miércoles, 1 de julio de 2020

RUMORES QUE CAMBIAN LA HISTORIA: EL PROCESO DREYFUS


Alfred Dreyfus a los 14 años
  
Prefacio
Según el Diccionario de María Moliner se entiende por Rumorología: “la difusión de rumores”, siendo el rumor: “una noticia dada y no confirmada que circula entre la gente”.

El secreto, según un autor decimonónico, no es lo que no se dice sino lo que se dice de uno en uno. En esto se diferencia del rumor, que lo ponen en circulación una o varias personas, pero que irrumpe de repente en la comunidad a la que le atañe y se difunde al mismo tiempo entre todos los componentes de este grupo social.

El rumor es consustancial a la presencia del ser humano en el mundo, que lo crea y lo difunde. Puede ser verdadero o falso el difusor puede poner en circulación una cuestión, verídica en principio, que luego distorsiona a su favor-. Los que expanden el rumor tienen interés en perjudicar a una persona o a un grupo. Esto ocurre especialmente en el terreno político, aunque también en organizaciones de cualquier tipo la CIA, La Ford, los estudiantes de un instituto-. Si el rumor no es cierto, el o los perjudicados pueden llevar a los difusores ante los tribunales de justicia por haberles calumniado.

En USA está muy generalizado el uso de los rumores, especialmente a través de la gente del mundo del espectáculo. Sin embargo, los medios para defenderse las personas implicadas están todavía faltos de desarrollo.

Viajando por la red, viendo TV, hablando con amigos, escuchando por la calle los ciudadanos se enteran de rumores de cualquier clase: verdaderos, falsos, absurdos, pueriles, increíbles, alegres… Hay quien los cree y quien no, depende en parte de su idiosincrasia. Ha costado muchos siglos conseguir la libertad de expresión y de vivir en democracia. También hay que guardar el buen nombre del calumniado. ¿Qué hacer? Preservar los derechos y deberes de ambas partes. Si dos comunicadores de alto prestigio y nivel internacional dan la misma noticia pero de manera opuesta, y esto ocurre continuamente y en todos los órdenes, ¿qué puede hacer el ser inocente? No podría coartar la libertad de la sociedad el que esta misma arbitrase los medios para que en los “viajes” por internet se informase en lugar de desinformar.

El rumor puede tener su origen en sí mismo o en torno a un hecho verdadero sobre el que los responsables no han dado suficientes explicaciones. Los ciudadanos reclaman su derecho a conocer la verdad y atienden todos los rumores que se levantan alrededor de la causa en cuestión, sabedores de que es casi imposible que algún día se sepa lo que en realidad ocurrió. Sucede sobre todo en cuestiones políticas.

En la Edad Media se utilizaba como argumento definitivo de la inocencia del acusado algo terrible: el juicio de Dios. En la actualidad, que hay que luchar con el inevitable poder de Internet, se utiliza el juicio de los hombres. Como ejemplo de lo que es un rumor y su difusión se puede estudiar unos años intermedios: el final del siglo XIX y principios del XX con “el caso Dreyfus”. Una época en que todavía primaba el buen nombre, el honor y era ese bien lo que se defendía. No bastaba con que se exonerase a un inocente, había que encontrar al verdadero culpable para que el primero pudiese ir “con la cabeza bien alta”.

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Dreyfus a los 18 años.
Empieza el Politécnico, 1877

El caso Dreyfus empieza acusando a una persona concreta y enseguida se convierte en el virulento ataque a una comunidad, a una idea, que encierra la forma de ser de un pueblo y su manera de pensar y de comprender la vida.

Alfred Dreyfus (9 de octubre de 1859 - 12 de octubre de 1935) fue un oficial de artillería francés. Por sus antepasados, igual que por sus creencias y costumbres, era judío y he ahí la causa de que se viera sometido a un proceso en 1894 en el que se le acusaba de alta traición. Uno de los más controvertidos dramas políticos en la moderna historia de Francia: es conocido como el affaire Dreyfus y concierne a toda Europa, con un final feliz puesto que Dreyfus es exonerado. ¿Feliz? ¿Todo claro?

Aún a día de hoy hay preguntas sin contestar, testimonios no recogidos o destruidos. Recuerda los procesos de los Templarios, Albigenses, Inquisición. No son los procesos en sí, son los rumores que surgen en torno los que los distorsionan.

El proceso más importante del pasado siglo es el promovido por el magnicidio del presidente Kennedy. Precisamente porque la familia quiere que se ataje toda serie de rumores pide que se nombre una comisión presidida por el juez Warren, cuyo nombre lleva. Sus conclusiones, también a petición de la familia, se guardaron en secreto y no se sabe si algún día se darán a conocer públicamente. Por supuesto que nadie creyó que Oswald o Ruby fuesen los criminales. ¿Sería un francotirador colocado delante del coche presidencial el que disparó el tiro a la tráquea del presidente, causando su muerte instantánea y manchando con su sangre el traje que llevaba la señora Kennedy?

Y como la naturaleza humana es así, al lado de la tragedia viene la farsa. Semanas antes del viaje a Dallas se estuvo especulando sobre si la portadora del traje de chaqueta Chanel había ido personalmente a París para elegirlo y hacer las pruebas o bien Coco Chanel le envió el tejido a USA. ¿Realmente la señora Kennedy estaba tan ocupada que no podía desplazarse un par de días a Europa? Como se mantuvo en secreto un asunto tan trivial, muertas las personas que podían ser conocedoras del mismo, este es el momento en que nadie podrá decir dónde se confeccionó el traje, guardado, con sus manchas de sangre, donde se ocultan las otras pruebas del magnicidio.

Antes de morir Jacqueline Kennedy pide perdón al pueblo norteamericano. ¿Por qué? Desde luego no por la fruslería del vestido.

En marzo de 2020, y adelantándose a la fecha prevista que sería el 2028, el Papa Francisco ha ordenado la apertura del archivo secreto de Pío XII, que consta de 27 millones de hojas. ¿Llegará a subir a los altares este sumo pontífice? Los jesuitas se han ocupado de su causa que está concluida. ¿Será creíble lo que se deduzca de la lectura de tanta información? ¿No se ha publicado todo demasiado tarde?

Rumores, rumores, rumores…

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Documento de estancia a los judíos

Francia y los judíos
Presentes en países de lenguas de oc y de oil del reino de Francia, utilizados y perseguidos, en los siglos XIV y XV. Expulsados y llamados varias veces. Trato humillante, pagan impuestos que los hacen vivir en la miseria.
1787.- Edicto de Tolerancia.
1791.- Los judíos son invitados a compartir los honores del servicio militar y son sometidos a cumplir las normas del Código Civil vigente que se considera como un “deber sagrado”.
La III República admite para la gloria de servir al Estado a personalidades judías. Se justifica la emancipación de “ciudadanos útiles por la felicidad y la grandeza que aportaran a la Patria y a los soldados judíos les unirán lazos fraternales con sus camaradas”. En la cumbre de su poder político administrativo, la III República tiene parlamentarios, consejeros de Estado, generales, magistrados y prefectos israelitas.

¿Es legítima la ambición de un joven francés –alsaciano universitario, perteneciente al Estado Mayor, hijo de industrial, yerno de un tratante en diamantes- de llegar a ser general? Sí, pero los antidreyfusistas y antisemitas –cristianos y anticapitalistas- se lo quieren impedir a los judíos pérfidos y deicidas. Después de la ruina de la Banca católica La Unión y el asunto del Canal de Panamá, Drumont en la Libre Parole y en su libro La France Juive, ataca a los financieros judíos. Odio a la raza semítica, como muchos otros –Renan y Barrès- quieren a los judíos fuera de la administración y del suelo natal. Continuas manifestaciones. Affaire Dreyfus. Sentimientos negativos
que ya no cesan.

Maurice Barrès es persona algo extraña. Antidreyfusista y filocomunista, de amplia cultura. En aquellos momentos la palabra “intelectual” tiene poca difusión y un sentido peyorativo. Él es quien le da amplio uso y el sentido digno que tiene actualmente.

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Mathieu Dreyfus

Los Dreyfus
Mathieu, el mayor de los Dreyfus es un hermano admirable. Se ha ocupado de Alfred durante sus estudios y en la situación actual acude rápidamente cuando su cuñada Lucie le llama. En esos momentos están muy de moda en Francia las espiritistas a las que consulta Mathieu y que, naturalmente, no resuelven nada.

El ejército quiere llevar el asunto de una manera muy discreta, pero los periodistas ingleses lanzan la noticia –falsa- de que el capitán se ha fugado de prisión. Los antidreyfusistas franceses aprovechan la publicación para relanzar el interés del público y una campaña virulenta a través de los periódicos. Mathieu requiere los servicios del abogado Demange, que acepta a condición de que Alfred no sea culpable. Del examen de todas las pruebas que le muestran lo deduce:
-“Verdaderamente Alfred Dreyfus es inocente”, y no lo dudará en ningún instante.
Será asesor jurídico de la familia hasta su muerte. El fiel hermano luchará hasta el final y cuando la actuación del teniente coronel Picquart falla, tiene un encuentro con el banquero Castro que le muestra un pagaré firmado por Esterhazy, y no atendido, que le permite llevar a juicio a este último. Después de consultarlo con Scheurer-Kestner, que se lo confirma, escribe una carta publicada en los diarios de la mañana al Ministro de la Guerra como el autor de la infidencia. Llegado el momento del juicio, no le dejarán presentarse como parte civil.

Mathieu denunciando a Esterhazy

Todos los componentes de la familia son solidarios y ayudan de la manera que pueden. Al final del proceso habrán gastado un millón de francos en propaganda, anuncios en periódicos, cartas, visitas,…

Alfred escribe refiriéndose a Mathieu:
“No encuentro la palabra que pueda describir la grandeza de mi hermano”.

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Infancia
Alfred nace en Mulhause –Alsacia- y es el más joven de los hijos que tuvo el matrimonio formado por Raphaël (1818-1893) y Jeannette (1837-1917) Dreyfus –nacida Libmann-. Dada la tasa de mortalidad infantil –propia de la época-, no todos llegan a la edad adulta. El apellido Dreyfus viene del este de Europa y está muy extendido dentro de las comunidades askenacíes –entonces y en la actualidad-. La familia está muy unida gracias a la actuación de los padres que los educan en su fe, pero yendo a colegios y trabajando con gente de otras creencias, aconsejados también por el rabino local, que cree más sensato que todos sus fieles conserven la nacionalidad francesa, al finalizar la guerra franco-prusiana. Los hermanos y las familias que ellos a su vez crean, se profesan un gran afecto. Lo demuestran durante el proceso de Alfred. Los Dreyfus hablan entre ellos alemán y un dialecto que emplean los judíos de esta zona. La madre, con mucho sentido práctico, les pide que hablen siempre en francés, la lengua que les conviene.

Casa natalicia de Alfred Dreyfus en Mulhouse.
A los 120 años de su nacimiento se celebran grandes y alegres festejos.

El padre fue vendedor ambulante, convertido en un próspero fabricante textil y que por sí mismo amasó una buena fortuna personal. Por su bien, murió un año antes de empezar el sufrimiento de su hijo y no muy lejana la Gran Guerra, en la que pierde a tres nietos. Dos de los chicos llevan los negocios en Alsacia y los otros dos viven en París. Entre las hijas que llegan a la edad madura, Henriette hace una buena boda con Joseph Valabregue, propietario en Carpantras, lugar que Alfred adora y a donde lo lleva Mathieu cuando es graciado por el Presidente Loubet. Rachel –verdadera luchadora por su hermano al lado de Proust y otros intelectuales franceses- se casa con Albert Schil y Louise con Albert Cahn.

La familia Schil conserva un álbum al que llaman “el álbum de la abuela”, porque su marido se lo ha regalado a Rachel. Contiene fotos de los Dreyfus y al pie escrito con lápiz el nombre del retratado.

1894.- Como señal de modernismo el ejército francés ha creado un nuevo departamento: el de Estadística –Contraespionaje-, dirigido por el teniente coronel Jean Sandherr, cuyos ayudantes son los comandantes Paty de Clam y Henry. Averiguan que una información referente a planos de artillería, ha sido pasada a los alemanes por un espía de alta posición dentro del ejército, muy posiblemente perteneciente al Estado Mayor. El 28 de septiembre, el bordereau está en condiciones de ser presentado en el Ministerio de la Guerra. Empieza una investigación.

¿Por qué recaen enseguida las sospechas sobre Dreyfus? ¿En qué despacho reside tan alto mando –desconocido- que se puede sostener la detención? Máxime cuando en la nota o bordereau dice “mañana salgo de maniobras” que no es el caso del capitán. Sospechoso resulta el interés de los ayudantes. ¿Están realmente convencidos de su culpabilidad o cumplen órdenes superiores? Dreyfus queda detenido el 15 de octubre de 1894. Mientras se le cuestiona y sin avisarle, registran su casa.

El capitán Dreyfus recibe una citación
Sábado 13 de octubre de 1894. El capitán de artillería Alfred Dreyfus recibe una citación para acudir el lunes siguiente a las 9 de la mañana al Ministerio de la Guerra, a fin de efectuar la inspección general. Dos cosas le llaman la atención: las inspecciones se hacen normalmente por las tardes y que le pidan que vaya vestido de paisano.

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Juventud
Raphaël Dreyfus sabe lo que desea su hijo menor Alfred y, acompañado por el mayor Mathieu para que lo cuide, lo envía a París al cumplir los 18 años –octubre 1877-. Los otros hijos quedan ayudando al padre y haciéndose cargo de los bienes familiares cuando este muere.

Alfred tenía solo 10 años en el verano de 1870, cuando tuvo lugar la guerra franco-prusiana. Esta experiencia hizo que el futuro oficial decidiese seguir la carrera militar para defender a una patria tan amada.

Escuela Politécnica de París en el siglo XIX

Alfred entra en la selecta Escuela Politécnica donde recibe entrenamiento militar y estudia ciencias. Graduado en 1880 con el grado de subteniente, lo destinan a la Escuela de Fontainebleau y allí se le entrena para convertirse en un oficial artillero. Está asignado al 31.er Regimiento de Artillería de guarnición en Le Mans. Seguidamente es transferido a una batería de artillería adjunta a la Primera División Montada –París- y ascendido a teniente en 1885 y en 1889 nombrado ayudante del director del Establecimiento de Bourges –un arsenal del gobierno-, nombrado capitán y adscrito al 21.er Regimiento de esa misma plaza.


Lucie-Eugenie entra en su vida
A Dreyfus y Lucie-Eugenie Hadamard los presenta el primo de ella, Paul Hadamard, compañero de armas de Alfred. La familia proviene de Coblenza Alemania- y después de estar en Metz se instalan en París, donde el padre trabaja como tratante de brillantes. Organizan fiestas y reuniones. Todo les sonríe, posición social y económica. La boda religiosa tiene lugar el 21 de abril de 1890 en la gran sinagoga con el rabino Zadoc Kahn, que se contará entre los primeros dreyfusistas. Un largo viaje de novios a Suiza e Italia y finalmente a su lugar de nacimiento.

Acta matrimonial

Dos hijos: Pierre (1891-1946) y Jeanne (1893-1881). Lucie practica sus aficiones preferidas: el piano y la lectura.
Viven cerca de los Campos Elíseos –calle Francisco I-… Y de repente, sobre esta joven mujer de 24 años, tan mimada, recae la peor de las desgracias, la no merecida, la que procede de un enemigo al que no se puede alcanzar. Lucie es la esposa que no falla, la que se dedica en cuerpo y alma a que Dreyfus recobre su honor. Le visita en la prisión siempre que se lo permiten y es constante en la escritura y en cumplir los encargos del marido, sin embargo, como buena mujer decimonónica, se mantiene en la sombra y todo el mérito de la actuación recae en su cuñado Mathieu. Lucie recibe alabanzas de familiares, amigos, gente que conoce su comportamiento: “Devota y heroica compañera”; “soporte moral de su marido”; “es el elemento para sobrevivir al encierro y a la injusticia”; “admiran su fortaleza y su dignidad”; “límite con la civilización y los seres queridos”. Estos seres queridos –hasta los sobrinos- que no dejan de escribirle y el pobre Fred –nombre familiar del capitán- se ve obligado a decir:
-“Perdonadme que os conteste en grupo y no uno por uno, porque mi cerebro no da para más”.

Y le envían libros, revistas…·Lucie le remite sobre todo papeles que son trascendentales para su causa y escribe cartas a autoridades, al Papa –sus amigos y familiares se lo recomiendan-, a Zola. Publica las suyas y las del marido y no declara en el proceso porque se lo prohíbe el propio presidente de la nación.

León XIII fue un papa muy diplomático en una época en que las relaciones Iglesia-Estado eran muy difíciles. Hubiese ayudado a Lucie Dreyfus si el gobierno francés no hubiera hecho un conato de ruptura. El Vaticano condecora al capellán de St. Cyr para limar asperezas. Sin embargo, este Papa aconseja a los católicos franceses que tomen parte activa en la política.

El gran rabino de París Zadoc Kahn se ve presionado por los antidreyfusistas para que excomulgue –una figura que no existe en el judaísmo- al capitán Dreyfus. En represalia, el gobierno le niega el permiso para visitar al prisionero. Kahn funda un grupo de fieles seguidores de Dreyfus.

A una amiga que la alaba por lo que ha hecho, le contesta:
-“…si he soportado estos años de sufrimiento es porque se lo debía a mi marido, a mis hijos. Sencillamente he cumplido con mi deber, de lo contrario me hubiese sentido como una criminal”.

Cuando Dreyfus habla sobre Lucie es para alabarla:
“Mi compañera sacrificada y heroica” –dice en sus Memorias de cautividad.

Al acabar el proceso de Rennes, habla públicamente de su gratitud:
“Después de mi condena tenía pensado matarme... Estaba decidido a no ir a un suplicio tan espantoso; a mi mujer le debo que comprendiese cuál era mi deber y que si era inocente, por ella y por mis hijos, debía ir al suplicio con la cabeza bien alta. Si estoy aquí es a ella a quien se lo debo”.

Lucie se ha instalado con sus hijos en casa de sus padres. Quiere que los niños se enteren de lo sucedido cuando sean capaces de comprender. Este sufrimiento y el que le produce la Guerra del 14 –el marido y el hijo en el frente- le hacen entender que hay que estar preparado para ayudar a los necesitados –trabajo al que desde entonces se dedica con intensidad-. En 1933 el Estado francés le concede el título oficial de enfermera. Dreyfus muere en 1935, la Segunda Guerra Mundial empieza en 1939 y la invasión alemana de Francia se produce en 1940. Junto al gobierno de Vichy el enemigo tiene casi toda la nación ocupada.

Lucie trabajando de enfermera durante la guerra con su hija Jeanne

El obispo de Niza le ha dejado un despacho a un judío sirio que se dedica a fabricar documentos falsos y a “colocar” a gente. ¿Sería ese el caso de Madame Dreyfus? Su nieto –Jean Louis Levy, médico- lo cuenta en un coloquio:
-“Mi abuela vivía con nosotros en Toulouse y durante la ocupación estuvo hospedada en un convento de religiosas católicas en Valence, Francia. No estaba asustada, llevaba un nombre falso –Madame Duteil, el de su hermana- y solo la superiora conocía su verdadera identidad.

Mi madre –Jeanne Levy, nacida Dreyfus- se hacía cargo de la intendencia de toda la familia. Acabada la guerra mi abuela volvió a su piso de Paris, donde murió en diciembre de 1945, muy apenada por la muerte de mi hermana Madeleine en Auschwitz. Mi abuela está enterrada en Montparnasse junto a mi abuelo y un memorial dedicado a mi desaparecida hermana”.

                 El matrimonio Dreyfus paseando

Dreyfus ha aprovechado el tiempo de noviazgo para preparar sus exámenes de ingreso en la Escuela Superior de Guerra que aprobó en 1890. Ingresa en la Escuela Superior de Estado Mayor en 1893, siendo el noveno de su clase. Dos años después de los correspondientes estudios puede ser miembro del Estado Mayor. Era el único oficial judío de esta categoría. En aquellos momentos, el ejército francés era bastante permisivo con la admisión de semitas en sus filas y había 300 oficiales judíos, 10 de los cuales eran generales. Aunque sus amigos apostaban por él, el General Bonnefond decía:
-“A los judíos no se les desea en estos mandos tan importantes, porque no tienen atractivo”.
Y todo un general, excelente profesor, se permite utilizar un lenguaje muy familiar, muy de la calle para la época –“cote d´amour” en francés, “likability” en inglés-. Para demostrarlo le pone la puntuación más baja posible, igual que a otro judío candidato, el teniente Picard. Conocedores de la injusticia, los dos oficiales expresan su disgusto ante el director de la Escuela, General Lebelin de Dionne, el cual les dice que no tiene autoridad para tomar ninguna decisión en este asunto. Esta protesta constara contra Dreyfus en el proceso. En el curso 1893/94 el profesorado es consciente de la gran inteligencia del capitán, aunque también de ciertas peculiaridades de su personalidad.

Capitán Dreyfus

Si la práctica de deportes de elite como hípica y esgrima –a los que Dreyfus es aficionado- aumenta la nota final del alumno, cuánto más la calificación de un estudiante ha de ser superior a la del resto de la clase por ser inteligente y estudioso, con fuerte voluntad y una gran memoria o por el contrario, ¿hay que bajarla a causa de su nacimiento?

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Dreyfus llega al Ministerio y es recibido por el comandante Picquart, quien lo introduce en el despacho del jefe de seguridad señor Cochefert, su secretario, y el archivero Gribelin, acompañados por el comandante Paty de Clam, quien se dirige al capitán, diciéndole:
-“Tengo herida la mano y me cuesta utilizarla. ¿Puede usted escribir una carta que yo le dictaré?”.

Paty de Clam

A continuación, casi gritando, le interrumpe dos veces diciéndole:
-“¡Tiembla usted! Tenga cuidado, se trata de algo muy grave”.

Terminado el dictado, pone la mano sobre su hombro y le dice:
-“Le detengo en nombre de la ley. Está acusado de un crimen de alta traición”.

Cochefert y su secretario le registran mientras el capitán protesta y pide la exposición de los cargos. Ellos responden brevemente:
-“Son abrumadores”.

De detrás de una cortina surge el comandante Hubert-Joseph Henry, que había asistido a la escena oculto de esta manera. Estaba muy implicado. Se hace cargo del acusado y lo traslada a la prisión de Cherche-Midi, donde queda incomunicado.

Hubert-Joseph Henry

Curioso y misterioso este personaje. Se sospecha que ha llevado una vida aventurera, sin que nadie pueda referirse a hechos concretos. También se rumorea que tiene amistad con el comandante Esterhazy, en cuyo caso conocerá su letra y sabrá que es el verdadero autor del bordereau. ¿A quién es leal?

De familia sencilla –los padres son labradores- se incorpora al ejército, y durante la guerra franco-prusiana es nombrado sargento mayor. Al acabar la contienda continúa en el ejército con el grado de teniente. También hay un rumor muy consistente: las “alturas” le protegen, aunque nunca se llegan a materializar nombres, ni el hecho de que a un hombre encerrado en una fortaleza se le permita retener consigo su navaja de afeitar.

¿En qué se funda el comandante Henry para culpabilizar al capitán Dreyfus? Él tiene en su poder el famoso bordereau, obtenido en la embajada alemana, y puede comparar su escritura con la de todos los oficiales que pertenecen al Estado Mayor. A Henry no le interesa todo el grupo, solo Dreyfus porque es el único judío. El antisemitismo y el nacionalismo que supone esta circunstancia están en contra del joven capitán, ya que en la sociedad francesa se manifiesta una gran xenofobia ambiental. ¿Qué importa que el porvenir de un militadorzuelo pueda sufrir un rudo golpe con esta acusación? El comandante Henry piensa que el pueblo francés estará contento y que el ejército subirá muchos puntos ante la opinión de la sociedad civil.

Se rumorea que la condena se había basado en documentos secretos y de dudosa autenticidad, presentados por el Ministro de la Guerra, pero cuya existencia no se ha comunicado ni al acusado ni a su abogado defensor. El comandante Henry, presenta una carta, supuestamente escrita por el agregado militar italiano, coronel Panizzardi, que se refería a Dreyfus por su nombre y que dejaba clara su culpabilidad.

-“Mi conciencia, que no me reprocha nada, es lo que me sostiene”, dice Dreyfus.


Affaire Dreyfus
Este es el comienzo del llamado “Affaire Dreyfus”, simplemente “el affaire” cuando empieza el Segundo Proceso, que apasionó a la opinión pública francesa y en general interesó a toda Europa y América, ya que en él estaban implicadas dos de las naciones más importantes del viejo continente: Francia y Prusia.

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Situación de Francia
Un país abocado al desastre –Revolución y Comuna- excepto en una época gloriosa: Primer Imperio con Napoleón Bonaparte, gran defensor de los judíos.

Napoleón III

Mediado el siglo XIX, en París pululan sus sobrinos, cortos de dinero y poder. Fracaso de la Segunda República, Luis Napoleón accede al trono con el nombre de Napoleón III (1808-1873) –por respeto se guarda el de Napoleón ll, que hubiese llevado el difunto hijo de Napoleón-. El nuevo monarca es un hombre intrigante y acostumbrado a conspirar. Sabe deshacerse de sus contrincantes. Favorece el desarrollo de la prosperidad material –ferrocarriles, agricultura, construcción de edificios que embellecen la capital, arte-, y tiene éxito con las armas, lo que encanta a sus compatriotas –ampliación de colonias, guerras de Crimea y Austria, y finalmente la guerra franco-prusiana que acaba con la derrota de Sedán, en la que es hecho prisionero el Emperador, engañado por Bismarck-.

Durante la época de prosperidad, son muchos los judíos del Este que se trasladan a suelo francés. Sus asuntos son normalmente de índole comercial. No tienen amor a la tierra. Los franceses son muy nacionalistas con un odio violento hacia el que consideran invasor.

Se exacerban los sentimientos racistas por los escándalos bancarios y financieros. ¡Qué lejos Suez al lado de Panamá y el encarcelamiento de Lesseps y Eiffel! Los anarquistas no cesan en promover atentados… Y el francés finisecular se regodea al ver que es un judío el que ha sido castigado, considerándolo la encarnación del mal y el causante de la triste situación económica y social del momento.

Un pequeño detalle sobre la ética del trabajo de unos y otros. El Barón de Rothschild se hace construir una mansión en la campiña a unos km de París. La gente ve con asombro cómo instalan en ella el teléfono que le mantiene en contacto con todo el mundo. Una casa de campo es para descansar totalmente, dicen los franceses. El banquero piensa que son compatibles el ocio y atender la urgencia de una tarea: diferentes puntos de vista.

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Violenta campaña de prensa
¿Cómo un asunto que se desarrolla en un campo tan concreto como es el espionaje militar, conmueve de tal modo a la opinión pública, que se ve dividida en dos bandos irreconciliables? A causa del semitismo, las opiniones se mantienen a ultranza, antidreyfusistas y dreyfusistas, que indisponen entre sí a matrimonios, padres e hijos, hermanos, amigos y familiares.

Una cena en familia. Dibujado por Caran d’Ache

Eduard Drumont (1844-1903) furibundo y exaltado xenófobo, ha fundado la “Librería antisemita” y se convertirá en un especialista en el tema con los libros La Francia judía y Los judíos contra Francia, donde intenta demostrar el complot judío para dominar el mundo. Dos años antes ya había iniciado una campaña contra los semitas desde el diario “La libre Parole”, del que era director. El 23 de mayo de 1892 escribía:
“El militar reconoce en el judío al espía que trafica sin pudor con los secretos de la defensa nacional”.

Y el 1 de noviembre de 1894:
“Desde el domingo 28 de octubre estábamos informados de esta detención, pero dada la gravedad de las acusaciones y la calidad del culpable queríamos esperar el resultado de la instrucción”.
Aunque él no esperó. Drumond se consolaba diciendo que por lo menos no era un verdadero francés quien había cometido el crimen.

Son dueños de todo el mundo

Con estos escritos se desencadena, a través de los periódicos, una curiosa campaña antisemita. El periódico France dice que “la judería internacional” ha decidido arruinar a todos los franceses y comprar sus tierras. L’Echo de Paris se preguntaba cuánto habría recibido el espía –naturalmente haciendo alusión a Judas-.

La Verité comenta: “Cuando se ha sabido en París que se trataba de un judío, la indignación ha superado a la tristeza”.

El Petit Journal –en cuyo Consejo de Administración figuraba un judío- manifestaba que Dreyfus no podía ser judío, o sea, que a los judíos había que borrarlos de los censos nacionales y especialmente del ejército:
“Ni el ejército ni el país admitirán nunca que un francés haya podido olvidar sus deberes y su honor hasta el punto de traicionar a la patria. ¡No! ¡El capitán Dreyfus no puede ser, no es francés!”.
Olvidaba el redactor que los casos de espionaje eran corrientes y que no se hablaba de dónde había nacido el traidor.

La Patrie reseñaba la opinión de los galardonados con la Legión de Honor, dispuestos a manifestar públicamente su indignación si no se hacía pronto la luz.

Una carta de las muchas que recibían los periódicos y que parece moderada, decía:
“…Existe en Francia demasiada sensiblería para con los criminales y sobre todo para con los miserables que venden a su país. (…) Si yo fuera juez y nunca he hecho el menor daño a un animal- lo encerraría en una jaula de hierro como a las bestias salvajes, lo haría desfilar por el Campo de Marte y allí todos los oficiales le escupirían en el rostro, antes de degradarlo y de fusilarlo…”.
Menos mal que hay ciudadanos franceses moderados.


El Sumario
En medio de esta campaña de “civilización” que demostraron los franceses, el capitán continuaba en prisión sin recibir la visita de sus acusadores ni decirle cuál era su crimen. El preso estaba asombrado porque se hablaba de hechos que no conocía. Pasados 15 días se le muestra por fin la nota que da base a la acusación. El General Mercier –Ministro de la Guerra- ordena al Comandante Besson d`Ormescheville –relator del primer Consejo de Guerra de París- practicar una instrucción regular.

La indagación de la vida del acusado da como resultado que es intachable. ¿Y el dinero? Al capitán y a su familia les sobra. Cuando una persona de bien niega haber hecho una cosa que no ha hecho y además sin motivo ¿no cabe pensar que el único motivo para hacerla es que no la ha hecho? Se acude a las increíbles mentiras que habían propagado los periódicos: irregularidades en su vida sentimental, un sucio chantaje en Marsella… ¡Y que habla alemán! El relator presenta exagerado lo poco malo y minimiza lo mucho bueno.

En el capítulo dedicado más arriba a los rumores se lee que en la Edad Media –religiosa y esotérica-, se invocaba a Dios para que con su divina intervención hiciese resplandecer la inocencia del supuesto culpable: se celebraba uno de los terribles juicios de Dios. En el siglo XIX, tan anticlerical, se invocan otras razones para disculpar las falsedades o aceptar las conveniencias de los gobiernos de turno. A la III República hay que apuntalarla porque se tambalea. Se acepta cualquier iniquidad con el pomposo nombre de “razón de Estado”. Así ocurre con el mariscal Petain, que con su mejor intención y hasta patriotismo justifica con “esta razón” la creación de Vichy y el desastre de Francia.

Cuando se trata de buscar un motivo que explique la traición del capitán Dreyfus, la respuesta, tanto de los implicados en el juicio como de la ciudadanía en general, es siempre la misma:
-“No hace falta buscar otro motivo: es judío”.


Bordereau
Comprobante de entrega con un texto pero sin firma y sin fecha y enviado por correo.
El original de este documento desaparece en 1940 y ya no se vuelve a encontrar.

Demostrada la falsedad de lo que resultan ser calumnias o inexactitudes, solo se conserva en el sumario lo que pasa a llamarse bordereau y que dice así:

“Sin noticias que me indiquen que usted desea verme, le dirijo sin embargo, señor, algunos informes interesantes.
1.º Una nota sobre el freno hidráulico del 120 y la manera como se maneja esta pieza.
2.º Una nota sobre las tropas de cobertura (se introducirán algunas modificaciones en el nuevo plan).
3.º Una nota sobre una modificación en las formaciones de artillería.
4.º Una nota relativa a Madagascar.
5.º El proyecto de manual de tiro de la artillería de campaña (14 de marzo de 1894).
Este último documento es extremadamente difícil de conseguir y solo lo tendré a mi disposición muy pocos días. El Ministerio de la Guerra ha enviado un número limitado de ellos a los cuerpos y estos cuerpos son responsables de ellos; cada oficial poseedor debe devolverlo después de las maniobras. Si quiere usted, pues, tomar nota de lo que le interese y tenerlo a mi disposición después, yo lo cogeré. A menos que no quiera que yo lo haga copiar in extenso y le envíe la copia.
Voy a salir de maniobras”.

¿Cómo se obtiene el bordereau?
Hace tiempo que en la Oficina de Contraespionaje creen, y en esto tienen razón, que si se encuentra alguna prueba de espionaje a favor del Imperio Alemán, tiene que ser en su propia embajada en París. Agentes franceses merodean en torno al espléndido edificio vigilando puertas y ventanas para tomar nota de las visitas que reciben y sus intenciones.

¿Cómo entrar en un sitio donde los del interior lo impiden si no es por causa justificada? Hay que probar a que los de dentro salgan. Un grupo de miembros del Contraespionaje francés, disfrazados de traperos, acuden todos los días a la puerta de servicio de la embajada para comprar el papel de desperdicio que les vende un criado.

La otra posibilidad es que una mujer, llamada Marie Bastian –agente alemana que ocupa el puesto de ama de llaves en la embajada-, sea reclutada por el comandante Hubert, Joseph Henry, –con lo que se convierte en doble espía- y le envía todo lo que considera de su interés. Es indudable que el agregado militar después de leer el bordereau, que llega con la correspondencia ordinaria, lo rasga y deposita en la papelera. Por mediación de Bastian o del criado, seguro que el comandante Henry recibe el papel en que se basa la culpabilidad de Dreyfus. ¿Por qué esa falta de precauciones por parte del agregado alemán? Sencillamente ya no le interesa su comunicante y piensa romper su relación con él. Su actuación hace que los sirva en bandeja tanto a los intereses franceses como a los suyos propios.


Pasado el tiempo, este agregado militar, conde Max von Schwartzkoffen, publica sus Memorias, en las que relata lo sucedido.
-“¿Por qué no lo dijo usted entonces?” –le preguntan y él contesta:
-“Es cierto que no conocía a Dreyfus y que mi interlocutor era Esterhazy, y en cuanto a revelarlo, mis superiores me prohibieron que lo hiciese para que los franceses rabiasen y se peleasen entre ellos”.

Una vez el bordereau en la Oficina de Contraespionaje, se observa que está rota en varios trozos desiguales y es cuidadosamente pegada. A continuación la examinan los calígrafos: Gobert –experto cuyos servicios utiliza el Banco de Francia y ha sido recomendado por el ministro Mercier- se inclina por que la escritura no es del capitán, y Bertillon que dice que sí que es. Los otros tres que la examinan, dos se inclinan por la culpabilidad y uno por la inocencia, pero algunos de los que se presentan no son peritos, sino simples aficionados.

Bertillon no pasa de ser un policía que ha creado un sistema caligráfico con el que está entusiasmado, sin que sus superiores tengan en cuenta que no es un profesional en la materia. Dominado por la satisfacción que le produce su invento y por su prejuicio antisemita, declara que Dreyfus es culpable, aunque luego se desdice afirmando que él nunca asegura la autenticidad de un escrito: se limita a indicar las probabilidades. El sagaz comandante Paty de Clam le había hecho escribir al capitán la palabra “maniobras” 60 veces estando en diferentes posturas: sentado, de pie, deprisa, despacio, con guantes, con las manos desnudas… Es evidente que la palabra buscada a veces se parecía más al original que otras. Paty de Clam, completamente lego en materia de grafología se atreve a escribir una carta que, con fecha 31 de octubre, remite al ministro, un informe del que se deduce que de la comparación entre el bordereau y el dictado se ven ligeras divergencias, pero el parecido es tan grande que justifica una investigación.

Sin embargo Gobert, experto oficial e invitado personal de Mercier, está en contra. Para él hay tantas divergencias que no se puede decir que la misma persona sea autora de los dos escritos. No se le hace caso.

La III República ha cumplido 24 años de existencia. Tiene crisis políticas e inestabilidades presidenciales y gubernamentales, una prensa influyente que no admite criticas del ejecutivo, y el nacionalismo y el antisemitismo son sentimientos en auge. Los políticos quieren evolucionar hacia formas de vida más sencillas. El ejército admite a jóvenes que han estudiado en el Politécnico al lado del tradicional St. Cyr. La nobleza se ofende, porque invaden su terreno. Hay malestar por la división de clases sociales, la situación de las cúpulas del gobierno y del ejército, el pueblo llano y los intelectuales, cuya influencia está tomando preponderancia. ¿Qué hacer? Buscar un chivo expiatorio.



Primer Proceso

-“Serás rehabilitado, te lo juro” –Lucie a Alfred-.

El 3 de diciembre de 1894 se concluye el sumario, ya que se había encontrado materia suficiente para formalizar un proceso. Al siguiente día el Gobernador Militar ordena la apertura del mismo y el capitán puede hablar con Demange, su abogado defensor. También obtuvo permiso para escribir una carta abierta a su esposa y que acababa diciendo:
“Mil besos a los niños. No me atrevo a escribirte porque los ojos se me llenan de lágrimas pensando en ellos”.

Carta de Alfred a Lucie

El 4 de diciembre de 1894, el general Saussier da la orden de que Dreyfus se presente ante el Tribunal. Edgar Demange ha aceptado su papel de abogado defensor a condición de que no aparezca ningún papel que le haga dudar de la inocencia de su cliente, en la que cree plenamente. Cuando el expediente ya está cerrado, entra en la sala un nuevo papel que se incluye en él, sin que la defensa tenga derecho a revisarlo.

Tampoco puede examinar un escrito cerrado y sellado que se le entrega al Presidente del Tribunal cuando los componentes de este van a empezar a deliberar. Se considera ilegal, bien que se admite porque procede del departamento de contraespionaje, acompañado de una nota en la que se asegura que contiene las pruebas de culpabilidad. Demange consigue que dicha prueba se lea en voz alta antes de que la sala quede vacía y así el público presente pueda enterarse. El Consejo de Guerra se reunirá los próximos 19 al 22 de diciembre, aunque a puerta cerrada. El Consejo duda. ¿Tendrán bastante con el bordereau?

Es increíble que en el país de Descartes, la lógica y el raciocinio se acepten las palabras del comandante Henry.

“No hay pruebas pero lo digo yo, bajo mi palabra de honor. Desde marzo faltan papeles en Contraespionaje. Las otras veces no pudimos coger a Dreyfus, por fortuna esta vez sí”.

Los miembros del Consejo y el comandante ¿son tontos o cínicos? No les importa perder su honor condenando a un hombre inocente que solo quiere conservar el suyo. Dado que la pena de muerte se ha abolido para crímenes políticos, su castigo será la deportación de por vida.

El día 18 vuelve a escribirle a Lucie diciéndole que esté tranquila porque la verdad se abrirá paso y que pronto volverán a encontrarse el uno en brazos del otro. Desde su encierro, Dreyfus no puede percibir el ambiente pasional del país, desarrollado durante los dos meses de la instrucción.

En estas circunstancias, ¿quién hubiese podido conseguir que el Consejo de Guerra, los miembros del Gobierno o el Ministro del ramo juzgasen de modo desapasionado? Al General Mercier, desacreditado y atacado por toda clase de periódicos, se le acusó de querer impedir su celebración, presionado por el poder económico de los judíos. Deseando rehabilitarse, dejaba sentir en todo momento el peso de su autoridad sobre los miembros que iban a componer el Tribunal. Escribió innumerables notas y comunicados en los que afirmaba su conocimiento irrefutable de la traición de Dreyfus. Los periódicos antisemitas empezaron a escribir en su favor:
“Han sido precisas seis semanas para que no venciese en él la insistencia de la judería”.
Más aún, se dejó entrevistar por un redactor de Le Fígaro –el diario de la burguesía progresista- a quien dijo:
-“He comunicado al señor Presidente del Consejo y a mis colegas los informes abrumadores que me han llegado sobre su proceso. No puedo permitirme decir más. Todo lo que puedo asegurar es que la culpabilidad de este oficial es absolutamente segura y que ha tenido cómplices civiles”.
Inútil decir cómo subió la alabanza de la prensa antisemita y más al comprender que su sentencia iba a ser condenatoria.

El 19 de diciembre de 1894 empieza a verse la causa a puerta cerrada, con protestas por parte del abogado defensor Demange. El Presidente del Tribunal ordena que la sala se vacíe y solo quedan en ella el procesado, los 7 jueces –7 oficiales parejos a Dreyfus en los que el incauto y falso culpable confiaba-. Bien es cierto que estos oficiales y otros que no tomaron parte en el juicio, no estaban convencidos de la culpabilidad de Dreyfus. De haber sido civiles, ¿cómo hubiesen actuado?

Particularmente hostiles se mostraron los comandantes Paty de Clam y Henry. Este último afirmó que una persona honorable había puesto en su conocimiento que un oficial de la Segunda Oficina era un traidor. Dreyfus se levantó indignado y de forma violenta le pidió que compareciese la persona a la que se refería. Henry tomó una actitud teatral y dijo:
-“Cuando un oficial guarda un secreto no se lo confía ni a su quepis”, y volviéndose hacia el supuesto traidor le señala y dice: “el traidor es ese”.
Se leyeron después las disposiciones contradictorias de los grafólogos y causó mucha impresión la de Bertillon, aunque a Dreyfus le pareció que era la obra de un loco.

El fiscal con el bordereau

La calumniosa campaña de prensa continúa con sus acusaciones, las cuales fueron deshechas durante el proceso. Solo queda el bordereau. El fiscal, cogiendo el papel en su mano, dice:
-“Con esto basta. Cojan la lupa los jueces. Ha sido escrita por este hombre y señala al capitán-. Lo han afirmado los comandantes Paty y Henry y confirmado los peritos en grafología, y yo declaro que es obra de su mano y ustedes lo harán también y lo condenarán”.

Demanger retratado por el pintor valenciano Domingo.

El abogado defensor está muy elocuente. Demuestra todas las contradicciones y acaba preguntándose cómo se había podido levantar una acusación con tantas infamias sin demostrar primero el móvil del crimen. Pero el affaire no está encerrado entre las cuatro paredes donde se celebra el Consejo de Guerra, el Proceso parece que se celebra en la calle.

Los periódicos continúan difamando al acusado, exigiendo una condena enérgica. La presión sobre el Tribunal era increíble. Cinco días antes de comenzar el Consejo, “La Libre Parole” comunica:
“Se ha ofrecido un millón de francos al relator para que exponga sus dudas sobre la acusación e igualmente otras cantidades a los miembros del Tribunal”.

¿En qué condiciones van a juzgarle? La continuada campaña de prensa seguía acusando a Dreyfus del contenido del bordereau y de un trato secreto y continuado con alemanes e italianos. Presionan al propio Ministro de la Guerra, al Comandante Henry, cuya palabra de honor tiene más fuerza que las propias pruebas, y a los compañeros de ejército del acusado. La condena será: pena de destierro perpetuo con agravante de degradación, y la fecha: el 22 de diciembre de 1894.

No hubo servicio de taquigrafía en este Proceso. El texto se compuso basándose en los testimonios orales que aportaron los participantes en él. Actualmente todos los documentos relativos al affaire Dreyfus, depositados en dependencias oficiales, pueden ser consultados por los interesados. No hay papeles clasificados.

Dado el escándalo que produjo la condena del capitán, muchos de los que llevaban su  msmo apellido –sin ser familiares- solicitaron el cambio. El gobierno lo permitió gustosamente. Los parientes permanecieron fieles.

El capitán solicita la revisión del proceso, pero el día 31 de diciembre del año en curso se le comunica la denegación. El 2 de enero de 1895, y separados por dos fuertes rejas, se permite a los esposos Dreyfus verse y hablarse, naturalmente sin contacto físico.



Degradación del capitán Dreyfus
El sábado 5, en el patio interior Morlan, empedrado y húmedo de la Escuela Militar, se procede a la degradación del capitán, quien llega flanqueado por 4 artilleros; un hujier los recibe, lee la sentencia y rompe la espada, mientras Dreyfus grita:
-“¡Soldados, se degrada a un inocente! ¡Soldados, se deshonra a un inocente! ¡Viva Francia! ¡Viva el Ejército!”.

“La Libre Parole” dice en su edición del mismo día:
“Hay algo que nos consuela. Saber que el criminal no es francés”.
La familia del famoso escritor Alphonse Daudet exclama:
“¡El miserable ni siquiera es francés!”.
Cuando todos los franceses con cierta cultura saben que desde 1791 los judíos afincados en Francia tienen los mismos derechos y deberes que los franceses que no lo son.

Presencian este injurioso espectáculo cuatro mil soldados, cientos de altos mandos militares, curiosos civiles… Al capitán le son arrancados la insignia de su grado, botones, charreteras y galones. El ministro Mercier se resiente del frío y no asiste; espera en el despacho, acompañado de su entorno a que suba el comandante Picquart y les haga el relato de lo sucedido. Risas, comentarios de mal gusto sobre los judíos. El comandante Picquart cuenta:
-“Miraba el uniforme con tantos hilos de oro arrancados con interés y pena, como un sastre de los suyos”.
Nuevas carcajadas. ¿Credulidad o fingimiento? No hay que olvidar que el comandante, por ambiente familiar, era católico y antisemita. Años después, siendo ya general, Picquart habla con otro general y le comenta:
-“Ese sucio judío de Joseph Reinach me causa horror”. Los hermanos Reinach –hijos de un banquero alemán- son los mayores “fans” de Alfred Dreyfus y Joseph está escribiendo el Proceso en 10 volúmenes. Emparenta vía matrimonial con los Dreyfus.

Marie Georges Picquart (1854-1914) tiene dedicada una calle en Estrasburgo, donde ha nacido, y una avenida en Bruselas. También la plaza de Geudertheim lleva su nombre. Allí vivió la familia unos años, debido al trabajo del padre –perceptor de contribuciones directas-. Amante de la música –es un buen pianista-, estudia en St. Cyr. Número 5 de su promoción, obtiene el 2.º puesto en la Escuela de Estado Mayor. Siendo profesor en la Escuela Superior de Guerra, tiene como alumno a Dreyfus. Su primer servicio como oficial ha sido en colonias, en donde obtiene varias condecoraciones. Legión de Honor en sus 3 grados, general de división. Ministro de la Guerra con Clemenceau. Vísperas de la Gran Guerra muere a causa de una caída de caballo en Amiens, donde es enterrado, sin honores, que la familia rechaza. Posteriormente se le traslada al Père-Lachaise y finalmente descansa en el cementerio de St. Urbain, en Estrasburgo, ocasión en que sí se le rinden los honores oficiales merecidos.

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A Dreyfus se le cambia de prisión: lo llevan a La Santé. Durante el tiempo que permanece allí, puede ver a Lucie dos veces por semana en el despacho del director y en su presencia.

Dreyfus se comporta como un preso modelo, pero activo. Escribe a su mujer, a la familia, al Presidente Faure, que nunca contesta, por lo que Dreyfus grita:
-“¡No pido gracias ni favores, solo justicia!”.
Su enfado es contra la maldad humana, por lo que no varía de idea:
-“Inocente como soy, mi deber es ir hasta el final”. –escribe en sus Carnets.
-“Estoy seguro de que la verdad se descubrirá, como se descubre todo en la vida”.
Como buen soldado se atiene a la jerarquía y todavía en 1898 cree que es el Ministro de la Guerra quien va a deshacer el terrible error.

El Presidente Félix Faure (1841-1899) desea lo mismo que todos los altos cargos civiles y militares del momento: que se salven la República y el Ejército. No contesta nunca a Dreyfus ni a la carta abierta que publicará Zola en 1898. Su vida particular es algo caótica. Su mujer, con la que apenas se relaciona, vive en el Elíseo, así como su amante Madame Marguerite Steinhell, esposa de un pintor. El 12 de febrero de 1899, el presidente, después de almorzar, se retira con su amante a los apartamentos presidenciales. Pasados unos minutos, un lacayo acierta a pasar por allí y oye unos estertores, Asustado, abre la puerta. Se encuentra a Faure solo, medio desnudo, reclinado sobre un sofá y agonizando. Acuden más sirvientes que avisan al párroco. Mientras corren hacia las estancias se entabla el siguiente diálogo:
-“Monsieur le president garde sa connaissance?” –demande le curé.
-“Non, M. le curé –repondent les servants- sa connaissance est disparue par la porte derrière”.
Equivocos que produce la tradución de palabras de su idioma original a otro.
Enterada la policía, la detienen y la meten en prisión. ¿Forma parte de alguna conspiración? ¿Es amiga de Dreyfus? A los dos días se sabe lo ocurrido. Faure ha tenido la veleidad de que su amante le practique una felación, con resultado de ataque al corazón y muerte. Pero por supuesto, esa causa no está penada por la ley.

Cambiando de Prisión

El 17 de enero de 1895 Dreyfus llega a la Isla de Rè –donde permanece un mes- y desde donde embarcará hacia La Guayana francesa. En Rè sigue vigente el régimen de visitas del matrimonio de dos veces por semana, aunque, ¡atención!, bien vigilados para evitar los abrazos... También el preso puede dar un pequeño paseo, después del cual sufre un minucioso registro.

Aborda el Ville de St. Nazaire el 21 de febrero y llega a su destino –la isla del Diablo- el 13 de abril, y allí permanece cinco años. Al desembarcar Alfred da a los tripulantes un mensaje para entregar a su mujer, aunque duda que lo reciba. Ha dejado atrás todo lo que le era cotidiano, querido. Se enfrenta a una soledad difícil de soportar y a una vida extremadamente dura. Su libertad pasa por el encuentro del verdadero culpable. ¿Cómo reaccionaría ahora si supiese que han de pasar 12 años hasta encontrarse totalmente rehabilitado?




Dreyfus y la Isla del Diablo
Dreyfus tiene en mente una frase de Schopenhauer: “Si Dios ha creado el mundo, yo no quisiera ser Dios”.

Las islas del Diablo –posteriormente nominadas Islas de la Salud-, son un conjunto de tres islas la más pequeña utilizada solo para el servicio de Dreyfus-. Sirven para alojar a los deportados políticos franceses entre 1792 y 1953.

Casi ninguno regresaba, ya que o morían de inanición y cansancio o a causa de la malaria y la fiebre amarilla. En 1934 se evade un interno con los diarios que ha escrito relatando la crueldad del presidio y la ruindad de los guardias.

También el libro de Henri Charrière –y la película Papillon basada en él- nos dan idea de lo que era este confinamiento. El autor cuenta que se sentó en una banqueta, construida por Dreyfus con sus propias manos y colocada al lado de la puerta de su cabaña para descansar cuando volvía de sus paseos.

Dreyfus en su banquito

Dreyfus es un símbolo de los errores judiciales, propiciados voluntariamente por el tribunal juzgador.

Durante cinco largos años, tres personas ocupan de manera muy especial el pensamiento del desterrado: su esposa y sus dos hijos. Se conserva su diario destinado a su mujer, en el que esta y los niños aparecen constantemente. Si falta o se retrasa el correo, el diario, que relata lo que experimenta, señala su estado de ánimo. Lucie desde Francia está a la altura de su marido. Lamenta la situación de él pero escribe de forma que no decaiga su sentir. Están de por medio las continuas peticiones de rehabilitación, que ella le relata, pero lo hace de manera que solo él lo entienda, por la censura de su correspondencia.

Lucie con sus dos hijos

He aquí el régimen de vida que lleva Dreyfus y que detalla minuciosamente a los suyos: Para comer, medio pan diario, 300 gramos de carne 3 veces por semana. Los otros 4 días, tocino en conserva. Solo bebe agua. Las enfermedades se combaten con leche condensada. En el papel que le dan escribe las menudencias de la vida diaria: arreglar la cama, lavar la ropa, cocinar su comida… Si en la cocina necesitan leña, Dreyfus abate árboles. Su cabaña para dormir tiene 4x4 metros. Cuando llegan nuevos penados se le encierra en ella, porque los guardias temen que se ponga en contacto con los recién llegados. Está vigilado por cinco guardianes y un jefe, que se turnan de tal modo que siempre hay dos vigilantes junto a él.

“Escríbeme a menudo, escríbeme largas cartas”.
“No hace falta que te diga con qué emoción…”.
“Gracias por todas las noticias que me das…”.
                                                   (Alfred a Lucie)

¡Con qué ilusión Alfred y Lucie aguardan carta el uno del otro! Se sienten reconfortados al recibir sus mutuas noticias y si tardan en llegar les entra la tristeza. Es natural que se retrasen porque todas ellas pasan por el Ministerio. El comandante de la prisión también las lee y le pregunta a Dreyfus de qué código secreto se sirven para comunicarse. Ante el retraso de las misivas, la reacción es siempre la misma: emoción al recibirlas, unos días de energía, de fortaleza, que poco a poco se van debilitando. Finalmente, y hasta que llegan las nuevas, pensamientos tristes, etapa de desesperación, hasta de suicidio.

Como ha ocurrido en casos similares, quizás sea ese diálogo escrito lo que les salva.

Relación en la distancia
“Mi amado es para mí y yo soy para mi amado”.

Los esposos no solo sintieron este versículo del Cantar en sus corazones, sino que lo expresaron, sin escribirlo, en la correspondencia que mantuvieron durante el largo cautiverio…

A partir de septiembre de 1896 se endurece el régimen del penado. Los vigilantes llegaron a diez y aún aumentaron posteriormente. Los paseos al aire libre se reducen y la cantidad de libros escasea a pesar de que los paga el capitán. Algo pasa en la isla que hace aumentar la vigilancia. La cabaña-prisión se divide en dos mitades iguales. En una están los guardias y en la otra duerme Dreyfus con la luz siempre encendida.

Trabajando

El prisionero pasa largas horas encerrado y su ocupación principal es matar a los numerosos insectos. Los vigilantes le espían y tienen orden de comunicar todo lo que dice a los superiores.

A partir de 1897, Lucie empieza a deslizar palabras de esperanza en sus escritos. Estas nuevas palabras que le escribe y la agravación del régimen penitenciario le hacen comprender al condenado que algo está cambiando en Francia.

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Intermedio político
¿Qué había ocurrido entre tanto en Francia? El envío de Dreyfus a la Isla del Diablo debería haber causado apaciguamiento en la metrópoli, pero no ocurre así. Los ánimos se encrespan y las relaciones sociales continúan con la misma violencia. Francia se ha dividido en dos bloques en torno al clásico binomio izquierdas/derechas. A un lado figuran los judíos y las izquierdas –excepto socialistas y anarquistas- que ven en los semitas la representación del opresor gran capital, anticlericales, intelectuales liberales; y al otro lado las derechas, acompañadas de elementos nacionalistas y revanchistas, el ejército, católicos y antijudíos e intelectuales conservadores.

El capitán, desde la distancia, sin conocer lo que pasa, es quien los aglutina.

Los Dreyfus y los leales amigos se dan cuenta de que aquello es un “juicio de opinión”. Ya no importan ni el espionaje, ni la persona, importa el caso en sí y el Estado Mayor dice –como los antiguos romanos- que lo que ha sido juzgado no se puede volver a juzgar. El 5 de julio de 1898, madame Dreyfus pide que se anule el proceso de 1894, basándose en la comunicación a los jueces de un documento secreto, lo que es ilegal. El Tribunal de Casación acepta y con fecha 3 de junio de 1899 manda que Dreyfus se presente ante el Consejo de Guerra de Rennes. Se piensa en los inconvenientes de un juicio y en que es mejor hacer primero deposiciones –para conocer lo que piensan los interesados-. Llegan a hacer 150. Dreyfus se presenta ante el Presidente del Tribunal de Apelación de Guayana, sito en la Isla del Diablo. Mantiene su postura de inocencia sin añadir nada más. Finalmente se unen la sala militar y las otras salas ya unidas, con la intención de que sea mayor el número y la calidad de los magistrados y la democratización del conjunto.

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Previamente la familia Dreyfus había encargado a Bernard Lazare (1865-1903) –escritor, famoso por los numerosos artículos que ha escrito a favor del capitán- que gestione el asunto. Se ocupó exclusivamente de lo relativo al bordereau, y puesto de acuerdo con el abogado de la familia, Demange, formó un equipo de investigadores que le informaron sobre diferentes asuntos y viajaron a varios países. Los desplazamientos al extranjero aportaron muchas simpatías hacia el acusado, pues los europeos que no habían tomado partido hasta entonces, se dieron cuenta de que en el proceso había una parte irregular y entendían su postura. En noviembre de 1896 ha publicado un folleto titulado “Un error judicial. La verdad sobre el Caso Dreyfus”. Se reparte gratuitamente por las calles en Bruselas.

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Entre tanto, ¿qué ocurre en la Oficina de Información del Servicio Secreto? Durante años ha sido su director el coronel Sandherr, cuya salud es tan precaria que casi no acude al despacho. Oficiosamente le sustituye el comandante Henry, que monta en cólera cuando en julio de 1895 Picquart es ascendido a teniente coronel y nombrado oficialmente director de dicha Oficina por el Gobierno, con el mandato de que se dé prioridad al affaire Dreyfus. Ambos oficiales se enfrentan porque Henry se niega a darle a su nuevo jefe toda la información que existe sobre dicho caso. Picquart es un hombre con mucha sangre fría. Estando Henry fuera de París, Picquart y su ayudante registran su despacho y encuentran una bolsa con papeles azules reducidos a trozos bien pequeños: es el famoso “Petit bleu” –el pequeño azul-, los restos de un telegrama enviado por el agregado militar alemán a Esterhazy, lo cual ratifica la amistad de este último con Henry, que manipula sus papeles.


Picquart comprueba que la escritura del bordereau y la de escritos personales de Esterhazy están escritas por la misma mano. Siempre leal al ejército, se dirige al Ministerio para comunicar su descubrimiento. Desengaño: en el Ministerio han decidido echar tierra sobre el asunto, le ordenan absoluto silencio y le destinan a una guarnición del Este. El teniente coronel habla con su abogado y este se lo hace saber al senador Auguste Scheurer-Kestner. Enterado el Ministerio de sus comentarios, lo envía al sur de Túnez.

Registro de la casa del teniente coronel Picquard

El historiador Philippe Oriol dice que la Historia considera a Picquart como el héroe del affaire Dreyfus: sacrifica su carrera para probar la inocencia del que ha sido su discípulo. Oriol considera que esto no es cierto y denuncia la superchería. Picquart era oportunista y antisemita. Hay un libro cuyo autor es Robert Harris, publicado en 2015 y escrito en primera persona, que resulta ser una autobiografía de este célebre militar, en la que, naturalmente, se echa flores. Se titula El militar y el espía. Cuando el director de cine Roman Polanski lo lee, se echa sobre él como un buitre. Es este un individuo que no puede volver a USA, so pena de que lo ingresen en prisión. Está probado que es un violador de mujeres y solo hace películas donde el protagonista justifica sus actos, o sea una trasposición de sí mismo que es víctima de una maquinación que no ha existido.


El guión lo han escrito entre Harris y Polansky. Este tuvo el detalle de enviárselo a Charles Dreyfus, nieto del capitán, que solo indicó que podía poner más de relieve las virtudes de su abuelo y se cuenta que el director le hizo caso. La película en francés se titula J’accuse, y ha sido vista por millón y medio de franceses.

Al quedarse solos en Contraespionaje Henry y Paty de Clam, deciden ayudar a Esterhazy y envían al Ministerio dos documentos falsos a los que llamarán “el documento secreto” y “el falso Henry”. Enterado Picquart de la situación, se presenta en el Ministerio y declara que los dos documentos son falsos. Por su acción es encerrado en prisión durante un año. La abandona el 13 de junio de 1900, exonerado de su culpa, porque el Tribunal declara que “no ha lugar”.

Es curiosa la manera en que se descubre la falsedad. El oficial que lo examina se da cuenta de que las cuadrículas de arriba y de abajo de los documentos son de distinto color. Los había sacado de la cartera del General Cavaignac, Ministro de la Guerra, que pensaba mostrarlo en el juicio como válido. Al enterarse, aunque continúa siendo antidreyfusista, los retira, libera de la prisión a Picquart y dimite.

Antes de su dimisión, el ministro tiene una larga conversación con Henry, de resultas de la cual es encarcelado y muere. En cuanto a Paty de Clam, también sufre la pena de encarcelamiento. Ya no participa en el juicio.

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¿Quién es Ferdinand Walsin Esterhazy (1847-1923)? Personaje equivoco, es miembro de la rama francesa de esta noble familia que existía en Hungría desde la Edad Media. Entra en el ejército francés donde alcanza el grado de comandante. Pasa a servir en los Zuavos del Papa, posteriormente a la Legión Extranjera francesa y finalmente vuelve a su primer puesto, muy bien recibido y ayudado por la aristocracia francesa y alemana. Su suegro le hace divorciar porque está acabando con la fortuna de su hija: es un hombre que vive por encima de sus posibilidades. El interés económico es lo que le hace dedicarse al espionaje.

En Le Figaro, el 28 de noviembre de 1897, se publican extractos de cartas de Esterhazy a Madame Boulany, amante despechada. En una de ellas –confirmando su odio a Francia y a los franceses- dice haber soñado que entraba en París, a la cabeza de un regimiento de caballería, y que acuchillaba a cien mil franceses. El Estado Mayor aconseja que vaya a juicio y que se defienda él mismo.

Una corte marcial secreta le declara no culpable. Está tan contento con su intervención, que se aplaude a sí mismo. ¿Le salvan compañeros de su clase social? ¿O es la presión del gobierno o del ejército que desean acabar con este asunto? Sale muy feliz a la calle y se encuentra con una marea humana de unas mil quinientas personas que van a por él. El auténtico espía es realmente un cobarde. Se pone bajo la protección de la policía y huye a Inglaterra. El gobierno francés prohíbe la actuación de su embajador en el Reino Unido y Esterhazy vive tranquilamente dedicado a la traducción y a ejercer el oficio de agente de viajes hasta su muerte.

La frase de Zola retrata muy bien la situación: “Un consejo de guerra acaba de atreverse a absolver a Esterhazy cumpliendo orden suprema; bofetada a toda verdad y toda justicia”.

También en 1897 el vicepresidente del Senado Scheurer-Kestner hace oír su voz en el hemiciclo y es la primera vez que esto ocurre. Protestante y paisano de los Dreyfus, pero por desgracia tiene un cáncer terminal y muere antes de que pueda actuar. El momento culminante de la situación política llega con la vuelta de Zola de Italia.

Dreyfus está deseando volver a la vida familiar y recuperar la paz y la salud perdidas, pero con absoluta convicción de su inocencia, no quería vivir con el baldón de traidor. Su hermano Mathieu y los que le quieren bien le instan a que acepte la gracia del Presidente de la República. Después, con libertad y tranquilidad, podrá trabajar para conseguir la rehabilitación: la vida pública prima sobre la privada. Dreyfus accede a posponer su petición de revisión y es puesto en libertad. Ese mismo día hace publicar una nota que dice:
“El Gobierno de la República me devuelve la libertad. La libertad no supone nada para mí sin el honor. A partir de ahora proseguiré mi trabajo para lograr la reparación del espantoso error judicial, del cual soy todavía víctima. Quiero que toda Francia sepa mediante un juicio definitivo que soy inocente. Mi corazón no estará tranquilo mientras exista un solo francés que me impute el abominable crimen que otro ha cometido”.

¿Se ha estudiado bastante la personalidad de Alfred Dreyfus? Su exquisitez de espíritu, su finura de alma, su lealtad a sus creencias y a los suyos. Llegado el momento de la revancha, no solo no se la toma, sino que vitorea a sus detractores, la Patria y el estamento al que pertenece.


La rehabilitación
Dreyfus ha de esperar todavía siete años hasta que el radicalsocialismo triunfa en las elecciones de 1902. Se promulga una ley contra las asociaciones religiosas, se rompen las relaciones diplomáticas con la Santa Sede y se decreta la separación de la Iglesia y el Estado. En 1906 llega el momento en que se puede encarar la rehabilitación del capitán gracias a los gobiernos izquierdistas.

El envío del expediente del proceso de Rennes al Tribunal de Casación permite que este anule la sentencia condenatoria, así como la degradación del militar que fue repuesto en su cargo en una solemne ceremonia. En ella a los gritos de los soldados de “¡Viva Dreyfus!”, él responde: “¡Viva Francia! ¡Viva el Ejército!”.

Rehabilitación e imposición de la Legión de Honor

Presidente Jacques Chirac
Con fecha 8 de enero de 1998, el Presidente Chirac envía una carta a los descendientes del capitán Dreyfus y del escritor Emilie Zola. Hace un siglo –13 de enero de 1898- este publicó su artículo Yo acuso, que siempre será famoso por el significado y por el valor de su autor que defiende la justicia. Así como Dreyfus no quiere que le vitoreen a él sino a una patria que lo ha denostado, pero a la que él no dejará de amar nunca.

Y dice la carta textualmente:
-“las maquinaciones urdidas en el secreto de algún despacho.
Lo que demuestra que a día de hoy no se sabe en concreto de quién era la cabeza pensante que dirigió toda esta malignidad.

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Zola
Emile Zola (1840-1902). De origen italiano –su padre lo es- y madre francesa. Creador de la novela naturalista. Arquetipo de intelectual, con gran elegancia moral. Muy influyente a finales del siglo XIX y en los primeros años del XX.

Zola se encuentra en Italia cuando empieza el Proceso Dreyfus y lee pocos periódicos franceses. Al volver a Francia se siente desagradablemente sorprendido al observar grupos de jóvenes de filiación ultraderechista recorriendo las calles de París y gritando:
-“¡Muerte a los judíos!”.

.¿Cómo es posible que a punto de empezar el siglo XX, el siglo de la ciencia y de la razón, se manifieste el odio de esta manera tan poco civilizada? Zola toma conciencia de lo que está ocurriendo y decide intervenir. Para que no se tergiverse su postura dice:
-“No defiendo a los judíos, defiendo a la justicia”.

Zola escribe y publica artículos en “Le Figaro” y “L’Aurore” –fundado por Clemenceau-, cuya sala de redacción es su segunda casa. En 1898 y en la portada de este último se publica el más célebre de todos, la carta abierta al Presidente de Francia y que se titula Yo acuso –la tirada normal de este diario son 30 mil ejemplares pero ese día será de 200 mil- por ser estas las palabras con las que comienzan los tres últimos párrafos en los que pide castigo para los que él cree más implicados. En ella acusa al Ministerio de la Guerra de destruir pruebas materiales y de encubrir un grave error judicial. Zola es procesado por libelo, condenado a un año de prisión y a una sanción económica de 3.000 francos.

El escritor se refugia en Inglaterra, pero su juicio ganó muchos apoyos para Dreyfus. En el tradicional dualismo izquierda-derecha, contra Dreyfus están la casta militar, las fuerzas tradicionales del orden y la ley, el nacionalismo incontrolado y lo que Zola llamaba “la prensa inmunda”, a los que se añaden las acciones interesadas, incluidos los estamentos católicos y pensadores de derechas. A favor de Dreyfus hay un grupo entusiasta, pequeño al principio, formado principalmente por intelectuales de izquierdas y por gente que creía que se había cometido un error judicial que era necesario reparar, aunque supusiera una terrible pérdida de prestigio.

Dreyfus se convertía alternativamente en objeto de execración y en símbolo de la verdad y la justicia. Personas que nunca se habían interesado por la política, firmaron una petición para que se revisara el proceso, y este partido revisionista se hizo tan numeroso que en junio de 1898, Cavaignac, nuevo Ministro de la Guerra y deseoso de dar carpetazo al asunto, leyó en voz alta la carta del coronel italiano Panizzardi. El teniente coronel Henry reconoció que dicha carta era una falsificación suya y fue confinado en la fortaleza de Mont Valerie. Al día siguiente de encarcelarlo, su guardián lo encuentra muerto con la garganta seccionada por la navaja de afeitar. ¿Suicidio? ¿Homicidio? Este hecho decide al gobierno a presionar para que se revoque la sentencia de Dreyfus. En septiembre de 1899 se reúne un Consejo de Guerra en Rennes.

El resto de su vida, Zola sigue trabajando por la causa de Dreyfus. El 29 de septiembre de 1902, el matrimonio ha ido a pasar el día al campo y al volver a casa sienten frío. Se supone que Zola muere asfixiado porque se lo encontraron con la mano en la falleba de la ventana. La esposa intentó llamar por teléfono y no pudo, pero la pudieron salvar.

A los juicios de Zola y Rennes han acudido muchos periodistas. Bretaña está colapsada. Uno de estos periodistas es Herzl.

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Theodor Herzl
Un hombre con una idea que hizo fructificar
Nace en Pest (1860-1904) al lado de la Gran Sinagoga –que actualmente es museo-. Crece en un ambiente confortable, comunista y laico. Su familia pertenece al judaísmo de la burguesía emergente. Va a una escuela laica, que tiene que abandonar debido al antisemitismo reinante en ella, y pasa a una protestante donde no tiene problemas. En el aspecto educativo le ocurre lo mismo que a los Dreyfus. Se trasladan a Viena, en cuya Universidad estudia Derecho y en ese campo trabaja de forma no asalariada algún tiempo. Theodor quiere ser juez, pero su condición de judío se lo impide.

Se dedica al periodismo, a la literatura; escribe obras de teatro. Trabaja en un importante periódico –Neue Freie Presse- que le envía como corresponsal a París para cubrir los casos de Zola y segundo de Dreyfus. El nacionalismo que observa y el grito “¡abajo los judíos!”, lo convierten de asimilado en sionista. Sus palabras:
-“Es inútil tratar de combatir el antisemitismo, hay que solucionar de manera moderna el problema judío”.
En su libro El Estado judío propone la creación de una nación para todos los judíos del mundo. Cuestión mal recibida por los propios judíos asimilados y contrarios a sus pensamientos religiosos. No es este el campo que le interesa a Herzl, sino el sionismo político: es un hombre constante, práctico y está decidido a convertir una idea en una realidad.

A sus expensas funda un órgano sionista oficial –Die Welt «El Mundo»-, celebrándose el primer congreso sionista en Basilea, donde es elegido presidente perpetuo. Empieza iniciativas diplomáticas en busca de ayuda. En Inglaterra es apoyado por Chamberlain, el político de la neutralidad.

En 1904 muere en Austria. Es enterrado en el Cementerio de Viena, según sus disposiciones:
-“Quiero un entierro sencillo, sin discursos ni flores, y descansar al lado de mi padre hasta que el Pueblo Judío me conduzca a Eretz Israel”.
Un gran escritor –Stefan Zweig- cuenta en El mundo de ayer cómo Herzl cada vez que lo veía le explicaba los asuntos sionistas. Zweig pensaba que eran fantasías El día de su entierro queda asombrado: de las estaciones ferroviarias y de autobuses salía gente a borbotones dirigiéndose a dar el último adiós al creador de su nuevo Estado, fundado en 1948. Desde 1949 Herzl reposa entre los suyos en el monte que lleva su nombre. En cada pueblo israelí hay una calle dedicada a su memoria y su retrato está en todos los centros oficiales. Homenaje y recuerdo al hombre que, aunque no estuvo físicamente presente, fue el verdadero fundador del Estado de Israel.

¿Llegaría Herzl a entablar relaciones con la familia Dreyfus? ¿Existiría en la actualidad el Estado de Israel si no hubiese acaecido el caso Dreyfus?

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El segundo Proceso. Consejo de Guerra de Rennes
“La verdad está en marcha, y nada la parará”. Émile Zola

El 5 de junio de 1899 se le lee a Dreyfus la siguiente nota:
“Sírvase poner en conocimiento inmediato al capitán Dreyfus lo que sigue: El Tribunal casa y anula el juicio de 22 de diciembre de 1894 contra Alfred Dreyfus por el primer Consejo de Guerra del Gobierno Militar de París y remite al acusado ante el Consejo de Guerra de Rennes”.


Se le devuelven sus uniformes y el uso de grado de capitán. El interesado se embarca en el crucero Sfax el día 9. Antes ha mandado un telegrama a Lucie:
“De corazón y de espíritu contigo, con los niños, con todos. Espero con inmensa alegría el momento de felicidad suprema de estrecharte entre mis brazos. Mil besos”.

El primero de julio llega a Francia y es encerrado en la prisión militar de Rennes. Ese mismo día se le permite ver a su mujer. La parafernalia de la que no pueden librarse los franceses les ha hecho imaginar cómo será la ida y vuelta de la cárcel a las salas del juicio: preparan una especie de carro, en el que irá el capitán sentado, en una cesta de hueso, custodiado por 8 soldados y pasando por el centro de una doble fila de jinetes que le irán volviendo la espalda conforme llegue a su altura.

Liceo Emilio Zola de Rennes, donde se celebra el segundo proceso.
Se ha celebrado el 120 aniversario, aquí y en Mulhouse

El Consejo de Guerra se reúne entre el 7 de agosto y el 9 de septiembre de 1899, en un clima de tensión. Cuando el capitán Dreyfus se adelanta para testificar con una actitud digna y resuelta a pesar de los testimonios adversos y las maniobras fraudulentas. Su voluntad está intacta, pero su estado físico es penoso. Algunos de sus partidarios se echan a llorar y los contrarios quedan asombrados al ver cómo se le ha martirizado y guardan un respetuoso silencio.

Envejecido por el maltrato físico y moral

Con fecha 25 de febrero de 1898 se ha creado “La liga francesa para la defensa de los derechos humanos y del ciudadano”. ¿Servirá para algo?

En este momento, el letrado Labori refuerza la actividad de Demange pero le disparan un tiro y tiene que retirarse a descansar. Ya no testificará. El proceso se convierte en una batalla de palabras y actitudes para lograr fijar la atención sobre lo esencial: un examen riguroso de las pruebas y de las deposiciones. Ya se adivina que este proceso es una amenaza para el juzgado. El abogado defensor hace una defensa que dura 5 horas con la intención de crear la duda entre los jueces, pero en contra de todas las expectativas –con el resultado de 5 contra 2-, el veredicto continúa siendo “culpable de alta traición”, con circunstancias atenuantes y la pena reducida a 10 años.

Se pronuncia la sentencia condenativa

L´Aurore escribe:
-“La infamia de estos jueces militares condena lo que es la misma iniquidad. Dreyfus solo quiere el triunfo de la justicia y de la verdad sobre el error”.

El Proceso dio pie a mucha ironía, señal de que los asistentes
no estaban muy de acuerdo con la sentencia.

Poco después el gobierno indultaba a Dreyfus y en 1906 el Tribunal Supremo revocaba la sentencia de 1894, momento del que no pudo gozar Zola que había fallecido 4 años antes.

Dreyfus de paisano. Todavía no puede llevar el uniforme.
Aparece como siempre: limpio, pulcro y sabiendo moverse.

Esa misma noche, Alfred Dreyfus firma un poder de revisión. Al día siguiente, Mathieu le comunica que el gobierno está dispuesto a que se firme la gracia presidencial en favor del nuevamente acusado. Alfred se resiste, pero su hermano y sus amigos lo convencen:
-“Es mejor salir y desde fuera actuar”.
Entonces Dreyfus accede y a los dos días sale de la prisión.

¡Cómo pasa el tiempo! La primera vez que Dreyfus ve a sus hijos
desde que lo detuvieron

Jean Jaurès (1859-1914) dreyfusista a partir de 1897. Hombre grande en Francia, donde también tiene una calle dedicada en cada municipio. Denuncia la monstruosa leyenda de que ha sido el Kaiser quien ha escrito el famoso bordereau, maniobra debida al coronel Henry antes de morir por si le fallaban las otras maquinaciones. Esta terrible maniobra, afortunadamente no es creída por los franceses del momento.

Homenaje a Jean Jaurès

Muy unido a Dreyfus, quien le dedica un libro –Cinco años de mi vida-, siendo correspondido con sus Notas, del cual hace una lectura en una reunión de amigos dreyfusistas. En su libro Jaurès explica los tres puntos fundamentales en que se basa su inocencia:
1.º.- Los militares formados en St. Cyr, todos pertenecientes a la nobleza, no querían que los formados en otras Academias se juntasen con ellos.
2.º.- En el Tribunal que lo juzga no hay ningún artillero, con lo que la explicación que se da sobre Dreyfus no queda clara, al no haber un especialista como él en este grupo de siete acusadores.
3.º.- El asunto de la religión.

Un hombre como el presidente Loubet, que ha sufrido a su lado el atentado contra el rey de España, Alfonso XIII en su visita oficial a París (1905) y que ha sido tiroteado en el hipódromo de Longchamps, es difícil de convencer. Convoca a un equipo de médicos y en su presencia hace que examinen al que va a recibir su gracia. No llegaría a fin de año si se le volviese a encerrar en prisión, le comunican.

Zola le escribe una carta al presidente Loubet que le dice:
“La verdad se presenta con toda la eternidad por delante”.

Hay un acuerdo con la familia, poniendo en marcha una especie de arresto domiciliario. Primero va a Carpentras, a casa de su hermana Henriette y después a casa de amigos en Colonia y en Suiza.

El matrimonio Dreyfus en Carpentras

El documento de la gracia presidencial lo firma Emilie Loubet el 19 de septiembre de 1899 en el Palacio del Elíseo.

El gobierno asegura que el veredicto de Rennes es “la verdad legal y la gracia del presidente, una medida de clemencia del corazón que finalmente se ha puesto de manifiesto en nuestro país”. Pero para Dreyfus nada se había acabado.

El gobierno presenta una ley de amnistía que beneficia por ejemplo al general Mercier y a Picquart, Dreyfus lo considera el fallo de la verdad legal. Los dreyfusistas están en contra de ella y le reprochan al recién liberado capitán que no la critique con más fuerza. El pronto general Picquart, a pesar de su antisemitismo, está de acuerdo con ellos. Poco a poco va dejando de verse con el capitán Dreyfus y al final será la ruptura. Y, ¿no es esa ley de amnistía la que ha liberado al general Picquart? ¿Aparece en algún sitio un comentario sobre los sentimientos que alberga Dreyfus hacia Picquart?

El Capitán no ha pedido en ningún momento que se le abonen los haberes que ha dejado de percibir, pero sí quisiera tener el grado que le correspondería si hubiese seguido activo, como el que tienen sus compañeros. Se le niega. Los oropeles de fuera a veces ocultan la miseria interior. ¡Adiós a los sueños infantiles de un niño de 10 años que se veía, general en caballo blanco, al frente de sus tropas, entrando en tierras prusianas!

El gobierno manda también que todos los ayuntamientos de Francia pongan bien a la vista un cartel anunciando la liberación de Dreyfus. Hay alcaldes muy antidreyfusistas que encuentran triquiñuelas, de acuerdo con sus policías, para no hacerlo.

Se acerca el 12 de noviembre de 1900, fecha en que se inaugurará la Exposición Universal de París. 20 naciones, entre América y Europa, se niegan a mandar una representación oficial si los franceses no han terminado completamente con este problema. El general Andrè, ministro del ejército, abre una encuesta administrativa que encarga al comandante Targe, el cual hace un trabajo muy metódico e impecable, metiéndose en todos los archivos militares donde puede encontrar papeles y carpetas con información. Se encuentra con comentarios erróneos, pruebas falsas, una colección de conversaciones de lacayos que no vienen al caso, pero que han podido influir sobre los jueces, y presenta su exhaustivo trabajo a dos ministros, el de la guerra y el de justicia. “El que busca, halla”, dice el refrán.

Lucie le pide un poco de paciencia. Cartas de un inocente se publica después de Yo acuso. La señora Dreyfus recibe correos de apoyo muy numerosos: el primero en diciembre de 1894 y el último en marzo de 1898. Este es el siguiente: “He pedido su rehabilitación al gobierno y desde entonces espero que vuelva con nosotros”.

La opinión pública está a su favor. ¿Por qué ha sido liberado Esterhazy, verdadero y probado culpable y Dreyfus no? La identidad francesa es la de un país católico que funciona con una república con iguales derechos para todos los ciudadanos. ¿Por qué es el antisemitismo el que impide que para uno de esos ciudadanos no sea así?

Comandante Targe indagando

El 12 de julio de 1906, Dreyfus es oficialmente exonerado por una comisión militar a la que se le ha presentado el trabajo de Targe. Readmitido en el ejército con el rango de comandante, se le hace Caballero de la Legión de Honor y dirige unidades de artillería en varias poblaciones de Francia.

Ese 12 de julio es día de alegría desbordante para Dreyfus y todos los suyos. Los más relevantes –22- se sientan a la mesa donde Madame Dreyfus ejerce de anfitriona. Menú: melón, truchas asalmonadas, cordero a la jardinera, judías verdes, helado. Para beber, 10 botellas de champagne. ¡Qué recuerdos para el esposo de las comidas escasas y malas en la Isla…!

Alfred Dreyfus en Verdún. Guerra del 14

Llegada la Guerra del 14, Dreyfus participa en ella en Verdún –¿tendría ocasión de hablar con el entonces general Pétain?-. Terminada la guerra es ascendido a teniente coronel. Su hijo Pierre lucha en tierras de Flandes y recibe la Medalla de la Guerra.

Pierre Dreyfus en la Guerra del 14

Dreyfus no pudo ir al entierro de Zola, porque la autoridad se lo prohibió por los desórdenes que podía originar. Pero el 4 de junio de 1908 sí que va al traslado de sus cenizas al Panteón de los Hombres Ilustres.

Un periodista ultraderechista, Louis Gregori, trata de asesinarlo y le hiere en un brazo. El abogado defensor dice que su cliente no tenía intención de matarle, sino solo de advertirle. Dreyfus calla.

A partir de 1899 empieza a cartearse con la Marquesa Visconti –una mujer salonnière de las que tanto ha podido presumir Francia- y lo hará hasta la muerte de ella en 1923. Visita sus dos salones, el político y el literario.

Última foto tomada antes de su muerte

Su alegría son sus nietos. Muere rodeado de su mujer y de ellos con 75 años de edad, el día 12 de julio de 1935 –soporta gran sufrimiento durante meses que le produce su enfermedad cardíaca-, cuando se cumplen 29 años de su exoneración. Dos días después, el cortejo fúnebre pasa por la Plaza de la Concordia, por en medio de las filas de soldados que se han reunido a fin de celebrar el día de la Toma de la Bastilla –fiesta nacional-, hacia el cementerio de Montparnasse, en cuya tumba está la siguiente inscripción en hebreo y en francés:
“Aquí reposa el Teniente Coronel Alfred Dreyfus, Oficial de la Legión de Honor.
9 de octubre de 1859-12 de julio de 1935”.



Dreyfus no pudo ir al entierro de Zola, porque la autoridad se lo prohibió por los desórdenes que podía originar. Pero el 4 de junio de 1908 sí que va al traslado de sus cenizas al Panteón de los Hombres Ilustres.

Dreyfus no pudo ir al entierro de Zola, porque la autoridad se lo prohibió por los desórdenes que podía originar. Pero el 4 de junio de 1908 sí que va al traslado de sus cenizas al Panteón de los Hombres Ilustres.

Se celebran las ceremonias propias de su religión de manera muy sencilla. Se envían telegramas a las distintas comunidades judías que hay por el mundo, que les acompañan en su pena con sus propias celebraciones. A partir del final de la Guerra del 14, el capitán va “interiorizando” su vida: sale poco de casa y vive con su “gente menuda”. A Dreyfus le ocurre algo muy curioso, que es común a los que han vivido una situación como la suya: los que le conocen y los que no lo han hecho hasta entonces, se dedican a “darle coba” –todos sabían que era inocente y se lo hacen saber a los demás-. Tiene más amigos que nunca.

Alfred Dreyfus nunca renegó de sus ideas religiosas. Algunos de sus descendientes las han dejado después de la Shoah, pero poco a poco han vuelto a ellas. En 1937, su hijo Pierre publicó sus memorias basándose en la correspondencia entre 1889 y 1910. Sus nietos han donado al Estado más de tres mil documentos y el uniforme que llevaba cuando fue deshonrado, como símbolo de traición. Para su eterno recuerdo hay dos estatuas dedicadas a su memoria: una en el bulevar Raspail y otra en el patio del Museo de Arte e Historia Judíos, ambas en París. Una tercera está colocada en Tel Aviv. En el 15.º distrito de la ciudad de París, tiene una plaza dedicada al lado de la avenida Zola.

Alfred Dreyfus

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De la Isla del Diablo a Auschwitz
No puede decirse que la familia Dreyfus sea muy dichosa.
En la Guerra del 14 participan seis miembros de la familia. Vuelven Alfred y su hijo Pierre y René Dreyfus; mueren dos hijos de Jacques y uno de León Dreyfus.

René Dreyfus, condecorado en la Primera Guerra Mundial con la más alta condecoración que se concede a los aviadores, muere en Auschwitz denunciado por su portero.

Alfred Dreyfus muere en 1935, pero llega a vislumbrar la colaboración de Vichy y que la Gestapo empieza a llevarse a algunos familiares suyos.

Pierre León Dreyfus, huido con su familia a USA, vuelve apresuradamente con un grupo de rabinos acabada la guerra y llamado con urgencia por los judíos franceses. Muere en un accidente de aviación en una parada de urgencia en Irlanda. Toda su vida ha estado ocupándose de los judíos necesitados.

A Alicia, viuda de León Dreyfus, la familia la esperó en vano: nunca volvió de Auschwitz.

Suzy Amar –nacida Reinach y nieta de Mathieu Dreyfus-, trabajó con sus hijas en la Resistencia. Estuvo esperando la vuelta de su esposo Emmanuel, deportado por la Gestapo a Auschwitz junto con el rabino de Estrasburgo. Nunca volvió. Sin embargo, ella estuvo también allí y volvió ayudada por un sacerdote católico de la zona y un cónsul suizo.

Jean Pierre Reinach, único nieto de Mathieu Dreyfus, como agente secreto de los aliados, en 1942 vuela en un avión británico con la intención de lanzarse sobre la Francia ocupada. La poca altura del vuelo –para no ser detectado- hace que el paracaídas no se abra.

Rachel Schil –nacida Dreyfus- muere desesperada al no poder salvar a su único hijo Julien. En la entrada de su diario del 12 de diciembre de 1941 se lee:
“Vinieron dos soldados alemanes y se llevaron a Julien como rehén. Parece ser que tenían rodeados a 3.000 judíos. ¿A dónde se lo habrán llevado?”

Madeleine Lévy (1918-1944) es la nieta preferida de Alfred y Lucie Dreyfus. Ha hecho sus estudios en un Liceo francés y es asistente social en la Cruz Roja francesa. Al empezar la guerra se refugia en Tolouse y trabaja en la Resistencia. Forma parte del movimiento Combat –¿conocería a Simone Weil? No quiere irse a USA con la familia. Su finalidad es ayudar a los judíos a huir de Francia. La gendarmería francesa la hace prisionera y la entrega a la Gestapo. Deportada a Auschwitz, muere a los 25 años de edad, se supone que de tifus. En la piedra de la tumba de sus abuelos hay un recuerdo para ella: “A la memoria de Madeleine Lévy deportada por los alemanes a Autchwitz
A la  edad de 25 años”. ¿Existe la casualidad? En el gobierno de Vichy, el encargado de negocios judío se llama Paty de Clam y es hijo del comandante del mismo nombre, que se atrevió a condenar a Alfred Dreyfus cuando le constaba que era inocente.

Ana Cecilia Levy-Ouazana, bisnieta del capitán, dice que quiere cambiar al Dreyfus víctima por el Dreyfus héroe. Esta señora quizá no ha percibido que desde que el hombre habita la tierra, son innumerables las víctimas que ha habido y que, por lo general, todas son héroes y que su bisabuelo lo fue hasta el final de su vida.


Postfacio
En la Historia del antisemitismo y en su volumen La Europa suicida 1870-1933, escrita por León Poliakov, se encuentran numerosos textos de la época y lo aterrador de la situación general que produce el affaire Dreyfus, de sus precedentes y de sus consecuencias en todo el continente, de sus derivaciones para el sionismo y para la historia político-social europea.

Escritores como Anatole France, Roger Martin du Gard –antisemitas-; Proust, León Blum –judíos- y Peguy –católico-, amigos de Dreyfus, escriben en contra o a favor del condenado y hay miles de hojas de información y exégesis archivadas en dependencias del Ministerio de la Guerra a disposición de los especialistas. Es la historia de toda una generación.

A partir del XIX aparece la idea de que la especie humana se divide en distintos grupos, atendiendo a su aspecto físico –color de piel y ojos, perímetro craneal- y comportamiento.

Joseph Arthur Gobineau, conde de Gobineau (1816-1882), diplomático y escritor francés, publica su ensayo Sobre la desigualdad de las razas humanas –seis tomos-. Gran amigo de Richard Wagner le convence de sus ideas, y de este pasan a Hitler y sus partidarios y consejeros. Con Gobineau empieza la filosofía racista o racismo científico. Defiende la superioridad racial aria y el desprecio por los judíos. El nacionalsocialismo es quien lo lleva a la práctica.

Un nieto del capitán, Charles Dreyfus, dice que su abuelo era “alguien especial que había tenido un pasado especial”. Él y sus primos Jean Louis y Etienne Lévy son los que llevan la antorcha de su memoria. De lo que se ocupó su hermana Simone Perl –nacida Lévy- hasta su muerte en 2004. Al tiempo que les preocupa que el antijudaísmo actual sea más violento que en los años 30. El islamismo religioso tiene otra vertiente: la política.

Jon Juaristi (1951) escribe: “La judeofobia adopta una apariencia de antisemitismo de izquierda” –al revés de los años 30, que fue de derechas-. Los árabes musulmanes han adoptado, por compasión hacia el sufrimiento del pueblo palestino, la defensa de estos y por tanto, todas las izquierdas que hay en el mundo adoptan también esta actitud, aunque este sentimiento actual antijudío cuestione honestidad intelectual de cierto progresismo. Así nos lo demuestra Alain Finkielkraut, filósofo y profesor de la Escuela Politécnica de París, donde hace más de un siglo estudió Dreyfus. Es discípulo de Hanna Arendt, por quien siente verdadera admiración y cariño; de Levinas, y de Kundera.

El ambiguo escritor francés Georges Bernanos escribió: “Hitler deshonró el antisemitismo”. USA ha celebrado varios congresos para estudiar el comportamiento de este hombre y desacreditarlo. Actualmente, en Francia y en otros lugares del mundo donde la colonia árabe-musulmana es numerosa como ocurre en Francia, no se puede estudiar la Shoah públicamente ni llevar la kipá por la calle. A parte de la celebración de actos de verdadero terror, como son la quema de sinagogas, las palizas…, que producen miedo a los naturales del país.

Durban, DBS, movimientos palestinos contra los judíos a quienes se atreven a llamar racistas y nazis. Dice el profesor estadounidense Santayana: “los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”, que leemos en el libro de Finkielkraut En el nombre del otro –una verdadera joya literaria-, así como la siguiente:
“¡Nunca más! Nunca más la política del poder. Nunca más el imperio. Nunca más el belicismo. Nunca más el nacionalismo. Nunca más Auschwitz”.
Alan Finkielkraut