¿Por qué, por qué has hecho eso?...

 

Y él contestaba, agresivo,

con voz de aquellas que llegan

de un alma justa a lo vivo:

-“¡Porque sí; porque le pegan

sin hacer ningún motivo!”.

III

Hoy, que con los hombres voy,

viendo a Jesús padecer,

interrogándome estoy:

¿Somos los hombres de hoy

aquellos niños de ayer?

 

Leyendo a Gabriel y Galán –no ahora que dicen que como a tantos otros se les ha pasado el momento, sino en un lejano ayer-, esa vaguedad que tenía, ¿era disimulo o querida? Aquellos sayones que actúan de verdugos y aquellos pescadores que han celebrado la Nueva Alianza con su Maestro en un pequeño país asiático, no hay que mirarlos como existentes en el año 33 de nuestra era, en un área geográfica determinada, con una nacionalidad específica, sino en un tiempo cualquiera, en un país no fijado y con una pertenencia universal. Es decir, que el niño valiente apedrea a los que no paramos de apedrear, desde que el mundo es mundo, al “Dios bueno”, sin que se indique cuál es nuestra procedencia y nuestro tiempo.

 

 

Educado en el mismo Sevilla, Cansinos descubrió pronto el origen judío de su familia, y su acercamiento intelectual al judaísmo le marcó de por vida. Después de la escuela de párvulos en los Padres Escolapios, cursó los estudios de bachillerato en el Instituto de Sevilla con gran brillantez, y pasó más tarde a la Escuela de Comercio de Sevilla gracias a una beca, dada la escasez de recursos de su familia. En 1897 obtuvo el Grado y también aprobó con excelentes calificaciones el curso de Comercio. Fallecido ya su padre, Manuel Cansino de la Vega (a la edad de cuarenta y ocho años), la familia se traslada a Madrid en 1897, pero Rafael permanece en Sevilla al cuidado de la criada Dolores, de quien se hizo amante. Enterada su madre de la situación, le hizo trasladarse a Madrid cuando el joven Rafael contaba quince años de edad, en enero de 1898.

 

Su aspecto físico era imponente y podía asustar a los demás si no conocían bien su bondad y el deseo de hacer favores. Era muy alto y con una cabeza considerable, de acuerdo a su estatura, a lo que añadir su cabello rizado. Él mismo es el que tuvo miedo con la llegada de la República y la guerra.

 

En la capital continúa devorando los libros y comienza a intuir la vida literaria. Sus lecturas le llevan a la Biblioteca Nacional. En 1899 fallece su madre, Dolores Assens y Rodríguez. Desde entonces no se separará nunca de sus hermanas mayores, Josefa y Pilar; esta última vivió siempre con él y la otra fue siempre su vecina.

Rafael y Pilar

 

Desde muy niño, Rafael había manifestado su vocación literaria llegando a tener una tertulia de compañeros de colegio que se leían mutuamente los versos. A los doce años comenzó a traducir las Aventuras de Telémaco de Fénelon. El trabajo de traductor le acompañaría toda su vida. Su primera publicación, en 1899, es un artículo en la revista Vida Nueva, dirigida por Dionisio Pérez, que desapareció poco después. Ese mismo año publicó también un cuento en la Revista Gráfica. En enero de 1900 se presenta a un concurso de cuentos organizado por El Liberal, pero no lo gana. Publica textos en La avispa y comienza a investigar sus orígenes, lo que le lleva a modificar en 1901 su apellido añadiéndole una ‘s’ final, confirmando lo indicado por Ángel Pulido que, desde su remoto origen asturiano, ambos creen que se había perdido en Andalucía. Pasa por distintos empleos, como la Casa de la Moneda o preceptor de jóvenes. La crítica situación económica le obliga a cambiar constantemente de domicilio.

 

En Madrid vive en el barrio de Atocha, cerca del Viaducto –mamotreto de hierro-, llamado de “los suicidas”, construido en 1874 y que divide a la ciudad en la parte nueva y la parte vieja.


Viaducto en la actualidad

 

Desde su altura se divisan los jardines del Palacio Real y la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena, aún sin acabar. También desde su casa se ve un agujero negro que es la calle de Segovia, que da entrada a la ciudad morisca llamada Majerit, fundada por los árabes en la Edad Media. La primera casa pintada en rojo con las manos, lleva como título Palacio de la Reina Isabel la Católica. A continuación hay varios edificios en malas condiciones, con escalones medio deshechos y un olor a moho que es difícil de quitar, pero con muchos huecos de ventanas y balcones que dan mucha luminosidad al interior.

 

En uno de estos pisos vive Cansinos con su hermana Pilar y muy cercana a ellos está su otra hermana, Josefa, la cual presta sus servicios en el Hospital que se encuentra enfrente de la vivienda de los Cansinos. Está protegido por la bandera de la Cruz Roja, como en cualquier conflicto armado que ocurre en el mundo. En los momentos de pánico que producen los bombardeos, todo el vecindario se refugia en el Hospital y solo cuando pasan dos o tres días en silencio, se atreven a salir como hacen las personas que se han refugiado en los Metros. Allí Rafael se encuentra a su buen amigo Castro que lo ha pasado muy mal y ha estado en la cárcel y le informa de que el amigo de ambos, Aguilar, está todavía preso, pero cuando salga, reanudarán el acuerdo que tienen sobre la editorial que ha fundado Manuel Aguilar y que durará hasta la muerte de Cansinos.

 

Diego San José tuvo pequeños cargos durante la guerra y al acabar es juzgado y condenado. De sus experiencias carcelarias sale su libro De cárcel en cárcel. Esto no le impidió proteger a sus amigos durante la contienda.

 

Con Diego San José –¿apellido con resonancias sefarditas?-, visita también en la cárcel a otro amigo común, Valentín De Pedro. Cansinos y Diego han tutelado sus intereses literarios y musicales, que habían producido sus trabajos en las escuelas profesionales y espectáculos públicos, dirigidos por Rafael. Hay alguien que no tiene la bondad de estos dos amigos y lo denuncia. Tratan de sacarlo de prisión, pero el hecho de ser argentino hace que se le libere pronto y ya en su país sigue escribiendo y componiendo música.

 

La vivienda de Cansinos está llena de libros en anaqueles o por el suelo. Tienen una habitación donde forman figuras geométricas.

 

En el café Colonial, cerca de la Puerta del Sol, se reúne con su peña de amigos. En 1928 tiene con un periodista que le visita el siguiente diálogo:

 

Cuando se le pregunta por el ultraísmo, del que Rafael es precursor de primera hora, dice:

-“Al lado de los ‘escritores’ duchos en el acarreo de materiales de otras literaturas, injertos o zurcidos que algún día salen a la luz, no se puede negar que forman legión los que prolongan su aprendizaje indefinidamente. Son aquellos que están convencidos de que el arte literario es una de las más complejas y severas disciplinas del espíritu. De ese noviciado, y a la vuelta de muchos ejercicios de perfeccionamiento interior, surge la más fecunda de las normas: un sentido de ponderación y de calidad.

-¿No cree, Cansinos, que su actuación capital en esas luchas le haya restado objetividad para historiarlas?

-Yo he dicho que la crítica toma el sentido de un arriesgado abrazo de fraternidad y se convierte en un acto de excelsa simpatía, y también que el crítico es un espiritual incubador que prodiga su calor íntimo sobre el nido de la creación artística de los demás. Tal profesión de fe contesta a los que atribuyen a la crítica un invariable papel subalterno, inútil con respecto a la creación del arte. Es el consabido cargo que mueve en todas partes la crítica impresionista. Subjetivismo se dice con gesto displicente, no de otro modo que cuando se desbarata un castillo de naipes de un papirotazo. Mis trabajos de crítica no responden a otro fin que el dar la más acabada idea de ese movimiento literario, cuya fertilidad más depende de sus proyecciones que de sus conquistas cabales y concretas, propiamente hablando. Como ciertos papeles oficiales y timbrados, vistos al trasluz revelan un escudo o una cifra impresa, puestas también al trasluz ideal las semblanzas que tracé en ‘La evolución de la poesía’ y ‘La evolución de la novela’, descubren la mía con tanta nitidez como sea capaz de percibirla la sagacidad propia de cada lector. Contribuí a instaurar entre nosotros el credo ultra en 1918, que como impulso provenía de Francia, con plenitud de fervor. Desde los archivos lo siguen proclamando las colecciones de diarios y revistas de entonces. Mi actitud posterior guarda estricta consecuencia con los postulados esenciales sobre cuyos cimientos se irguió la nueva estética. Nuestro furor iconoclasta irritábase con la inercia o postura sedentaria del modernismo senil. Polarizaba nuestras pesquisas y escarceos una nueva conciencia lírica, ayuna de fórmulas convencionales, por supuesto, e inconfundible como expresión de la sensibilidad que con la mudanza de valores despertó nuestro tiempo.

-¿Cuál fue la suerte de aquel movimiento renovador?

-Nadie la ignora: las filas ultras cada vez se hicieron más ralas y al desnutrirse el cuerpo, que era su representación, quedó un grupo en pie sobre el puente de la nave ya casi cubierta por las aguas. La falta de vitalidad convirtió al ultraísmo en un haz de teorías enjutas, y la intención, dinámica al principio, al cabo de un tiempo envaróse, hízose académica. Hoy hasta los gacetilleros de provincia emplean su recetario”.

 

Sigue pasando por numerosos empleos que siempre abandona. Entre los dieciocho y los diecinueve años lleva una vida bohemia, bebiendo mucho y frecuentando ambientes de prostitución y los bajos fondos. Mientras su compañero de farra, Isaac Muñoz, se presenta como árabe, Cansinos utiliza su apellido judío para exacerbar su condición de escritor maldito.

 

En 1905, cuando cuenta veintidós años, entra en el círculo del doctor Ángel Pulido, que había dado a conocer al gran público en El Liberal la existencia de los sefarditas y publicó después Los israelitas españoles y el idioma castellano. Conoce a José Farache, sefardita oriundo de Gibraltar, con quien establece una íntima amistad, aunque al final se aleja de él cuando le ofrece ser su secretario y participar en el mundo de los negocios. Sin embargo, Rafael ha interiorizado, quizá no como fe religiosa, el judaísmo y su lírica se vuelve a la Biblia, a los Profetas y a los Salmos que ya no dejará de escribir nunca. A los veintitrés años, en 1906, entró como periodista en La Correspondencia de España, dirigida entonces por Leopoldo Romeo. Su primer trabajo consistía en la lectura del Daily Telegraph para encontrar noticias que pudieran tener que ver con España, dado que la nueva Reina era británica.


Café Pombo

 

En aquellos años vive del periodismo y mantiene su vida desordenada. Frecuenta tertulias de artistas y cómicos. Es con Daguerre cuando comienza a asistir a la tertulia de El Colonial. En 1914 publica su primera obra El candelabro de los siete brazos –salmos-, y gana un premio de quinientas pesetas de la “Novela de Bolsillo” por su obra El pobre Baby. En todos aquellos años participa en las tertulias de la época en el Pombo, en el Café de Levante y otros. En El Colonial se relaciona con Juan Ramón Jiménez –Premio Nobel de Literatura-, con quien tuvo una especial amistad. Este casa con Zenobia Camprubí, escritora y traductora de Rabindranath Tagore.


JRJ y Zenobia

 

Los asesinatos de Paracuellos del Jarama, no se sabe realmente ni quién los ordenó ni quién los ejecutó, pero estando como Jefe de la Dirección General de Prisiones Santiago Carrillo y su mano derecha Segundo Serrano Poncela, hizo que la gente les atribuyese completamente la autoría. Así ha quedado para la Historia. En el exilio, este Serrano resulta ser jefe en el trabajo de la señora Camprubí y cuando se lo presenta a su marido, este se niega a saludarle diciendo: “No sufro el exilio para que tenga que estrechar la mano a un asesino”.

 

Juan Ramón Jiménez, muerto y enterrado en Puerto Rico, en los años cincuenta su cuerpo es trasladado al panteón familiar. Recién terminada la guerra, los nacionales asaltan su piso, así como los de otros intelectuales y gentes de letras. A Clara Campoamor –que huye al destierro en un buque desde España a Italia- la tiran por la borda al mar, pero logra salvarse. En Alicante queman una iglesia protestante.

 

Un inciso.-

Se justifica que se hable de tantos personajes que aparecen, ajenos a Cansinos, porque en realidad estuvieron muy presentes en su vida. El propio Rafael era el que trataba que permanecer lo más en la sombra posible para no caer en manos no deseadas.

 

Café Colonial

 

En esas tertulias de El Colonial, también se relaciona con Francisco Villaespesa; Felipe Trigo; Emilio Carrere; Rubén Darío; Rafael Lasso de la Vega; los hermanos Machado; Gregorio Martínez Sierra; Carmen de Burgos, y Ramón Gómez de la Serna; además de periodistas como Alejandro Pizarroso Bono. En 1916 se estrenó en el teatro “Novedades” su cuento El misterio de la Jota, adaptado para el teatro por Manuel Cerezo Garrido, lo que le proporcionó pingües ingresos. Tradujo también del alemán la obra de Marx Nordau, Los grandes maestros del arte español. Continúa vinculado siempre a la campaña de recuperación de los sefarditas y se relaciona con el doctor Abraham S. Yahuda, que había sido invitado en 1913 por el Gobierno español para dar conferencias sobre literatura rabínica y al que Cansinos apoya para crear una cátedra de Hebreo en Madrid. Yahuda le propone escribir artículos a favor de la Triple Entente, lo que Cansinos rechaza para mantener su posición antibelicista. En julio de 1918 llegó a España desde París el poeta chileno Vicente Huidobro, con quien Cansinos ya había mantenido una relación epistolar y le había hecho conocer el Creacionismo. Influido por Huidobro, Cansinos declaró caducado el Modernismo y en su lugar hizo nacer el Ultraísmo al que Xavier Bóveda dio difusión en El Parlamentario. Acabada la guerra, en 1919 abandona el periodismo para dedicarse por completo a su carrera literaria. En enero de ese mismo año comenzó a dirigir la revista Cervantes.

 

Jorge Luis Borges

 

En marzo de 1920, en plena efervescencia ultraísta, Jorge Luis Borges se había incorporado a la tertulia de Cansinos en El Colonial. Borges quedó fascinado por Cansinos, admiración que mantuvo hasta el final de sus días. Llegó a afirmar que sólo había conocido personalmente a tres genios en su vida: Albert Einstein, Juan Belmonte y Rafael Cansinos Assens. Siempre afirmó de él que había sido su maestro:

“Conocí a Rafael Cansinos Assens y de algún modo yo soy discípulo de Cansinos, no de las teorías de Cansinos y sí del diálogo de Cansinos, de la sonrisa de Cansinos, y hasta de los silencios de Cansinos Assens”.

 

Esta foto nos muestra a Pérez de Ayala, Einstein y Yahuda en 1923 –se presupone que el que la toma es él-.

No consta en los diarios de Cansinos. Muestra lo sencillo y poco dado a presumir que era,

pues no nos cuenta las amistades de categoría que tenía.

 

Ese mismo año, dos después de recibir el Premio Nobel, Einstein visita España con todos los honores y personas de relieve, entre ellos su amigo Yahuda. Cansinos no nos cuenta que él forma parte del grupo. Quizá porque los Bauer reciben a este en su casa y ofrecen una cena privada a la que seguramente no fue invitado Cansinos.

Casa Palacio de los Bauer. Actualmente radica en él la Escuela Superior de Canto

 

¿Causa? El joven Ignacio Bauer le ofrece al joven Rafael que haga de “negro” para él. Este último se niega, lo que hace nacer un resentimiento por parte de ambos.

 

Ignacio Bauer Landauer

 

En aquellos años, la comunidad judía de Madrid tiene una existencia real bien articulada. Hasta tiene una sinagoga en la calle del Príncipe, cercana a la plaza de Santa Ana. Esta desaparece en 1936, lo mismo que las 150 familias judías que componen la comunidad madrileña. Se han ido de España y solo queda una familia: los Strouza, porque cuida y tiene a su cargo las llaves de la sinagoga. Deciden trasladarse por consejo de su amigo el alcalde de Murcia –Antonio Segura- a esa ciudad, con los sefarim. Estos han tomado la decisión de permanecer en Sefarad para guardar los objetos sagrados y como tributo a todos los judíos que han caído durante la guerra a favor de la República. Los objetos judíos que conservan los depositan en el Banco de España en Murcia, como patrimonio artístico y las familias Segura y Strouza salen de España. Los que vuelven a Tesalónica son asesinados y solo se salvan los que van a Francia.

 

Sobre Cansinos y muchos otros cae la noche y se hacen las sombras.

 

Boda en la Sinagoga de la calle del Príncipe.

 

Sin embargo, toda la vida social judía no aparece en los diarios de Cansinos y las menciones a Bauer se acompañan de muestras de desprecio: “este hombre tan pomposo como huero”, “que de antiguo tiene pretensiones literarias”, “ese sátrapa de la banca que en literatura es un parvenu”.

 

Mis primeros artículos es el título de un libro que escribe Bauer y envía un ejemplar a Cansinos. He aquí su opinión: “Hojeé distraído aquellas páginas incoloras y de pronto llamó mi atención un artículo de empaque erudito en que el autor disertaba sobre la cábala”. “¿De dónde habrá sacado nuestro banquero tanta ciencia? Pero no tardé en descubrirlo… Este artículo era copia exacta, publicado hacía años en la Revista crítica de Colombine, por mi noble amigo don José Farache”.

 

Cansinos envía un artículo a “Cosmópolis” donde denuncia el plagio con toda dureza. Meses después, el mismo Cansinos descubre en una feria del libro que en realidad Farache también lo ha plagiado. El artículo es parte de una gramática hebrea del siglo XIX escrita por el padre García Blanco.

 

En 1924, Cansinos publica “Las luminarias de Janucá”, una crónica novelada que trata de la primera comunidad judía que hubo en Madrid. Cambia los nombres, pero los personajes son fácilmente reconocibles. A Bauer lo llama “Kohn” y lo trata con la misma dureza y desprecio como tiene por costumbre.

 

Bauer hace un nuevo esfuerzo de acercamiento: “su entusiasmo es tal que me hace ver en su casa una de esas lámparas rituales del siglo XVI que él adquirió en un viaje que hizo a Alemania. ¡Solo para verla! Yo me siento Heine ante ese remedo de Rothschild. Le contesto con una carta bastante impertinente, en que le digo que no tengo tiempo de sobra para ver lámparas que no van a ser mías”.

 

Logotipo de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, fundada por Ignacio Bauer.

En sus apenas siete años de vida revolucionó el mercado editorial

y llegó a controlar el 80% de la publicación en lengua española.

 

Tal vez si Cansinos hubiera aceptado la invitación de Bauer, este le hubiera hablado de un proyecto que ya tenía muy avanzado: la Compañía Ibero-americana de Publicaciones –CIAP-. Una modesta editorial que en 7 años de vida se convirtió en la primera gran editorial española. Cansinos saluda esta iniciativa con escepticismo y cree que no es más que un capricho de niño rico que se vendrá abajo tan pronto como se le termine el dinero a Bauer. En apenas seis años, el fondo editorial de CIAP se transforma en una empresa con sede en Madrid y delegaciones en Buenos Aires, México, Chile, Uruguay y Ecuador. A todo esto hay que añadir una red de más de ciento treinta librerías propias y asociadas. CIAP llegó a controlar el 80% del mercado editorial de habla castellana y lo revolucionó con una serie de iniciativas adelantadas a su tiempo. Hubo contratos con los autores, lo cual dignificó por primera vez la profesión de escritor en España, el uso intensivo de la publicidad, la instauración de premios literarios, etc. Para los lectores, esta compañía se convirtió en sinónimo de libro asequible y de calidad. Cansinos, en sus diarios trata de presentarla como una iniciativa de Bauer y los hermanos López Ortega “uno de los cuales es sacerdote”. Cansinos no se acuerda de escribir las personas que forman el consejo de administración, donde hay dos ex ministros, Goicoechea y Francos Rodríguez –este último es además Presidente de la Asociación de la Prensa-, dos catedráticos universitarios y un buen número de judíos. Un vicepresidente es Alberto Bandelac de Pariente. Entre los consejeros están Isaac Toledano, Paul Dreyfus, Menhakent Coriat y Jacques Bentata. Antes de su quiebra 1931-, la editorial tiene 320 páginas de novedades que anuncian toda clase de colecciones. Autores: los hermanos Machado –Manuel era amigo de Cansinos-, Unamuno –que debía conocer bien la “ley del levirato”, porque su novela La tía Tula puede ser un retrato de ella-, Valle Inclán, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, entre muchos otros. El final de CIAP arrastra a los Bauer a la ruina y pone fin a un siglo en España de una dinastía mítica.

 

Cansinos no forma parte de la nómina de escritores de la editorial y se justifica a sí mismo: “Por lo demás, me alegro de que no se haya acordado de mí. Me habría puesto en un compromiso de delicadeza. Parecería que querían pagarme cosas que no tienen precio”. La pregunta es: ¿qué es lo que no tiene precio? En estos mismos años en que Ignacio Bauer lleva adelante una iniciativa empresarial y cultural sin precedentes en la historia de España, y se convierte en el primer productor judío de cine español (1926), Manuel Aguilar, director de la Sociedad General Española de Librería, crea su propio sello editorial, en funcionamiento hasta nuestros días, con una Edición Universal de Clásicos, en piel y papel biblia, en la que Cansinos se ocupa de traducir miles de esas páginas, entre ellas las obras completas de Dostoievsky, que termina en 1935.

 

Ante Bauer, todo el resentimiento, y ante Aguilar, silencio y complacencia.

 

En 1925 la Real Academia de la Lengua se divide. Quieren concederle el Premio Chirel a Rafael Cansinos Assens por su labor crítica. Antonio Maura, en nombre de los conservadores, se niega en redondo: creía que Cansinos era judío de raza y de religión, y por lo tanto era improcedente conceder a un autor judío un premio creado por un católico ferviente como el difunto Barón de Chirel. Fue un duro debate y la concesión del premio se aplazaba de sesión en sesión. Para desbloquear la situación, Casares cita a Cansinos en su despacho para preguntarle si es o no judío. “Como español, seguro que tendré mi tanto por ciento de sangre judía y morisca en mis venas, como usted mismo…” – le responde Cansinos. “¿Es usted católico?”, Cansinos responde: “Oficialmente, sí… Tengo a su disposición mi partida de bautismo y si quiere usted, puedo mostrársela…”. Cansinos era católico, por lo tanto, se le podía conceder el premio. Y se le concedió. La obra de Cansinos tiene cada vez menos interés para el público.

 

En aquellos años conoció a su admirada Concha Espina y se convirtió en asiduo de su salón literario de los viernes en la calle de Goya, además de llegar a ser su confidente. En marzo de 1924, Cansinos, por entonces de 42 años, comenzó a encargarse de la crítica literaria en La Libertad a instancias de su director Joaquín Aznar.

 


Concha Espina

 

Cansinos vivía al margen de la vida mundana. Por otro lado, se sentía ninguneado. Muchos le consideraban casi solamente un traductor. En aquellos años del Directorio de Primo de Rivera, sigue publicando y ejerciendo la crítica literaria. Sobrevive gracias a sus traducciones con Aguilar.

 


 En aquel momento en España, hay traductores de cualquier lengua, pero pocos escritores que traduzcan, por ejemplo Menéndez y Pelayo traduce a Shakespeare y sobre todo Astrana Marín será por décadas el traductor oficial del bardo inglés. Pero Cansinos, que no se cansa de traducir a Dostoievski, los supera en el sentido de que, no solo traduce su obra de ficción, sino que nos da a conocer al hombre que la ha producido.

 

En 1926 había conocido a Josefina Megías Casado, natural de Don Benito (Badajoz), con quien mantendrá una relación amorosa hasta 1946, año en que ella fallece, cosa que utiliza como pretexto para dejar de escribir con la intensidad de antaño.

 

Cansinos tiene una lengua muy larga y la habilidad de poner por escrito lo que piensa. A Carmen de Burgos, Colombine, mujer que mantiene económicamente a Ramón Gómez de la Serna, su rival en las vanguardias, la califica de frívola y superficial.

 


Ramón Gómez de la Serna. Tertulia en el café Pombo. Solana

 

De sus mofas, también son acreedores dos diputados del PSOE, Margarita Nelken (1896-1968), judía nacida en Madrid, feminista, primera traductora de Kafka, relacionada con las chekas; y Luis Jiménez de Asúa, uno de los redactores de la constitución republicana. Lo llama feminoide y pervertido.

 

En 1931 las hermanas Cansinos reciben una herencia que les permitirá vivir con cierta holgura. Durante los años de la República, la libertad de culto atrae a España a numerosos intelectuales judíos y Cansinos amplía y fortalece su relación con estas corrientes de recuperación del judaísmo y del sionismo. En 1936, Rafael se traslada a la Avenida Menéndez Pelayo, donde vivió el resto de sus días, y a petición propia, la Junta de Incautación, Protección y Conservación del Tesoro Artístico, se hace cargo de su biblioteca. Su archivo fue trasladado al domicilio de Josefina Megías en la calle de Goya. Así prevé cualquier deterioro que pueda sufrir su obra ante la cercana llegada de la guerra.

 

Un inciso.-

Es curioso que gente notable ya tenga miedo por la desaparición de la cultura. Al poeta Alberti –cuya obra gusta poco a sus correligionarios- lo trasladan a un palacio de Extremadura para que se ocupe de fundar y organizar en él “El Museo de la Guerra”.

 

En la década de los años 20, la situación social y política en España es mala y desagradable. Hay muchos españoles que quieren cambiar la monarquía por la república. El Rey es demasiado joven y no ha sido educado por un hombre. Un ministro lo ve jugar por las alfombras de palacio con sus hijos. Aparte de que el hecho de la enfermedad que transmite su mujer, le amarga la vida –siempre quedará una incógnita: ¿era doña Victoria Eugenia conocedora de que transmitía la enfermedad o no?-.

Los gobiernos son flojos e incompetentes y los militares están descontentos porque los que luchan en Marruecos suben de escalafón más rápidamente. Franco fue en esos momentos el general más joven de España. El rey lo aprecia mucho y es padrino en su boda, pero ¿por qué Franco no le corresponde?

 


A finales del siglo XIX, cuando Cansinos empieza a escribir, no forman corporaciones, viven una vida “rara”, sin tener influencias sobre nadie. Giner de los Ríos quiere cambiar esta triste situación y crear un programa de vida y funda la Institución Libre de Enseñanza, que cambia en un sentido positivo la vida de la burguesía intelectual española, trasmitiéndole un pensamiento complejo y profundo. La creación de este instituto ayudó poderosamente al nacimiento de ideas liberales, progresistas y cultas; el aprendizaje de idiomas; la entrega de pensiones para poder estudiar en el extranjero; la creación de nuevos centros culturales; la residencia de estudiantes; el centro de ampliación de estudios… El intelectual empezó a hacer deportes y a verse influenciado de las culturas alemana e inglesa.


Giner de los Ríos


Y no solo viajaba al extranjero, sino por la misma España, tan desconocida por la dificultad de acceder, no habiendo suficientes carreteras ni medios mecánicos. España fue “redescubierta”. Los pulmones y la vista del intelectual y escritor se ensanchaban. Baroja, Azorín, Benavente, Valle-Inclán, empezaron a influir sobre el pueblo y formaron un grupo: la generación del 98, que estudió las preocupaciones propias del siglo XX. Esos intelectuales no quisieron influir sobre la política, excepción hecha de Unamuno, al que el general Franco se lo hizo pagar bien duramente.

 

Las dos siguientes generaciones son la del 14 y la del 27, ambas con influencia literaria y política, y que traen la República a España. La primera está formada por un grupo de profesionales de gran talla –médicos, abogados, farmacéuticos…-, que al acabar la guerra se verán en peligro de ejercer de profesión desde cátedras a centros públicos.

 

La República está mucho más apoyada que la monarquía y el rey se ve obligado a salir de España –sin abdicar-. “Al servicio de la República” lo forman José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón. Nada más empezar el nuevo régimen, empieza también el desmadre y la desilusión. Ortega debe huir de España con gran dificultad, ya que el Gobierno Republicano le busca para que, por medio de la radio, diga a las naciones de habla hispana lo maravilloso que es el nuevo régimen.

 

Pérez de Ayala consigue el puesto de embajador en Londres, donde “martiriza” a los diplomáticos jóvenes haciéndoles hablar todo el tiempo en latín.

 

Marañón, hombre de gran prestigio, también se equivoca. Acompaña al conde de Romanones –Primer Ministro en aquel momento y paciente suyo- a entrevistarse con su majestad para convencerlo de que debe exiliarse. El doctor Marañón ayuda a mucha gente a salvarse, pero finalmente tiene que poner los pies en polvorosa porque lo buscan a él. Curioso: su hijo y un hijo de Ortega se afilian al ejército franquista.

 

Julián Marías, filósofo y discípulo de Ortega y Gasset, practica el “exilio interior”, y durante la dictadura del general Franco se ve obligado a seguir practicándolo. De él es la reflexión de que “nunca en nuestra América ha brillado tanto la inteligencia y el saber del pueblo español como en aquellos años en que los nuestros se dedicaron a ponerlos de manifiesto”.

 

Un inciso.-

Su mujer Lolita, a pesar de sus estudios, tiene que dedicarse a ser ama de casa. En la posguerra, Jimena Menéndez Pidal funda un colegio infantil al estilo del Instituto Escuela. Lolita le ayuda en la enseñanza.

 

Los que verdaderamente disfrutan son los intelectuales, los escritores, los poetas… No quieren hacer daño pero sí disfrutar de su libertad. De todas las generaciones de poetas, la más conocida y válida es la del 27, casi todos ellos republicanos, y lo pagaron. Se dice un bulo como otro cualquiera, y se dice que está dispuesto a dar de comer a todos, sobre todo a los “raros”, como Cansinos. Además –supremo honor-, a presentarles a José Antonio, que está en la cárcel y solo saldrá muerto.

 

Los verdaderamente comprometidos han dejado España antes de comenzar las hostilidades o un poco después.

 

Negrín es médico de profesión pero se dedica a la política. Primero construye la ciudad universitaria que para tal fin ha dejado dinero Alfonso XIII. La gente comenta que los edificios están colocados de tal forma que parece que se enfrenten, como en las batallas. Gobierna en Madrid y Valencia, pasando al final a Barcelona, en cuyo puerto fondea un barco francés, con un capitán francés, donde el político va embarcando todos los tesoros de España que ha podido expoliar. Del otro lado, Prieto se ha hecho nombrar embajador de México y convence al presidente de esta nación de que cuando llegue dicho barco, es él quien se tiene que hacer cargo de su contenido.

 

La Pasionaria y Alberti y su amante, María Teresa León, son llevados por el jefe de aviación, Hidalgo de Cisneros, desde tierras de Alicante a los destinos que ellos eligen.

 

Acabada la guerra, Cansinos solicita en 1939 al Ministerio de Gobernación poder ejercer como periodista. Su expediente de depuración de la Dirección General de Prensa en 1940 le declara “invalidado para ejercer la profesión de periodista”, bajo la acusación de “ser judío y llevar una vida un poco rara”. Se negó, desde entonces, a escribir en la prensa española, toda ella franquista, aunque más tarde llegó a colaborar en ABC y Blanco y Negro. Sigue sobreviviendo gracias a las traducciones, pero en 1943 la censura llega a retirar la segunda edición de las obras completas de Dostoievski y obliga a Aguilar a retirar el nombre del traductor en los prólogos y en la cubierta. En aquellos años cuarenta mantiene una tertulia en el Café Marfil. Josefina tiene problemas de salud y piensa en casarse con ella, pero fallece de forma súbita en julio de 1946. Gracias a ella se conserva el actual archivo Cansinos Assens. Deja entonces de llevar sus diarios y tiene serios problemas económicos.

 

 



República y Guerra

“Cuando los hombres acuden a las armas, la retórica ha terminado su misión. Porque ya no se trata de convencer, sino de vencer y abatir al adversario. Sin embargo, no hay guerra sin retórica. Y lo característico de la retórica guerrera consiste en ser ella la misma para los dos beligerantes”.

Juan de Mairena

 

Hay un malestar evidente en el pueblo español, tanto de las clases altas como de las bajas. Casi siempre son los escritores y los intelectuales los que dirigen la marcha del pueblo. Desde la generación del 98, fecha en la que hemos perdido el resto de nuestro imperio –Cuba, Puerto Rico y Filipinas-, estamos empobrecidos y no nos creemos con obligación a estarlo.

 

“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, decía Carlos III. Los intelectuales que se manifiestan al principio de la República, piensan lo mismo. Gozan de toda libertad, pero no se unen al pueblo al que adoctrinan. Solo hay un ejemplo de unión, el de la escritora Rosa Chacel: está en el frente, luchando codo a codo con los soldados y, siendo enfermera, aprovecha sus conocimientos para prestar servicio en un hospital. Le debemos un libro maravilloso: La sinrazón. Su marido se dedica a poner sacos terreros en la defensa del Museo del Prado.

 


Rosa Chacel

 


 

La República Española se proclama el 14 de abril de 1931, siendo presidente de la nación Niceto Alcalá-Zamora.


Niceto Alcalá-Zamora

Sus ideas religiosas no concuerdan con las que defiende la República. Se retira definitivamente. Le sustituye Azaña.

 

María Zambrano, uno de los cerebros más brillantes de España, dice: “Miraban con vehemente interés la joven literatura, cuya expresión más brillante era ‘La Gaceta Literaria’ núcleo de renovación no solo en las letras, sino en el cine, en la pintura, en las artes todas, en todo un estilo deportivo, aséptico alegre y ‘antigaldosiano’, hubieran dicho si entonces hubieran leído a Galdós”.


María Zambrano

 

Parte de estos escritores, junto con otros muchos, estuvieron huidos en París y en conexión con sus correligionarios de Valencia y Barcelona, prepararon lo que se avecinaba.

 

Desde su juventud, Cansinos ha sido republicano y la mayoría de su círculo lo es. Pero recibe el cambio con escepticismo. “El espectáculo que ofrecen las calles, invadidas por el populacho, aflige y abochorna a los mismos republicanos”.

 

Con el triunfo de la República comienzan a llegar refugiados judíos de Alemania.

 

En una de estas Españas vive el poeta y bandido Pedro Luis de Gálvez, que funda El Círculo Cervantes para proteger a los que se esconden. Esto es lo que dice en su descargo en el juicio contra él después de la guerra, pero hay demasiados testigos de su actuación contra Muñoz Seca y por tanto es condenado.

 

Hay un noble, apellidado Hoyos y Vinent, con una enorme fortuna, que se dedica a escribir mal y de forma asquerosa. Cansinos publica su biografía, advirtiéndonos que no es apta para menores. Nadie lo asesina. Muere de muerte natural en los años 40.

 

La Guerra Civil española empieza entre los días 16, 17 y 18 de julio de 1936. Es un estallido de odio, pero tendrá su contrapartida en el estallido de venganza cuando acabe.

 

En esos momentos, no de paz sino de victoria, estará claro los que han muerto o están en el exilio, pero hay un grupo de intelectuales que no puede demostrar a qué bando ha pertenecido. Cansinos, en previsión de esta situación, ya ha actuado de forma que nadie pueda decir que ha pertenecido al bando de los republicanos o al bando de los franquistas.

 

Toda España bullía de alegría. Los jóvenes escritores que todavía no habían alcanzado la gloria, se exhiben por todo el país que se ve inundado de nuevas revistas literarias.




Rafael Cansinos, persona muy conocida y con grandes amigos, se alegra de poder participar de esa eclosión de cultura e intelectualidad, que se manifiesta durante los pocos años que dura la república y tanto él como sus amigos se horrorizan ante el estallido de la guerra, procurando esconderse. No es raro que lo hagan porque es gente pacífica que no quiere tomar parte ni de un lado ni del otro. Ver al amigo de ayer con dos pistolones al cinto y cantando:

“Joven guardia, joven guardia,

al burgués implacable y cruel,

joven guardia, joven guardia,

no le des paz ni cuartel”.

 

Poema popular:

“Yo debí de comprender

en tu modo de mirar,

que aquél que no mira bien

se tiene que portar mal”.

 

Y los “vales” que se entregaban. Pero esto no nos debe de sorprender porque eran cosas que se daban en las dos zonas. No hay que olvidar que España es el país del favoritismo.

 

De Cansinos se han publicado sus recuerdos con el título de Memorias de la República. Es curioso observar la reacción que su advenimiento ha provocado en los escritores: una verdadera reacción. Casi todos los que el día antes eran por lo menos como Marquina, ahora estrenan obras pietistas en competición con un concurso para premiar la música y la letra de un nuevo himno nacional republicano y tienen que declararlo desierto y contentarse con el Himno de Riego, los dos igual de chabacanos.

 

Ortega y Gasset declara en el Parlamento:

-“La República es agria y triste, se inhibe y se dedica a flirtear con duquesas en salones del barrio de Salamanca”.

Su indignación ante gente que piensa que el malestar de las masas se va a remediar tarareando música y en cuanto que haya músicos y letristas capaces de cumplir bien con su oficio, está más que demostrado. Esto nos hace ver la valía de Cansinos, pues hasta Ortega y Gasset lo admira.

 

Belchite

 

Cuando vieron los republicanos que tenían la guerra ya perdida, y después de la misma, los que se habían exiliado volvieron la mayoría a España, ya que los que no contaban delitos de sangre no fueron condenados a muerte, lo único que perdieron fueron sus cargos anteriores, sus prebendas, es decir, que malvivieron como pudieron. Lo que sí se salvó fue la poesía de la generación del 27. Será siempre para España una gloria haberla producido.

 

Rafael Cansinos, acabada la guerra, continúa traduciendo las obras completas de Goethe, Balzac y Dostoyevski, que vertió a un castellano de 1880, traspapelado como él mismo, pero no exento de hallazgo, talento y sabor. Durante la guerra, que pasó en Madrid con la mayor discreción, escribió un diario que ocupa unas dos mil páginas, camufladas en francés, inglés y alemán por si acaso. –Actualmente existe una página web que dirige su hijo Rafael-.

 

Como nota curiosa, y demostración de lo cursi que a veces es la derecha española, recordar que don Jacinto Benavente, Premio Nobel de Literatura en 1922, no fue creído cuando dijo que él no tuvo ninguna relación con las izquierdas, y dijo que había pasado la guerra escondido en Valencia. Pero la sociedad femenina quería ver representadas sus obras y para dar gusto a sus familiares femeninos, en los carteles de anuncios, la autoridad hacía poner en lugar de “Por Jacinto Benavente”, “Por el autor de La malquerida”. Aquello de decir algo y pensar lo otro está todavía en vigor.

 

En 1950, Abraham Yahuda, con quien sigue teniendo una relación epistolar, intenta convencerle de que emigre a Israel. Ese mismo año entra en su casa como servidora doméstica, Braulia Galán Lancha, que a la sazón contaba con 26 años y poco después se convertirá en su amante, cuidándole devotamente hasta su muerte y dándole un hijo, Rafael Cansinos Galán. En 1962 la hizo su esposa cuando contaba ochenta años. Eso sí, se negó a asistir a la iglesia y el cura hubo de subir a su domicilio.

 

Además de las traducciones y las reediciones, colabora en distintos periódicos extranjeros, como La Prensa de Buenos Aires y en las revistas Jerusalén, Comentario, Davar y Pregón, todas ellas vinculadas al ambiente judaico en Argentina. En 1962 publica, por primera vez desde la Guerra Civil, en una revista española. Se trata de Miscelánea de Estudios árabes y hebraicos de la Universidad de Granada. Jorge Luis Borges le visita en su casa de Menéndez Pelayo a principios de 1963; en febrero Cansinos publica en Índice una salutación dedicada a Borges.

 

El lunes 6 de julio de 1964 cuando contaba con ochenta y un años falleció en el sanatorio Rúber de Madrid. A su entierro asistieron siete personas, entre ellas Gerardo Diego, que se quedó en la puerta de la Sacramental de San Justo, y César González Ruano, que el día 8 de julio escribió en ABC la única necrológica aparecida en la prensa española. Poco más tarde, Gerardo Diego dedicó un breve texto al autor sevillano en la revista Índice.




La Sociedad Hebraica Argentina, y otras asociaciones que se sumaron, celebraron el 11 de julio, pocos días después de su muerte, un homenaje al autor en el que intervinieron distintos escritores, entre ellos Jorge Luis Borges.

 

A su muerte cayó en el olvido, salvo las menciones numerosas de Borges que le recordó siempre. En 1982 se publica póstumo el primer volumen de La novela de un literato. En 1985 aparece el segundo volumen y en 1995 el tercero. Todos en Alianza Editorial, que también publica en 1986 El Candelabro de los siete brazos. A pesar de que se puede hablar de una recuperación de la figura de este insigne literato español, lo cierto es que la obra crítica sobre él es relativamente exigua.

 


Hay una fundación que lleva el nombre de Cansinos Assens. En ella se puede consultar todo sobre su vida.

 

¿Por qué ganaron la guerra los nacionalistas? Lo más seguro es que por la unidad de pensamiento de todos los que lucharon en ella y que la habían firmado en un documento que se llamó “Decreto de unificación”, y dos pequeños detalles sin importancia: el general Sanjurjo primero y luego seguido de Mola, murieron ambos en sendos accidentes de aviación.

 

¿También hay que achacar a la casualidad que Cansinos esté en el olvido pero enterrado cerca del panteón de los ilustres?


Panteón de los Ilustres. San Justo

 

 


Última hora: a mediados de noviembre de 2023, la Iglesia Católica celebró una nueva fiesta, Pedro Poveda y compañeros mártires. Don Vicente Cárcer, en sus informes, nos habla de que fueron cerca de diez mil los religiosos y laicos que, al grito de ¡Viva Cristo Rey!, dieron su vida por Dios. Ninguno faltó a la cita.

 

El Vaticano acaba de anunciar que se entra en estudio la canonización de otros quinientos mártires de la Guerra Civil Española.