jueves, 14 de septiembre de 2023

 

 

HISTORIA DE DOS CARTAS


A mi hijo Bruno, gran conocedor de la Historia

 



Franco y don Juan de Borbón a bordo del Azor hablando sobre los estudios de don Juan Carlos

 

Entre las dos guerras mundiales se produce en el mundo una situación social que no agrada a nadie, debido a la actuación del Presidente Wilson, excesivamente severa con los vencidos.

 

En España ha triunfado la República, que no deja de ser una democracia, pero en las elecciones en las que triunfan Largo Caballero y sus socialistas a ejemplo de quien les inspira: la Unión Soviética, se convierte en una dictadura.

 

Los jóvenes españoles se decantan por grupos políticos –el principal y más nutrido es el de José Antonio Primo de Rivera-.

 

En 1933 Hitler sube al poder e inaugura el nazismo, que es el socialismo de derechas. Mussolini, que le admira, inaugura el mismo socialismo que en Italia llaman fascismo, como en España, que se decantan más por el de este mismo país. José Antonio escribe mucho y los suyos van armados si hace falta –la dialéctica de las pistolas-. Su fundación se llama FE –Falange Española- y es una organización política de ideología autoritaria y estructura paramilitar.

 

Socialismo.- Es la doctrina política de organización social que antepone el interés común a los intereses particulares.

 

¿Cómo son las relaciones entre dos personas importantes en aquel momento, como son el comandante Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera?

  


Se conocen en 1932 en la boda de Serrano Suñer con Zita Polo y no conectan. Seguramente José Antonio –que solo tiene 32 años- es demasiado abierto y no comprende el modo de actuar de Franco –que le gusta estar enterado de todo, mostrándose él como un ignorante que no sabe nada-. Desde entonces utiliza los servicios de APIS, que es el conjunto de espías que persiguen a los judeo-masones.

 

José Antonio fue encarcelado por el uso indebido de armas. Trasladado a Alicante, desde donde dirigía la Falange, fue fusilado el 20 de noviembre de 1936. Franco se lo comunica a Las Cortes. ¿Y por qué no lo ha salvado usted? Porque apenas lo conocía. No teníamos contacto. Sí que salva a su hermano Miguel y a la esposa de este, Margot. No tuvieron hijos. El matrimonio se separó. Aparte de darle un título nobiliario, lo hace embajador en Inglaterra y ministro de agricultura. En este último cargo nos deja una perla verdaderamente impagable: ¡Qué bonitos deben estar esos campos de arroz valencianos, todos blancos, todos blancos…!

 

Hace años que se relaciona con un grupo de escritores que forman la corte literaria de José Antonio y dan lo mejor de sí mismos antes de comenzar la sublevación. El primero de ellos es Ernesto Giménez Caballero. Perseguido para matarle, logra salir de España y radica en Italia, donde se pone al habla con Mussolini. Es la postura que hay en Italia, el “fascio”, lo que se contagia en España, el “fascismo” y Sánchez Mazas estará luego de la guerra de corresponsal en Roma.

 

En 1937, Giménez Caballero escribe el Decreto de la Unificación: falangistas, Falange Española Tradicionalista, carlistas, requetés y elementos de las JONS. Franco es el que lo lee como si fuese cosa suya y en verdad, que le han venido a las manos una serie de combatientes jóvenes e ilusionados, dispuestos a dar la vida por su patria. José Antonio encarga a distintos grupos de los suyos canciones, versos, discursos, vigilado por otro que se supone que está más formado. Son famosas las cenas en La ballena alegre y las comidas en un hotel donde se reserva un sillón con una piel de felino, que representa a un invitado muy especial.

 

José Antonio, buen orador

 José Antonio tiene palabras para designar todo, pero no hechos y a Franco lo que le conviene es gente que con todo entusiasmo le acompañe en la guerra. Fusilado José Antonio, el falangista Hedilla –casado con una señora de la aristocracia valenciana- toma el puesto de José Antonio, lo que provoca la cólera de Franco y lo codena a muerte, aunque luego lo cambia por la pena de cadena perpetua. Franco no tiene inconveniente en tomar el puesto de Jefe de los falangistas y vestir y emplear sus símbolos. Aumenta la cantidad de los que le siguen con toda ilusión por la salvación de España, de los que están incluidos en el Decreto de la Unificación. Es entonces cuando pasan a llamarse franquistas.

 

Giménez Caballero es un trepa y no le importa servir a quien sea con tal de que triunfe; aunque literariamente no se puede decir que fuera una maravilla. La parafernalia y el lenguaje de Falange Española se apoderan de todo. Se tutea a todo el mundo poniéndole delante la palabra camarada y haciendo estudiar a los chicos y chicas de entonces textos y escritos políticos y sociales de José Antonio, por los que se rinden exámenes, aunque por fortuna los resultados no influyen en nada. A José Antonio se le llama el “Ausente” y su retrato, junto con el de Franco, flanquean el crucifijo que hay en el centro y en todos preside los centros oficiales. Algunos muy importantes, solo tienen el retrato de Franco pintado al óleo.

  


Hay actos heroicos en las dos partes de combatientes. El 6 de marzo de 1938, en Cabo de Palos, el crucero Baleares es bombardeado y amenaza hundirse. Cinco destructores ingleses evolucionan alrededor de él, indicándoles que se tiren al agua para salvarse. La dotación, compuesta de guardias marinas de 18 años y falangistas, prefiere ponerse en formación y, al canto del Cara al sol, hundirse con el barco que será su tumba.

  


Uno de ellos, Luis Felipe García Sanchíz, es hijo de José María García Sanchíz, más un charlista valenciano que conferenciante. En memoria de su hijo único –Pipo familiarmente-, escribe un libro precioso titulado: Más vale volando. 


El Alcázar de Toledo ha quedado completamente destruido, y las tropas franquistas, en la victoria, reconstruyen el despacho del general Moscardó con los muebles que tenía. Allí se reproduce la conversación que tienen el mando enemigo y el general. Por la salvación de la vida de su hijo –prisionero- le piden la entrega del Alcázar. El general se niega, aparte de que está rodeado de los oficiales jóvenes que no le dejarían realizar semejante acto. El joven prisionero es fusilado un mes después.

 

En el Alcázar se produce una situación muy tensa. Los republicanos quieren que los suyos que se han refugiado allí, sean devueltos, pero especialmente las mujeres y los niños le piden a Moscardó que interceda por ellos. Pero al llegar la victoria, este hace que pasen al lado franquista.

 

¿Es Moscardó un héroe? Lo es, pero recordemos que España está llena de héroes de este jaez. Por ejemplo recordemos a Guzmán el Bueno, defendiendo el puesto de Tarifa y diciéndole al jefe moro: “Y si tu puñal no es bueno, aquí tienes el mío”. Y le lanza el suyo. Frase célebre que pronuncia ante la amenaza del moro de matar a su hijo. Esto ocurre en 1294.

 

Guzmán el Bueno. Salvador Martínez Cubells. Museo del Prado

 

Quizá, porque todos tenemos un fondo bueno, Miguel Primo de Rivera en la madurez de su vida reflexiona y decide ir a don Juan a pedirle perdón y ponerse a su servicio.

 

La Corte Literaria de José Antonio, acabada la guerra, ni ha participado en ella como combatiente ni ha perdido a ninguno de su grupo. Pero es cierto que ya no escribe tan bien como lo hacía y en la paz recibe pequeños puestos de recompensa. El único escritor que es ministro es Rafael Sánchez Mazas, pero en vista de que no asiste a los Consejos, le quitan la silla y ya no vuelve a ir. Él es quien le pide a su excelencia que no fusilen a Miguel Hernández, que muere igualmente por falta de comida, llorando por la muerte de su hijo, a quien dedica ese poema tan triste pero tan maravilloso que se titula Las nanas de la cebolla. Los héroes de los rojos no se quedan a morir con los suyos: si van en avión, los conduce el mismo jefe de la aviación roja, Ignacio Hidalgo de Cisneros, y los lleva a Orán, donde el Cónsul se hace cargo de ellos. La Pasionaria irá a la Unión Soviética y Alberti a Italia. Pero el caso más cruento es el que representa Prieto y Negrín. Este último tiene un barco francés con capitán francés, surto en el puerto de Barcelona, llenándolo de las mejores riquezas que hay en España, con vistas a que se trasladase a México y que lo recibiese Prieto, que había conseguido que lo nombrasen embajador de aquel país, y que se hiciese cargo de todas las riquezas que mandaban desde España.

 

En la actualidad hay gente que busca los tesoros españoles. Es la Familia Real Española, don Juan y don Juan Carlos I, los que se trasladan a México para mantener una relación normal con doña Dolores, viuda de Azaña, que termina aquí sus últimos días. 


 

 


 

 

PRIMERA CARTA

Relación epistolar entre el Conde de Barcelona y el General Franco

 


General Franco (1892-1975). Ha tomado el puesto de Dictador de España y nada le hará dejarlo.

 

Franco llegó al generalato siendo el más joven de su tiempo. Los que prestaban sus servicios en África hacían una carrera más rápida que los que estaban en la península y eso era causa de discusiones y malos humores. Alfonso XIII sintió verdadera simpatía por él y fue su padrino de boda.

 

Al acabar la guerra española el rey le escribió para darle la enhorabuena, pero Franco no le contestó. Se desconoce la causa de su desafecto.

 

Toda la Iglesia le apoya por la cantidad de clérigos asesinados durante la guerra civil; sacerdotes, frailes y monjas, en un total de 6.832. Ninguno de los llamados fue infiel al Señor.

 

 


Don Ángel Herrera Oria huye a Friburgo al empezar la guerra; hace los estudios para recibir el sacramento del Orden y canta misa. Vuelve a España pero Franco no lo quiere. La Iglesia le da el título de Obispo y Cardenal y crea en Málaga un obispado especial para él que ocupará mientras viva. Son famosas sus homilías de los domingos, donde la gente va a la catedral por oírle.

 

Franco ha cogido las costumbres que tenían los reyes, pero que estos ya no usaban, como entrar bajo palio, mandar tres nombres para que la Santa Sede elija un obispo, etc. Pablo VI utiliza esta última posibilidad para lograr que España tenga los obispos que la Iglesia desea, eligiendo de los tres el que más se acerca a la forma de pensar papal en ese momento.

 

Juan XXIII, estando de nuncio en Francia, recibe a José María Aguirre, presidente de los vascos en la España republicana. El general Franco le manda un propio diciéndole que debe disculparse por lo que ha hecho –se queda uno asombrado viendo las pretensiones de este generalito-, pero cuando el Nuncio hace una visita a las iglesias francesas del norte de África, le pone espías en toda España para que le digan qué ha dicho y qué ha escuchado el que en poco tiempo será Juan XXIII y esto es una constante durante todo su “reinado”.

 

 


Martín Artajo –nombrado general por Franco-, como ministro de Asuntos Exteriores, va a visitar a Pío XII. Se ve interpelado por el Papa que quiere hablar con él a solas. Al terminar le dice a sus acompañantes: “Esto será la causa de mi retiro”. A los 15 días de volver a España, Franco le manda una nota de cese.

 

Durante todos los días laborables, el general Franco emplea dos horas de la tarde en lo que la familia llama “la firma”. Se le pasan todos los juicios que se han celebrado por la mañana y él los deja tal como están o los cambia: un condenado a muerte lo salva; uno que se ha salvado lo condena a muerte. No solo cambia las decisiones de compañeros sino que se convierte en un señor de la vida y de la muerte.

 

En las elecciones de “tercio familiar” que se hacían entre los ciudadanos, la sorpresa era ver que el presidente y sus acompañantes en la mesa, se preparaban para hacer el recuento y se quedaban completamente sorprendidos cuando la puerta se abría bruscamente y unos individuos con otra urna y otros papeles le dejaban esta y se llevaban la que ellos tenían.

 


La Madre Ràfols fue una catalana del siglo XVIII, religiosa cofundadora de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana y profetisa. En uno de sus escritos alude a un joven soldado que desde los Pirineos impedirá la entrada del comunismo en España. Había mucha gente que identificaba al joven soldado con Franco, como lo de la “lucecita del Pardo”.

 


Don Juan de Borbón y Battenberg (1913-1993). Conde de Barcelona.

 

Juan de Borbón fue el tercer hijo varón de Alfonso XIII y de Victoria Eugenia de Battenberg. Es el heredero de la Corona Española, porque no padece la enfermedad de la hemofilia, como el Infante Alfonso, excluido de la sucesión por ello. Y el segundo hijo, ha sido operado del oído, cosa que le ha dejado completamente sordo, lo que también le impide acceder al trono.

 

Don Juan, en el exilio, estudia para convertirse en marino en la Royal Navy. Es muy criticado por los españoles por hacer estudios en un país que no es el suyo.

 

Según José María Pemán, don Juan se presenta en España ya empezada la guerra española con el nombre de Juan Nadie. Es recibido por el General Dávila que consulta a su Excelencia, el cual recibe al Infante y le dice: “Vuestra vida es demasiado preciosa para exponerla”. Don Juan se retira muy esperanzado.

 

Sí que se encarga de traer a su padre que, con todos los honores, reposa en el lugar que le corresponde en el Monasterio de El Escorial. En 1993 es su hijo Juan Carlos I el que hace lo propio con él.

 

Don Juan y su familia viven en Estoril, Portugal, vigilados por el Jefe de Gobierno Oliveira Salazar y Nicolás Franco, Embajador de España en el país vecino. Con este cargo, su Excelencia había premiado la ayuda recibida de su hermano para alcanzar el puesto al que llega, y de paso no lo tenía a su lado.

 

Don Juan, por medio de un telegrama emitido el 3 de agosto de 1943, le pide al General Franco que proceda a la restauración de la Monarquía en la persona de su padre y amenaza con una “ruptura definitiva” –recuérdese que el Rey Alfonso XIII nunca dimitió-. Don Juan tiene el presentimiento de que la Guerra Mundial va a terminar con el triunfo aliado, el cual comportaría una presión internacional capaz de obligar a abandonar la jefatura del estado español. Don Juan deseaba evitar que el triunfo de los aliados trajera el retorno de la república.

 

Don Juan va a menudo a ver a su prima Isabel, reina de Inglaterra, y una de las veces le presenta a su hijo mayor que no quiere aprender inglés porque es de los que se manifiestan contra la embajada inglesa y el embajador. Don Juan Carlos se avergüenza y aprende un inglés perfecto como le hemos oído durante su reinado. 

 


Un gran escritor español, Enrique Jardiel Poncela, decía: “La juventud es el único defecto del que nos corregimos todos”. ¡Sabia persona!, ya que mantiene al heredero de Alfonso XIII con esperanza; “de un momento a otro, será repuesto su padre y luego él”. En los mejores colegios de España, la nueva juventud se adiestraba en toda clase de aprendizaje. Al mejor estilo de Confucio, las mujeres y hombres del porvenir decían: “Don Juan ha puesto los dos ojos en el Trono Español, pero el tercero no lo pondrá”. Y fue cierto. Don Juan vive en Lausana desde 1942. Muere en Pamplona en 1993, adonde se ha retirado para tratar el cáncer que sufre.

 

Ramón Padilla, diplomático, Secretario personal del Conde de Barcelona a partir de 1938, es recomendado por el General Vigón, que ha sido profesor de “Juanito” durante el reinado de su padre. El General Vigón ha aprovechado esta ocasión para infiltrar un espía que ni él mismo sabe que lo es. Padilla vive en Lausana desde 1942.

 

Eugenio Vegas Latapié (1907-1985), Letrado del Consejo de Estado, actúa como Secretario político de don Juan. Vegas era de firmes convicciones, tradicionalistas y conservadoras, y deseoso de la inmediata restauración de la monarquía. Tiene el proyecto de trasladar la vivienda de don Juan y familia a una ciudad italiana y de allí a Lisboa. El General Franco está al tanto de todos estos proyectos por la correspondencia que se le intercepta a Padilla, informado por el General Vigón, Ministro del Aire, y ex espía de Franco en todos los terrenos.

 

Se impide este viaje de forma que el Conde de Barcelona no contacte con Gil Robles y con Pedro Sáinz Rodríguez, y por la cantidad de monárquicos que vivían en la nación portuguesa.

 

Juan Luis Roca de Togores (1897-1982), vizconde de Rocamora, se oponía también a este viaje pero por otras causas. Vivía en Lausana desde 1943 y formaba parte del equipo del Conde de Barcelona. Como militar dependía de Arsenio Martínez Campos, Jefe de los Servicios de Información del Ejército –cuya hija Angelita, es la esposa del vizconde-.

 

Un inciso.-

Este general es nieto del Arsenio Martínez Campos que con su pronunciamiento en Sagunto el año 1874, devolvió la monarquía a España en la persona de Alfonso XII.

 

Y Arsenio III está encargado por su excelencia a ser una especie de tutor inglés del príncipe Juan Carlos I.

 

Cuando va a la Academia, invita a almorzar al príncipe y a sus amigos más íntimos. Le llaman “SAR” –Su Alteza Real- y el general da dos chillidos intentando que aquella plebe se comporte como lo que son, cadetes militares que honran a su rey. Tiempo perdido. Precisamente porque ya estamos en otra época.



 

 

El General Kindelán (1879-1962) propicia su reunión con ocho Tenientes Generales y dirigen una carta al General Franco –marcada por la mayor disciplina y sincera adhesión-, en la cual le ruegan respetuosamente que considere si había llegado el momento de restaurar la Monarquía. Es el Ministro del Ejército, Carlos Asensio, el encargado de entregarle esta carta al General Franco, pero este se niega a recibirla. Él prefiere hablar con los Generales uno a uno y explicarles la situación. En lo tocante a la Monarquía, les hace saber que pensaba restaurarla pero cuando lo considerara oportuno.

 

Con el último que habla es con el Teniente General destinado en Valencia, Antonio Aranda, el cual estuvo muy irrespetuoso y en desacuerdo con todas las propuestas franquistas. De resultas de aquella conversación fue ingresado en un castillo destinado a prisión militar. A fin de darle legitimidad al acto de Franco, se airea en los periódicos que dicho general ha comprado todas las entradas para un partido de fútbol a celebrar en Valencia, de mucha trascendencia futbolística y piensa revenderlas a mayor precio. La gente ríe escandalizada, pero el asunto se olvida pronto. La primera visita que hará Juan Carlos I a un militar es a este, que ha perdido su puesto en su carrera por respeto a la Monarquía.

 

Entre tanto, don Juan intenta salir de Suiza el 11 de septiembre. Sin embargo, ese día la frontera suiza-italiana está cerrada a causa del cambio de relaciones entre Italia y Alemania. El Conde de Barcelona se ve obligado a volver a Lausana. Su Secretario, Ramón Padilla, está ya en Roma para preparar el viaje del Infante a Lisboa. Él mismo se traslada a esa ciudad el 25 del mismo mes, y fue informado de que se había cancelado el viaje de tan ilustre huésped. Los que le informan son el Conde de Jordana, Ministro de Asuntos Exteriores y Juan Vigón, Ministro del Ejército. En esa comunicación, Franco le ofrece tener la misma información internacional que él recibía, pues la que le llegaba a don Juan se limitaba a noticias de prensa.

 

Padilla habla con Gil Robles –fundador de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que fue una coalición española de partidos católicos y de derechas durante la etapa de la Segunda República-, pues lo que quiere es preparar un próximo viaje que tenga éxito. Después de visitar a Gil Robles desde Madrid, viaja a San Sebastián para descansar en la casa familiar. El Ministro de Asuntos Exteriores, Conde de Jordana, le va buscando puestos diplomáticos con tal de que no pueda estar en Lausana al lado de don Juan.

 

Un inciso.-

En el Congreso se produce un mínimo diálogo que, sin tener certeza, se atribuye a don José María y dos diputados. Estos se encuentran a la altura de un primer piso y uno le dice a otro: “Por ahí va el diputado de los calzoncillos color de rosa”. Don José María, que pasa en ese momento por el hemiciclo a su altura, se vuelve rápido y le contesta: “¡Caramba! ¡Qué pronto se lo ha dicho su mujer!”.

 

Acabada la guerra, los colegiales vuelven a sus estudios y los señores a sus trabajos, todos vestidos con trajes completos. No hay telas ni hay dinero y los trajes que ya existen se “vuelven” para darles un look remozado. Nadie se ríe, porque esta situación es común a todo el mundo, sin distinción. Pero hay algo que lo denuncia: los botones. 

 


En 1944, don José María va a sus quehaceres por las calles de Lisboa con los botones a la izquierda.

 

Don Juan se encuentra muy aislado en Lausana. Las visitas españolas que recibe –José María de Areiza, Luis Arnada y la familia Luca de Tena- solo hacen que insistirle en que acepte la dotación de la “Casa” que Franco le había ofrecido. Don Juan –solo con sus pensamientos- decide romper con Franco. El Conde de Barcelona, por mediación del Conde de Fontanar, hace llegar a los españoles una carta de un manifiesto con fecha 1 de diciembre. Ambos pensaba mandarlos por medio de dicho señor. Proyectos y cartas que son de mucho tramado. En aquel momento implicaban –de ser aprobadas- una lectura pública con el Dictador. Tenían que ser estudiadas por los miembros del Consejo Monárquico y por el Secretariado de Acción Monárquica. Los Vizcondes de Rocamora partieron de Lausana el día 3 de noviembre, siendo portadores de esta documentación. El día 5 estaban en Hendaya, y la carta de don Juan a Padilla llegó a manos de Franco. El Conde de Jordana anota en su diario: “Por la tarde recibí al General Vigón y luego los dos fuimos a ver al Infante don Alfonso. Al hablar con él de una carta (sic) de don Juan a Padilla”. Como el Infante don Alfonso vivía en Sevilla, es razonable pensar que la carta estaba en manos del Conde de Jordana el día 9.

 

Un inciso.-

El Infante Alfonso nació en Madrid, en el Palacio Real. Era el mayor de los tres hijos del Príncipe Carlos de Borbón-Dos Sicilias y de su esposa, la Princesa de Asturias, María de las Mercedes. Aproximadamente un mes antes, su tío Alfonso XIII había dispuesto que el hijo o hija que naciese en el próximo parto de la Princesa de Asturias, fuese Infante o Infanta de España. La muerte de su madre, la Princesa de Asturias, en el parto del tercero de sus vástagos en 1904 y el hecho de que su tío, el Rey Alfonso XIII de España, no tuviese aún descendientes, le convirtió en el heredero de la Corona Española, aunque, al contrario que su madre, nunca llegó a ostentar el título de Príncipe de Asturias. En 1907 nació su primo, Alfonso de Borbón y Battenberg, primogénito de Alfonso XIII, por lo que perdió todos los honores que le correspondían como heredero.

 

Don Juan, mientras estuvo en Portugal, no podía recibir cartas de Padilla que contestasen a las suyas y aquella a la que nos referimos ahora, tiene los siguientes contenidos políticos escritos por don Juan a Padilla: “Como puedes suponerte, aquí seguimos viviendo pendientes de lo que pasa por España y últimamente impresionados por la campaña que se nos hace. De resultas, he tomado la determinación que desde hace tiempo se me venía aconsejando, es decir, la ruptura. El mismo Infante, en su última carta, me aconsejó ese paso y Paco –Conde de Los Andes-, con grandes circunloquios, lo mismo. Así es que, en estas estamos. Ahora bien, tú de sobra sabes lo que esto significa, y por eso quiero que estés muy en contacto con Madrid, para que no me coja desprevenido la noticia y puedas tomar tus medidas. A mí me es muy difícil aconsejarte. Vas a tener que tomar tus decisiones solo, o todo lo más preguntando a Madrid lo que tienes que hacer. Lo principal es que no me vaya yo a quedar sin nadie y precisamente los menos útiles”.

 

Después de unos párrafos dedicados a cuestiones familiares y personales, don Juan continúa: “Para salir al paso de aquel proyecto del Pardo, de formarme mi Casa, he decidido nombrar a Juan Luis Mayordomo Mayor, y a los demás les extenderé su nombramiento, así como a ti el de Secretario particular. (…) Como comprenderás, mi situación de ánimo, sin ser malo, es un poco pesimista en tanto a la eficacia de todo cuanto hagamos, pero esto no ha de pararme para, libre de rencores personales, cumplir con mi deber en todo momento.

 

En resumen, tienes que estar preparado para venir ‘at short notice’, aunque antes de empezar el año nuevo, no creo que hagamos nada, por la sencilla razón de que la época de fiestas no es la más indicada para hacer reaccionar a la gente”.

 

El conde de Barcelona daba recuerdos de distintas personas que vivían en Lausana y en el Post Scriptum añadía: “Todo cuanto te digo es absolutamente reservado y por lo tanto guarda silencio sobre todo ello”.

 

Se nos asegura con insistencia que en el Pardo se poseen documentos de esta Secretaría y por lo tanto hay espionaje. Hay que pensar más bien, que entre todos somos algo indiscretos y no podemos remediar hacer comentarios incluso delante de gente desconocida. Esta carta de don Juan a Ramón Padilla que, hasta la actualidad, llevaba un texto desconocido, fue encontrada en el archivo de Manuel Valdés Larrañaga por el profesor Gonzalo Redondo. El señor Valdés, en 1943, ocupaba un alto cargo en Falange Española. Hay unas manchitas sobre el papel que dicen: “Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Delegación Nacional de Información e Investigación”. Y el encabezamiento dice: “Carta dirigida por don Juan III a don Ramón Padilla. Lausana, 26 de diciembre de 1943”.

 

El Conde de Fontanar fue informado el 12 de diciembre, que esa carta había llegado a manos de Franco. El hecho le fue comentado por el General Vigón. Fontanar recibió a Padilla: “Le diré que ha sido interceptada una carta, que fechada el 26 de noviembre, escribió el Rey a Portugal”. Francisco Carvajal informó a Lausana por medio de una carta al Conde de San Miguel de Castellar, e hizo llegar su opinión de que no era el momento para gestos “estridentes” y que romper con Franco alejaría de Juan de Borbón a “esenciales núcleos de opinión”.

 

Una carta posterior de Fontanar a Padilla explicaba: “La persona que por lo visto trajo la carta a ti dirigida, al saberte en Portugal, ¡la envió por correo ordinario! Como es lógico y natural, esta fue abierta en la frontera por la censura, ‘cosas que ocurren con toda la correspondencia que entra y sale de España’. Y lo demás, no precisa explicación”.

 

Fontanar transmitió la versión que recibió del General Vigón, pero esta versión contiene un dato que no se adecúa a la realidad: “Al saberte en Portugal”. Era imposible que una persona que procedía de Lausana desconociera que Padilla había dejado el país vecino el 25 de noviembre, y don Juan le decía, en la carta interceptada, que no le había escrito antes pues mientras estuviera en Portugal “no ibas a poder recibir mi carta”.

 

En Madrid sabían que la correspondencia entre don Juan y Padilla había sido interceptada al echarla su portador. El Conde de Barcelona recibió el consejo, por parte de los monárquicos, de no romper con Franco y se sintió algo dolido. El 4 de enero escribió a Fontanar. Su carta la iniciaba con las siguientes palabras: “Ante todo, como todas las fiestas tienen octava, todos mis mejores deseos para este Año Nuevo. (…) De la consulta que mandé hacer con motivo del manifiesto…”. Y de modo inmediato se refería a la carta interceptada: “Lo de la carta de Ramón es muy fastidioso, pero no entiendo lo que toca a don Ali (Alfonso de Orleáns), pues no recuerdo (por no haber sacado copia) lo que decía de él. Espero la llegada de J. L. (Juan Luis Roca de Togores) para tomar actitud, pero mientras, no dejes las cosas de la mano”.

 

Vigón volvió a llamar al Conde de Fontanar para estudiar el modo de restablecer la confianza entre don Juan y Franco. Con motivo de esta conversación, Fontanar se enteró del texto de la carta de don Juan a Padilla. Era también conocido por los Generales Kindelán y Asensio, Ministro del Ejército. Franco tomó una actitud de dureza al leer dicha carta y durante el último mes de 1943, le escribió a don Juan unas letras durísimas, en las que se metía con sus consejeros: “Jugar la absurda carta de la ruptura”, y afirmaba “nosotros caminamos hacia la Monarquía, vosotros podéis impedir que lleguemos a ella”.

 

El General Franco aprovecha su carta para devolverle a don Juan la suya, y este le responde: “Mi honda inquietud y preocupación porque agentes extranjeros intervengan el servicio postal entre Irún y San Sebastián”. (25-1-44) Esta versión muestra que la carta de Vigón a Fontanar no se ajusta a la realidad. Si Padilla estaba en San Sebastián, ¿quién había sido el que interceptara la carta, puesto que debía ir por otro recorrido?

 

Don Juan escribe a su antiguo profesor Vigón y le dice que tenga cuidado con sus fuentes de información, pues a Franco no debe extrañarle lo que él le escribe, ya que conoce su forma de pensar.

 

¿Qué ha ocurrido en realidad? Que las personas que rodean al Conde de Barcelona son una nulidad, y que visto así, parece que hayan sido dos cartas iguales las que ha escrito don Juan. La equivocación ha sido el ponerla en manos de Angelita, Vizcondesa de Rocamora.

 

Pasado el tiempo, don Pedro Sáinz Rodríguez, tanto él como don Juan, se dedican a buscar viejas correspondencias propias, pero no hacen un gran esfuerzo.

 

En el Don Juan, el Conde de Barcelona le dice a su autor Luis María Ansón: “Limítate a poner la verdad”. La primera edición sale equivocada, pero en la segunda ya está corregida.

 

¿Cuál es la memoria que falla en realidad y cuál es la carta “interceptada”? El hispanista Paul Preston explica en la edición inglesa de su libro, sobre la vida de Juan Carlos I, lo que pasó en realidad.

 

La historia exige documentos. Los testimonios orales, aunque estén muy bien transcritos, pueden contener excelentes errores. Paciencia. Habrá que desmontarlos uno a uno. Documentos no faltan. Roger Chartier ha escrito: “Desde el archivo al documento, del documento a la narración, y de la narración al conocimiento, esto es lo que separa a la historia del borde del acantilado”.

 

 

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SEGUNDA CARTA

Relación epistolar entre el Conde de Jordana y el General Franco

 

 


Francisco Gómez Souza, nacido en Madrid el 1 de febrero de 1876 y muerto en San Sebastián el 3 de agosto de 1944. Fueron sus padres el Teniente General Francisco Gómez Jordana y su esposa. Francisco, desde pequeño muestra deseos de ser militar. Admira a su padre y también por parte materna existen los militares, puesto que su abuelo, el general Souza es padre de su madre. Los datos de su vida se pueden saber por la biografía que escribe Carlos Seco Serrano y los diarios inéditos –que él mismo redactó desde el comienzo de la Guerra Civil hasta su muerte- que su hijo ha dado a conocer.

 

Hizo sus estudios en la Academia de Toledo –sita en el Alcázar-, especializándose en diplomacia. Como su padre estaba en el Protectorado Español –desde 1916- como Alto Comisario, se le envió allí para ayudarle. El Alto Protectorado Español era la tercera parte en que se había dividido aquel terreno, siendo las otras dos naciones que formaban parte de él, Francia y Alemania, por lo cual, Gómez Souza hizo sus primeras armas como diplomático en las reuniones de París. Hereda el puesto de su padre en 1918. Sale de la Academia como Segundo teniente, participa en las guerras de Ultramar –Cuba, Filipinas, Puerto Rico-. De 1938 a 1939 es Ministro de Asuntos Exteriores de Franco, con sede en Burgos. Jordana vuelve a ser Ministro de Asuntos Exteriores –en esta ocasión se crea oficialmente este ministerio en un Consejo de Ministros, siendo él el primero que lo ocupa-, entre los años 1942 a 1944. Las dos potencias fascistas –Alemania e Italia- quieren atraerlo, pero él logra evitarlo.

 

Un inciso.-

¿Quién es de verdad el que evita que España entre en la guerra aliada con los nazis? No sabemos lo que Franco hubiese decidido hacer después de la entrevista de Hendaya, pero es cierto que Hitler no podía cargar con un pueblo al que debía pertrechar de armas de guerra modernas y de avituallamiento.

 

Por R.O. de 21 de diciembre de 1920 se unen los apellidos de su padre y por tanto los de los sucesores. El Rey Alfonso XIII le hace la merced de titularlo en 1925 como Conde de Jordana.

 

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Un inciso.-

Durante un año le sucede en el ministerio Serrano Suñer, cuñado del General Franco por estar casado con Zita Polo. Serrano es un hombre alto y apuesto y que además se cree llamado a ocupar altos puestos. Va a Italia a visitar a Mussolini, el cual cambia el nombre del bando nacionalista –con el que se conoce al ejército de Franco-, con el de “nacionales”, con el que se les llamará desde entonces. Como si sus atribuciones tuviesen alguna importancia, invita al Conde Ciano a dar una vuelta por España. El Conde es del corte de Serrano; quién nos diría viendo esta foto que había de llegar a las Fosas Ardeantinas, donde los alemanes hicieron una masacre tan horrible con los italianos que habían sido sus aliados.

 

 


A Serrano le llamaban “el cuñadísimo” y no tenía nada más que eso: una carrera de derecho de la que tuvo que vivir después de la ruptura familiar.

 

Carmen Díez de Rivera era la hija ilegítima de Ramón Serrano Suñer –ministro de Franco- y Sonsoles de Icaza –Marquesa de Llanzol-, la mujer más elegante de España en los años 40 y 50.

 

Icaza, casada con Francisco Díez de Rivera, era la musa de Balenciaga, la señora “bien” con más modelos del modista vasco en su vestidor. La más guapa de la época y la más admirada, pero a la vez la amante secreta del cuñado de Franco, pues Suñer estaba también casado y encima con Zita, hermana de Carmen Polo.

 

Suñer e Icaza protagonizaron un romance apasionante, por bonito y prohibido, del que nació Carmen Díez de Rivera y que la marcó de por vida. Ella se crió pensando que el padre de sus hermanos, el Marqués de Llanzol, era también el suyo, ya que siguió casado con su madre hasta el final y le dio su apellido, Díez de Rivera. Aunque esta paternidad ilegítima siempre fue un secreto a voces en la alta sociedad y el propio Marqués de Llanzol lo sabía, Suñer jamás reconoció a Carmen públicamente, ni siquiera a la muerte de ella, víctima de un cáncer a los 57 años en 1999, cuando él era un ancianito nonagenario.

 


Carmen Díez de Rivera

 

Lo terrible de esta situación es que la joven se enteró al enamorarse de un hijo de Serrano y hubo que decirle que era su hermano. En el único libro que ella nos dejó escrito, se presenta como una especie de inspiradora del Presidente Suárez.

 

Para más escarnio, las tres hermanas Icaza pertenecían al círculo íntimo de las hermanas Polo.

 

 


Serrano Suñer tuvo mucho éxito en su bufete, pero no hay que olvidar que también tuvo la cara dura de pedirle a su cuñado que, mientras regía España, lo hiciese a él Presidente o Jefe de Estado de la nación. Deja de ser ministro para siempre y su puesto es ocupado –también para siempre- por el Conde de Jordana.

 

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Provocado por la situación de Marruecos, el General Primo de Rivera dio el año 1924 su famoso golpe. Jordana estaba en aquellos momentos al frente de la Oficina que en 1921, por R.O. se había fundado y dese allí se regían las órdenes de la paz española. Jordana estuvo con Primo de Rivera como vocal del Directorio y hasta le sustituyó algunas veces si el General tenía que viajar. Pero él pensó siempre que solo se podía solucionar esta situación a base de encuentros y de diálogos.

 

El advenimiento de la república fue muy amargo para él y estuvo encarcelado sin participar en la conspiración franquista. Se adhiere al Glorioso Movimiento Nacional. Su figura generalmente fue muy elogiada. La lealtad fue el signo de su vida. Era cordial y afable, sin gastar coba a los demás ni permitir que se la gastasen a él. Muy discreto en su labor diplomática, lo que hizo lo hizo tan silenciosamente que no se recuerda o se ha borrado.

 

En 1925, el Conde de Jordana era General de División al frente del Gobierno Militar de Valladolid. Siguiendo sus deseos, se reúnen los interesados en una Conferencia en París el mismo año y cuando concluyó, el gobierno francés honró al General Jordana con el Gran Corazón de la Legión de Honor. 

 



Por toda su trayectoria se ve que el Conde de Jordana era un caballero en toda la extensión de la palabra. No tuvo enemigos, solo le estorbó a una persona. Por lo demás, el General era una de esas personas a quienes el honor es inherente a su ser.

 

El conde escribió sus diarios desde 1936 a 1944, que nadie conocía. Su hijo Rafael los convierte en un libro mediante el cual podemos conocer su vida personal, social y política. Gracias a él se mantiene la neutralidad en España. Sus conversaciones con los embajadores alemán, francés, inglés y norteamericano son constantes. Ya empezada la Segunda Guerra Mundial, España no se deja involucrar en ella. Los aliados prefieren que permanezca al margen. Hemos de prestar atención a sus consignas, porque Estados Unidos es quien nos proporciona toda la gasolina que se gasta en España. A cambio, nos pide que no le vendamos a Hitler el wolframio. El producto de las minas, propias del Estado o de un particular, se puede vender en la proporción que les marquen los aliados, ya que los germanos lo usan mucho para la fabricación de armas. La mayoría de particulares no quieren tratos con ellos y lo venden a los ingleses, que llevan el cargamento en barcos hasta aguas internacionales y allí lo descargan.

 

Jordana ha sido el último Alto Comisario de la Monarquía en Marruecos. Fue Presidente de la Junta Técnica del Gobierno Nacional y Vicepresidente del Gobierno. También fue Presidente del Consejo del Estado y Ministro de Asuntos Exteriores en dos ocasiones. Hasta el momento de morir, dedica su vida con lealtad y sacrificio al servicio de su patria.

 

De sus éxitos diplomáticos y militares que conducen a la derrota de Abd el Karim, da testimonio un cuadro pintado por el pintor catalán Beltrán Masses. El lienzo representa a Francia y España. La primera figura lleva gorra frigia y la segunda está tocada con la corona cívica y ambas se estrechan efusivamente las manos. También figura el Marqués de Estella. Estuvo en la Embajada Francesa en Madrid. Diversas circunstancias hicieron desaparecer la pintura, pero se ha vuelto a encontrar.

 

Un inciso.-

Durante los pocos meses que van del final de la Guerra Civil Española al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Francia envía a España un embajador extraordinario y con un fin muy concreto: el Mariscal Pétain. Vienen a pedir la tienda de campaña que utilizó Francisco I en sus guerras contra nuestro Emperador Carlos. Para aplacar los ánimos, el Mariscal nos trae una prenda de mucho valor: la Inmaculada pintada por Murillo y que se conoce como la Inmaculada de Soult, por ser este Mariscal francés el que la robó durante la Guerra de la Independencia. ¡Oh desilusión! El cuadro es muy bien recibido y ocupa su sitio en el Prado, pero ningún español sabía que faltaba, hasta el punto de que cuando se habla de él dicen “han devuelto un cuadro que se llevó un mariscal francés”. Para más deferencia, Pétain devuelve unos legajos que la tropa cogió del Castillo de Simancas, donde tampoco se han enterado de que faltan.

 

 


En internet consta la conversación que mantuvieron los dos militares, y Franco se permitió darle consejos a Pétain. Debía de tener razón, y lo constatamos al ver el final de uno y de otro.

 

Hay algo que se cuenta pero no hay nada que apoye su veracidad y es demasiado cruel y triste. En una de las elegantes cenas que daban los embajadores franceses, estaba invitado el obispo de Tarbes, Pierre Marie Theás, que había asistido espiritualmente a Azaña en el lecho de muerte, y una señora le interpeló: “Monseñor, ¿es verdad que usted asistió a Azaña en sus últimos momentos?” Ante la respuesta afirmativa del obispo, la señora replicó: “Entonces ¿tenemos el peligro de encontrarnos con él en el Cielo?” A lo que le respondió Monseñor: “No se preocupe señora, que usted no se lo encontrará”.

 

El inicio de la Guerra Civil –ya Teniente General- le coge en zona de veraneo: San Rafael, lugar peligrosísimo. Se evade a zona nacional mientras el portero de su casa de Madrid –calle Serrano- defiende con valentía su domicilio.

 

El General Jordana se encontraba en una situación creada por un golpe militar en el que no había tenido nada que ver, pero no podía dejar de prestar su contacto.

 

29 de noviembre de 1936. “Se nombra a Franco Jefe del Gobierno del Estado y General en Jefe”, con ayuda de su hermano Nicolás.

 

Jordana no hace comentarios. En este mes pasan a la reserva los que no son muy afectos. Es nombrado Presidente del recién creado Alto Tribunal de Justicia Militar, organismo que simboliza la terrible presión desencadenada en la retaguardia. Caso sangrante el del General Batet –Cruz Laureada de San Fernando-. Barcelona hace frente a la Generalitat y la domina. Estando en Burgos, Franco no le perdona que haya desobedecido sus órdenes. ¿Cómo es posible que Jordana declare contra él en 1937? Además, son compañeros de promoción. Esto ocurrió antes de que se fundase el Alto Tribunal de Justicia Militar. El General Jordana no tuvo nada que ver con este asunto.

 

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Segunda Carta

(Confidencial)

El Ministro de Asuntos Exteriores

 

Excmo. Sr. Generalísimo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire. Presidente del Gobierno.

 

Mi respetado y querido Generalísimo:

Desde que me llamó para encargarme de la Cartera de Asuntos Exteriores, mi lucha ha sido titánica para lograr centrar nuestra política internacional hasta colocarla en posición de neutralidad, que es lo que siempre (incluso antes de estallar la guerra y cuando más podía presionarnos el Eje) creí y sigo creyendo que conviene a España. Para ello tuve que luchar y sigo luchando con el Partido que todavía, y por supuesto sin el menor instinto de conservación, no ha digerido esa política; tuve que luchar y sigo luchando, aunque en este caso mucho menos, con cierto sector importante del Ejército que, más disciplinado, la acata, demostrándome constantemente un respeto y un afecto que nunca sabré pagar, pero que tampoco la siente, y tengo que luchar también contra otros muchos sectores que, convencidos de que gana Alemania o hechos germanófilos a fuerza de inculcar al País la conveniencia de serlo, o por espíritu de oposición y odio, muy justificado por cierto, a los aliados, ven con simpatía cuanto creen puede favorecer al Eje y o los ayudan abiertamente o con su negligencia al cumplir orden no de acuerdo con sus ideas.

 

El detallar hasta donde ha llegado mi paciencia y mi tarea requeriría un libro. Seguramente nadie me hubiera ganado en serenidad y tesón; pero todo tiene un límite y, sobre todo, cuando al rebasarlo puede redundar en perjuicio de lo fundamental que es el bien de la Patria, y ese límite ha llegado ya para mí y el silenciarlo constituiría, por mi parte, la mayor prueba de deslealtad para España y su Caudillo, solo posible si predominara sobre lo fundamental mi egoísmo, que estaría muy justificado por mis años y posición, pero del que siempre supe prescindir.

 

No he de achacar, exclusivamente, la dificultad de la situación internacional de España a cuanto antes y después he de indicar. ¡Dios me libre! Esta guerra total, en que la pasión ciega a todos los hombres y hasta a las Naciones, todo lo arrolla y no ha de ser nuestro País la única excepción; pero dentro de las dificultades naturales, vienen a complicar y crear nuevos e importantes problemas la incomprensión y egoísmo de muchos que no entienden que la gestión, hasta en sus menores detalles, de cuanto a estos complicados asuntos se refiere, hoy por cierto los más importantes, debe confiarse exclusivamente al Ministro responsable de ellos sin apelarse para envolverle y torpedear su política a argucias y manejos que, si personalmente nada podría importarle, ocasionarían gravísimos daños a su labor y por lo tanto al país.

 

Y ese es el caso nuestro porque en un momento dado, cuando yo tengo la suerte de hacer durante mi viaje a Portugal una política cuyos beneficios ya todo el mundo conoce, a Arrese, no sé con qué fines, pero al parecer creyendo contrarrestar con ello el mal efecto producido –según su punto de vista- a los alemanes por mis discursos, se le ocurre hacer en momentos muy poco oportunos y sin resultado práctico alguno, un viaje a Alemania, y el mismo Arrese, al volver, publica un folleto en el que se habla de su política y del Partido en franca discrepancia de la fijada por el Gobierno, y al dar cuenta yo al Gobierno de la posición que se estimaba debíamos adoptar después del desembarque americano y previo acuerdo del Gobierno con los Ministros militares y no obstante no oponer la menor objeción los restantes, en cuanto salieron del Consejo, los llamados Ministros del Partido se reunieron en la Secretaría General con los Vicesecretarios del Partido para censurar esa actitud; y después se hace contra mí la máxima propaganda posible que no fructifica porque la masa principal del país aplaude sin regateos nuestra postura internacional; y Arrese, con el que tantos encuentros tuve, algunos delante del Caudillo, para contrarrestar sus fobias que le llevaban a una franca oposición a la orientación nuestra, sigue en su puesto con latente antipatía no a mi persona pero sí a mi política, y lo mismo la camarilla que le rodea; y en varias ocasiones elementos afines a Falange, alentados por organismos alemanes, se toman la justicia por su mano y realizan hechos que nos hacen perder la razón; y cuando se acuerda quede en Alemania una Legión a extinguir y pasando desapercibida, se hace lo contrario y el Delegado de Falange de Provincias, tomando el nombre del Ministro del Partido, da por escrito consignas que motivan una fuerte reclamación y sigue en su puesto.

 

Y ahora me referiré al Ministro de Industria que merece capítulo aparte.

 

Este Ministro empieza por hacer atmósfera que da lugar a varios sueltos en la prensa en el sentido de que los rectores del comercio exterior son los Ministros de Comercio y Hacienda, y lee en las Cortes un discurso poniendo de manifiesto la admirable política económica de España y ni por casualidad hace referencia a lo que en ello haya podido intervenir la gestión del Ministro de Asuntos Exteriores. Esto no tendría importancia alguna si se tratara solo de cuestiones de vanidad o de inconsciencia; pero sí la tiene dado el momento que obedece a una táctica cual es la de prescindir, en absoluto, del Ministerio de Asuntos Exteriores en cuanto se refiere a Comercio exterior y así deshace, por sí y ante sí, acuerdos formales concertados por este Ministerio, interviniendo él en tal acuerdo, como ocurre en los fosfatos; y luego negocia un nuevo acuerdo –por sí y ante sí- y concierta con los alemanes la revisión del pago de sus deudas, sin medir el estrago de orden político a que conducen sus conversaciones ni contar absolutamente conmigo.

 

En una palabra, se declara completamente independiente en estas cuestiones, creyéndose salvaguardado por el solo hecho de dar cuenta de ellas al Generalísimo en su despacho con él.

 

Total, que yo sirvo de yunque y los demás de martillo sobre mí, para deshacerme y deshacer a España.

 

Por otra parte, con fecha 27 de Julio me permití dirigirme al Generalísimo en un escrito en el que, poniendo toda mi alma y mi devoción, le exponía mis modestos juicios acerca de nuestra Política general y ésta es la hora en que no sé siquiera si la ha leído, pues ni nunca me habló el Generalísimo de él, ni uno solo de mis desinteresados consejos se han tomado en cuenta.

 

Y en la lucha que someramente he expuesto, me es imposible seguir no porque esté cansado ni crea mi tarea superior a mis fuerzas y facultades, que afortunada o desgraciadamente tengo más cabales que la mayor parte de esos jóvenes que se blasonan de ellas, sino porque en las condiciones que hasta ahora vengo trabajando, el sacrificio que rendiría a España y al Generalísimo muy gustoso, si fuera eficaz, puede llegar a no serlo. Comprenderá el Generalísimo que no tengo interés alguno en crearle la menor dificultad; por el contrario, mi mayor ilusión ha sido siempre serle útil. Además, me hago cargo de todo lo que pesa sobre el Generalísimo y como es deber de todo buen español darle las máximas facilidades.

 

Por ello sé de sobra la gran responsabilidad que contraigo al adoptar esta posición y, sin embargo, creo sería mucho mayor la que me alcanzaría si siguiera aguantando en este puesto en las condiciones que lo vengo desempeñando.

 

Me dirá el Generalísimo, si es que su bondad y benevolencia para conmigo le llevasen a la creencia de que pueda serle útil: “¿Y cómo variar estas condiciones?” Y esto es lo difícil de contestar porque conozco las personas y sé el valor que hay que dar a sus promesas o manifestaciones de enmienda, que son flor de un día y la cosa es muy seria para persistir en el forcejeo y plantearla continuamente. Por ello, creo muy difícil compaginarlo todo, pues lo que realmente cortaría de raíz y garantizaría la buena marcha de los asuntos encomendados a mi gestión, sin que mi modesto juicio dañase a nuestra política interior sino todo lo contrario, sería lo siguiente:

1º) Que no haya un solo asunto internacional que se sustraiga a mí, como único gestor y negociador (naturalmente dentro de las directivas del Generalísimo y del Gobierno y de acuerdo con los Ministros interesados).

2º) Que los Ministros de Industria y del Partido, con quienes agotados ya todos los medios estimo imposible entenderme, aunque ellos aparenten lo contrario, salgan del Gobierno.

 

¿Es mucho pedir? Tal vez lo sea. Pero es lo único que permitiría que mi labor fuera más eficaz y no creo dañase nada ni al prestigio ni a la autoridad del Gobierno. Si el Generalísimo piensa de otro modo, yo le pediría como gracia que me reintegre al puesto de Presidente del Consejo de Estado aún vacante, puesto en el que estoy probado y en que tuve la suerte de acertar reorganizando el Consejo y dándole un nuevo espíritu. Donde soy tan querido, y si el Generalísimo no quiere atenderme en esto, me iré a mi modestísima casa como General de Reserva, tranquilo de haber cumplido siempre con mi deber, que es para mí la mayor recompensa.

 

No tengo para que reiterarle, con este motivo, cuánta es mi devoción por quien, como el Generalísimo, todo merece por su elevado patriotismo y grandes servicios a la Patria, y al que tantos afectos y recuerdos me unen desde hace tantos años.

 

De mi cariño respetuoso y de mi lealtad puede tener seguridad absoluta.

 

A sus órdenes siempre, con el mayor afecto y respeto.

 

Firmado: Francisco Gómez-Jordana

 

P.D. Me permito acompañarle copia del acuerdo del Consejo de Ministros de Septiembre del 1942, que fue comunicado a todos los Ministros y que se viene incumpliendo totalmente por el Ministro de Industria y Comercio y por algún otro…

 

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Año 1944. Los Acuerdos de mayo.

Estos son la base de partida de nuestro futuro entendimiento con las potencias que habrían de resultar victoriosas al acabar la Segunda Guerra Mundial.

 

Jordana da siempre cuenta de lo que ha trabajado su ministerio en la representación diplomática de otros países. Los comentarios que no puede hacer en el Consejo de Ministros, los hace en sus diarios. Los dos problemas, como de costumbre, son la gasolina y el wolframio.

 

El Ministerio de Asuntos Exteriores –dirigido con mano maestra por el conde de Jordana- tiene que enfrentarse con dos políticas distintas de los mandos españoles. La primera, ni los norteamericanos ni ese grupo de españoles quieren humillar a España. De otro lado, está la política de la Secretaría del Partido –único oficial-, que de todo modo posible torpedeaba la política del Ministerio de Asuntos Exteriores, haciendo que actuase la Secretaría de Prensa y Propaganda, referentes a las exportaciones de wolframio a Alemania, los suministros de gasolina a España y los efectivos residuales de la División Azul. España, como siempre, se comporta generosamente, especialmente en el papel del asunto de los refugiados políticos judíos, y cierra el Consulado alemán en Tánger por considerarlo centro de espionaje. Expulsa de Tánger y de la zona española de Marruecos a los posibles espías alemanes.

 

No hay judíos afincados en España o por lo menos reconocidos oficialmente. Los aliados piden que se cambie en este sentido, y el gobierno ha de reconocer lo que estableció el marqués de Estella en una disposición relativa a los judíos sefardíes y que entonces no se llevó a cabo, pero sí en el momento actual. Básicamente dice que los judíos sefardíes o descendientes de ellos pueden tener doble nacionalidad: la propia y la española.

 

Con esta dualidad de políticas, a Jordana se le hace difícil el cumplimiento de algunas cláusulas. Por ejemplo, el general Franco no suele decir nada, habida cuenta de que lo puede decir todo y le dice al ministro: “Le agradecería que hiciese lo que pueda por Alemania”. ¿Se puede hacer este comentario cuando ya se está haciendo lo contrario en los acuerdos con las potencias vencedoras?

 

La entidad Carrera Diplomática le ofrece un homenaje y una condecoración al conde, puesto que se dan cuenta del enorme trabajo que ha tenido que hacer. “A raíz de sus éxitos recientes logrados en una callada y tenaz carrera, sembrada de casi invencibles dificultades”. Se ofrece una cena en su honor.

 

Los textos de las conversaciones que tienen lugar para llegar a que se firmen estos acuerdos, fueron redactados por Rafael de los Casares, Conde de Rábago, que años después se entregaron a los hijos de Gómez-Jordana.

 

Un inciso.-

Todos los diplomáticos interlocutores estuvieron muy amables y deseosos de que aquellos acuerdos entrasen en vigor. En Inglaterra, Churchill estaba deseando tener tranquilidad para poder dedicarse a la reconstrucción de un país deshecho y mister Eden, ministro de Asuntos Exteriores en aquellos momentos y sustituido por Churchill –quizá por ser de la carrera- es un poco más duro, y no puede ya pertenecer a un empleo oficial por haberse casado con una divorciada, la señora Churchill, sobrina del Premier. En este terreno se ruega también a la Reina y al Duque de Edimburgo que se abstengan de recibir a amigos divorciados. ¿Quién entiende esto? ¿Habrá que volver a leerse el Código Canónico? Y la Historia Universal, ¿qué dice de Enrique VIII? Por cierto, que en este momento es mayor el número de ingleses católicos que de protestantes.

 

Se restringe el envío de gasolina, y por mucho que se entere el general Franco, las dos corrientes políticas que hay, se entorpecen la una a la otra.

 

Al embajador de USA le gustaría poder comunicar a su gobierno que España se preocupa de retirar espías de territorio español, zona del norte de África y Marruecos. Y expresa su deseo de que acabada la guerra se alcancen los términos más amistosos y de cooperación dentro de la soberanía y neutralidad española, y que España también guarde los que corresponde a USA.

 

Un inciso.-

Los norteamericanos están muy agradecidos porque se les ha permitido fundar en España el Instituto Internacional Americano, que tanto bien aportó a los españoles en el plano de aprender su lengua y de intercambios.

 

De repente las cosas se estropean porque cada uno defiende lo que le conviene. Alemania se ha desangrado en Stalingrado y la sombra de los soviéticos se va perfilando en lo que después se llamará la Europa del Este.

 

Rudolf Hess –tan querido por Hitler- ha huido a Gran Bretaña donde desparece, pero en realidad se ha convertido en interlocutor entre sus compatriotas y los norteamericanos e ingleses.

 

En España se sigue siendo germanófilo como se ve por los artículos del periódico del Partido Arriba. El general Franco –cuando las cosas se ponen muy tirantes- coge él mismo la batuta y le cuenta al embajador alemán que se ha estropeado un terminal eléctrico que les ha permitido enterarse de lo que piensan en su país. Nada de espionaje, ¿eh? Y el embajador se lo cree o finge creerlo.

 

En España se estrena Baile en capitanía, de Agustín de Foxá, falangista de pro y germanófilo. Ha sido embajador en Alemania y de esa época nos cuenta el escritor italiano Curzio Malaparte –siempre perseguido- que le confió la mitad de sus memorias, en las que cuenta que los nazis fabricaron objetos con la piel de los judíos –algunos presentes en los juicios de Núremberg- y que nadie se quiere creer. Nos lo cuenta Victoria Ocampo mientras se pasea por encima de 70.000 cadáveres que llenan el suelo de la ciudad de Núremberg, tapados con una capa de asfalto hasta que dé tiempo a enterrarlos. Ve algunos niños cómo miran con admiración una naranja confitada en el escaparate de una pastelería. ¡Cuántos años tendrán que pasar para que se coman una!

 

Continúa el problema del wolframio. Todo se va en conversaciones diplomáticas. Lo que publica la prensa norteamericana no lo publica la española y viceversa.

 

El sábado 3 de junio se inicia la llamada Invasión de Normandía. El general Franco ha desaparecido y nadie conoce su paradero. El general Vigón visita a Jordana y le lee una carta dirigida a don Juan. Recordemos que en realidad casi todos los militares de alta graduación son monárquicos.

 

El general Franco concede a Jordana la Gran Cruz de Carlos III. 

 


Jordana acude a una cacería a la que es invitado. Emplazado en un puesto difícil, sufre una caída que le produce una brecha en la frente, muy aparatosa con gran hemorragia. Deduce la familia que esa es la causa de su muerte, que se produjo diez días después.

 

En los días siguientes se siente muy molesto y con dolores. El domingo parte hacia San Sebastián para empezar las vacaciones veraniegas, donde será Ministro de Jornada. La última anotación en sus diarios es del día 3 de agosto, en el que murió repentinamente hacia la 1 del mediodía en su habitación, a la que había subido para recostarse en la cama. Tenía la cara descompuesta. Había un testigo –José María Doussinague- que subió a verle para que le firmase un escrito. Casualmente su padre había muerto igual, firmando una carta al conde de Romanones. Se trata de dos grandes hombres que legaron a su descendencia, como norma de vida, la consigna de la honradez.

 

La condesa, en momentos tan difíciles, tuvo una reacción extraña. Hizo bajar a su hijo Rafael al despacho del difunto, para recoger los diarios y la copia de una carta de suma transcendencia que Jordana había escrito a Franco: Rafael pudo recuperar el diario de un cajón que encuentra descerrajado, pero la carta había sido sustraída.

 

Recordemos la época en que no había medios técnicos para hacer copias. La carta era una copia que había hecho el autor, de la que el mismo autor había enviado a Franco, por tanto solo había dos ejemplares, el original y la copia sustraídas. La familia hizo gestiones a los más altos niveles, pero nunca se pudieron recuperar ninguno de los dos ejemplares.

 

Se celebró una misa en el mismo edificio de Ministro de Jornada, a la que acudieron todas las autoridades que había en San Sebastián. En Madrid se expuso el féretro en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Desde allí a la Iglesia de San Francisco el Grande, donde tuvo lugar el funeral. Todo comercio del barrio cerró espontáneamente, porque le querían. Sobre su sepulcro, una sola palabra, Lealtad.

 

Entierro Conde de Jordana

 

Iglesia funeral Conde de Jordana

 

 

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Bibliografía 

Javier Domínguez Arribas en su obra El enemigo judeo-masónico en la propaganda franquista, 1936-1945. 

Luis María Ansón. Don Juan 

Rafael Gómez-Jordana Prat. Milicia y diplomacia

 

 

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P.S. Y como en medio de una tragedia, por grande que sea, siempre hay algo risible, he aquí una anécdota que ocurre en la celebración de un 18 de julio en Segovia. Tiene lugar una cena donde el embajador de Gran Bretaña está sentado entre la mujer del embajador de Alemania a su izquierda y a su derecha se sienta la esposa del Ministro del Ejército, señora de Asensio, sorda como una tapia y sin ningún cartelito que lo anuncie al público en general. El embajador le dirige la palabra, la señora ni se entera, se levanta y se va. Cunde el pánico en la diplomacia británica. El embajador se levanta todo indignado y hace señas a los suyos para que partan con él. El general Franco se pone de color verde por el cabreo que le entra y al día siguiente convoca al embajador y al ministro Jordana. Sir Hoare que ha aguantado a pie firme todas las manifestaciones de jóvenes españoles delante de la Embajada, no ha podido retenerse de que una mujer le haga un feo. Naturalmente se disculpa y promete que no lo volverá a hacer. No solo se veía con agrado bailar a Lola Flores, sino que la concurrencia también debió de disfrutar del espectáculo diplomático.

 

Valencia se puede congratular de que gracias al señor Mariano Rivera –de ilustre familia-, que se empeñó que los niños valencianos fuesen a Rusia durante la guerra civil española, con lo cual, sus padres no sufrieron la pena de otros padres españoles cuyos hijos no volvieron.