miércoles, 31 de julio de 2019

Mozart, Wolfgang Amadeus (1756-1791)




“Donde terminan las palabras comienza la música”.
Goethe
Para todos los melómanos que han sido, son y serán.


Inicio
Infancia
Leopold Mozart
Primera Juventud
Segunda Juventud
Mozart Masón
Mozart Católico
Amores
ÍNDICE                                                                                                        Finanzas
Obra
Último año, muerte, entierro
Mitos
Quién fue Mozart


Salzburgo, 1761.- En casa de los Mozart se reúnen los amigos músicos, en una de sus frecuentes tertulias. Su intención es interpretar una pieza musical de su agrado. Para esta tarde han elegido un “trío” compuesto por contrabajo y dos violines.

Wolfgang Amadeus, con 5 años y un violín pequeño que le han regalado en Viena, pide permiso para ser él quien ejecute la partitura del segundo violín. El padre le reconviene y le dice:
-“Tocas el clavicordio porque te he enseñado yo, pero el violín todavía no lo hemos empezado”. El niño le contesta:
-“No hace falta tomar lecciones de un instrumento musical para poder utilizarlo”.

Cólera del padre ante esta réplica, y no llega a despedirlo porque le conmueven sus amargas lágrimas y los ruegos de los compañeros.
-“Bien. Te quedas, pero no molestes. Puedes ponerte al lado del segundo violín, tocando de tal forma que no se te oiga”.

Empiezan a interpretar el “trío” y el segundo violín deja de sonar al observar su ejecutor que el niño tocaba su parte perfectamente, asombrando a todos los contertulios.

Conforme crecía, daba nuevas pruebas de su exquisita organización para la música. Podía distinguir y señalar los tonos, las notas falsas, las disonancias… Hizo muchos progresos con el violín y a veces utilizaba el del amigo de su padre. Una tarde llegó este amigo a la reunión habitual y se encontró con que Wolfgang Amadeus estaba usando su propio violín, el pequeño. Le preguntó:
-“¿Qué le pasa a mi violín?
Y Wolfgang Amadeus le contestó:
-“¿No podíais habérmelo dejado en el mismo tono que cuando lo templé la última vez? Está un cuarto de tono más bajo”.

                                                                  Violín de Mozart. Casa Museo de Mozart. Salzburgo       

Al principio los presentes se rieron de sus escrúpulos, pero su padre que había observado la extraordinaria memoria que tenía para los sonidos, examinó el violín y constató que realmente estaba un cuarto de tono más bajo. En aquel momento Leopold se da cuenta de la genialidad de su hijo y se promete dedicar todo su tiempo libre a ser su maestro.

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                                                                                                  Wolfgang y Nanerl

Infancia

Juan Crisóstomo Wolfgang Amadeo Teófilo Mozart en su bautismo, prefirió llamarse Wolfgang Amadeus, aunque ya adulto firmaba simplemente “Mozart”. Nacido el 27 de enero de 1756 en Salzburgo, Austria. Muerto el 5 de diciembre de 1791 en Viena, Austria. Compositor ampliamente reconocido como uno de los grandes de la música occidental. El trío formado por Haydn, Beethoven y él mismo, cierra con broche de oro la escuela de música clásica vienesa.







Joseph Haydn (1732-1809).- Músico y compositor austríaco. No se sabe en qué momento se conocieron Mozart y él. Haydn le dice a Leopold Mozart:
-“Le digo ante Dios, en mi calidad de hombre honesto, que su hijo es el mayor compositor que he conocido en persona y de nombre, tiene gusto y además de ello una ciencia de la composición de lo más sublime”.
Mozart le dedica seis cuartetos: K-387, 421, 428, 458, 464 y 465. Se profesaron una verdadera amistad -a pesar de su diferencia en años- y no permitieron que nadie criticase al otro en su presencia.

Salzburgo. Casa natalicia de Mozart 

En 1790 ambos se reúnen con el músico y empresario Solomon en una alegre comida de despedida. Solomon se lleva a Haydn a Londres y al año siguiente se quiere llevar a Mozart. Según cuenta uno de los alumnos preferidos de Haydn, éste le escribe:
-“Mozart se despidió de mí conmovido y diciéndome: ‘Me temo que sea esta la última vez que nos vemos’. Naturalmente pensé que se refería a mi muerte, cuando en realidad Mozart ya tenía una especie de premonición de la suya. Cuando volví de Inglaterra, Mozart ya había muerto”. -Cf. “Haydn”-.

Ludwig van Beethoven (1770-1827).- Músico y compositor alemán. Mozart y él no llegaron a conocerse personalmente. Beethoven fue a Viena para recibir lecciones de Mozart en los momentos en que Leopold está agonizando y por ello no puede atenderlo. Cuando Beethoven vuelve a Viena, Mozart ya ha muerto. En febrero de 1794, Constanze organiza uno de sus conciertos conmemorativos -eufemismo para indicar que la recaudación es para la viuda y los hijos- en Praga, ciudad que tanto le quiso. En el entreacto Beethoven interpreta el Concierto para piano K 466, improvisando las famosas “cadencias”·que luego pone por escrito.


                                                                                              Haydn, Mozart y Beethoven

Mozart se inspiró sobre todos los géneros de música que se empleaban hasta el momento. Su buen gusto, su elección de temas y su forma de expresión, hacen de él el más universal de los compositores, aunque a veces se queja de que ha de acomodarse al aprecio de las audiencias que le habían hecho el encargo.
En el momento de su muerte no solo se le conocía por su sobresaliente habilidad, sino por cierta “dificultad” en la comprensión de la música y el libreto. Los cantantes debían ser de gran valía para poder interpretar sus roles. Hasta el presente hay “especialistas” en la representación de las obras de Mozart. Sus estudiosos juegan con el posibilismo -como dice una vieja canción: “con lo que pudo haber sido y no fue”-. ¿Qué hubiese “dicho” Mozart después de “La flauta mágica”?

El niño prodigio, refinado intérprete de salas de estar, se había convertido en un compositor del interior del hombre, gracias a la visión que él captaba con tanta vivacidad de la profundidad del alma.

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En 1791 muere Mozart con su estrella ya en el ocaso. El músico ha pretendido ser independiente de pensamiento y de obra, algo que no permiten los poderosos de este mundo. “Otras voces, otros ámbitos” titula Truman Capote -masacrado por el mismo motivo- uno de sus escritos. Esos son los que ocupan el puesto dejado libre por Mozart. Hasta Haydn y Beethoven tienen preeminencia sobre él, quizás porque lo que les impulsa a ser compositores son otros motivos que los mozartianos. Nadie más odiado que el no comprendido. Mozart expresa sus sentimientos en sus composiciones y pretende que los oyentes entiendan lo que es algo único -más allá de cualquier otra música-, arrebatador, produciendo una emoción inmensa.

Aunque todavía se representa alguna ópera y empiezan a publicarse las primeras biografías, a Mozart durante años le oculta una sombra pasajera. Beethoven le sobrepasa, sobre todo en Inglaterra. Entre mediados y finales del siglo XX, resurge definitivamente para convertirse en lo que realmente es: un formidable, inigualable músico de un rango superior.

En USA no se le conoce, salvo en algunas iglesias, cuyos coros cantan una pieza de una hermosura misteriosa: el “Ave verum corpus”.

El “Ave verum corpus” K 618, lo compuso Mozart en junio de 1791, en el balneario de Baden. Es una de sus obras más hermosas y conmovedoras, destinada a conmemorar la fiesta del Corpus Christi, de gran relevancia en Austria. Suprimida por José II en su amplio programa de reforma religiosa, pero vuelta a permitir su celebración por Leopoldo II.

Está dedicada a su amigo Anton Stoll -director de coro de la iglesia de San Esteban del pueblecito de Baden- en la que se oyó por vez primera, en la fiesta del Corpus de 1791. La orquesta se compone solo de cuerda y órgano. Desde que se publicó la partitura, en torno a 1808, ha sido una de las composiciones religiosas de Mozart más apreciadas por el público.


                                                                  Iglesia de San Esteban donde se estrenó el Ave Verum    

1956.- Bicentenario del nacimiento de Mozart. En Viena se imprime un hermoso facsímil de esta pieza, en edición privada, encargada por el gobierno de Austria.

En un verano de principios de la década de los 40 del pasado siglo, y por primera vez, la Orquesta Sinfónica de Boston interpreta a Mozart. Lo hace dirigida por Sergio Koussevilsky (1874-1951), con gran brillantez, en su sede veraniega de Tanglewood -Massachusetts-. El programa lo compone una serie de conciertos mozartianos, por ejemplo, La Sinfonía en do, K 338, el Concierto para dos pianos K 365 completo -clarinete, trompeta y timbal incluidos- como quiso su autor.

Dato curioso: los músicos llevan la chaqueta del esmoquin blanca, cosa que no es de recibo en una orquesta sinfónica; en fin, es verano…

En diciembre de 1941 -en plena guerra y producida la anschluss (anexión) en 1938- se celebra en Viena el 150º aniversario de la muerte de Mozart, a mayor gloria de la “gran Alemania”. Los discursos son de Goebbels.

Vergüenza ajena produce leer en la prensa española de ese año, las crónicas que envían los invitados españoles a la efeméride. Actitud genuflexa ante la nación admirada y los sentimientos de “toda la masa de la población vienesa” cuando se sabe que hay ciudadanos de “esa masa” que se están suicidando con gas o siendo deportados.

En 1956 se celebra un simposio, coincidiendo con el bicentenario del nacimiento de Mozart. La BBC  de Londres ha llegado a Salzburgo en medio de una fuerte nevada, para dar fe de la celebración. La ciudad está silenciosa y sin tráfico. Desde la Torre -en la Residenzplatz- sale una música que deja a todos embelesados: son las Casaciones K 187 y K 188 que Mozart compuso para dos flautas, cinco trompetas y cuatro timbales… ¿Es el Salzburgo de 1956 o de 1776?

                                                                                                    Torre en la Residenzplatz

En los años 80 se estrena la película Amadeus de Peter Shaffer -basada en su propia obra de teatro-, que tiene un enorme éxito internacional. La banda sonora se mantuvo varios meses en la lista de discos más vendidos en USA y en Italia los jóvenes compiten imitando la risa de Mozart en la película. Es un filme entretenido, aunque no tenga nada que ver con su auténtica vida. También en Francia se produce una serie televisiva de 10 capítulos, muy notable, y se filman películas europeas de mejor o peor calidad.

Mozart ya se ha convertido en un mito. Amigos y admiradores actuales, cogidos de su mano, “entran” en el año 1791, para comprender su música instrumental. El legado que nos deja es uno de esos -no muchos, por desgracia- que la humanidad atesora: dan esperanza a nuestra supervivencia.

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Leopold Mozart (1719-1787)

Tiene enorme influencia en el particular destino de su hijo. Pertenece a la clase media-alta. Vive en Salzburgo, donde estudia música y dirige la Capilla del Duque-Arzobispo. Imparte clases de violín y enseña las reglas de la composición musical. Autor del libro “Ensayo sobre la enseñanza cuidadosa del violín”, que tiene una buena acogida. Casa con Anna María Pertl, perteneciente a su misma clase social. De los siete hijos que les nacen solo sobreviven dos: Maria Anna -Nannerl- y Wolfgang Amadeus.

Ya mayor, en 1778, el padre le confiesa al hijo su actitud ante los fallecimientos infantiles:
-“Me tomaba todo según venía, pensando siempre que Dios vela por nosotros en todo, según su divina providencia, con tal que los humanos cumplamos nuestro deber con amor a Dios, observando exactamente a nuestros semejantes y a nosotros mismos”.

Se conoce el corazón incontaminado del niño que fue Mozart en estas palabras:
-“Después de Dios, papá”.

Dedica todo su tiempo libre a la educación musical de los dos hijos que le quedan. Les enseña a tocar el clavicordio, cuando el niño tiene tres años y su hermana siete. Aprenden algún minué y otras piezas cortitas.

Leopold compuso música sacra, sonatas y la conocida “Sinfonía de los juguetes”. Su mayor mérito es haber formado él solo a su hijo.

¿Cuál era la causa de la mortalidad infantil en toda Europa? El tardío progreso médico-sanitario -pestes y epidemias, tifus, sarampión, viruela, difteria, gripe, escarlatina-, la pésima salubridad pública, alimentación, ropa, vivienda, falta de higiene.

En las clases bajas, el efecto era mayor, pero en las clases altas, las buenas habitaciones cuyas ventanas daban a la calle se dedicaban a salones de recibir, y para dormir estaban las alcobas que no tenían huecos al exterior o daban a patios infectos. Igual que las habitaciones donde transcurría la vida de los niños. Se habla también de las pinturas que se utilizan para el interior, algunas de las cuales llevan componentes venenosos.

En los orfanatos la mortalidad infantil era mayor debido a la falta de afecto por parte de las cuidadoras. Es de reseñar lo que le costó a Vicente de Paúl convencer a las Hermanas de la Caridad, fundadas por él con este nombre, de que debían cuidar a estos pobres desgraciados. Se resistían porque, según ellas, sus madres eran mujeres de mala conducta.

Wolfgang Amadeus amaba los juguetes caseros y las asignaturas de estudio -las paredes de la casa estaban llenas de números pintados con tiza cuando estudiaba Aritmética-; sin embargo todo perdió interés ante la llegada de la música. Era un niño muy sensible. Siempre estaba preguntando a los que le rodeaban:
-“¿Me queréis mucho?”.
Y si alguno en broma le decía que no, empezaba a llorar. Cuando había “inventado” algún aire musical, como todavía no sabía escribirlo, se lo tarareaba a su padre y le pedía que lo pasase al pentagrama.

Wolfgang Amadeus era un hombre por sus facultades, aunque en todo lo demás, un niño. Dócil, agradable, bondadoso y que no se ensoberbecía ante sus triunfos. Basándose en estas cualidades, su padre concibe la idea de presentarlo ante las diferentes Cortes europeas.

En febrero de 1784 Mozart empieza a escribir el catálogo temático de sus composiciones- solo las inscribe cuando están terminadas-. Actualmente se utiliza el de Ludwig Ritter von Köchell, de ahí la “K”. El dígito indica el lugar que ocupa la obra en este segundo catálogo, que puede ser el antiguo -tradicional- o un número más reciente.

-En los años 30 del siglo XX, Alfred Einstein (1880-1952) -primo de Albert Einstein-, huye de Alemania por la situación política. Aunque ha estudiado Derecho, está especializado en la música del siglo XVIII y como tal muy apreciado en USA. Trabaja como profesor en las mejores universidades. Escribe una biografía de Mozart y revisa el Catálogo de Köchell. El Alfred Einstein musicólogo es muy conocido y citado.

-El checo Franz Xaver Niemetshek (1766-1849), escribe la primera vida de Mozart, que se publica en 1798. No se sabe si llegaron a conocerse personalmente, aunque Niemetshek les dijo a sus amigos, que había trabado amistad con el compositor en la Coronación de Praga -1791- muy tarde para recibir confidencias. Su mayor fuente de información es Constanze Mozart. Se hizo cargo de los dos niños, que se criaron con él.


                                                                                         Carl y Franz Xaver Mozart

-Georg Nikolaus von Nissen (1761-1826), segundo marido de Constanze, estaba obsesionado por escribir la vida de Mozart. Se inspiró en Niemetshek, en lo que le contaron Constanze y su familia, y en los archivos de la familia Mozart. Ayudó a Constanze en su papel de empresaria, escribiéndole las cartas comerciales.
                                                                                           
-Constanze Mozart es la mujer menos querida de la musicología alemana. Esta peculiaridad se conoce a través de los biógrafos, aunque no existan documentos suficientes que la alaben o la denigren. No es Leopold Mozart el único causante de estas -que algunos consideran- calumnias. También pueden comprobarse hechos en su estado de casada y sobre todo de viuda. Leopold Mozart lo único que desea para su hijo es una esposa decente y buena ama de casa, y su hermana se siente muy apenada cuando conoce la ambición de su cuñada y cuál ha sido la vida de su hermano.

-En 1880 se funda en Salzburgo la Fundación Internacional Mozarteum, que se ocupa de la vida y obra de Mozart.

-Neue Mozart-Ausgabe es la segunda edición completa de las obras musicales de Mozart.

-Hay grabaciones completas de las sinfonías con instrumentos originales.

Existen muchas biografías desde su muerte hasta la actualidad, ensayos, artículos, discos, bandas sonoras, retransmisiones…

En 1762 los Mozart viajan a Viena y los niños tocan ante la Corte. El emperador Francisco I le dice en broma a Wolfgang Amadeus:
-“Es muy fácil hacerlo con todos los dedos y viendo las teclas, pero sin verlas y con un solo dedo, eso sí que sería difícil”.

El niño, sin extrañarse ante esta proposición, se pone a tocar con un solo dedo y luego lo hace cubriendo el teclado, como si lo hubiese ensayado previamente. Jamás se envanece por las alabanzas recibidas. Solo interpreta fruslerías cuando lo hace delante de gente importante pero desconocedora del sentimiento de la música. Cuando se halla con gente verdaderamente melómana o entendida, lo hace con todo el ímpetu de que es capaz. Su padre le reconviene: por su propia conveniencia debe hacer pasar por entendidos a los primeros, que son los que pueden sufragar un concierto o tenerlo en su Corte. ¡Penosa situación laboral la de los músicos de la época! Mozart quiere libertad para su actuación y su espíritu creativo.

Leopold pide permiso a su soberano, el duque-arzobispo de Salzburgo, para dejar su puesto de trabajo durante un largo tiempo. Le es concedido. La familia Mozart recorre las ciudades de Europa occidental donde se encuentran los mejores centros musicales. Parten en julio de 1763. Wolfgang Amadeus tiene siete años y toca solo o acompañado por Nannerl, que tiene once.

Visitan Múnich, Augsburgo, Sttutgart, Mannheim, Mainz, Fráncfort, Bruselas y París -ciudad donde pasan todo el invierno-, recibiendo muchas alabanzas. Era tal el mérito de su ejecución, que ya no se les aplaude porque sean pequeños, sino por la habilidad con que interpretan. En sus programas incluyen visitar a la familia reinante y dar conciertos ante las reales personas y la Corte. Utilizan el violín, clavicordio, pianoforte, órgano y canto. Para toda clase de asistentes están los conciertos públicos.

                                                                                                             Familia Mozart

En París encuentran a varios compositores germanos y Wolfgang Amadeus publica sus primeras obras: 2 “Serenatas”, una dedicada a la princesa Victoria de Borbón, hija de Luis XV, y otra a la condesa de Tessé.

En Londres pasan 15 meses. Entre otros músicos encuentran a Joham Christian Bach, el más joven de los hijos de Bach. Es un líder en la vida musical londinense y bajo su influencia Wolfgang Amadeus compone sus primeras “Sinfonías” -3 de ellas existen: K 16, 19 y 19a-. En La Haya, en el viaje de vuelta, compuso otras 2 -K 22 y 45a-.

El rey y la reina ingleses -Jorge III y Carlota- los reciben muy bien y aprecian especialmente los conciertos de órgano, de los que “El gran concierto” está compuesto exclusivamente por sinfonías creadas por Wolfgang Amadeus. Escribe 6 sonatas dedicadas a la reina. A pesar de su vida viajera no dejan de ensayar y de hacer progresos. Wolfgang Amadeus empieza a cantar aires difíciles con gran expresión.

Calais, julio 1765.- La familia Mozart vuelve al continente y recorren Flandes, ocasión para que Wolfgang Amadeus interprete música de órgano en monasterios y catedrales. Al llegar a La Haya los dos hermanos contraen una enfermedad, que a punto estuvo de acabar con sus vidas. Cuatro meses les costó reponerse. Wolfgang Amadeus no pierde el tiempo, aprovecha el que tiene libre y compone 6 sonatas para pianoforte, dedicadas a la princesa de Nassa-Weilbour.

Amsterdam y La Haya, enero 1766.- En la capital asisten a la entronización de los príncipes de Orange, solemnidad para la que Wolfgang Amadeus había compuesto varias piezas de música.

Salzburgo, noviembre de 1766.- ¡Por fin en casa! Al dejar La Haya han pasado dos meses en París y han entrado en Alemania por Lyon y Suiza. El descanso, después de más de tres años de viaje, favorece a Wolfgang Amadeus y aviva sus facultades musicales. Pasan nueve meses en su tierra y la familia viaja a Viena en septiembre de 1767.

Los dos hermanos tocan delante del Emperadory su Corte. José II le encarga a Wolfgang Amadeus la música para la consagración de la Iglesia de “Los huérfanos” -probablemente K 139/47a-, misa, motete, dúo de trompetas. Se estrena delante de la Corte Imperial, dirigida por su compositor que tiene doce años.

En 1768 compone “Bastian y Bastiana”, que se representa en la propiedad de un noble con la presencia de la emperatriz Maria Teresa.

                                                                                             Ante la Emperatriz María Teresa

Afortunadamente, Viena es música. En los últimos años 40 del siglo XX, con su país -Austria- devastado por la Guerra Mundial (1939-1945), “Los Pequeños Cantores de Viena” -institución fundada en 1498 por Maximiliano I- recorren Europa interpretando esta deliciosa pieza.

También escribió una ópera buffa: “La finta semplice”, estrenada en el teatro de la Corte en Viena y al año siguiente -1769- en el palacio arzobispal salzburgués. En octubre, Wolfgang Amadeus recibe el título honorífico de director de conciertos en la Corte de Salzburgo.

Ha cumplido trece años y adquirido considerable fluidez en el lenguaje musical de su tiempo. Especialmente se aficiona a imitar en música lo que son los dialectos locales hablados. En las tempranas sonatas de París y Londres se percibe la mano de su padre en algunas notas y la textura, pero los trabajos de Viena -K 43 y especialmente K 48- ya son plenamente suyos, y en su primera ópera compuesta en Italia ya se nota su particular estilo buffo.

Puesto que el norte de la península italiana está dominado por los austríacos, Wolfgang Amadeus y su padre -la madre y Nannerl no les acompañan, lo que provoca una abundante correspondencia, dando cuenta de multitud de eventos-, se encuentran con las puertas abiertas. Un requisito imprescindible para que un compositor adquiera renombre internacional, es la maestría en el estilo de la ópera italiana.

Este primer viaje empieza en noviembre de 1769 y dura 15 meses. Se quedan en ciudades donde se puede dar un concierto o en casa de algún noble que quiere oír a Wolfgang Amadeus. En Verona la academia filarmónica lo puso contra las cuerdas por el test al que lo sometió y en Milán por sus conocimientos de música dramática. Se le encarga su primera obra: una ópera para los carnavales. En Bolonia conoce a Vicente Martini, a quien asombra por sus “fugas”.

Padre e hijo van a Florencia y posteriormente a Roma, durante la Semana Santa. No dejan de oír el famoso “Miserere” que se ejecuta en la Capilla Sixtina los miércoles y viernes de dicha semana. Esta pieza la musicalizó Gregorio Allegri (1582-1652) sobre el texto del Salmo 50, en el que el rey David pide perdón a Dios por su pecado con Betsabé. Es una polifonía compuesta por dos coros -32 voces-. Se prepara el ambiente adecuado iluminando con cirios solamente el Juicio Final pintado por Miguel Ángel y se van apagando las luces, conforme avanza el salmo, dejando para el final la parte de los condenados. Estaban sujetos a la pena de excomunión los que sacasen o proporcionaran a otros una copia de la partitura.

Ocurre que el emperador Leopoldo I, gran aficionado a la música, quiere que se interprete en la Corte de Viena y le dice a su embajador que solicite una copia al Papa. El maestro de capilla le proporciona la pieza, que actualmente está en los archivos vieneses, pero su interpretación ante los nobles austríacos, resulta un fracaso. No es culpa de nadie, le falta ambiente, ensayo… Aunque en estos casos, ya se sabe, han de rodar cabezas. Fuera el embajador, fuera el maestro de capilla, a quien el Santo Padre obliga a ir a Austria para presentar sus disculpas al Emperador personalmente.

En Roma, donde nadie se asombra de nada, hay algo que sí que asombra a los romanos: corre la voz de que un joven de catorce años tiene una copia y sabe cantarlo. La copia no es tal, sino que Wolfgang Amadeus, emocionado al oírlo, lo ha retenido en su prodigiosa memoria y al salir lo escribe. Aclarado todo este embrollo, el Papa permite que por una vez se interprete en un concierto público y ahí es donde interviene el joven, cantando de forma que el intérprete habitual de la obra no se lo puede creer. En el espíritu tan religioso de Mozart ha calado el Miserere y desde entonces mostró una preferencia señalada por Haendel y Boccherini.

Padre e hijo se trasladan a Nápoles donde pasan seis semanas. La cultura se mezcla con la ignorancia. Dando un concierto, la gente empieza a murmurar: es imposible ser tan buen intérprete si no es por obra de un conjuro, que parte de la piedra de un anillo que Wolfgang Amadeus lleva en un dedo. Él se lo quita y continúa interpretando igual, lo cual quiere decir que el mérito es suyo. El público asistente se tranquiliza.

En todas partes se le quiere y se le da el nombre de “cavaliere filarmonico”. Paso rápido por Roma -audiencia papal y entrega de la condecoración pontificia: la “Espuela de Oro”-.

Veranean cerca de Bolonia y la academia filarmónica boloñesa lo admite como miembro, después de haber aprobado las pruebas correspondientes. A mediados de octubre se trasladan a Milán, donde Wolfgang Amadeus empieza a escribir la ópera “Mitridates, rey del Ponto” y lo hará 5 veces hasta que en los ensayos los cantantes demuestren estar satisfechos con su propia actuación. Es una costumbre que el compositor seguirá: elegir al intérprete al que le vaya mejor cada papel y acomodar el texto a la voz de él. El 26 de diciembre se estrena la ópera en el Teatro Regio Ducal con notable éxito. Se dan 22 representaciones. Como es costumbre, la primera la dirige el propio autor. Una corta excursión a Venecia y vuelta a Salzburgo.

El segundo viaje a Italia duró desde agosto hasta diciembre de 1771. La emperatriz Maria Teresa le ha encargado a Wolfgang Amadeus una cantata dramática -“Ascania in Alba”- para estrenar en la boda del archiduque Maximiliano, a celebrar en octubre en la Catedral de Milán. La dirigirá el mismo compositor. Para esa ocasión también escribe una ópera seria, “Ruoggiero”.

Padua le encarga un oratorio -“La Betulia liberata”-. Hay constancia de que se escribió, pero no de que se estrenase.

A finales de año, Múnich le pide una ópera buffa para la época de los carnavales. Vuelve a Salzburgo donde tiene un tiempo muy productivo: 8 sinfonías, 4 divertimentos, bastantes trabajos religiosos y una cantata alegórica: “Il Sogno di Scipione”, una forma de agradecer los salzburgueses al conde Schrattenbach, Duque-Arzobispo, su tolerancia y generosidad. El conde muere a finales de 1771 y la cantata se emplea para celebrar la entronización de su sucesor, el conde Colloredo, que tan mal recuerdo les dejará a sus súbditos.

Tercer y último viaje a Italia, desde octubre de 1772 a marzo de 1773. La nueva ópera seria: “Lucio Silla”, se estrenó en diciembre en medio de una serie de dificultades. Tuvo 26 representaciones y mayor éxito que Mitridates. Este triunfo es el primer aviso de en lo que se iba a convertir Wolfgang Amadeus. Después de la ópera compuso “Exsultate, jubilate” -K 165-, un motete para el mejor de sus cantantes, Razzini; pieza con 3 movimientos y que culmina con un brillante “Aleluia”.

La música instrumental del período en torno a los 3 viajes italianos, incluye varias sinfonías, unas pocas en un estilo italianizante -K 95 y K 97-, pero otras, especialmente 7 y desde 1772, pertenecen a un estilo nuevo en su conjunto -como la K 130 y K 132-, música de cámara -K 134-, 6 cuartetos de cuerda -K 155-160- y 3 divertimentos -K136-138- compuestos en un estilo vivo y extrovertido.

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Primera Juventud

                                                                                                    Casa de Mozart en Viena

En el verano de 1773, Mozart compuso más sinfonías y divertimentos, así como una misa. Leopold comprende que, dada su valía, el territorio en que vivían se le quedaba pequeño y decide llevarlo a Viena. Ese traslado no produjo una mejora económica, pero le permitió entrar en contacto con la música vienesa moderna, lo que produjo un considerable efecto sobre él. En Viena compuso 6 cuartetos de cuerda, en el estilo de la Op. 20 de Haydn, y se acercó más al ambiente intelectual de la capital.

Vuelto a casa compuso una serie de sinfonías, incluyendo 2 que representan un nuevo nivel de acabado, “La pequeña” -K 103 y K 201-. A esta época pertenece también el primer concierto de piano -K 175-.

En el año 1774 vieron la luz sinfonías, conciertos, serenatas y trabajos religiosos. Se entendía que la música sacra, en particular, era para uso local del arzobispado. Mozart se encontraba descorazonado por la actitud de Colloredo, hombre de iglesia, progresista, que estaba en contra de las misas ostentosas y excesivamente largas. Debido a que su sueldo provenía del duque-arzobispo, Mozart estaba obligado a obedecer.

                                                                                       Monumento a Mozart en Salzburgo

Durante un período de 2 años y medio, Mozart estuvo en su puesto de Salzburgo, ocupado en tareas que estaban por debajo de sus habilidades. Compuso la ópera cómica “La Finta gardiniera”, encargada para el carnaval muniqués y una serenata titulada “El rey pastor” en honor del archiduque Maximiliano. Su pieza más expresiva para la Iglesia fue “Litaniae de Venerabili Altaris Sacramento” -K 243-. La serenata más notable de la época fue la llamada “Haffner” -K 250-. Y también compuso 5 conciertos para violín. Continúa con el uso de los temas populares del sur de Alemania. Además compone un concierto para 3 pianos, K 271, que muestra mayor grado de madurez en la técnica y en la categoría expresiva.

Para padre e hijo continúa estando claro que la Corte salzburguesa era demasiado pequeña para un hombre genial. Mozart le pide permiso al arzobispo y se va a la ventura en busca de oportunidades durante dieciséis meses. Condición del padre es que le acompañe la madre para que lo vigile. Curiosa la correspondencia entre los dos hombres: el hijo, con 21 años quiere que Leopold comprenda que necesita libertad y que cese el dominio paterno, que está adquiriendo dimensiones patológicas.

No hay que pensar que esta actitud sea distinta a la de cualquier padre del momento, sobre todo cuando falta la ternura de la madre para suavizar la relación. Aunque sea de una manera severa, Leopold demuestra en su forma de comportarse verdadero amor por el hijo.

Mozart se dirige primero a Múnich, pero el Elector, muy educadamente, rechaza su oferta. Luego visita Augsburgo. Es aquí donde conoce a su prima Maria Anna Thekla Mozart -con la que tiene una aventura amorosa- y al partir empiezan a mantener una correspondencia que se caracteriza por un humor obsceno.

                                                                                                Maria Anna Thekla Mozart

En el Diccionario de María Moliner aparece esta definición de Escatología: “conjunto de expresiones, comportamientos, imágenes, etc. soeces por manifestar cosas relacionadas con los excrementos”.

Los amigos de Mozart dicen que nunca lo emplea, los enemigos dicen que con frecuencia. Por su cercanía al sur de Alemania conoce bien ese lenguaje que allí se usa desde hace siglos. Mozart lo utiliza con la “primita” y con Aloysia Weber, dada la clase de relación que ha mantenido con ambas. Y hasta con su mujer -que también procede del sur de Alemania- alguna vez, en total intimidad hablada o escrita:
-“...me alegra que tengas buen apetito, pero si comes mucho, tienes que ca- mucho, no, quería decir andar mucho”.

Es cierto que, como dicen algunos autores, las cartas de Mozart a su mujer son encantadoras, por lo menos hasta alrededor de 1785, que es cuando empiezan los problemas y entonces la correspondencia se convierte en un desahogo.
-“Todos necesitamos un desaguadero” -decía Teresa de Ávila-.Y en ese sentido, las cartas de Mozart a Constanze lo son a partir de determinado momento.

Puede que Mozart quisiese a Constanze -no tan claro en el otro sentido-. Si fue feliz o no solo él podría decirlo, pero lo que sí se observa es que en esta pareja existe una unión de cuerpos, no así de almas, para lo que se necesita un espíritu exquisito, que ella no posee, y que alivia tanto en momentos de tensión e intranquilidad.

En Viena existían los salones de señoras, aunque no tan importantes como los de París o Berlín. El de Carolina Pichler, nacida Greiner -hija de un notable ministro de la Emperatriz María Teresa-, estaba dedicado a la poesía. A Mozart, que lo frecuentaba, se le consideraba una persona sin formación intelectual, un poco simple, contando chistes muy tontos, de conducta irresponsable, pero empleaba un lenguaje correcto delante de los asistentes.

Sin embargo, ¡qué mundo de profundidad, fantasía, armonía, melodía y sentimientos se hallaba oculto bajo esa apariencia! Qué habría en su interior que lo capacitaba para expresar -no por medio de palabras sino de notas musicales- aquello que permite al oyente sentir lo mismo que al compositor y que conmueve hasta lo más profundo del alma.

A últimos de octubre llega a Mannheim, donde el Elector palatino mantiene una Corte que, desde el punto de vista musical, es de las más famosas y progresistas de Europa. Mozart estuvo allí cuatro meses, aunque tampoco encontró un empleo fijo, aparte de la protección particular de algún noble. Hizo amistad con los músicos; con los que se reunía para tocar, en plan de confraternidad, sin que ello le aportase ganancias.

Un encuentro que será trascendental en su vida: conocer a la familia Weber, que vienen del sur de Alemania, compuesta por padre, madre y cuatro hijas. Papá Weber canta con voz de bajo en el coro, hace de traspunte y copia música. Además es tío del célebre compositor Carl Maria Weber, nada de lo cual aumenta su magra fortuna. Empieza a darle coba al joven Mozart porque piensa que algo puede sacarle, y éste, ingenuo como es, le escribe a Leopold diciéndole que se va a Italia con la tribu de los Weber. El padre se encoleriza y le responde:
-“¡Te vas a París y buscas tu sitio entre la gente importante!”.

Llega a París con su madre en los últimos días de marzo de 1778 y encuentra trabajo enseguida. Su obra más importante fue acabar la Sinfonía K 297, compuesta para el Concert Spirituel. Una composición brillante al gusto del público y los músicos parisinos. El 18 de junio la madre enferma de gravedad -¿tifus?- y muere el 3 de julio. Mozart maneja la situación con mucha delicadeza: ese mismo día escribe primero al ya viudo, diciéndole que su mujer está muy grave, y luego al abate Bulinger, gran amigo de la familia, para pedirle que vaya a casa de Leopold y le comunique la triste noticia de viva voz y al tiempo le aporte consuelo.

A Mozart le pasa por la cabeza pedirle a Aloysia que acuda a París con su padre para estar juntos, pero deshecha el proyecto porque a él no le gusta estar en Francia. De ahí debe venir la ruptura de la pareja. Se refugia en casa de su amigo alemán el Barón von Grimm, que le ayuda en la relación paterno-filial. Mozart tiene en París un trabajo que le agradaría a su padre, pero que a él no le satisface. El Barón le dice a Leopold lo desgraciado que se siente el joven y su padre le encuentra un buen trabajo: organista de la Corte de Salzburgo. Mozart vuelve rápidamente a casa, adonde llega en enero de 1780. Nada le retiene en Mannheim donde los amigos músicos ya no están. Pasa por Múnich, elegantemente ataviado con un traje de luto francés -casaca roja con botones negros-. En casa de amigos comunes encuentra a Aloysia Lange, nacida Weber, que se ha casado y que le niega el saludo. Von Nissen en su biografía de Mozart escribe que a este se le saltaron las lágrimas por el desprecio. Se dirigió hacia el piano, donde interpretó una canción de dudoso gusto, pero que ella indudablemente conocía.

Viena, 1780.- El arzobispo de Salzburgo, Hieronymus Joseph Franz de Paula, conde de Colloredo, soberano de Mozart, lo hace acudir a la capital. Sin importarle que haya sido condecorado por el Papa, lo despide porque no se muestra bastante esclavo de sus órdenes, sabiendo que sus emolumentos son los únicos que recibe. Demuestra su magnanimidad no excomulgándolo, pero por contra y simplemente a causa del parentesco, despide también a Leopold. Y ¿qué es lo que desea el arzobispo con tanto ardor? Imprimir más “ligereza” a las composiciones musicales sacras. Mozart piensa que el deseo arzobispal podría banalizar una música seria. Además, siendo empleado suyo, no debe actuar ante la Corte del Emperador. El Arzobispo encarga a su intendente, el conde de Arco, que les dé un puntapié a los Mozart y recibe el desprecio de los salzburgueses. Posteriormente repone en sus puestos a los despedidos y él renuncia a todos sus cargos y se retira a Viena, pero no a hacer penitencia o vida retirada. El conde vive en su magnífico palacio y da fiestas tan fastuosas como las imperiales.

Hipótesis.- Mozart no puede desobedecer porque es su empleado; el conde, que tiene un cargo político, tampoco puede desobedecer a su superior el Emperador, que se ha atrevido a ignorar un mandato papal. ¿Es esa la causa de que le guarde inquina a José II y a todo su entorno?

Prohíbe a Mozart que dé un concierto en una velada musical ante el Emperador y la Corte, siendo así que, por un evento de este tipo, el concertista cobra la mitad de su salario salzburgués anual.

Mozart tiene la norma -no escrita- de los buenos compositores: no ser reiterativo repitiendo los mismos temas innecesariamente dentro de una misma obra.

Una pieza solo debe tener el largo y la duración que debe tener.

Mozart permanece en su amada Viena. Da clases a alumnos y conciertos en casas de nobles. Empieza a escribir una ópera a estrenar en el Teatro Real -El rapto en el serrallo-, pues José II -no muy entendido en música-, se deja llevar por el gusto de los cortesanos y, en esos momentos, prefiere la ópera alemana a las tradicionales italianas.

                                                                                             Monumento a Mozart en Viena

Tipo singular este emperador, empecinado en desterrar de sus reinos unas creencias tradicionales. He aquí alguna anécdota sobre su persona.

En una velada, el Emperador, que todo lo curioseaba, posó la mirada sobre la partitura que supuestamente estaba interpretando Mozart. La partitura estaba en blanco.
-“¿En dónde está vuestra parte? -le preguntó-.
-“Aquí” -dijo Mozart tocándose la frente-.

En “El rapto del serrallo”, José II le dice:
-“Mi querido Mozart, esto es demasiado hermoso para nuestro oído. Aquí hay demasiadas notas”.
Y Mozart le contestó:
-“Majestad, hay solo las notas que debe haber”.
Cuando terminó la representación, el Emperador lo elogió en gran manera.

Verano de 1781. Corre por Salzburgo el rumor de que Mozart se casa con Constanze Weber.
Le escribe a su padre:
-“Nunca he pensado en casarme, aparte de que no estoy enamorado de ella”.

En diciembre de ese mismo año Mozart le manda una carta a Leopold en la que de manera serena y desapasionada le hace un retrato de las hermanas Weber:
-“La mayor -Josepha- es una mujer perezosa, tosca y pérfida, astuta como un zorro. Aloysia es falsa y maliciosa, igual que coqueta. Constanze es tan coqueta como Aloysia -característica vienesa-. No es fea pero está lejos de ser guapa, con sus ojos negros y su grácil figura. No tiene ingenio. Sophie es todavía demasiado joven, pero se la ve venir…”.

Días después le vuelve a escribir comunicándole que se va a casar con Constanze y pidiéndole su bendición. ¿Realmente se ha enamorado en tan poco tiempo o teme las consecuencias del documento que le han obligado a firmar? Connstanze, ya viuda, rompe las cartas de Leopold, aunque leyendo la correspondencia de una sola parte, se adivina lo ocurrido. Se acerca la ruptura entre padre e hijo.

¿Quiénes son los Weber? Una familia de la que no se hubiese hablado a no ser por el matrimonio de Mozart con Constanze.

La madre llama a las hijas “las chicas Weber”, en un sentido que a ella le encanta, pero no así a Leopold. Constanze es una mujer desenvuelta. Tiene su idea sobre la moral: no cumplirla. Sobre ser ama de casa piensa ¿para qué están los empleados domésticos? Una madre gestante puede tener molestias, pero ¡solo dolerle los pies! Pasa todos los meses posibles en el balneario de Baden -con los pies dentro del agua, mientras duran los continuos embarazos- acompañada de su doncella y del hijo, si antes no ha podido enviarlo a casas de amigos. Al marido le traen la comida de la taberna. No existen papeles sobre ella. ¿Cuál era su vestuario? ¿Acudía con Mozart a las fiestas a las que lo invitaban? ¿Amistades femeninas? No hay nombres salvo algunos de la farándula. Hombres, sí, empezando por el emperador -conmovido por su presencia y que le concede una pensión de viuda igual al salario que cobraba su marido- y los amigos nobles que le deja Mozart. Sabe manejar en propio beneficio su físico y sus gestos.

Cartas de Mozart a Constanze.
-“J’écris cette lettre dans la petite chambre au jardin chez Leitgeb (sic) …et j’y passerai cette nuit aussi, puisque j’ai congedié Leonore, et je serais tout seul à la maison, ce qui n’est pas agréable”.
(Escribo esta carta en la habitación que da al jardín en casa de Leitgeb y allí pasaré esta noche también, puesto que he despedido a Leonora y estaré solo en casa, lo que no es agradable.)

“…ayer almorcé con Susmaier (sic) …hoy ya sabes que como en casa de Schicaneder (sic) …porque tú también estabas invitada… Lo de tu vestido no lo sé …si fallara todo lo demás, el sombrero lo llevaría yo”.

Dato curioso. Mozart habla y escribe 4 idiomas: el suyo propio, el francés, el italiano y el inglés. Lo hace correctamente y con estilo. ¿Por qué se equivoca de continuo en la grafía de los nombres propios? Constanze hace oídos sordos a la soledad y sí que hace vida social, tanto en Viena como en Baden, quizás en el balneario hay gente que le gusta más... Como Süssmayr, ayudante de Mozart, a quien este llama:
-“Tu bufón de corte”, en carta a su mujer.

Franz Xaver Süssmayr (1766-1803). Músico, discípulo de Mozart. En realidad era amigo de Salieri, con lo cual estaba traicionando a su maestro, pero no le sirvió de nada, porque muerto Mozart ya no avanzó en su carrera como pensaba. Cierto que pasado el tiempo fue kapellmeister. Modernamente se ha escrito que fue amante de Constanze, por lo cual su segundo hijo podría serlo de él. Al nacer con la “oreja de Mozart”, está claro que el padre no  era Süssmayr. Pero, ¿por qué Constanze le pone como primer nombre Franz Xaver y de segundo el de Wolfgang?
-“Somos un “menage a trois” decía Mozart riéndose. ¿Le hacía gracia de verdad?

No es Constanze una pobre mujer que cae en brazos de cualquiera. Es fría y calculadora. Si se trata de coqueteos o de amantes -¿los hubo?- es porque le conviene y sabe cortar una relación cuando es oportuno. Ambiciosa, egoísta, capaz de hacerse con la propiedad ajena…

Una cualidad estupenda: ser como una esponja que absorbe lo que la rodea. Dos Pigmalion -los dos maridos- le enseñan cultura y comportamiento social. ¿Hace falta que un suegro la critique o basta con examinar los hechos?

A este tipo de mujeres -que las hay- no les hace falta la inteligencia, les sobra con ser listas, que lo son de largo.

“El rapto en el serrallo” K 384 se estrenó en julio de 1782 en el Teatro Real, anexo a “El Castillo” -residencia imperial-. Distintas compañías lo representan por los estados austriacos, con un éxito inmediato y continuo, sobre todo en tierras de habla alemana. Mozart vio una representación en Berlín en 1789, y en toda Alemania tuvo una magnífica acogida.

A pesar de ello, la ópera es un género que no produce suficientes ganancias y Mozart piensa en buscar otras direcciones. Compuso 3 conciertos para piano y empezó 6 cuartetos para cuerda, influido por la Op. 33 de Haydn -la última vez que se inspira en este compositor-. Para que se interprete en su boda, empieza a escribir una misa de la que solo completa el Kyrie y el Gloria.

Estando en casa de su protector, el barón Gottfried van Swieten -coleccionista y anticuario- sufre por vez primera la influencia de la música barroca, sobre todo Bach, Haendel y el rococó del sur de Alemania. Sobresale “El clave bien templado” de Bach. El verano y el otoño de 1783, Mozart y su mujer lo pasan en Salzburgo con los familiares del marido. Se estrena en la Abadía de San Pedro el arreglo de Bach con Constanze de solista, porque siempre se empeñó en cantar un “solo” como hacían sus hermanas mayores.
Mannerl le escribe a su esposo:
-“Mi hermano, cuando quiere a alguien, quiere que lo queramos todos”.

Camino de vuelta a Viena, el matrimonio Mozart pasa por Linz, donde se detienen con fecha 30 de octubre de 1783. Mozart le escribe a su padre al día siguiente:
-“El martes 4 de noviembre daré una ‘academia’ en el teatro de aquí y como no tengo ninguna sinfonía, estoy escribiendo una nueva a matacaballo, que tiene que estar acabada para entonces”.
Compone la sinfonía que lleva el nombre de la ciudad -“Linz” K 425- y que se estrena en ella en la fecha prevista.

En 1785 Leopold va a Viena por gestiones propias y se hospeda en casa de su hijo. No es Constanze mujer a la que se coja en un renuncio y durante esa breve estancia se comporta tal como el suegro deseó. Leopold hace números y deduce la cantidad de dinero que Mozart debe tener en el Banco y queda satisfecho. Es indudable que no ha echado una mirada al fondo de armario del matrimonio ni ha hablado con el peluquero, ni con el cochero del carruaje.

Llegado a la capital, el compositor entra en el período más rico y exitoso de una vida a la que ya le queda muy poco tiempo de existencia.

Para Mozart era prácticamente imposible no crear música perfecta y a eso es a lo que hubiese querido dedicarse, a componer obras de gran envergadura en lugar de “bailables”, que le parecen de poca monta. Está obligado por su contrato y el salario que percibe. Tanto para la Corte como para cualquier público sí que eran importantes por la gran diversión que procuraba bailar. Por las calles se oía tararear o silbar estos aires musicales a un pueblo entusiasmado con ellos.

Como ya se imprimían partituras en Europa, Mozart ganó una buena cantidad de dinero vendiendo esta clase de música a Artaria, la Casa más importante: minuetos, danzas, contradanzas, canciones alemanas...

Los bailes imperiales debían de ser todo un espectáculo. Empezaban a las 5 de la tarde y acababan a las 9 de la mañana siguiente. Los vestidos y joyas de las señoras eran fastuosos y dignos de verse, por lo que en estas ocasiones el pueblo se arremolinaba a las puertas de palacio para admirar tanto esplendor.

Al principio se podían usar máscaras, pero almas piadosas debieron escandalizarse ante las escenas amorosas que el anonimato permitía mostrar y consiguen del emperador que derogue su uso. Y ¿qué pasa ante tal prohibición? Lo mismo pero sin máscaras.

La alta aristocracia también celebraba bailes de igual categoría que  los imperiales. Si tenían lugar en los palacios de Viena, empleaban grandes orquestas con más de 100 músicos. Mozart creó la música para algunos conjuntos de esta magnitud en Palacio. Para bailes privados- se conservan partituras- son orquestas más reducidas. ¿No escribiría también para grandes?

Hay un personaje realmente curioso en medio de toda aquella aristocracia y que no es un parásito, pues presta buenos servicios a la corona. Nacido en Dresde, estudia Derecho en la universidad de Jena. Es protestante, pero, al trasladarse a Austria, comprende que hará mejor en convertirse para triunfar en un país tan católico. Hasta pertenece a una Orden donde ha hecho los 3 votos. Testigo impagable de toda una época. Empieza a escribir sus Diarios a los 8 años y acaban con su muerte. Constan de 76 tomos escritos en francés, que era la lengua que hablaba la aristocracia germana. Es el conde Karl von Zinzendorf (1739-1813).
-“…de allí me voy a casa y luego al baile de la Corte. Tanto jaleo me molesta. La reina de Nápoles me saluda con afecto. La Emperatriz juega”.
Otro día: -“De allí al baile de niños del príncipe de Kirsky, donde estaba la reina de Nápoles”.
Otro: -“Esta noche ‘Las bodas de Fígaro’, después al baile de Colloredo”.
¿Llegó a comprender a Mozart? A sus obras de madurez iba el mismo día del estreno a verlas. Juzgó en su valor “La Flauta mágica”. Fue lo que hoy se llama un embajador volante, encargado extraordinario de protocolo, colaborador muy activo en detener la inflación.

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Segunda Juventud


Compuestas en Salzburgo son las 3 sinfonías que datan de 1779-80. La sinfonía para violín y viola; el concierto para 2 pianos; la sonata para 2 pianos, y un buen número de piezas de arte sacro. En 1779 crea la más conocida de sus misas: La K 317 que luego se llamará “Misa de la Coronación”.

Lo que atrae a Mozart es la música dramática. Musicaliza una obra de von Gebler y una serie de canciones alemanas que llama “Zaide”. Las misas son para él como óperas, por eso algún trozo de composición de una misa lo utiliza en una obra profana, bien que seria, como un aria.

En el verano de 1780, el Elector de Baviera le encarga una ópera: “Idomeneo, Rey de Creta” K 366. Mozart está muy satisfecho y la obra se representa en enero de 1781, cuando él cumple 25 años. Despierta una seria y heroica emoción, junto a una riqueza musical incomparable a otras óperas anteriores. Como siempre, prueba a los cantantes en sus papeles respectivos, mezcla de parte hablada con cantada y acorta el texto. Mozart se siente feliz por su triunfo y porque lo ha compartido con sus amigos nobles y burgueses.

El joven compositor ha quedado subyugado por las costumbres vienesas y la belleza y coquetería de sus mujeres. Decide radicarse en la capital. Aquel ser tan sensible para el arte se convierte en el músico favorito del momento y en el primer caso en que un niño prodigio continúa siéndolo a pesar de haberse convertido ya en un hombre. Aunque algún biógrafo lo califica de “eterno Peter Pan”, lo que habría que preguntarse es si alguna vez fue niño.

Mozart le había dicho a su padre:
-“Viena es la tierra del piano”.
Su mayor triunfo es ser pianista-compositor. Como solista es más que excelente. Llama la atención “el juego” de su mano izquierda ·Durante cinco semanas da 22 conciertos, 5 de los cuales son con composiciones suyas, especialmente en las casas de los Príncipes Esterhazy y Galitzin.

En 1782-83, Mozart escribe 3 conciertos de piano K 413-415, que se publican en 1786 con cuerda y opcionalmente con instrumentos de viento. Así se pueden tocar de dos formas, ya que, como dice Mozart:
-“Es un método feliz entre lo demasiado fácil y lo demasiado difícil”.

Compone 6 más en 1784, 3 en 1785 y 1 en 1786, en 1788 y en 1791. Establece un nuevo nivel en estos conciertos de piano, de forma que pueden convertirse en sinfonía con una gran riqueza melódica. Otros, al contrario, primero compuestos para orquesta y luego para piano con el mismo tema, bien sea una tempestad, algo romántico o ritmos militares.

En estos momentos, Mozart tuvo una importante contribución en la música de cámara y en el piano, como la “Sonata para piano” K 457 o la “Sonata para piano y violín” K 454, y un “Quinteto para piano e instrumentos de viento” K 452, que él consideraba su mejor trabajo hasta la fecha.

Mozart tiene problemas económicos, pero su padre ya le advirtió que ser amigo de aristócratas tiene su precio. Su mujer y él tienen gustos extravagantes. La Corte podría ser su lugar de salvación, pero ahora ha vuelto la influencia de la música italiana impuesta por Salieri.

Le pone música  a un libreto escrito por Lorenzo Da Ponte, basado en una comedia revolucionaria de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais (1732-1799), titulado “Las bodas de Fígaro”.

Lorenzo Da Ponte, judío, veneciano. Converso que cambia de nombre. Sacerdote, poeta, libretista. Expulsado de su país va a Viena. Nuevamente expulsado huye a Londres y a USA. Funda la Ópera de Nueva York.

No se sabe lo íntima que fue su amistad con Mozart, con quien trabajó en 3 óperas en total entendimiento. Se ha escrito una biografía sobre él con un título muy sugestivo: “La historia del hombre que le puso palabras a Mozart”.

Fígaro se estrena en mayo de 1786, siendo calurosamente recibido. Se dieron 9 representaciones en 1786 y 26 en 1789-90. Fue un éxito, pero modesto comparado con ciertas óperas de Vicente Martín y Soler.

Martín y Soler, Vicente (1754-1806), valenciano, de joven fue a cantar a Londres y ya no volvió a su patria. Se trasladó a Italia donde italianizó su nombre: Martini. Es allí donde conoció a Mozart adolescente. Finalmente estuvo en Viena y después de algunos problemas pasó a San Petersburgo, donde acabó sus días. Sus óperas fueron muy conocidas, hasta el punto de que cuando estaban de moda las de estilo italiano, gozaron de más predicamento que las de Mozart.


La ópera Fígaro gustó mucho en Praga y los bohemios invitaron a Mozart a pasar una temporada con ellos. Llegó en enero de 1787 y compuso una nueva sinfonía que lleva el nombre de la capital: “Praga” K 504, que demuestra la capacidad de los músicos de aquellas tierras y la admiración que Mozart sentía por ellos. Recibe el encargo de escribir una ópera y vuelve a Viena en febrero de 1787.

Dato curioso. Mozart encuentra muy diferente la conducta de los praguenses de la de los vieneses. Praga es una de las ciudades más bellas de Europa. A Mozart no le gusta el estilo gótico, prefiere el rococó de los grandes palacios. Pero aquellas calles y plazuelas, el cementerio judío viejo lleno de musgo, que recorre con sus amigos judíos, que no le abandonan hasta que deja la ciudad, son una incomparable delicia. Los bohemios le quieren, le respetan y aman su música. Los praguenses desean ardientemente que Mozart se vaya a vivir con ellos. Él está obsesionado con la capital: es allí donde hay que triunfar.

En Viena, los emperadores se pasean tranquilamente por la calle en carroza o a caballo, acompañados por sirvientes, pero sin escolta militar. El pueblo les adora y ellos le proporcionan todas las diversiones que pide.

La ciudad a la que Mozart amaba tanto tenía unos 219 mil habitantes y unas 5.500 viviendas altas y apiñadas como las ciudades medievales, y parcialmente reconstruidas en estilo barroco -el mismo que lucían  los magníficos palacios-. Los salones con adornos de mármol y suelos de parquet. Muros y fortificaciones impresionantes que descendían contorneando el Glacis; una gran pradera en la que estaba prohibido edificar. En los alrededores prósperos de Viena discurrían el Danubio, parques y jardines como el famoso Prater. Era una ciudad elegante, de buenas proporciones. En las calles, los transeúntes “gozaban” de 3 mortificaciones: el viento, el polvo y unos cuatro mil carros y carruajes que estorbaban el paso.

Los vieneses sentían locura por la moda inglesa, tanto femenina como masculina y los europeos en general por los uniformes militares de las poblaciones aglomeradas en el imperio austriaco, especialmente los húngaros. A las vienesas les gustaba leer y tener cierta cultura, pero huían de las tareas domésticas.

Decir “Paraíso musical” era decir “Viena”. Mejor o peor todos sabían tocar uno o varios instrumentos. Estaba la música de la Corte y los conciertos públicos -para el pueblo-, ambos a cargo del erario público. Las sociedades particulares mantenidas por las cuotas de los socios y las de los músicos, que actuaban en conciertos gratuitos para ayudar a la viuda e hijos de algún compañero recientemente fallecido. Mozart -por cuestiones de papeleo- no perteneció a esta sociedad, pero les ayudó con sus interpretaciones también gratuitas y el envío de piezas inéditas para ejecutarlas ellos.

Organizaba conciertos por suscripción -en la actualidad abonados- y se conservan listas de los nombres de quienes pertenecieron a ellos, todos de la nobleza: el pueblo llano no podía pertenecer a ellos ni ir a teatros oficiales por cuestión monetaria. Stendhal habla de que las tardes de los domingos, Mozart daba conciertos en su casa. De hecho algunas obras se estrenaron en su domicilio. Por ejemplo los cuartetos dedicados a Haydn. Existían también las “Academias”, lugares públicos exquisitos, donde se invitaba a un artista a interpretar sus obras -en el caso de Mozart, concertista de piano o director de orquesta-. Por supuesto: estas actuaciones estaban muy bien remuneradas.

No hay que atribuir las malas finanzas de Mozart solo a dispendios excesivos, sino, y sobre todo, al cambio que se estaba operando en la sociedad y del que él fue plenamente consciente -guerra contra el imperio otomano e inflación-. Muchos nobles eran reservistas y se fueron con sus regimientos, y sus familias abandonaron Viena y se instalaron en sus casas del campo. Llegaba el tiempo de la burguesía ilustrada y del teatro de suburbios, al que el pueblo sí que tenía acceso.

La guerra contra el Imperio Otomano (1787-1791) supone cierta victoria para Austria, pero también produce una inflación que es difícil de salvar. Al frente del gobierno se pone al Consejero Franz Sales von Greiner (1730-1798), recientemente ennoblecido y nombrado Canciller por el Emperador, pero él, que en el fondo continua siendo un burgués ilustrado, actúa como tal y equilibra la balanza de pagos a fuerza de racionalizar las exportaciones/importaciones y de subir los impuestos, fórmula mágica empleada por todos los salvadores de la patria.

En las casas nobles y ricas se formaban pequeñas orquestas -2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes y 2 trompas- y si eran menos pudientes, tríos de piano y cuerda. Todos seguían a su señor en sus distintas residencias. Si para una celebración hacían falta más músicos, se alquilaban sus servicios. Una gran orquesta podía contar con más de 100 músicos, como las actuales sinfónicas de cualquier ciudad importante. Para la música de cámara, el número de intérpretes era mucho más reducido.

Dos instrumentos, fuera de lo común, que utilizó Mozart, ahora ya obsoletos:
-“Órgano mecánico” -reloj musical-. Mozart recibió 3 encargos de esta clase, hechos por el conde Deym von Strzitez en 1790-91. Funcionaba como un reloj y cada hora tocaba la melodía que se había insertado en su interior. El conde tenía una curiosa colección de este tipo de instrumentos y además fue fundador de una Galería de Arte donde se expuso la máscara mortuoria de Mozart.


                                                                Máscara mortuoria

-“Armónica de copas” -o de cristal-. El último encargo que recibió Mozart para este instrumento, en mayo de 1791, es un quinteto de ‘etérea belleza’: el Adagio y Rondó K 617 -armónica, flauta, oboe, viola, violonchelo- que interpretó Marianne Kirchgessner, ciega de nacimiento. Lo hizo en Austria y en Londres, muerto ya Mozart -1794-, en un concierto benéfico organizado por Haydn. También para la misma cantante, hay un solo de armónica que se encuentra en un archivo oficial de París.

Mozart es un hombre ordenado y práctico para su trabajo, por más que digan que está siempre en las nubes. Si ha empezado una composición y quiere guardarla sin acabar para hacerlo pasado un tiempo, la “rellena” de forma que ayude a su memoria: las partes de carácter solista, las entradas complicadas, secciones de ritornello… De esta forma y con sus explicaciones, es como pudo enseñar a Süssmayr la forma de acabar el Réquiem.

En la Viena del XVIII, ¿qué joven de clase alta no se preciaba de tocar algún instrumento o cantar? Este arte servía para todo: hasta para hacer un buen casamiento.

¿Qué separa a los nobles austríacos de sus pares europeos? El creer que su hidalguía es mayor y no abrir sus puertas a los extranjeros si no tienen iguales o superiores cuarteles de nobleza. Sí es cierto que sus fortunas eran enormes, no así su cultura, que esperó un par de siglos para entre Alemania y Austria producir esa pléyade de científicos y de artistas que no se repetirá. Puesto que Austria es ahora una República, no se pueden conceder títulos y por tanto no hace falta pertenecer a la nobleza para ocupar un puesto de responsabilidad.

Las actividades de Mozart en Viena, concernientes al concierto, habían descendido a una escala modesta. Los vieneses ya no aparecían en sus representaciones. En abril de 1787, Mozart se entera de que su padre está gravemente enfermo y, en efecto, muere en mayo. En estos momentos, Mozart escribe 2 quintetos de cuerda: K 515 y 516, en un tono más bien elegíaco. También en este período escribe algunos cortos lieder. Unas parodias de buen humor sobre la mala música, que le hubiesen gustado mucho a Leopold -precisamente esa idea le vino al conocer su defunción-. Su padre era una fuente de noticias sobre la familia Mozart que se acaba con su vida.

Pero lo más importante que hizo Mozart durante 1787 es la composición de “Don Giovanni”, ópera que le habían encargado durante su estancia en Praga. El libreto también es de Lorenzo Da Ponte. Se reestructuró bastante el original. Es un drama gracioso en la tradición de Carlo Goldoni. Como en el Fígaro, los dos actos finales brillan especialmente, por los bailes de diferentes segmentos sociales y por la escena de la cena en la que la estatua del comendador envía a Giovanni a la condenación.

El que sea una ópera cómica se percibe claramente a través de la figura de Leporello, que desde debajo de la mesa consigue una salvación de orden moral, que un sexteto celebra. El carácter “demoniaco” de esta ópera causa una fascinación especial en la audiencia.

Dato curioso. Al transcribir la música de la obertura de “Don Giovanni” Mozart iba atrasado. Veló durante toda la noche para poder completar la partitura y estrenarla al día siguiente. Mozart no podía evitar descabezar algún sueño. Hay entendidos que pretenden conocer los pasajes en que a Mozart le vencía el cansancio y los que despertaba sobresaltado.

A este respecto hay que recordar que, mientras Constanze daba a luz a su primer hijo, Mozart componía el “Cuarteto en re menor”, y en él se reflejan los gritos de la parturienta. Según los entendidos es en el “Andante”.

Al subir von Greiner al poder y con los nuevos ideales de la Revolución Francesa -1789- hay una burguesía emergente, culta y amante de la música, que ameniza sus veladas. Los que no pueden pagar los servicios de músicos profesionales, forman sus orquestas con miembros de la propia familia.

Se sabe que Mozart, visitante habitual del salón de la hija de von Greiner, estuvo invitado a dar un concierto en casa de este y que fue bien remunerado, aunque se desconozca la cuantía de lo percibido.

En otoño de 1790 la situación financiera de Mozart es caótica. No puede mantener su tren de vida y recibe pocos encargos.

Muere José II en febrero de 1790 y el luto oficial dura hasta junio. El futuro emperador, su hermano Leopoldo II (1747-1792) -casado con María Luisa de Borbón, Infanta de España-, permanece en Viena tratando de solucionar la también caótica situación política que ha dejado su antecesor. Cuando se vuelve a abrir el teatro de la Corte, Salieri manda reponer “Cosa fan tutte”, que en agosto se retira del repertorio y ya no se representará en vida de Mozart. En febrero de 1791 se puso en escena “Las bodas de Fígaro” A ninguna de estas representaciones fueron los emperadores. Solo hicieron acto de presencia en el Teatro Real para ver una obra de Salieri, “Axur, re d’Ormus”.

Mozart ha sido confirmado en su cargo de músico de cámara, que es una sinecura, ya que a lo único que lo obliga es a componer música de baile, ya que óperas la Corte no le encarga ninguna. El salario de 800 gulden ayuda a arreglar sus malas finanzas, pero sus deudas eran muy grandes y el matrimonio se empeña en seguir manteniendo el mismo servicio doméstico.

Lo que Mozart busca es recibir una atención personal del Emperador, por lo cual empeña parte de su plata y se dirige a Fráncfort del Meno, donde, según la tradición, en la Catedral de San Bartolomé va a ser coronado el nuevo Emperador. No va como un músico de la Corte, sino como simple espectador. Continúa sin gozar del favor de la Corte vienesa y del de los nuevos emperadores que, sin embargo, oyen su música con agrado. Es el todopoderoso Salieri quien se ocupa de la selección y de la dirección del repertorio musical. Curiosamente, la mayoría de obras que ha elegido son creaciones de Mozart y de ello dan fe las partituras que utilizó, señaladas con anotaciones de su propia mano para dirigirlas lo mejor posible.

El conde Karl von Zinzendorf escribe sobre una cena que reunió a 100 comensales, amenizada por música de Don Giovanni.
-“Nos reunimos en la antecámara de la emperatriz y de allí pasamos al salón de la coronación, donde se nos sirvió una buena cena. Multitud de mirones. Fue tan agradable que estuvimos juntos hasta altas horas, a pesar de un ligero mal olor” -el conde no especifica cuál es la causa del “olor”-.

El exquisito Chesterton viaja a USA en el primer tercio del siglo XX y le escandaliza que en sus hoteles se pierda tanto terreno, asignando un cuarto de baño particular a cada habitación. En el siglo XXI se oye decir:
-“Coge una habitación barata, pero con baño”. ¿Qué diría ahora el refinado conde?

Ya en 1788 Mozart había escrito cartas mendigando ayuda a varios amigos.

El que no le falló nunca fue el compañero y amigo masón Michael Puchberg -la correspondencia entre los dos solo se conserva en parte-. Bien es verdad que le devolvió siempre el dinero. A última hora eran prestamistas de oficio a los que se debía y que se resarcieron con bienes de la casa a la muerte del compositor.

En el verano de ese mismo año tuvo una serie de depresiones. ¿Se sabe con certeza si su personalidad era ciclotímica -como dicen algunos estudiosos, unida a tendencias maníaco-depresivas-, que explicarían no solo esas depresiones sino aspectos de su conducta? Durante estas crisis trabajó en 3 sinfonías. No se sabe por qué las escribió o simplemente estaba pensando en organizar unos conciertos veraniegos. A la llamada “Júpiter”, se le dio este nombre a principios del siglo XIX, posiblemente por su grandeza, que la comparaba al dios.

Al empezar 1789, Mozart acepta la invitación del príncipe Karl Lichnowsky para viajar a Berlín. Pararon en Praga, en Dresde, donde actuó para la Corte. En Dleipzic improvisó tocando el órgano. Llegados a la Corte prusiana compuso una sonata para piano K 576 dedicada a las princesas. La última en su género que compuso Al rey Federico Guillermo II le dedica un cuarteto de cuerda con cello.

El monarca prusiano le ofrece la dirección de la Orquesta de su país con un salario de 3.000 ducados anuales. Mozart rehúsa porque no quiere abandonar a su amado José II. Los amigos le dicen que debe aceptar la buena oferta porque el emperador se porta mal con él.

Ambos se entrevistan:
-“Mi querido Mozart, vos sabéis lo que amo vuestra música y lo que pienso de los italianos. Soy un príncipe incomprendido y vilipendiado, empujado por mis súbditos a hacer lo que no deseo. ¿Es cierto que queréis dejarme?”.

Ante la expresión de tristeza del monarca, Mozart exclama:
-“Majestad…, con la venia de Vuestra Majestad… ¡Me quedo!”.

En 1787 José ll le había concedido de manera extraoficial el título de “Kammer musicus” -músico de cámara- que funcionaba de forma irregular.
-“Por lo menos asegúrate el sueldo” -dicen los amigos-. Mozart consigue que el documento se oficialice y que se le paguen los 800 gulden.

En el verano escribe el quinteto de clarinete K 581. Ya en enero de 1790, con el libreto de Da Ponte compone la música de “Cosi fan tutte”, que no es una pieza frívola, sino un ensayo penetrante sobre el comportamiento humano. Hay serenidad, veneno, ironía. Marca el último estilo de Mozart, que ha evolucionado desde 1787, y que se une a su desarrollo personal y a circunstancias de su vida: la asociación con los masones, su situación profesional y financiera, y su matrimonio.

Dato curioso. Antonio Salieri, desde que conoce a Mozart, siente por él un vivo rencor, amargándole la vida con sus intrigas. El punto culminante de esa enemistad lo produce la ópera “Cosi fan tutte” A Salieri le encargaron que pusiese música al libreto y le fue imposible. Mozart lo hizo con toda facilidad y fue una ópera de gran éxito. Salieri nunca le perdonó y quizás por eso Mozart, con la muerte tan cercana, creyó que el supuesto envenenamiento era obra de su enemigo.

El veneno acqua toffana -agua tofana-, toma su nombre de Giulia Tofana, envenenadora famosa que se lo vendía a mujeres deseosas de deshacerse de sus maridos. La composición es desconocida. Parece que se trata de un líquido transparente e insípido, que lleva en su composición arsénico y cimbalaria. La dosis en que se administraba determinaba la aparición de los síntomas y la velocidad con la que llegaba la muerte. En ocasiones se decía que simplemente aceleraba los efectos de alguna otra enfermedad pasiva de la víctima. En cualquier caso, no quedaban en el cadáver rastros detectables para los médicos de la época.

¿Fue Mozart su víctima más famosa? No está comprobado. En “A Mozart pilgrimage” -Peregrinaje mozartiano- de Mary y Vincent Novello -fundador en aquel momento de la moderna industria de edición musical, en Inglaterra-, figura la entrevista realizada en 1829 a Constanze von Nissen -antes Mozart- en la que dice:
-“Seis meses antes de morir tenía la horrenda impresión de que había sido envenenado por desconocidos con acqua toffana”.

 Constanze anciana, viuda de Mozart y de von Nisen 
                                                             
1790 fue un año difícil y poco productivo. Mozart continúa con sus problemas económicos, de los cuales da noticia a Constanze en sus cartas.

1791.- Empieza el último año de su vida y parece que va a ser bueno. Completa el concierto para piano K 595, escribe numerosas piezas de baile y 2 quintetos de cuerda K 593, que son un trabajo de un particular refinamiento y sutileza. .Mozart gana poco dinero para llevar el tren de vida a que está acostumbrado y ha perdido gran parte de su público.

Leopoldo II parte hacia Francfort  del Meno, en cuya catedral de San Bartolomé  va a ser coronado emperador el día 9 de octubre. Ha prescindido del problema de la música confirmando en sus puestos a Salieri y a Mozart. El compositor, optimista incurable, no debe dase cuenta de la cantidad de problemas de otra índole que reclaman la atención imperial. Mozart dice:
-“Su Majestad es para mí una incógnita”.
Vende parte de su plata y se va detrás de él: quiere recibir una atención personal.

Vuelto a Viena Mozart toma parte en una Academia en la que interpreta dos conciertos de piano: el K 537 y el K 459. Al primero, más reciente, se le da el nombre de “Concierto de la Coronación”, aunque Mozart no ha escrito ningún concierto para celebrar esa efeméride. Para el acto viste un traje de satén azul marino ricamente bordado.

Parece que las cosas mejoran para Mozart. Leopold Hofmann, director de capilla de la Catedral de San Esteban, enferma de muerte y a Mozart se le da ese puesto honorifico, que lo heredará con todas las prebendas en cuanto quede vacante. Pero Hofmann decide posponer su muerte hasta 1793.

Salieri lleva consigo las partituras de 3 misas: la K 317, que a partir de entonces se llamará de “la Coronación” porque es la que se interpreta en Fráncfort. “La Misa Áulica o de la Corte” K 337. No se sabe con exactitud cuál de las dos emplea Salieri en la Coronación de Praga y en la misa del domingo siguiente. Y la “Misa Piccolomini” K 258, que se utiliza en la ceremonia del nombramiento de Abadesa del Convento de Damas Nobles de la archiduquesa Maria Anna.

Esta última es corta. Los músicos la llaman “píccola” -pequeña- de ahí deriva el nombre de Piccolomini, sin que tenga relación con la ilustre familia del norte de Italia de la que salió: Eneas Silvio Piccolomini (1405-1464), papa Pío II, instruido, sabio y justo.

Salieri ha escogido otras piezas, también de Mozart, para interpretar en ambas coronaciones: “Thamos” K 345, uno de los coros más espléndidos, adaptado en forma de motete latino, y el Ofertorio “Misericordias Domini” K 222.

Al volver a Viena, Mozart pasa por Múnich donde el Elector le presenta a los Reyes de Nápoles y le ruega que dé una ‘Academia’ para ellos.
Con amarga ironía Mozart dice:
-“Sus majestades han tenido que ir al extranjero para conocer mi música”.

En 1794 Johan André, editor de música, publica unos facsímiles de estos conciertos. Uno de ellos se encuentra en el Museo Morgan en Nueva York.

No se sabe en qué momento recibe la visita del extraño señor vestido de negro, pero se supone que es a principios del invierno y enseguida empieza a escribir el Réquiem. También va a Praga donde le encargan una ópera: “La clemencia de Tito” que se ha de estrenar a principios de septiembre. Los bohemios prefieren, a una obra totalmente nueva, una obra con un argumento ya conocido, aunque en ella se cambie el texto y la música.

Un viejo amigo, Schikaneder, barítono, actor y empresario le convence para que escriba una ópera: “La flauta mágica”, que se representará en un teatro de los suburbios. En ella trabajó durante la primavera y el principio de verano.

                                                                                                            Partitura de La Flauta mágica

En estos momentos, a Mozart se le presenta un grave problema económico -¡cómo no!-. Necesita un dinero que le deja un prestamista vienés, pero hay que negociarlo personalmente. Mozart manda poderes a Constanze, quien se desempeña de maravilla y demuestra que sirve para los negocios. Es indigno que critique tanto a Mozart después de muerto porque no ha sabido manejar sus bienes. ¿Por qué no se ocupó ella, que estaba tan dotada para esos menesteres como demostró después?

Schikaneder utilizó una colección de cuentos de hadas de Martin Wierand, así como algunos conceptos sobre la masonería. Todo visto desde un contexto de teatro popular vienés. Lo que semeja una pantomima infantil, está sostenido sobre una base de ideas muy serias.

Mozart vuelve a Praga a finales de agosto, donde parece que está más animado a causa de sus ganancias. En este viaje le acompañaron Constanze -cuyo último hijo, nacido en julio nadie sabe a quien confió- y Süssmayr para ayudarle a terminar la ópera. Los amigos estaban admirados: igual tocaba algunos pasajes de la “Flauta mágica”, que daba unas tacadas al billar -su deporte favorito-, como sacaba su tablilla y anotaba algo -¿notas musicales?-. Es increíble que una mente humana pueda “estar” en tantos sitios.

Mozart ha dejado de momento el Réquiem y está trabajando en la Ópera de Tito. Lo que le falta de “La flauta mágica” lo compone en un día y se lo envía con un amigo a Schikaneder.

El 4 de septiembre tiene lugar la coronación en Praga, en la Catedral de San Vito, y por la noche se estrena “La clemencia de Tito”, que tuvo muy mala acogida quizá por su seriedad en un ambiente de alegría y fiesta. El mismo conde Zinzendorf dice:
-“Nos dieron una ópera de lo más aburrida”.
La Emperatriz la calificó:
-“Porcheria tedesca” -porquería alemana-.


Tito se recibe con frialdad. Se piensa que Mozart lo ha compuesto sin ganas, debido a la prisa y la fatiga. Actualmente se ha revalorizado. Mozart quiso y consiguió expresar la psicología de los personajes exclusivamente en términos musicales. Una de las mejores páginas mozartianas que lo hacen digno del don de la inmortalidad.

Aunque se representan otras óperas y obras de teatro, los teatros están medio vacíos porque la fiesta está en la calle.

Dato curioso. Conviene resaltar que, aunque parece ser que el matrimonio real sentía “una fuerte aversión preconcebida a las composiciones de Mozart”, su música se estaba interpretando con muchísima frecuencia. Si desaprobaban la música mozartiana, ¿es que no podían evitar que se representara?

Mozart empieza a sentirse enfermo y su ayudante Süssmayr debe ayudarle en su trabajo sobre la ópera de Tito. Haydn se entera de lo que ha ocurrido leyendo en Londres el Morning Chronical, periódico que nos da cuenta del acontecimiento y no nombra ni una sola vez a Mozart.

Antes de dejar la ciudad, Mozart visita la Logia Praguense. Los masones, puestos en doble fila, dejan paso y le aplauden por todo lo que ha hecho por ellos, especialmente la música que ha compuesto.

Hay un personaje al que Beethoven califica de “miserabilis” y otro artista de “hombre ruin y ruin compositor”. Se trata de Leopold Kozeluch, que calumnia a Mozart y al mismo tiempo -usando el lenguaje escatológico del maestro- es un “lameculos” y le sigue por toda la ciudad dándole coba. El 12 de junio de 1792, muerto ya Mozart, le sustituye este personajillo en su cargo con doble sueldo. Los consejeros de la Corte están encantados porque es una música que entienden.

                                                                                                    Ensayando el Réquiem

Noviembre lo coge en Viena trabajando en el “Réquiem” encargado. Al encontrarse mal, se distrae componiendo una cantata para la inauguración de una sede masónica. Tiene tanto éxito que cree estar recuperándose. Vuelve a trabajar en el “Réquiem” pero a últimos de noviembre se encuentra peor y tiene que guardar cama. El 5 de diciembre muere. Su enfermedad recibe distintos nombres -fiebre miliar es el que se puso en su certificado de defunción-, ninguno de los que se diría hoy en día. Hasta supuestamente envenenamiento. Sin que pueda hablarse de epidemia, hubo personas con los mismos síntomas que él, y algunos también murieron.

Enterrado en una fosa común, nunca se encontró su cuerpo. Pero si los amigos no fueron al entierro, ¿qué decir de su mujer?

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Mozart Masón

Viena, diciembre de 1784.- Mozart ingresa en la masonería. Su logia lleva el nombre de “La Beneficencia”. El Maestro es Otto, Barón de Gemmingen-Hornberg, amigo de la familia -como demostró otorgando su mecenazgo al joven compositor en su estancia en Mannheim en 1778-. Era chambelán y consejero privado de la Corte. Sin duda fue él quien sugirió a Mozart que se adhiriese a la Sociedad.

Esta logia era pequeña y sus socios utilizaban las dependencias de “La Concordia Verdadera”, logia mayor y más poderosa. El día 14 del mes en que entró, Mozart fue debidamente iniciado como aprendiz. Está documentado que llegó al grado de compañero, pero no existen pruebas de si llegó al tercero, el de maestro. También ingresaron Haydn y Leopold Mozart, que en 1780 se inscribió a sí mismo y a su hijo en “La Fraternidad de la Santa Cruz” salzburguesa.

Hablando de masonería, hay que nombrar primeramente a Inglaterra. El día 24 de junio de 1717, día de la festividad de San Juan Bautista, y bajo su bandera, se fundó “La Gran Logia de Londres” y bajo la misma bandera sanjuanista se crearon el resto de logias europeas. En 1738 es condenada por una bula pontificia de Clemente XII. El emperador Carlos VI, aconsejado por su heredero Francisco, duque de Lorena, hace caso omiso.

El emperador José II veía a la Sociedad con escepticismo considerable aunque tolerante. En Austria se seguían las mismas normas que en Inglaterra, pero en 1781 este mismo Emperador, muerta su madre, la Emperatriz María Teresa, decretó que las Órdenes espirituales o seculares no podían depender de la autoridad extranjera, ni que la entrega de dinero escapase al control de la monarquía austríaca. Así pues, en 1784 se fundó “La Gran Logia de Austria” que abarcaba siete provincias. Servían de nexo de unión para los intelectuales. También contaban con gran apoyo popular.

Sus ideales son humanitarios y filantrópicos. Editan libros criticando las diferencias sociales. Mozart fue un miembro muy activo con sus composiciones, como la “Música fúnebre masónica”.
                                                                                         
Por las listas que se han conservado se constata que los “hermanos” pertenecían a la aristocracia, alto funcionariado, cargos del ejército y la marina, músicos como Joseph Haydn y Leopold Mozart.

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Mozart católico



¿Puede la música expresar la fe religiosa? La música convertida en materia religiosa, ¿puede devenir apertura a la trascendencia, tratándose no solo de las creencias religiosas personales de un compositor, sino de la presencia de la fe en su obra? En el caso presente, el Mozart católico y la plasmación de sus creencias en sus composiciones religiosas.

Dos fenómenos ambivalentes como son la religión y la música -conocidos por el hombre desde la noche de los tiempos-, pueden ir juntos o separados, pero a partir de Bach y del clasicismo vienés, la música por sí sola puede llevar aparejada una vivencia religiosa. En referencia a Mozart -y mucho se ha escrito sobre él pero poco sobre la trascendencia espiritual- es perceptible especialmente para quien quiere oírla, expresada por su música.                                                                 
                                                                                                                          Ángeles musicales de Fra Angélico

El “aire” católico infantil lo respiró Mozart en el hogar paterno. Adulto conservó su fe, pero no se podía decir que fuese un católico conservador. Se adhiere al movimiento crítico de la religión, que en su época se empezaba a abrir camino. Católico pero rebelde, en el sentido de que no quería estar a las órdenes de un obispo y una Corte. Quería ser autónomo a efectos cívicos y artísticos. Un Salzburgo clerical y episcopal y una Viena feudal e imperial, dejaron de hacerle encargos de obras de fuste.

Mozart no era político ni por familia ni por tendencia personal, pero se le consideró un compositor anticonformista por poner música -arrebatadora, por cierto- a “Las bodas de Fígaro”, 1786, obra de crítica social. Aparte de unas piezas ligeras y de baile, acabó con los encargos de clero y Corte, tan unidos siempre.

De su pertenencia a la masonería no cabe inferir que Mozart no fuese creyente, sino que los ideales de aquella eran los suyos.

No le gustaba a Mozart ir con beatos y gente de la clerecía; por eso no era un creyente de rigor eclesial -como dicen los sociólogos actuales-, pero tampoco con gente sin religión:
-“…con las que no le apetecía ir de viaje ni cultivar amistad sostenida y vivir en cualquier lugar donde quiera que sea, siempre que se trate de una localidad católica”.

El teólogo protestante Karl Barth (1886-1968), mozartiano de pro, tiene una hipótesis:
-“No estoy seguro sin más de si los ángeles, ocupados en plena alabanza de Dios tocan precisamente a Bach, pero me consta que cuando están reunidos tocan la música de Mozart y Dios los escucha con especial delectación”.

Hasta George Bernard Shaw (1856-1950), eterno polemista de Chesterton dice:
-“Es la única música compuesta hasta el momento que no sonaría fuera de lugar en la boca de Dios”.

Mozart le escribe a su padre:
-“No me acuesto nunca sin tener presente que, pese a lo joven que soy, acaso no esté aquí al día siguiente y ninguno de cuantos me conocen podrá decir que sea yo malhumorado o triste en el trato con los demás. Y por tal ventura doy cada día las gracias a mi creador, deseándosela, a mi vez, de todo corazón a cada uno de mis semejantes”.

En el plano personal, el hijo le debe mucho al padre. Leopold estuvo 12 años tutelado por los jesuitas y estudió teología y filosofía. Bien preparado para ello instruyó a Mozart en la religión católica, unido al estudio del “Catecismo urbano y rural, católico y cristiano” de Pedro Canisio. Viviría como los demás niños salzburgueses, sin angustiarse por el sentido de la vida, ni el papel del hombre en la tierra, que le han enseñado.

Su padre le escribe siendo ya adulto:
-“Te lo ruego, atente a Dios, que Él lo hará contigo”.
-“Confiar en lo esperado, un estar persuadido de cosas que no se ven”. -Hb 11,1-.

Hoy en día sería un católico ecuménico, sin los “calambres” de conciencia a la manera luterana.

Jamás se permitió atacar el Dogma como hacían otros músicos -Schubert por ejemplo- que suprimen parte de la letra del Credo en sus misas. Las penas y el ser más ilustrado y crítico no menguaron su fe.

Mozart, persona no discutidora, sí que puede enfrentarse a protestantes ilustrados, por ejemplo en Leipzig -1789-, porque, según él no son capaces de adivinar con justeza el significado del “Agnus Dei qui tollis peccata mundi, dona nobis pacem” y cosas parecidas -“Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz”-.

De un alma que siente así, ¿es raro que la música que compone suene así?

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Amores

Anna Maria Mozart, nacida Pertl (1720-1778)


Hija de un jurista al servicio del príncipe arzobispo de Salzburgo. Enfermiza, con superficial educación musical y precariedad de medios. En 1747 casa con Leopold Mozart que le proporciona estabilidad económica y felicidad. Silenciosa y de buen humor. Acompaña a su hijo en su estancia en París en donde muere. Se la entierra en la Iglesia se San Eustaquio, donde sus restos son profanados durante la Revolución. Una placa de mármol la recuerda -curioso que su cuerpo desapareciese como los de sus hijos-. Wolfgang Amadeus la llamaba Madame Mutter -señora madre-, un poco en plan de broma y sobre todo de amor. Es indudable que la quería, mucho, pero su padre le reprocha no haberla cuidado con bastante atención. En 1983 la Fundación Internacional Mozarteum le levanta un monumento en St. Gilgen, lugar donde nació.

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Maria Anna Mozart

Maria Anna Walbuega Ignatia (1751-1829), conocida familiarmente como Nannerl o Marianne, hija mayor de Leopold y Anna Maria Mozart, hermana mayor de Wolfgang Amadeus. A los 7 años su padre empezó a enseñarle instrumentos de teclado y parecía que llevaba camino de convertirse en una niña prodigio. Por desgracia la consigna de padres y madres para las hijas -hasta entrado el siglo XX- era:
-“Ahí está la iglesia y ahí está el hogar”.

Desde 1769 ya no acompañó a su hermano por haber llegado a la edad de contraer matrimonio. Se enamoró del capitán Franz D´Ippold, pero el padre vetó aquel casamiento y en 1783 lo hizo con Johann Baptist Franz von Berchtold zu Sonnenburg, magistrado, consejero del príncipe-arzobispo, muy rico, viudo dos veces y que aportó al hogar cinco hijos de dos anteriores matrimonios, que se unieron a los tres que tuvo Nannerl. Vivieron en St. Gilgen.

Dato curioso: el hijo mayor lo retuvo el abuelo ¿por ayudar a su hija o por puro egoísmo?, ya que estaba solo y quería convertir al nieto en un genio como su tío. La madre no recobró al hijo hasta la muerte de Leopold.

En su infancia Nannerl y Wolfgang Amadeus se adoraban. Habían inventado un lenguaje secreto y un reino imaginario a los que no tenía acceso nadie más que ellos dos. Él interpretaba piececitas que había compuesto su hermana, quien era un acicate en su carrera. Ya adultos le rogó, inútilmente, al padre que la dejase elegir su propia vida. De hecho era requerida por muchas familias para que amenizase sus eventos, sin que nadie pensase que su virtud era liviana. ¡Cuántas mujeres hubiesen preferido tocar el piano solteras, a que se les estrujase el corazón por la muerte temprana de sus pequeños o aguantar impertinencias de tanto mocoso propio o ajeno!

Durante sus giras, Mozart le enviaba obras compuestas por él, para recabar su opinión, pues confió siempre en su buen juicio. En el cuaderno “Nannerl motebuch” hay 45 composiciones que Leopold empezó a escribir para que las interpretasen sus hijos. Algunas son de los propios hijos y, aunque las mujeres no firmasen, las de Nannerl se las reconoce por su “escritura musical”.

De adultos mantuvieron una copiosa correspondencia hasta 1783 en que dejan de verse y de corresponder. Muerto el hermano, Nannerl tiene acceso a la biografía escrita sobre él por Niemetschek y piensa:
-“…ahora he conocido la triste condición en que se encontraba mi hermano”.

Viuda en 1801 vuelve a su ciudad de nacimiento, donde vive con dos hijos propios y dos hijastros. Se dedica a ser profesora de piano. Sus alumnos se distinguen por su buena preparación.

Con gran sorpresa se encuentra con los Nissen -Constanze y el nuevo marido- ya que no le habían anunciado su establecimiento en Salzburgo. Nissen está escribiendo la biografía de Mozart, y Nannerl les hace el inmenso favor de proporcionales los archivos familiares. ¿Cómo lo agradece Constanze? Apropiándose de la parcela de enterramiento que Nannerl tenía preparada para sí y colocando en él el cadáver de Nissen cuando este muere. ¡Qué mujer tan manipuladora!

Georg Nikolaus Nissen (1761-1826), danés, diplomático y escritor. Conoce a Constanze ya viuda. Se convierte en inquilino de su casa y en su amante. Se casa con ella para dar respetabilidad a su unión. Viven en Copenhague durante varios años y luego se trasladan a Salzburgo. En la inscripción de su tumba pone su nombre y debajo: “Esposo de la viuda de Mozart”.

Realiza un ímprobo esfuerzo para escribir la biografía de Mozart, que se publica póstumamente en 1828. Ya casado, es ennoblecido. La pequeña partícula “von” hace que Constanze pertenezca a la aristocracia.

Maria Anna Mozart muere en 1829, ciega y medio inválida, y despojada de la parcela particular para su tumba; es enterrada en la cripta comunal de la abadía de San Pedro en Salzburgo, dejando una gran herencia: 7.837 florines.

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Aloysia Weber (1760-1839)


Es la segunda de las cuatro hermanas Weber, en las que, sin ánimo de ofender, parece que la moral no es un bastión inexpugnable.

Las cuatro son buenas cantantes sopranos con mayor o menor éxito. Mozart conoce a las cuatro. La primera, Josepha, fue la que estrenó el papel de la Reina de la noche en “La Flauta mágica”. Casada dos veces con cantantes: Hofer y Mayer, y dos veces viuda. No pudo reunirse con sus tres hermanas en Salzburgo porque ya había muerto.

Maria Sophie Weber, la hermana pequeña.
-“Buena naturaleza, pero corazón ligero como una pluma”. Así la califica Mozart.
Le proporciona información a von Nissen sobre la vida y muerte de Mozart. Ella estaba presente, pero según a quien se lo cuente, da una u otra versión. El cantante y compositor Haibel deja a su mujer y se escapa con ella. Finalmente se casan. Al enviudar vivirá con sus hermanas en Salzburgo.

La familia se traslada a Viena donde el padre muere. La madre alquila habitaciones para poder sobrevivir ella y las hijas. Aloysia es cantante y actriz, y Mozart le da lecciones de canto e interpreta obras propias y algunas que escribe adrede para ella. La relación profesional se convierte en pasional.

Mozart escribe a su padre solicitando su permiso para casarse y le propone llevarle a Aloysia para que sus encantos le ablanden. Al “querido papá” no le importa que la joven cante divinamente y además se ha enterado de que la mamá bebe. Mozart le replica:
-“Es verdad que bebe más que un hombre, pero no se la puede llamar borracha”.

A Aloysia le ofrecen un contrato muy ventajoso y prefiere aceptarlo. Le dice a Mozart:
-“Cualquier cosa antes que casarme con un músico pobre”.
Lo cierto es que el compositor le estaba dando largas al asunto y le escribe a su padre:
-“Reconozco que me había puesto muy tonto con lo de Aloysia, pero ¡de que no es capaz un hombre enamorado!”.

Constanze aprovecha la ruptura y el hecho de que Mozart viva en la casa de huéspedes materna para consolarlo, porque le da mucha pena. Nissen la justifica diciendo que ella no estaba enamorada del Mozart-hombre, sino admirada ante el Mozart-genio.

Aloysia se casa con un cantante, Lange, al que obliga a pagar las deudas de la madre y a pasarle una cantidad mensual. Poco seria en el cumplimiento de sus contratos y falta de puntualidad, por lo que solo actuaba ocasionalmente. Se produce la separación matrimonial. Canta con su hermana Constanze, ya viuda. Acaban sus días las dos junto a la más joven, Sophie, en Salzburgo.

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Constanze Weber (1762-1842)


Un matrimonio que se mantiene sobre la base de “una buena armonía erótica”, dicen algunos estudiosos mozartianos. Constanze tenía “un par de ojos negros y brillantes y una gentil figura. De buen corazón, ingeniosa, modesta, de excelente carácter, limpia y económica”, le comunica Mozart a su padre. Esta enumeración de cualidades demuestra un exceso de imaginación por parte del joven.

Lo que tenía de verdad era una naturaleza caprichosa y sabía peinarse con mucha gracia. En realidad Mozart lo que quería era no llevar una vida disoluta y necesitaba una esposa que fuese una buena ama de casa: se ocupase de él, cuidara de su ropa y de todas las cosas prácticas de la vida, dado que él estaba a menudo en las nubes.

El padre le escribe:
-“Antes de comprometer a una mujer, debes tener los medios necesarios para mantenerla”.
Mozart insiste:
-“Es buena muchacha, muy formal, de excelente familia y yo estoy en disposición de ganar, por lo menos, el pan de cada día. Agradezco vuestros buenos consejos, pero no es posible hablar de aplazamiento por lo mucho que nos amamos”.

Constanze abandona la casa materna y se traslada al domicilio de la baronesa Waldatadten, recientemente separada del marido. La baronesa siente cariño por la joven pareja en apuros y parece un poco frívola. En aquella época ¿era la mejor compañía para una joven cándida, una mujer separada? Un día Mozart sorprende a Constanze con un hombre arrodillado ante ella midiéndole el contorno de la pantorrilla. Mozart la reconviene y ella le dice que la baronesa, mujer mayor, hace lo mismo y por eso piensa que no tiene importancia. Mozart quiere hacerle ver la diferencia de edad, pero ella continúa sin entenderlo.

Mozart le vuelve a escribir al padre recabando su consentimiento para la boda. Leopold no contesta y el hijo toma la callada por respuesta y celebran una sencilla ceremonia en San Esteban de Viena el día 4 de agosto de 1782. La novia tenía 18 años y el novio 26. Mozart escribe a su padre y le dice:
-“Constanze conocía mis asuntos de tiempo atrás y sabía que nada podía esperar de vos, pero su amor y su lealtad hacia mí eran tan grandes que se encomendó a mis cuidados”.

Entre el tutor y la madre de Constanze maquinan una estrategia que horroriza a Leopold; hacer firmar al novio un “acuerdo prematrimonial” por el cual el futuro marido se compromete a pasarle 300 florines anuales a la prometida en el caso de que pasados 3 años todavía no se haya celebrado la boda o si se rompe el compromiso antes. La inocente novia sale al quite, rompe el papel y dice:
-“No necesito ningún documento, me basta con su palabra”.

Mozart insiste cerca de su padre porque quiere seguir la tradición de recibir su bendición. Al final, aunque de mala gana, Leopold se la envía. Mozart.
-“Todos estos días hemos ido a San Esteban a confesar y comulgar”.

A la boda solo asistieron la madre y la hermana menor de Constanze, el padrino y dos o tres amigos de Mozart. La Baronesa ofrece una cena en su casa a los presentes.

Constanze no entendía nada de asuntos caseros ni se molestó en aprenderlos. Su hogar era con frecuencia escena de suciedad y desorden. Un amigo fue un frío día de invierno a visitarles y los encontró bailando un vals. Le dijeron:
-“Teníamos frío y carecíamos de leña para encender fuego y si no hay comida siempre se puede comprar en la taberna”.
A pesar de tan deprimentes condiciones Mozart pudo producir esa música tan maravillosa.

Les nacieron seis hijos de los que murieron cuatro -dos niñas y dos niños- en la primera infancia. De los que sobrevivieron -dos varones-, el segundo y el último, uno fue contable en la milicia y el otro músico y hasta director y compositor. Constanze tenía el propósito de hacer de este un nuevo Mozart. Los dos chicos que llegaron a adultos, fueron de conducta irreprochable pero con un nivel intelectual muy discreto. Murieron solteros y sin hijos -en estas decisiones ¿influiría algo la sombra de la madre?-, por lo que nadie puede presumir en este mundo de ser descendiente directo de Mozart.

No se le conocían a Mozart relaciones extramatrimoniales. Al morir rodeado de sensacionalistas rumores sobre su envenenamiento -Salieri o “el extraño caballero de negro”-, sus enemigos quisieron presentarlo como carente de fidelidad matrimonial. Se trataba de varias señoras, entre ellas dos bien conocidas de la sociedad vienesa, casadas, alumnas suyas de piano.

Franz Hofdemel, amigo y compañero de logia de Mozart, al día siguiente del entierro de este, apuñala a su esposa Magdalena, embarazada, en el rostro y la garganta, dejándola marcada de por vida. Luego él se suicida. ¿Motivo? Dudas sobre su paternidad. Se le pide a Beethoven que dé un concierto improvisado en honor de la reciente viuda. Él se niega porque su moral es muy estricta y el rumor corre por toda Viena; sin embargo, la Emperatriz María Luisa se interesa personalmente por Magdalena, algo imposible si la Corte hubiese considerado al niño hijo de Mozart. También se rumoreó que los masones habían ordenado a Hofdemel que asesinase a Mozart. Bulo que ni se tiene en cuenta. Los masones fueron muy fieles a su amigo y espléndidos con su viuda.

Anna Gottlieb, cantante que a los 12 años actuó por vez primera como Barbarina en las Bodas de Fígaro, dice la leyenda que perdió la voz por la pena de amores que le produjo la muerte de Mozart. En realidad esta mujer tuvo una larga carrera como cantante, pues estuvo en activo hasta principios del XIX.

Siglo XVIII, “el siglo de las luces y de las amistades peligrosas” ¿podría poner más alto el estandarte de la moral que cualquier otro?

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Finanzas

Mozart no era como su padre que sabía “manejarse”. A pesar de sus buenos consejos, no aprendió nunca. La liberalidad era el aspecto principal de su carácter. Daba sin discernimiento y gastaba sin discreción.

Aprovechando su desinterés, los vendedores de música y los empresarios le estafaban -hay que comprender que en la época no existían los derechos de autor y la propiedad intelectual-. Siempre estaba en tratos con prestamistas.az de reflexionar sobre cosas serias y prácticas. Sin embargo, era fiel con quien no se lo merecía.

José II no entendía mucho de música y la Corte puso de moda la música italiana en lugar de la alemana.
Por una disposición gubernativa, Mozart tuvo que hacer una declaración de emolumentos y a pie de página escribió:
-“Demasiado para lo que he hecho; muy poco para lo que hubiese podido hacer”. Aunque se duda de la autenticidad de esta anécdota, debía tenerse por auténtica por lo que significa.

Las ganancias de Mozart eran cuantiosas, pero con ellas mantenía una hermosa casa, el servicio doméstico adecuado y un carruaje con cochero. A parte de los gastos ocasionados por Constanze con sus largas estancias en el Balneario de Baden durante los embarazos. Es cierto que a los dos les gustaba aparentar. Aunque desconocemos el vestuario de Constanze, sí que conocemos el que Mozart deja al morir:
- 1 casaca blanca de paño, con un chaleco de manchester -algodón-.
- 1 ídem azul.
- 1 ídem roja.
- 1 ídem de color nanquín -es decir, amarilla o de color gamuza-.
- 1 ídem de satén marrón con calzones, bordada en seda.
- 1 traje entero de paño negro.
- 1 gabán pardo.
- 1 ídem de paño más ligero.
- 1 casaca de paño azul con piel.
- 1 ídem Kiria con adornos de piel.
- 4 chalecos variados.
- 9 calzones variados.
- 2 sombreros corrientes.
- 3 pares de botas.
- 3 pares de zapatos.
- 9 pares de medias de seda.
- 9 camisas.
- 4 pañuelos de cuello de color blanco.
- 1 gorro de dormir.
- 18 pañuelos de bolsillo.
- 8 calzoncillos.
- 2 camisas de dormir.
- 5 pares de medias.
- Y otros adornos y fruslerías.

La casa donde murió Mozart era el número 970 de la Rauhensteingasse, que se conocía como “la casita imperial”. Era estrecha y muy larga. El billar ocupaba una habitación muy grande. Jugaba mucho a él porque decía que era su forma de hacer ejercicio. Los muebles eran de estilo que podría llamarse “josefino”. Severo y con patas rectas. Servicio: dos criadas, un cochero y un hombre que le hacía los recados.

Cuando veía a un colega pobre en la calle, de paso por Viena, lo hospedaba en su casa, le presentaba a quien podía ayudarle y le regalaba una composición inédita para que pudiese interpretarla como cosa propia…

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Obra

El carácter más notable de la música mozartiana, aparte del genio que expresa, es la forma en que emplea los instrumentos de viento, que prefiere a los de cuerda, especialmente la flauta, a la que saca efectos sorprendentes.

Se le ha acusado de no conocer bastante las composiciones ajenas, ocupado como está en producir las propias. También es cierto que cualquier obra, por sencilla que sea, le parece digna de aplauso con tal de que sea original: Mozart detesta la mediocridad.

Cuando se escucha en la actualidad su música, se percibe un orden de tonos y resonancias, producido por un “sentido de las formas”, que Ferruccio Busoni (1866-1924) califica de casi “extrahumano”. ¿Es la mera emocionalidad o tiene un sustrato más hondo? Adelantándose a su tiempo, Mozart compone una música moderna que, cuando él muere, ya es clásica. El enigma de esta música reside en que se hacen perceptibles al mismo tiempo claridad y oscuridad, alegría y pena, vida y muerte. Pero no quedando yuxtapuestas, sino subsumidas una por otra: cuando aparece la claridad, la oscuridad va cayendo, pero aún sin desaparecer; la alegría se adelanta al dolor, pero sin borrarlo del todo. Según el propio Mozart:
-“El tono positivo tiene mayor brío que el negativo”.

Algunos exégetas actuales aseguran que Mozart presta especial atención a las obras en tono menor, como oscuros cortinajes de casi todas las composiciones instrumentales de mayor envergadura.

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Último año. Muerte. Entierro

Mozart vuelve de Praga a Viena bastante agotado, por haber trabajado en exceso y con demasiada concentración, pero exultante, con todas sus facultades bien despiertas y un aspecto de normalidad absoluto. ¡Felices momentos para Mozart!

El emperador le manda el nombramiento para san Esteban. Tiene encargos de los teatros de Viena y de Praga, y con otras entidades de Hungría y de Ámsterdam también ha llegado a acuerdos.

Mozart trabaja sin cesar en el “Réquiem”, pero se encuentra demasiado debilitado. Constanze lo lleva a dar un paseo por el Prater y él empieza a hablar de la muerte.
-“No…, no…, lo siento con demasiada intensidad. No voy a durar mucho. Estoy seguro de que me han envenenado. Nadie me puede quitar esa idea del pensamiento”.

Inesperadamente su salud mejora y el 15 de noviembre puede acabar una pequeña cantata -K 623-, encargo de una sociedad masónica para una celebración de su apertura. El aplauso con que es recibida le da nuevos ánimos para continuar con el Réquiem.

Sophie se desplaza desde su casa a la de su hermana a fin de ayudarla. Constanze le pide que vaya a buscar a uno de los clérigos de San Pedro.
-“Lo hice -contará Sophie pasado el tiempo-, pero me costó mucho convencer a una de aquellas “bestias (sic) clericales” para que se desplazase”.

Después de un temporal de nieve, se presentan unos días de bonanza, inusuales en Viena cerca de Navidad. Los vieneses -a pie o en carruaje- pasan por delante de la casa de Mozart, se paran y a gritos preguntan por su salud. Muerto, ya es el pueblo llano el que se acerca para darle las gracias por el deleite que les ha proporcionado con su música.

Mozart ha estado encamado quince días, durante los cuales se han ido hinchando las extremidades y luego el resto del cuerpo. Tiene plena consciencia y le atormentan los dolores y el no poder acabar el Réquiem.
-“¡Morir precisamente ahora que con mis nuevos ingresos podría escribir la música que me diese la gana!”.

No deja de repetir que lo han envenenado con el agua tofana hace 6 meses y que el culpable es Salieri. El día en que murió, coge la inacabada partitura entre sus manos y se le llenan los ojos de lágrimas: homenaje y adiós a su Arte.

Ante su gravedad se avisa al médico de cabecera. Está en el teatro y dice que ya irá cuando acabe la ópera. Finalmente acude, manda que le pongan una toalla mojada con agua y vinagre. El enfermo se estremece y muere.
-“Murió en mis brazos” -contará Sophie. Y nadie la contradice.

Constanze trata de meterse en la cama donde ha estado el ya difunto para contagiarse y así morir y que los entierren juntos. Se lo impiden. Los prestamistas están a la puerta esperando que salga la viuda del hogar y hacer inventario.

                                                                                            
Se la llevan a casa de amigos -lúcida y sin ninguna enfermedad- y se le aconseja el entierro más económico: 3.ª clase. El cortejo sale de casa sobre las 2 de la tarde del día siguiente con parada en San Esteban, donde se celebran las exequias porque es su parroquia y se da por despedido el duelo. El cadáver es conducido a los suburbios -acompañado por un exiguo número de personas- al modesto barrio de San Marx, en cuyo cementerio se le entierra en una fosa común. Pasadas dos o tres semanas, la apenada viuda piensa en que sobre la tumba de Mozart debía haber un crucifijo. En el cementerio no le dan razón, los pocos asistentes no recuerdan…

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Mitos

El extraño caballero vestido de negro.


1791.- Mozart acaba de llegar de su viaje a Praga y oye un carruaje que se detiene ante su puerta. Al pronto le anuncian la llegada de un caballero que desea hablarle. Mozart va a su encuentro.

Se trata de un señor de mediana edad, bien vestido de negro y de porte y maneras dignos. Se entabla entre ellos el siguiente diálogo:
-“Caballero, un personaje importante me ha pedido que venga a veros”.
-“¿De quién se trata?” -pregunta Mozart-.
-“No quiere que se sepa su nombre. Se trata de una persona que ha perdido a su ser más querido y desea que le compongáis un Réquiem, para hacerlo sonar todos los años en un servicio religioso que se celebrará en su honor. ¿Cuánto tiempo os llevará hacerlo y qué precio le ponéis?”.
-“Cuatro semanas y cien ducados” -responde Mozart-.

El caballero deposita el dinero sobre la mesa y desaparece. Por más que la servidumbre se lanzó en pos de él no pudieron seguir su rastro.

Inmediatamente Mozart pide papel, pluma y tinta y se pone a trabajar, aunque su salud ya no es buena. Los presagios le acosan y nadie puede apartarle de sus pensamientos lúgubres. Y se dice:
-“Estoy escribiendo un Réquiem para mí mismo, servirá para mi propio funeral”.

Se sentía sin fuerzas y avanzaba lentamente. Pasadas las cuatro semanas volvió el caballero y Mozart le dijo:
-“Me ha interesado tanto el trabajo que lo he alargado y necesito cuatro semanas más”.
-“No os preocupéis si necesitáis más tiempo, también más dinero” -y depositó sobre la mesa 50 ducados. Partió rápidamente y tampoco le pudieron seguir la pista.

Mozart creía que aquel ser no era corriente y venía a anunciarle su propia muerte, y hasta que le había envenenado, aunque luego atribuyó este papel solo a Salieri.

A partir de 1792, miles de páginas han aparecido sobre este hecho misterioso. En 1964, Otto Erich Deutsch asombró a los especialistas publicando un largo escrito encontrado en los archivos municipales de Wiener Neustadt a 50 km de Viena, redactado por Anton Herzog desde 1791 a 1839 y que en resumen dice así:
“El conde von Walsegg vive en sus dominios y ama apasionadamente a su joven esposa, también a su cuñada y a sus súbditos. Todos le corresponden porque es muy bueno. Grandes aficiones: la música y el teatro -dos conciertos a la semana y una representación teatral los domingos-. Participan todos los habitantes del castillo. El conde tiene una pequeña debilidad: quiere que su público crea que las piezas que se interpretan son todas de su creación. Está en muy buenas relaciones con los compositores de su época y les compra -muy bien pagadas y de forma anónima- sus obras. En cuanto están en su poder las copia personalmente y les pone su firma. Sus músicos se dan cuenta de su tejemaneje, pero le siguen la broma para hacerle feliz.

Partitura Requiem
De repente muere la joven condesa -21 años- y el conde queda desolado. Ni saldrá más de sus tierras ni se volverá a casar y para guardar siempre su recuerdo le dedica dos monumentos conmemorativos: un mausoleo, construido por el mejor escultor vienés, Johann Martin Fischer; y un Réquiem que encarga secretamente a Mozart -siguiendo su costumbre y del que debía quedar dueño absoluto- por medio de su representante financiero Sortschan -el misterioso caballero-. El Réquiem deberá interpretarse todos los años el día del aniversario de la muerte de la condesa.

¿Qué pasa? Se dice von Walsegg a la muerte de Mozart, viendo que la composición no llega, a pesar de haber abonado el trabajo por completo, y que la viuda todavía espera que se le paguen los 100 ducados que vale la obra.

Constanze y su entorno lo que necesitan es tiempo para poder realizar su maquinación. Obliga a Franz Xaver Süssmayr para que acabe el trabajo de Mozart, el cual le había explicado la forma y los motivos de la orquestación.

El verdadero original lo esconde Constanze, y después de que los otros dos músicos lo hayan copiado, los espacios en blanco los rellenan conforme les explicó Mozart. Hacen 3 copias: una que se manda al legítimo y absoluto dueño -como si la parte copiada fuese la original de Mozart-; otra para unos editores de música de Leipniz, y otra para dar un concierto en los salones Jashn a beneficio de la viuda de Mozart.

Ha quedado con el embajador del rey de Prusia, que le mandará una copia, lo cual no puede hacer porque las copias son propiedad del que ha pagado el original -por la cual Federico Guillermo II le ha pagado 800 escudos-.”

Herzog escribe al pie de su manuscrito:
“No me corresponde a mí juzgar si fue correcto el trato que recibió el señor conde von Walsegg -honrado sería ir demasiado lejos-.”

Averiguados los hechos por unas diferencias en la música de órgano, el conde pensó en demandar a la viuda, pero la cuestión se resolvió de buena fe gracias a la bondad de von Walsegg. Este ya había acabado de hacer las copias y el Réquiem se pudo interpretar en su propia casa. El 14 de febrero de 1794, aniversario de la muerte de la condesa, se interpretó en la iglesia parroquial del poblado. Ya no se volvió a tocar, por lo que la gente se olvidó de esta partitura.

A la muerte del conde, cuya herencia incluía una colección de música, se descubrió la partitura y los herederos creyeron que era la auténtica. Las autoridades vienesas la compraron para conservarla en la Biblioteca Imperial y Real, donde se encuentra hoy en día.

En verdad, este aristócrata estaba un poco trastornado por su situación de viudez, pero es gracias a él que una música de majestuosidad imponente y de una profunda capacidad de consuelo, ha llegado hasta nosotros.


Hasta finales del siglo XX, el Réquiem se interpretó con esta versión, en medio de grandes discusiones sobre qué parte era del maestro y qué parte del discípulo. Actualmente la versión admitida es la de Robert Levin (1947) norteamericano, músico, compositor, musicólogo. Doctorado por Harvard con la tesis: “Mozart y sus obras inacabadas”, de las que algunas ya ha completado.

Hasta finales del siglo XX, el Réquiem se interpretó con esta versión, en medio de grandes discusiones sobre qué parte era del maestro y qué parte del discípulo. Actualmente la versión admitida es la de Robert Levin (1947) norteamericano, músico, compositor, musicólogo. Doctorado por Harvard con la tesis: “Mozart y sus obras inacabadas”, de las que algunas ya ha completado.


“Tito” se recibe con frialdad. Se piensa que Mozart lo ha compuesto sin ganas, debido a la prisa y la fatiga. Actualmente se ha revalorizado. Mozart quiso y consiguió expresar la psicología de los personajes exclusivamente en términos musicales. Una de las mejores páginas mozartianas que lo hacen digno del don de la inmortalidad.

Antonio Salieri (1750-1825)

Qué pena nos dan los huérfanos, pero para Salieri, el hecho de estar sin padres fue su fortuna. Vivía en Venecia, donde estudiaba música y allí lo conoció Gassmann, que se entusiasmó con sus excepcionales cualidades. Lo llevó consigo a Viena donde fue su tutor, mecenas, maestro de contrapunto y presentador ante el emperador José II. Fue nombrado Kapellmeiser. Se ocupaba de la capilla de la Corte, de su financiación y administración. Era director de orquesta y compositor de música.

Mozart había tenido dos excelentes presentaciones en casas de nobles, pero que no le reportaron ningún beneficio, mientras que Salieri llegaba a lo más alto de su carrera, cobrando miles de florines anuales.

Como músico ocupaba el puesto más alto en la Corte. Estaba bien casado; tuvo 8 hijos que vivieron todos, y una amante, la Cavallieri, la cantante más notable del momento.

Salieri sobrevive a Mozart 25 años y también cae en desgracia. En el momento de morir, con sus facultades mentales deterioradas, pide que le lleven un sacerdote: quiere pedir perdón porque él envenenó a Mozart.



Hipótesis. ¿Por qué no pudo ser como decía Mozart? ¿Por qué no fue, pero deseó tanto, la desaparición del genio mozartiano, que al final de su vida y en su estado senil creía que lo había hecho? Después de un pequeño escándalo, pero con los dos interesados ya muertos, ¿qué es lo que renueva el interés por este asunto?

Máximo Gorki (1868-1936), considerado por los rusos como su mejor poeta, conoce el hecho en Alemania y ya en Rusia escribe una obra en tres actos en la que hace referencia a esta cuestión. Aunque a él no le interesa particularmente, hace como en todos los países oprimidos, utiliza una historia para hacer referencia a un hecho sin que la censura lo pueda desaprobar -él quiere hablar de un regicidio producido en Rusia, piensa que los naturales entenderán que la historia de Salieri y Mozart, para ellos se refiere al asesinato del zar por un primo suyo-.

Inmediatamente, Rimsky Korsakov (1844-1908) escribe una ópera cuyo libreto es la obra de Gorki y aunque no se represente mucho, sí se da a conocer y a que perdure su recuerdo, el supuesto -o no supuesto- envenenamiento de Mozart.

En Madrid, en 2017, la Fundación March la representó en su sede. Una duda que subsiste no gracias a Mozart y Salieri, sino gracias a Gorki y a Rimsky.

El gran error de Salieri fue confundir el talento con el genio.


Desmitificaciones

“Twinkle Twinkle little star”
¿Fue Mozart el creador de la tonadilla “Twinkle Twinkle little star”? Primero se dijo que era una composición que había escrito siendo pequeño en honor de su hermana, pero no fue así. En 1785 se publican “las 12 variaciones” K 265, que ya sus alumnos, en 1780, le habían pedido para utilizarla como ejercicios para piano. Finalmente se averigua que está basado en unos versos franceses escritos por un tal Bouin y cuyo título es “Ah vous dirait, maman”, a los cuales se aplica esta tonadilla del folclore francés, que ya tarareaba el pueblo en el año 1761 y que aplica a los versos de este tal Bouin.

En 1806, una poetisa inglesa llamada Jane Taylor, escribe una poesía que se llama “The Star” y cuya primera línea dice así: “twinkle twinkle little star”. A partir de 1838 esta poesía se “musicaliza” como la escribió Mozart y se da el título de “Twinkle twinkle little star”. Así lo lleva desde entonces hasta ahora. Los ingleses lo utilizan también para que sus niños aprendan el abecedario.

El efecto Mozart
También se dice que Mozart aconsejó a las madres embarazadas que interpretasen música de él cerca del feto, lo cual podría producir mayor inteligencia a causa de esta audición.

¡¡¡Error!!! ¿Cómo podía decir Mozart semejante tontería? Pero sus discípulos y admiradores sí que propagaron esta idea. En pleno siglo XX, un gobernador de Georgia enviaba discos de música de Mozart a las mujeres embarazadas, para que la oyesen sus hijos. Tomó tanto incremento esta creencia en USA, que se hicieron unas pruebas sin un claro resultado. Sin embargo, los 35 estudios realizados entre Alemania y Austria demostraron que el aumento de las habilidades cognitivas era una leyenda urbana procedente de la psicología popular. El director máximo de todas estas pruebas fue Jakob Pietschnig que dijo:
-“El milagro de Mozart es colocar al ser humano al unísono con la armonía universal”.

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Quién fue Mozart

Último retrato de Mozart
                                      
De haberse encontrado el cuerpo de Mozart, la medicina forense actual, como ha ocurrido con otras personas célebres, hubiese podido hacer averiguaciones que, dada la situación, es imposible.

Mozart no había heredado la belleza legendaria de sus padres. El joven era delicado de salud, pálido, flacucho, de corta estatura. Su fisonomía no tenía nada de llamativa. Los retratos nos lo muestran con frente ancha, barbilla partida, ojos soñadores, cejas bien arqueadas. No llevaba peluca. Su cabello, del que estaba muy orgulloso, era de color castaño y lo llevaba empolvado y con lazo. Era elegante y cuidaba mucho su vestimenta adornada con bordados y joyas. Amaba todas las Bellas Artes y sobresalía como dibujante, bailarín y cantante con voz de tenor. Súper emprendedor y a veces chistoso, aunque las contrariedades de la vida le dejaron pocas ganas de reír.

Hay algo de orden físico que tiene Mozart y no es corriente. Un conducto auditivo de forma especial, más pequeño de lo normal. El lóbulo de la oreja izquierda era algo más grueso que el de la derecha. En medicina se conoce como “oreja de Mozart”.


Sus obras las componía mentalmente y luego se pasaba un tiempo cambiando, meditando, especulando, después de lo cual rápidamente escribía la pieza que había compuesto de forma intelectual.

No hay que olvidar que Mozart era un gran intérprete, un gran pianista. Se admiraba especialmente la actuación de su mano izquierda. Manos pequeñas y delicadas. Persona cortés y de buenos modales. Hablaba con suavidad, excepto cuando dirigía una orquesta, momento en que su voz tomaba una amplitud que se oía hasta fuera del recinto. Sus contemporáneos decían:
-“Es inolvidable e imposible de describir su aspecto, cuando está alumbrado por los destellos del genio”.

Si le venía la inspiración, aunque estuviese rodeado de amigos, se abstraía, cogía papel o una tablilla de madera y pluma y se ponía a escribir. ¡Cuántas veces improvisaba con cualquier instrumento!

-“Mozart es la música hecha hombre” -decía Feliciano David. Y la música fue la ocupación constante de Mozart.

Mozart, maestro de la invención y la precisión. En su música sacra -especialmente en las misas-, se percibe la certeza de salvación a pesar de los aspectos negativos de la vida. Es una música que explica un texto.

El filósofo danés Soren Kierkegaard (1813-1855), gran admirador de Mozart, crítico de la excesiva idealización alemana del ser humano, habla de “la infinita diferencia entre Dios y el hombre”. Humano, demasiado humano sería Mozart como cualquier otro, sin que ello impidiese que una chispa de la Divinidad creadora, y en la que cree, le roce alguna vez.

Lugar fosa común Mozart

Cuadro de Menling. Los ángeles cantan al Señor
                         

Wolfgang Amadeus Mozart: un hombre para la eternidad