Alfred
Dreyfus a los 14 años
Prefacio
Según
el Diccionario de María Moliner se entiende por Rumorología: “la difusión de
rumores”, siendo el rumor: “una noticia dada y no confirmada que
circula entre la gente”.
El secreto, según un autor decimonónico, no es lo que no se
dice sino lo que se dice de uno en uno. En esto se diferencia del rumor, que lo ponen en circulación una o varias
personas, pero que irrumpe de repente en la comunidad a la que le atañe y se
difunde al mismo tiempo entre todos los componentes de este grupo social.
El
rumor es consustancial a la presencia del ser humano en el mundo, que lo crea y
lo difunde. Puede ser verdadero o falso –el difusor puede poner en circulación una cuestión, verídica
en principio, que luego distorsiona a su favor-. Los que expanden el rumor
tienen interés en perjudicar a una persona o a un grupo. Esto ocurre
especialmente en el terreno político, aunque también en organizaciones de
cualquier tipo –la
CIA, La Ford, los estudiantes de un instituto-. Si el rumor no es cierto, el o
los perjudicados pueden llevar a los difusores ante los tribunales de justicia
por haberles calumniado.
En USA está muy generalizado el uso de los rumores,
especialmente a través de la gente del mundo del espectáculo. Sin embargo, los medios
para defenderse las personas implicadas están todavía faltos de desarrollo.
Viajando por la red, viendo TV, hablando con amigos,
escuchando por la calle los ciudadanos se enteran de rumores de cualquier clase:
verdaderos, falsos, absurdos, pueriles, increíbles, alegres… Hay quien los cree
y quien no, depende en parte de su idiosincrasia. Ha costado muchos siglos
conseguir la libertad de expresión y de vivir en democracia. También hay que guardar
el buen nombre del calumniado. ¿Qué hacer? Preservar los derechos y deberes de
ambas partes. Si dos comunicadores de alto prestigio y nivel internacional dan
la misma noticia pero de manera opuesta, y esto ocurre continuamente y en todos
los órdenes, ¿qué puede hacer el ser inocente? No podría coartar la libertad de
la sociedad el que esta misma arbitrase los medios para que en los “viajes” por internet se informase en
lugar de desinformar.
El rumor puede tener su origen en sí mismo o en torno a un
hecho verdadero sobre el que los responsables no han dado suficientes
explicaciones. Los ciudadanos reclaman su derecho a conocer la verdad y
atienden todos los rumores que se levantan alrededor de la causa en cuestión,
sabedores de que es casi imposible que algún día se sepa lo que en realidad
ocurrió. Sucede sobre todo en cuestiones políticas.
En
la Edad Media se utilizaba como argumento definitivo de la inocencia del
acusado algo terrible: el juicio de Dios.
En la actualidad, que hay que luchar con el inevitable poder de Internet, se
utiliza el juicio de los hombres.
Como ejemplo de lo que es un rumor y su difusión se puede estudiar unos años
intermedios: el final del siglo XIX y principios del XX con “el caso Dreyfus”. Una época en que
todavía primaba el buen nombre, el honor y era ese bien lo que se defendía. No
bastaba con que se exonerase a un inocente, había que encontrar al verdadero
culpable para que el primero pudiese ir “con
la cabeza bien alta”.
hg
Dreyfus
a los 18 años.
Empieza
el Politécnico, 1877
El caso Dreyfus empieza acusando a una persona concreta y
enseguida se convierte en el virulento ataque a una comunidad, a una idea, que
encierra la forma de ser de un pueblo y su manera de pensar y de comprender la
vida.
Alfred
Dreyfus (9 de octubre de 1859 - 12 de octubre de 1935) fue un oficial de
artillería francés. Por sus antepasados, igual que por sus creencias y
costumbres, era judío y he ahí la causa de que se viera sometido a un proceso
en 1894 en el que se le acusaba de alta traición. Uno de los más controvertidos
dramas políticos en la moderna historia de Francia: es conocido como el affaire Dreyfus y concierne a toda
Europa, con un final feliz puesto que Dreyfus es exonerado. ¿Feliz? ¿Todo claro?
Aún
a día de hoy hay preguntas sin contestar, testimonios no recogidos o destruidos.
Recuerda los procesos de los Templarios, Albigenses, Inquisición. No son los
procesos en sí, son los rumores que surgen en torno los que los distorsionan.
El proceso más importante del pasado siglo es el promovido
por el magnicidio del presidente Kennedy. Precisamente porque la familia quiere
que se ataje toda serie de rumores pide que se nombre una comisión presidida
por el juez Warren, cuyo nombre lleva. Sus conclusiones, también a petición de
la familia, se guardaron en secreto y no se sabe si algún día se darán a conocer
públicamente. Por supuesto que nadie creyó que Oswald o Ruby fuesen los
criminales. ¿Sería un francotirador colocado delante del coche presidencial el
que disparó el tiro a la tráquea del presidente, causando su muerte instantánea
y manchando con su sangre el traje que llevaba la señora Kennedy?
Y como la naturaleza humana es así, al lado de la tragedia
viene la farsa. Semanas antes del viaje a Dallas se estuvo especulando sobre si
la portadora del traje de chaqueta Chanel había ido personalmente a París para
elegirlo y hacer las pruebas o bien Coco Chanel le envió el tejido a USA.
¿Realmente la señora Kennedy estaba tan ocupada que no podía desplazarse un par
de días a Europa? Como se mantuvo en secreto un asunto tan trivial, muertas las
personas que podían ser conocedoras del mismo, este es el momento en que nadie
podrá decir dónde se confeccionó el traje, guardado, con sus manchas de sangre,
donde se ocultan las otras pruebas del magnicidio.
Antes de morir Jacqueline Kennedy pide perdón al pueblo norteamericano.
¿Por qué? Desde luego no por la fruslería del vestido.
En marzo de 2020, y adelantándose a la fecha prevista que
sería el 2028, el Papa Francisco ha ordenado la apertura del archivo secreto de
Pío XII, que consta de 27 millones de hojas. ¿Llegará a subir a los altares
este sumo pontífice? Los jesuitas se han ocupado de su causa que está concluida.
¿Será creíble lo que se deduzca de la lectura de tanta información? ¿No se ha
publicado todo demasiado tarde?
Rumores,
rumores, rumores…
hg
Documento de estancia a los judíos
Francia y los
judíos
Presentes en países de lenguas de oc y de oil del reino de
Francia, utilizados y perseguidos, en los siglos XIV y XV. Expulsados y llamados
varias veces. Trato humillante, pagan impuestos que los hacen vivir en la
miseria.
1787.- Edicto de Tolerancia.
1791.- Los judíos son invitados a compartir los honores del
servicio militar y son sometidos a cumplir las normas del Código Civil vigente
que se considera como un “deber sagrado”.
La III República admite para la gloria de servir al Estado
a personalidades judías. Se justifica la emancipación de “ciudadanos útiles por la felicidad y la grandeza que aportaran a la
Patria y a los soldados judíos les unirán lazos fraternales con sus camaradas”.
En la cumbre de su poder político administrativo, la III República tiene
parlamentarios, consejeros de Estado, generales, magistrados y prefectos israelitas.
¿Es legítima la ambición de un joven francés –alsaciano universitario,
perteneciente al Estado Mayor, hijo de industrial, yerno de un tratante en
diamantes- de llegar a ser general? Sí, pero los antidreyfusistas y antisemitas
–cristianos y anticapitalistas- se lo quieren impedir a los judíos pérfidos y
deicidas. Después de la ruina de la Banca
católica La Unión y el asunto del Canal de Panamá, Drumont en la Libre Parole y en su libro La France Juive, ataca a los financieros
judíos. Odio a la raza semítica, como muchos otros –Renan y Barrès- quieren a
los judíos fuera de la administración y del suelo natal. Continuas manifestaciones.
Affaire Dreyfus. Sentimientos
negativos
que ya no cesan.
Maurice
Barrès es persona algo extraña. Antidreyfusista y filocomunista, de amplia
cultura. En aquellos momentos la palabra “intelectual”
tiene poca difusión y un sentido peyorativo. Él es quien le da amplio uso y el
sentido digno que tiene actualmente.
hg
Mathieu
Dreyfus
Los Dreyfus
Mathieu,
el mayor de los Dreyfus es un hermano admirable. Se ha ocupado de Alfred
durante sus estudios y en la situación actual acude rápidamente cuando su
cuñada Lucie le llama. En esos momentos están muy de moda en Francia las
espiritistas a las que consulta Mathieu y que, naturalmente, no resuelven nada.
El
ejército quiere llevar el asunto de una manera muy discreta, pero los
periodistas ingleses lanzan la noticia –falsa- de que el capitán se ha fugado
de prisión. Los antidreyfusistas franceses aprovechan la publicación para
relanzar el interés del público y una campaña virulenta a través de los
periódicos. Mathieu requiere los servicios del abogado Demange, que acepta a
condición de que Alfred no sea culpable. Del examen de todas las pruebas que le
muestran lo deduce:
-“Verdaderamente Alfred Dreyfus es inocente”, y no lo dudará en ningún instante.
Será
asesor jurídico de la familia hasta su muerte. El fiel hermano luchará hasta el
final y cuando la actuación del teniente coronel Picquart falla, tiene un
encuentro con el banquero Castro que le muestra un pagaré firmado por
Esterhazy, y no atendido, que le permite llevar a juicio a este último. Después
de consultarlo con Scheurer-Kestner, que se lo confirma, escribe una carta
publicada en los diarios de la mañana al Ministro de la Guerra como el autor de
la infidencia. Llegado el momento del juicio, no le dejarán presentarse como
parte civil.
Mathieu
denunciando a Esterhazy
Todos
los componentes de la familia son solidarios y ayudan de la manera que pueden. Al
final del proceso habrán gastado un millón de francos en propaganda, anuncios en
periódicos, cartas, visitas,…
Alfred
escribe refiriéndose a Mathieu:
“No
encuentro la palabra que pueda describir la grandeza de mi hermano”.
hg
Infancia
Alfred
nace en Mulhause –Alsacia- y es el más joven de los hijos que tuvo el
matrimonio formado por Raphaël (1818-1893) y Jeannette (1837-1917) Dreyfus –nacida
Libmann-. Dada la tasa de mortalidad infantil –propia de la época-, no todos
llegan a la edad adulta. El apellido Dreyfus viene del este de Europa y está
muy extendido dentro de las comunidades askenacíes –entonces y en la actualidad-.
La familia está muy unida gracias a la actuación de los padres que los educan
en su fe, pero yendo a colegios y trabajando con gente de otras creencias, aconsejados
también por el rabino local, que cree más sensato que todos sus fieles
conserven la nacionalidad francesa, al finalizar la guerra franco-prusiana. Los
hermanos y las familias que ellos a su vez crean, se profesan un gran afecto. Lo
demuestran durante el proceso de Alfred. Los Dreyfus hablan entre ellos alemán
y un dialecto que emplean los judíos de esta zona. La madre, con mucho sentido
práctico, les pide que hablen siempre en francés, la lengua que les conviene.
Casa
natalicia de Alfred Dreyfus en Mulhouse.
A
los 120 años de su nacimiento se celebran grandes y alegres festejos.
El
padre fue vendedor ambulante, convertido en un próspero fabricante textil y que
por sí mismo amasó una buena fortuna personal. Por su bien, murió un año antes
de empezar el sufrimiento de su hijo y no muy lejana la Gran Guerra, en la que
pierde a tres nietos. Dos de los chicos llevan los negocios en Alsacia y los
otros dos viven en París. Entre las hijas que llegan a la edad madura, Henriette
hace una buena boda con Joseph Valabregue, propietario en Carpantras, lugar que
Alfred adora y a donde lo lleva Mathieu cuando es graciado por el Presidente
Loubet. Rachel –verdadera luchadora por su hermano al lado de Proust y otros
intelectuales franceses- se casa con Albert Schil y Louise con Albert Cahn.
La familia Schil conserva un álbum al que llaman “el álbum de la abuela”, porque su
marido se lo ha regalado a Rachel. Contiene fotos de los Dreyfus y al pie
escrito con lápiz el nombre del retratado.
1894.-
Como señal de modernismo el ejército francés ha creado un nuevo departamento:
el de Estadística –Contraespionaje-, dirigido por el teniente coronel Jean
Sandherr, cuyos ayudantes son los comandantes Paty de Clam y Henry. Averiguan
que una información referente a planos de artillería, ha sido pasada a los alemanes
por un espía de alta posición dentro del ejército, muy posiblemente
perteneciente al Estado Mayor. El 28 de septiembre, el bordereau está en condiciones de ser presentado en el Ministerio de
la Guerra. Empieza una investigación.
¿Por
qué recaen enseguida las sospechas sobre Dreyfus? ¿En qué despacho reside tan
alto mando –desconocido- que se puede sostener la detención? Máxime cuando en
la nota o bordereau dice “mañana salgo de maniobras” que no es el
caso del capitán. Sospechoso resulta el interés de los ayudantes. ¿Están
realmente convencidos de su culpabilidad o cumplen órdenes superiores? Dreyfus
queda detenido el 15 de octubre de 1894. Mientras se le cuestiona y sin
avisarle, registran su casa.
El capitán Dreyfus recibe una citación
Sábado
13 de octubre de 1894. El capitán de artillería Alfred Dreyfus recibe una
citación para acudir el lunes siguiente a las 9 de la mañana al Ministerio de la
Guerra, a fin de efectuar la inspección general. Dos cosas le llaman la
atención: las inspecciones se hacen normalmente por las tardes y que le pidan
que vaya vestido de paisano.
hg
Juventud
Raphaël
Dreyfus sabe lo que desea su hijo menor Alfred y, acompañado por el mayor Mathieu
para que lo cuide, lo envía a París al cumplir los 18 años –octubre 1877-. Los
otros hijos quedan ayudando al padre y haciéndose cargo de los bienes
familiares cuando este muere.
Alfred tenía solo 10 años en el verano de 1870, cuando tuvo
lugar la guerra franco-prusiana. Esta experiencia hizo que el futuro oficial
decidiese seguir la carrera militar para defender a una patria tan amada.
Escuela
Politécnica de París en el siglo XIX
Alfred
entra en la selecta Escuela Politécnica donde recibe entrenamiento militar y
estudia ciencias. Graduado en 1880 con el grado de subteniente, lo destinan a
la Escuela de Fontainebleau y allí se le entrena para convertirse en un oficial
artillero. Está asignado al 31.er Regimiento de Artillería de guarnición
en Le Mans. Seguidamente es transferido a una batería de artillería adjunta a
la Primera División Montada –París- y ascendido a teniente en 1885 y en 1889
nombrado ayudante del director del Establecimiento de Bourges –un arsenal del
gobierno-, nombrado capitán y adscrito al 21.er Regimiento de esa misma
plaza.
Lucie-Eugenie
entra en su vida
A Dreyfus y Lucie-Eugenie Hadamard los presenta el primo de
ella, Paul Hadamard, compañero de armas de Alfred. La familia proviene de
Coblenza –Alemania- y después de estar en Metz se instalan en París, donde el padre
trabaja como tratante de brillantes. Organizan fiestas y reuniones. Todo les
sonríe, posición social y económica. La boda religiosa tiene lugar el 21 de
abril de 1890 en la gran sinagoga con el rabino Zadoc Kahn, que se contará
entre los primeros dreyfusistas. Un largo viaje de novios a Suiza e Italia y
finalmente a su lugar de nacimiento.
Acta matrimonial
Dos hijos: Pierre (1891-1946) y Jeanne (1893-1881). Lucie practica
sus aficiones preferidas: el piano y la lectura.
Viven cerca de los Campos Elíseos –calle Francisco I-… Y de
repente, sobre esta joven mujer de 24 años, tan mimada, recae la peor de las
desgracias, la no merecida, la que procede de un enemigo al que no se puede
alcanzar. Lucie es la esposa que no falla, la que se dedica en cuerpo y alma a
que Dreyfus recobre su honor. Le visita en la prisión siempre que se lo
permiten y es constante en la escritura y en cumplir los encargos del marido,
sin embargo, como buena mujer decimonónica, se mantiene en la sombra y todo el
mérito de la actuación recae en su cuñado Mathieu. Lucie recibe alabanzas de
familiares, amigos, gente que conoce su comportamiento: “Devota y heroica compañera”; “soporte
moral de su marido”; “es el elemento
para sobrevivir al encierro y a la injusticia”; “admiran su fortaleza y su dignidad”; “límite con la civilización y los seres queridos”. Estos seres
queridos –hasta los sobrinos- que no dejan de escribirle y el pobre Fred –nombre
familiar del capitán- se ve obligado a decir:
-“Perdonadme
que os conteste en grupo y no uno por uno, porque mi cerebro no da para más”.
Y le envían libros, revistas…·Lucie le remite sobre todo
papeles que son trascendentales para su causa y escribe cartas a autoridades, al
Papa –sus amigos y familiares se lo recomiendan-, a Zola. Publica las suyas y las
del marido y no declara en el proceso porque se lo prohíbe el propio presidente
de la nación.
León XIII fue un papa muy diplomático en una época en que las
relaciones Iglesia-Estado eran muy difíciles. Hubiese ayudado a Lucie Dreyfus
si el gobierno francés no hubiera hecho un conato de ruptura. El Vaticano
condecora al capellán de St. Cyr para limar asperezas. Sin embargo, este Papa
aconseja a los católicos franceses que tomen parte activa en la política.
El gran rabino de París Zadoc Kahn se ve presionado por los
antidreyfusistas para que excomulgue –una figura que no existe en el judaísmo-
al capitán Dreyfus. En represalia, el gobierno le niega el permiso para visitar
al prisionero. Kahn funda un grupo de fieles seguidores de Dreyfus.
A una amiga que la alaba por lo que ha hecho, le contesta:
-“…si he
soportado estos años de sufrimiento es porque se lo debía a mi marido, a mis
hijos. Sencillamente he cumplido con mi deber, de lo contrario me hubiese
sentido como una criminal”.
Cuando Dreyfus habla sobre Lucie es para alabarla:
“Mi compañera
sacrificada y heroica” –dice en sus Memorias
de cautividad.
Al acabar el proceso de Rennes, habla públicamente de su
gratitud:
“Después de
mi condena tenía pensado matarme... Estaba decidido a no ir a un suplicio tan
espantoso; a mi mujer le debo que comprendiese cuál era mi deber y que si era
inocente, por ella y por mis hijos, debía ir al suplicio con la cabeza bien
alta. Si estoy aquí es a ella a quien se lo debo”.
Lucie se ha instalado con sus hijos en casa de sus padres.
Quiere que los niños se enteren de lo sucedido cuando sean capaces de
comprender. Este sufrimiento y el que le produce la Guerra del 14 –el marido y
el hijo en el frente- le hacen entender que hay que estar preparado para ayudar
a los necesitados –trabajo al que desde entonces se dedica con intensidad-. En
1933 el Estado francés le concede el título oficial de enfermera. Dreyfus muere
en 1935, la Segunda Guerra Mundial empieza en 1939 y la invasión alemana de
Francia se produce en 1940. Junto al gobierno de Vichy el enemigo tiene casi
toda la nación ocupada.
Lucie trabajando de enfermera durante la guerra con su hija
Jeanne
El obispo de Niza le ha dejado un despacho a un judío sirio
que se dedica a fabricar documentos falsos y a “colocar” a gente. ¿Sería ese el caso de Madame Dreyfus? Su nieto –Jean
Louis Levy, médico- lo cuenta en un coloquio:
-“Mi abuela
vivía con nosotros en Toulouse y durante la ocupación estuvo hospedada en un
convento de religiosas católicas en Valence, Francia. No estaba asustada, llevaba
un nombre falso –Madame Duteil, el de su hermana- y solo la superiora conocía
su verdadera identidad.
Mi madre –Jeanne
Levy, nacida Dreyfus- se hacía cargo de la intendencia de toda la familia. Acabada
la guerra mi abuela volvió a su piso de Paris, donde murió en diciembre de 1945,
muy apenada por la muerte de mi hermana Madeleine en Auschwitz. Mi abuela está enterrada
en Montparnasse junto a mi abuelo y un memorial dedicado a mi desaparecida
hermana”.
El matrimonio Dreyfus paseando
Dreyfus
ha aprovechado el tiempo de noviazgo para preparar sus exámenes de ingreso en
la Escuela Superior de Guerra que aprobó en 1890. Ingresa en la Escuela
Superior de Estado Mayor en 1893, siendo el noveno de su clase. Dos años
después de los correspondientes estudios puede ser miembro del Estado Mayor. Era
el único oficial judío de esta categoría. En aquellos momentos, el ejército
francés era bastante permisivo con la admisión de semitas en sus filas y había
300 oficiales judíos, 10 de los cuales eran generales. Aunque sus amigos
apostaban por él, el General Bonnefond decía:
-“A los judíos no se les desea en estos mandos tan
importantes, porque no tienen atractivo”.
Y todo
un general, excelente profesor, se permite utilizar un lenguaje muy familiar, muy
de la calle para la época –“cote d´amour”
en francés, “likability” en inglés-. Para
demostrarlo le pone la puntuación más baja posible, igual que a otro judío
candidato, el teniente Picard. Conocedores de la injusticia, los dos oficiales
expresan su disgusto ante el director de la Escuela, General Lebelin de Dionne,
el cual les dice que no tiene autoridad para tomar ninguna decisión en este
asunto. Esta protesta constara contra Dreyfus en el proceso. En el curso
1893/94 el profesorado es consciente de la gran inteligencia del capitán,
aunque también de ciertas peculiaridades de su personalidad.
Capitán
Dreyfus
Si la práctica de deportes de elite como hípica y esgrima –a
los que Dreyfus es aficionado- aumenta la nota final del alumno, cuánto más la
calificación de un estudiante ha de ser superior a la del resto de la clase por
ser inteligente y estudioso, con fuerte voluntad y una gran memoria o por el
contrario, ¿hay que bajarla a causa de su nacimiento?
hg
Dreyfus
llega al Ministerio y es recibido por el comandante Picquart, quien lo
introduce en el despacho del jefe de seguridad señor Cochefert, su secretario,
y el archivero Gribelin, acompañados por el comandante Paty de Clam, quien se
dirige al capitán, diciéndole:
-“Tengo herida la mano y me cuesta utilizarla. ¿Puede usted
escribir una carta que yo le dictaré?”.
Paty
de Clam
A
continuación, casi gritando, le interrumpe dos veces diciéndole:
-“¡Tiembla usted! Tenga cuidado, se trata de algo muy
grave”.
Terminado
el dictado, pone la mano sobre su hombro y le dice:
-“Le detengo en nombre de la ley. Está acusado de un crimen
de alta traición”.
Cochefert
y su secretario le registran mientras el capitán protesta y pide la exposición
de los cargos. Ellos responden brevemente:
-“Son abrumadores”.
De
detrás de una cortina surge el comandante Hubert-Joseph Henry, que había
asistido a la escena oculto de esta manera. Estaba muy implicado. Se hace cargo
del acusado y lo traslada a la prisión de Cherche-Midi, donde queda
incomunicado.
Hubert-Joseph
Henry
Curioso y misterioso este personaje. Se sospecha que ha
llevado una vida aventurera, sin que nadie pueda referirse a hechos concretos.
También se rumorea que tiene amistad con el comandante Esterhazy, en cuyo caso
conocerá su letra y sabrá que es el verdadero autor del bordereau. ¿A quién es leal?
De familia sencilla –los padres son labradores- se
incorpora al ejército, y durante la guerra franco-prusiana es nombrado sargento
mayor. Al acabar la contienda continúa en el ejército con el grado de teniente.
También hay un rumor muy consistente: las “alturas”
le protegen, aunque nunca se llegan a materializar nombres, ni el hecho de que
a un hombre encerrado en una fortaleza se le permita retener consigo su navaja
de afeitar.
¿En
qué se funda el comandante Henry para culpabilizar al capitán Dreyfus? Él tiene
en su poder el famoso bordereau,
obtenido en la embajada alemana, y puede comparar su escritura con la de todos
los oficiales que pertenecen al Estado Mayor. A Henry no le interesa todo el
grupo, solo Dreyfus porque es el único judío. El antisemitismo y el
nacionalismo que supone esta circunstancia están en contra del joven capitán,
ya que en la sociedad francesa se manifiesta una gran xenofobia ambiental. ¿Qué
importa que el porvenir de un militadorzuelo pueda sufrir un rudo golpe con
esta acusación? El comandante Henry piensa que el pueblo francés estará
contento y que el ejército subirá muchos puntos ante la opinión de la sociedad
civil.
Se
rumorea que la condena se había basado en documentos secretos y de dudosa
autenticidad, presentados por el Ministro de la Guerra, pero cuya existencia no
se ha comunicado ni al acusado ni a su abogado defensor. El comandante Henry,
presenta una carta, supuestamente escrita por el agregado militar italiano, coronel
Panizzardi, que se refería a Dreyfus por su nombre y que dejaba clara su
culpabilidad.
-“Mi
conciencia, que no me reprocha nada, es lo que me sostiene”, dice
Dreyfus.
Affaire Dreyfus
Este
es el comienzo del llamado “Affaire Dreyfus”,
simplemente “el affaire” cuando
empieza el Segundo Proceso, que apasionó a la opinión pública francesa y en
general interesó a toda Europa y América, ya que en él estaban implicadas dos
de las naciones más importantes del viejo continente: Francia y Prusia.
hg
Situación de
Francia
Un país abocado al desastre –Revolución y Comuna- excepto en
una época gloriosa: Primer Imperio con Napoleón Bonaparte, gran defensor de los
judíos.
Napoleón III
Mediado el siglo XIX, en París pululan sus sobrinos, cortos
de dinero y poder. Fracaso de la Segunda República, Luis Napoleón accede al
trono con el nombre de Napoleón III (1808-1873) –por respeto se guarda el de
Napoleón ll, que hubiese llevado el difunto hijo de Napoleón-. El nuevo monarca
es un hombre intrigante y acostumbrado a conspirar. Sabe deshacerse de sus
contrincantes. Favorece el desarrollo de la prosperidad material –ferrocarriles,
agricultura, construcción de edificios que embellecen la capital, arte-, y tiene
éxito con las armas, lo que encanta a sus compatriotas –ampliación de colonias,
guerras de Crimea y Austria, y finalmente la guerra franco-prusiana que acaba
con la derrota de Sedán, en la que es hecho prisionero el Emperador, engañado
por Bismarck-.
Durante la época de prosperidad, son muchos los judíos del
Este que se trasladan a suelo francés. Sus asuntos son normalmente de índole
comercial. No tienen amor a la tierra. Los franceses son muy nacionalistas con
un odio violento hacia el que consideran invasor.
Se exacerban los sentimientos racistas por los escándalos
bancarios y financieros. ¡Qué lejos Suez al lado de Panamá y el encarcelamiento
de Lesseps y Eiffel! Los anarquistas no cesan en promover atentados… Y el
francés finisecular se regodea al ver que es un judío el que ha sido castigado,
considerándolo la encarnación del mal y el causante de la triste situación económica
y social del momento.
Un pequeño detalle sobre la ética del trabajo de unos y
otros. El Barón de Rothschild se hace construir una mansión en la campiña a
unos km de París. La gente ve con asombro cómo instalan en ella el teléfono que
le mantiene en contacto con todo el mundo. Una casa de campo es para descansar
totalmente, dicen los franceses. El banquero piensa que son compatibles el ocio
y atender la urgencia de una tarea: diferentes puntos de vista.
hg
Violenta campaña de prensa
¿Cómo
un asunto que se desarrolla en un campo tan concreto como es el espionaje
militar, conmueve de tal modo a la opinión pública, que se ve dividida en dos
bandos irreconciliables? A causa del semitismo, las opiniones se mantienen a ultranza,
antidreyfusistas y dreyfusistas, que indisponen entre sí a
matrimonios, padres e hijos, hermanos, amigos y familiares.
Una
cena en familia. Dibujado por Caran d’Ache
Eduard
Drumont (1844-1903) furibundo y exaltado xenófobo, ha fundado la “Librería antisemita” y se convertirá en
un especialista en el tema con los libros La
Francia judía y Los judíos contra
Francia, donde intenta demostrar el complot judío para dominar el mundo. Dos
años antes ya había iniciado una campaña contra los semitas desde el diario “La libre Parole”, del que era director.
El 23 de mayo de 1892 escribía:
“El militar reconoce en el judío al espía que trafica sin
pudor con los secretos de la defensa nacional”.
Y
el 1 de noviembre de 1894:
“Desde el domingo 28 de octubre estábamos informados de
esta detención, pero dada la gravedad de las acusaciones y la calidad del
culpable queríamos esperar el resultado de la instrucción”.
Aunque
él no esperó. Drumond se consolaba diciendo que por lo menos no era un
verdadero francés quien había cometido el crimen.
Son
dueños de todo el mundo
Con
estos escritos se desencadena, a través de los periódicos, una curiosa campaña
antisemita. El periódico France dice
que “la judería internacional” ha
decidido arruinar a todos los franceses y comprar sus tierras. L’Echo de Paris se preguntaba cuánto
habría recibido el espía –naturalmente haciendo alusión a Judas-.
La Verité comenta: “Cuando se ha sabido en
París que se trataba de un judío, la indignación ha superado a la tristeza”.
El
Petit Journal –en cuyo Consejo de
Administración figuraba un judío- manifestaba que Dreyfus no podía ser judío, o
sea, que a los judíos había que borrarlos de los censos nacionales y
especialmente del ejército:
“Ni el ejército ni el país admitirán nunca que un francés
haya podido olvidar sus deberes y su honor hasta el punto de traicionar a la
patria. ¡No! ¡El capitán Dreyfus no puede ser, no es francés!”.
Olvidaba
el redactor que los casos de espionaje eran corrientes y que no se hablaba de
dónde había nacido el traidor.
La Patrie reseñaba la opinión de los galardonados con la Legión de Honor, dispuestos a manifestar públicamente su indignación
si no se hacía pronto la luz.
Una
carta de las muchas que recibían los periódicos y que parece moderada, decía:
“…Existe en Francia demasiada sensiblería para con los
criminales y sobre todo para con los miserables que venden a su país. (…) Si yo
fuera juez –y nunca he hecho el menor daño a un animal- lo
encerraría en una jaula de hierro como a las bestias salvajes, lo haría
desfilar por el Campo de Marte y allí todos los oficiales le escupirían en el
rostro, antes de degradarlo y de fusilarlo…”.
Menos
mal que hay ciudadanos franceses moderados.
El Sumario
En
medio de esta campaña de “civilización”
que demostraron los franceses, el capitán continuaba en prisión sin recibir la
visita de sus acusadores ni decirle cuál era su crimen. El preso estaba
asombrado porque se hablaba de hechos que no conocía. Pasados 15 días se le muestra
por fin la nota que da base a la acusación. El General Mercier –Ministro de la Guerra-
ordena al Comandante Besson d`Ormescheville –relator del primer Consejo de
Guerra de París- practicar una instrucción regular.
La
indagación de la vida del acusado da como resultado que es intachable. ¿Y el
dinero? Al capitán y a su familia les sobra. Cuando una persona de bien niega
haber hecho una cosa que no ha hecho y además sin motivo ¿no cabe pensar que el
único motivo para hacerla es que no la ha hecho? Se acude a las increíbles
mentiras que habían propagado los periódicos: irregularidades en su vida
sentimental, un sucio chantaje en Marsella… ¡Y que habla alemán! El relator
presenta exagerado lo poco malo y minimiza lo mucho bueno.
En
el capítulo dedicado más arriba a los rumores se lee que en la Edad Media –religiosa
y esotérica-, se invocaba a Dios para que con su divina intervención hiciese resplandecer
la inocencia del supuesto culpable: se
celebraba uno de los terribles juicios de Dios. En el siglo XIX, tan
anticlerical, se invocan otras razones para disculpar las falsedades o aceptar
las conveniencias de los gobiernos de turno. A la III República hay que
apuntalarla porque se tambalea. Se acepta cualquier iniquidad con el pomposo
nombre de “razón de Estado”. Así
ocurre con el mariscal Petain, que con su mejor intención y hasta patriotismo
justifica con “esta razón” la creación
de Vichy y el desastre de Francia.
Cuando
se trata de buscar un motivo que explique la traición del capitán Dreyfus, la
respuesta, tanto de los implicados en el juicio como de la ciudadanía en
general, es siempre la misma:
-“No hace falta buscar otro motivo: es judío”.
Bordereau
Comprobante de entrega con un texto pero sin firma y sin
fecha y enviado por correo.
El
original de este documento desaparece en 1940 y ya no se vuelve a encontrar.
Demostrada
la falsedad de lo que resultan ser calumnias o inexactitudes, solo se conserva
en el sumario lo que pasa a llamarse bordereau
y que dice así:
“Sin noticias que me indiquen que usted desea verme, le
dirijo sin embargo, señor, algunos informes interesantes.
1.º Una nota sobre el freno hidráulico del 120 y la manera
como se maneja esta pieza.
2.º Una nota sobre las tropas de cobertura (se introducirán
algunas modificaciones en el nuevo plan).
3.º Una nota sobre una modificación en las formaciones de
artillería.
4.º Una nota relativa a Madagascar.
5.º El proyecto de manual de tiro de la artillería de
campaña (14 de marzo de 1894).
Este último documento es extremadamente difícil de
conseguir y solo lo tendré a mi disposición muy pocos días. El Ministerio de la
Guerra ha enviado un número limitado de ellos a los cuerpos y estos cuerpos son
responsables de ellos; cada oficial poseedor debe devolverlo después de las
maniobras. Si quiere usted, pues, tomar nota de lo que le interese y tenerlo a
mi disposición después, yo lo cogeré. A menos que no quiera que yo lo haga
copiar in extenso y le envíe la copia.
Voy a salir de maniobras”.
¿Cómo se obtiene el bordereau?
Hace
tiempo que en la Oficina de Contraespionaje creen, y en esto tienen razón, que
si se encuentra alguna prueba de espionaje a favor del Imperio Alemán, tiene
que ser en su propia embajada en París. Agentes franceses merodean en torno al
espléndido edificio vigilando puertas y ventanas para tomar nota de las visitas
que reciben y sus intenciones.
¿Cómo
entrar en un sitio donde los del interior lo impiden si no es por causa
justificada? Hay que probar a que los de dentro salgan. Un grupo de miembros del
Contraespionaje francés, disfrazados de traperos, acuden todos los días a la puerta
de servicio de la embajada para comprar el papel de desperdicio que les vende un
criado.
La
otra posibilidad es que una mujer, llamada Marie Bastian –agente alemana que ocupa
el puesto de ama de llaves en la embajada-, sea reclutada por el comandante Hubert,
Joseph Henry, –con lo que se convierte en doble espía- y le envía todo lo que
considera de su interés. Es indudable que el agregado militar después de leer
el bordereau, que llega con la correspondencia
ordinaria, lo rasga y deposita en la papelera. Por mediación de Bastian o del
criado, seguro que el comandante Henry recibe el papel en que se basa la
culpabilidad de Dreyfus. ¿Por qué esa falta de precauciones por parte del
agregado alemán? Sencillamente ya no le interesa su comunicante y piensa romper
su relación con él. Su actuación hace que los sirva en bandeja tanto a los intereses
franceses como a los suyos propios.
Pasado el tiempo, este agregado militar, conde Max von Schwartzkoffen,
publica sus Memorias, en las que
relata lo sucedido.
-“¿Por qué
no lo dijo usted entonces?” –le preguntan y él contesta:
-“Es cierto
que no conocía a Dreyfus y que mi interlocutor era Esterhazy, y en cuanto a
revelarlo, mis superiores me prohibieron que lo hiciese para que los franceses
rabiasen y se peleasen entre ellos”.
Una
vez el bordereau en la Oficina de Contraespionaje,
se observa que está rota en varios trozos desiguales y es cuidadosamente pegada.
A continuación la examinan los calígrafos: Gobert –experto cuyos servicios
utiliza el Banco de Francia y ha sido recomendado por el ministro Mercier- se
inclina por que la escritura no es del capitán, y Bertillon que dice que sí que
es. Los otros tres que la examinan, dos se inclinan por la culpabilidad y uno
por la inocencia, pero algunos de los que se presentan no son peritos, sino
simples aficionados.
Bertillon
no pasa de ser un policía que ha creado un sistema caligráfico con el que está
entusiasmado, sin que sus superiores tengan en cuenta que no es un profesional
en la materia. Dominado por la satisfacción que le produce su invento y por su
prejuicio antisemita, declara que Dreyfus es culpable, aunque luego se desdice afirmando
que él nunca asegura la autenticidad de un escrito: se limita a indicar las
probabilidades. El sagaz comandante Paty de Clam le había hecho escribir al
capitán la palabra “maniobras” 60
veces estando en diferentes posturas: sentado, de pie, deprisa, despacio, con
guantes, con las manos desnudas… Es evidente que la palabra buscada a veces se
parecía más al original que otras. Paty de Clam, completamente lego en materia
de grafología se atreve a escribir una carta que, con fecha 31 de octubre,
remite al ministro, un informe del que se deduce que de la comparación entre el
bordereau y el dictado se ven ligeras
divergencias, pero el parecido es tan grande que justifica una investigación.
Sin
embargo Gobert, experto oficial e invitado personal de Mercier, está en contra.
Para él hay tantas divergencias que no se puede decir que la misma persona sea
autora de los dos escritos. No se le hace caso.
La III República ha cumplido 24 años de existencia. Tiene crisis políticas
e inestabilidades presidenciales y gubernamentales, una prensa influyente que
no admite criticas del ejecutivo, y el nacionalismo y el antisemitismo son
sentimientos en auge. Los políticos quieren evolucionar hacia formas de vida más
sencillas. El ejército admite a jóvenes que han estudiado en el Politécnico al
lado del tradicional St. Cyr. La nobleza se ofende, porque invaden su terreno.
Hay malestar por la división de clases sociales, la situación de las cúpulas del
gobierno y del ejército, el pueblo llano y los intelectuales, cuya influencia
está tomando preponderancia. ¿Qué hacer? Buscar un chivo expiatorio.
Primer Proceso
-“Serás
rehabilitado, te lo juro” –Lucie a Alfred-.
El
3 de diciembre de 1894 se concluye el sumario, ya que se había encontrado
materia suficiente para formalizar un proceso. Al siguiente día el Gobernador Militar
ordena la apertura del mismo y el capitán puede hablar con Demange, su abogado
defensor. También obtuvo permiso para escribir una carta abierta a su esposa y
que acababa diciendo:
“Mil besos a los niños. No me atrevo a escribirte porque
los ojos se me llenan de lágrimas pensando en ellos”.
Carta
de Alfred a Lucie
El
4 de diciembre de 1894, el general Saussier da la orden de que Dreyfus se
presente ante el Tribunal. Edgar Demange ha aceptado su papel de abogado
defensor a condición de que no aparezca ningún papel que le haga dudar de la
inocencia de su cliente, en la que cree plenamente. Cuando el expediente ya
está cerrado, entra en la sala un nuevo papel que se incluye en él, sin que la
defensa tenga derecho a revisarlo.
Tampoco
puede examinar un escrito cerrado y sellado que se le entrega al Presidente del
Tribunal cuando los componentes de este van a empezar a deliberar. Se considera
ilegal, bien que se admite porque procede del departamento de contraespionaje,
acompañado de una nota en la que se asegura que contiene las pruebas de
culpabilidad. Demange consigue que dicha prueba se lea en voz alta antes de que
la sala quede vacía y así el público presente pueda enterarse. El Consejo de
Guerra se reunirá los próximos 19 al 22 de diciembre, aunque a puerta cerrada.
El Consejo duda. ¿Tendrán bastante con el bordereau?
Es
increíble que en el país de Descartes, la lógica y el raciocinio se acepten las
palabras del comandante Henry.
“No hay pruebas pero lo digo yo, bajo mi palabra de honor.
Desde marzo faltan papeles en Contraespionaje. Las otras veces no pudimos coger
a Dreyfus, por fortuna esta vez sí”.
Los
miembros del Consejo y el comandante ¿son tontos o cínicos? No les importa
perder su honor condenando a un hombre inocente que solo quiere conservar el
suyo. Dado que la pena de muerte se ha abolido para crímenes políticos, su
castigo será la deportación de por vida.
El
día 18 vuelve a escribirle a Lucie diciéndole que esté tranquila porque la
verdad se abrirá paso y que pronto volverán a encontrarse el uno en brazos del
otro. Desde su encierro, Dreyfus no puede percibir el ambiente pasional del
país, desarrollado durante los dos meses de la instrucción.
En
estas circunstancias, ¿quién hubiese podido conseguir que el Consejo de Guerra,
los miembros del Gobierno o el Ministro del ramo juzgasen de modo desapasionado?
Al General Mercier, desacreditado y atacado por toda clase de periódicos, se le
acusó de querer impedir su celebración, presionado por el poder económico de los
judíos. Deseando rehabilitarse,
dejaba sentir en todo momento el peso de su autoridad sobre los miembros que
iban a componer el Tribunal. Escribió innumerables notas y comunicados en los
que afirmaba su conocimiento irrefutable de la traición de Dreyfus. Los
periódicos antisemitas empezaron a escribir en su favor:
“Han sido precisas seis semanas para que no venciese en él
la insistencia de la judería”.
Más
aún, se dejó entrevistar por un redactor de Le
Fígaro –el diario de la burguesía progresista- a quien dijo:
-“He comunicado al señor Presidente del Consejo y a mis colegas
los informes abrumadores que me han llegado sobre su proceso. No puedo
permitirme decir más. Todo lo que puedo asegurar es que la culpabilidad de este
oficial es absolutamente segura y que ha tenido cómplices civiles”.
Inútil
decir cómo subió la alabanza de la prensa antisemita y más al comprender que su
sentencia iba a ser condenatoria.
El
19 de diciembre de 1894 empieza a verse la causa a puerta cerrada, con
protestas por parte del abogado defensor Demange. El Presidente del Tribunal
ordena que la sala se vacíe y solo quedan en ella el procesado, los 7 jueces –7
oficiales parejos a Dreyfus en los que el incauto y falso culpable confiaba-.
Bien es cierto que estos oficiales y otros que no tomaron parte en el juicio,
no estaban convencidos de la culpabilidad de Dreyfus. De haber sido civiles,
¿cómo hubiesen actuado?
Particularmente
hostiles se mostraron los comandantes Paty de Clam y Henry. Este último afirmó
que una persona honorable había puesto en su conocimiento que un oficial de la
Segunda Oficina era un traidor. Dreyfus se levantó indignado y de forma
violenta le pidió que compareciese la persona a la que se refería. Henry tomó
una actitud teatral y dijo:
-“Cuando un oficial guarda un secreto no se lo confía ni a
su quepis”, y
volviéndose hacia el supuesto traidor le señala y dice: “el traidor es ese”.
Se
leyeron después las disposiciones contradictorias de los grafólogos y causó
mucha impresión la de Bertillon, aunque a Dreyfus le pareció que era la obra de
un loco.
El
fiscal con el bordereau
La
calumniosa campaña de prensa continúa con sus acusaciones, las cuales fueron
deshechas durante el proceso. Solo queda el bordereau.
El fiscal, cogiendo el papel en su mano, dice:
-“Con esto basta. Cojan la lupa los jueces. Ha sido escrita
por este hombre –y
señala al capitán-. Lo han afirmado los
comandantes Paty y Henry y confirmado los peritos en grafología, y yo declaro
que es obra de su mano y ustedes lo harán también y lo condenarán”.
Demanger
retratado por el pintor valenciano Domingo.
El
abogado defensor está muy elocuente. Demuestra todas las contradicciones y acaba
preguntándose cómo se había podido levantar una acusación con tantas infamias
sin demostrar primero el móvil del crimen. Pero el affaire no está encerrado entre las cuatro paredes donde se celebra
el Consejo de Guerra, el Proceso parece que se celebra en la calle.
Los
periódicos continúan difamando al acusado, exigiendo una condena enérgica. La
presión sobre el Tribunal era increíble. Cinco días antes de comenzar el
Consejo, “La Libre Parole” comunica:
“Se ha ofrecido un millón de francos al relator para que
exponga sus dudas sobre la acusación e igualmente otras cantidades a los
miembros del Tribunal”.
¿En
qué condiciones van a juzgarle? La continuada campaña de prensa seguía acusando
a Dreyfus del contenido del bordereau
y de un trato secreto y continuado con alemanes e italianos. Presionan al
propio Ministro de la Guerra, al Comandante Henry, cuya palabra de honor tiene
más fuerza que las propias pruebas, y a los compañeros de ejército del acusado.
La condena será: pena de destierro perpetuo con agravante de degradación, y la
fecha: el 22 de diciembre de 1894.
No hubo servicio de taquigrafía en este Proceso. El texto se
compuso basándose en los testimonios orales que aportaron los participantes en
él. Actualmente todos los documentos relativos al affaire Dreyfus, depositados en dependencias oficiales, pueden ser
consultados por los interesados. No hay papeles clasificados.
Dado el escándalo que produjo la condena del capitán,
muchos de los que llevaban su msmo apellido
–sin ser familiares- solicitaron el cambio. El gobierno lo permitió gustosamente.
Los parientes permanecieron fieles.
El
capitán solicita la revisión del proceso, pero el día 31 de diciembre del año
en curso se le comunica la denegación. El 2 de enero de 1895, y separados por
dos fuertes rejas, se permite a los esposos Dreyfus verse y hablarse,
naturalmente sin contacto físico.
Degradación del capitán Dreyfus
El
sábado 5, en el patio interior Morlan, empedrado y húmedo de la Escuela Militar,
se procede a la degradación del capitán, quien llega flanqueado por 4
artilleros; un hujier los recibe, lee la sentencia y rompe la espada, mientras
Dreyfus grita:
-“¡Soldados, se degrada a un inocente!
¡Soldados, se deshonra a un inocente! ¡Viva Francia! ¡Viva el Ejército!”.
“La Libre
Parole” dice en su edición del mismo día:
“Hay algo
que nos consuela. Saber que el criminal no es francés”.
La familia del famoso escritor Alphonse Daudet exclama:
“¡El
miserable ni siquiera es francés!”.
Cuando todos los franceses con cierta cultura saben que
desde 1791 los judíos afincados en Francia tienen los mismos derechos y deberes
que los franceses que no lo son.
Presencian
este injurioso espectáculo cuatro mil soldados, cientos de altos mandos
militares, curiosos civiles… Al capitán le son arrancados la insignia de su
grado, botones, charreteras y galones. El ministro Mercier se resiente del frío
y no asiste; espera en el despacho, acompañado de su entorno a que suba el
comandante Picquart y les haga el relato de lo sucedido. Risas, comentarios de
mal gusto sobre los judíos. El comandante Picquart cuenta:
-“Miraba el uniforme con tantos hilos de oro arrancados con
interés y pena, como un sastre de los suyos”.
Nuevas
carcajadas. ¿Credulidad o fingimiento? No hay que olvidar que el comandante,
por ambiente familiar, era católico y antisemita. Años después, siendo ya
general, Picquart habla con otro general y le comenta:
-“Ese sucio judío de Joseph Reinach me causa horror”. Los hermanos Reinach –hijos de un banquero alemán- son
los mayores “fans” de Alfred Dreyfus
y Joseph está escribiendo el Proceso en 10 volúmenes. Emparenta vía matrimonial
con los Dreyfus.
Marie Georges Picquart (1854-1914) tiene dedicada una calle
en Estrasburgo, donde ha nacido, y una avenida en Bruselas. También la plaza de
Geudertheim lleva su nombre. Allí vivió la familia unos años, debido al trabajo
del padre –perceptor de contribuciones directas-. Amante de la música –es un
buen pianista-, estudia en St. Cyr. Número 5 de su promoción, obtiene el 2.º puesto
en la Escuela de Estado Mayor. Siendo profesor en la Escuela Superior de Guerra,
tiene como alumno a Dreyfus. Su primer servicio como oficial ha sido en
colonias, en donde obtiene varias condecoraciones. Legión de Honor en sus 3
grados, general de división. Ministro de la Guerra con Clemenceau. Vísperas de
la Gran Guerra muere a causa de una caída de caballo en Amiens, donde es enterrado,
sin honores, que la familia rechaza. Posteriormente se le traslada al Père-Lachaise
y finalmente descansa en el cementerio de St. Urbain, en Estrasburgo, ocasión
en que sí se le rinden los honores oficiales merecidos.
hg
A Dreyfus
se le cambia de prisión: lo llevan a La Santé. Durante el tiempo que permanece allí,
puede ver a Lucie dos veces por semana en el despacho del director y en su presencia.
Dreyfus
se comporta como un preso modelo, pero activo. Escribe a su mujer, a la familia,
al Presidente Faure, que nunca contesta, por lo que Dreyfus grita:
-“¡No pido gracias ni favores, solo justicia!”.
Su
enfado es contra la maldad humana, por lo que no varía de idea:
-“Inocente como soy, mi deber es ir hasta el final”. –escribe en sus Carnets.
-“Estoy seguro de que la verdad se descubrirá, como se
descubre todo en la vida”.
Como
buen soldado se atiene a la jerarquía y todavía en 1898 cree que es el Ministro
de la Guerra quien va a deshacer el terrible error.
El Presidente Félix Faure (1841-1899) desea lo mismo que
todos los altos cargos civiles y militares del momento: que se salven la República
y el Ejército. No contesta nunca a Dreyfus ni a la carta abierta que publicará
Zola en 1898. Su vida particular es algo caótica. Su mujer, con la que apenas
se relaciona, vive en el Elíseo, así como su amante Madame Marguerite Steinhell,
esposa de un pintor. El 12 de febrero de 1899, el presidente, después de
almorzar, se retira con su amante a los apartamentos presidenciales. Pasados
unos minutos, un lacayo acierta a pasar por allí y oye unos estertores, Asustado,
abre la puerta. Se encuentra a Faure solo, medio desnudo, reclinado sobre un
sofá y agonizando. Acuden más sirvientes que avisan al párroco. Mientras corren
hacia las estancias se entabla el siguiente diálogo:
-“Monsieur
le president garde sa connaissance?” –demande le
curé.
-“Non, M. le
curé –repondent les servants- sa connaissance est disparue par la porte derrière”.
Equivocos que produce la tradución de palabras de su idioma
original a otro.
Enterada la policía, la detienen y la meten en prisión. ¿Forma
parte de alguna conspiración? ¿Es amiga de Dreyfus? A los dos días se sabe lo ocurrido.
Faure ha tenido la veleidad de que su amante le practique una felación, con
resultado de ataque al corazón y muerte. Pero por supuesto, esa causa no está
penada por la ley.
Cambiando
de Prisión
El
17 de enero de 1895 Dreyfus llega a la Isla de Rè –donde permanece un mes- y desde
donde embarcará hacia La Guayana francesa. En Rè sigue vigente el régimen de
visitas del matrimonio de dos veces por semana, aunque, ¡atención!, bien
vigilados para evitar los abrazos... También el preso puede dar un pequeño
paseo, después del cual sufre un minucioso registro.
Aborda
el Ville de St. Nazaire el 21 de
febrero y llega a su destino –la isla del Diablo- el 13 de abril, y allí
permanece cinco años. Al desembarcar Alfred da a los tripulantes un mensaje
para entregar a su mujer, aunque duda que lo reciba. Ha dejado atrás todo lo
que le era cotidiano, querido. Se enfrenta a una soledad difícil de soportar y
a una vida extremadamente dura. Su libertad pasa por el encuentro del verdadero
culpable. ¿Cómo reaccionaría ahora si supiese que han de pasar 12 años hasta
encontrarse totalmente rehabilitado?
Dreyfus y la Isla del Diablo
Dreyfus
tiene en mente una frase de Schopenhauer: “Si Dios ha creado el mundo, yo no quisiera ser
Dios”.
Las islas del Diablo –posteriormente nominadas Islas de la
Salud-, son un conjunto de tres islas –la más pequeña utilizada solo para el servicio de Dreyfus-.
Sirven para alojar a los deportados políticos franceses entre 1792 y 1953.
Casi ninguno regresaba, ya que o morían de inanición y
cansancio o a causa de la malaria y la fiebre amarilla. En 1934 se evade un
interno con los diarios que ha escrito relatando la crueldad del presidio y la
ruindad de los guardias.
También el libro de Henri Charrière –y la película Papillon basada en él- nos dan idea de
lo que era este confinamiento. El autor cuenta que se sentó en una banqueta,
construida por Dreyfus con sus propias manos y colocada al lado de la puerta de
su cabaña para descansar cuando volvía de sus paseos.
Dreyfus
en su banquito
Dreyfus es un símbolo de los errores judiciales,
propiciados voluntariamente por el tribunal juzgador.
Durante
cinco largos años, tres personas ocupan de manera muy especial el pensamiento del
desterrado: su esposa y sus dos hijos. Se conserva su diario destinado a su
mujer, en el que esta y los niños aparecen constantemente. Si falta o se
retrasa el correo, el diario, que relata lo que experimenta, señala su estado
de ánimo. Lucie desde Francia está a la altura de su marido. Lamenta la
situación de él pero escribe de forma que no decaiga su sentir. Están de por
medio las continuas peticiones de rehabilitación, que ella le relata, pero lo
hace de manera que solo él lo entienda, por la censura de su correspondencia.
Lucie
con sus dos hijos
He
aquí el régimen de vida que lleva Dreyfus y que detalla minuciosamente a los
suyos: Para comer, medio pan diario, 300 gramos de carne 3 veces por semana.
Los otros 4 días, tocino en conserva. Solo bebe agua. Las enfermedades se
combaten con leche condensada. En el papel que le dan escribe las menudencias
de la vida diaria: arreglar la cama, lavar la ropa, cocinar su comida… Si en la
cocina necesitan leña, Dreyfus abate árboles. Su cabaña para dormir tiene 4x4
metros. Cuando llegan nuevos penados se le encierra en ella, porque los guardias
temen que se ponga en contacto con los recién llegados. Está vigilado por cinco
guardianes y un jefe, que se turnan de tal modo que siempre hay dos vigilantes junto
a él.
“Escríbeme
a menudo, escríbeme largas cartas”.
“No
hace falta que te diga con qué emoción…”.
“Gracias
por todas las noticias que me das…”.
(Alfred
a Lucie)
¡Con
qué ilusión Alfred y Lucie aguardan carta el uno del otro! Se sienten
reconfortados al recibir sus mutuas noticias y si tardan en llegar les entra la
tristeza. Es natural que se retrasen porque todas ellas pasan por el
Ministerio. El comandante de la prisión también las lee y le pregunta a Dreyfus
de qué código secreto se sirven para comunicarse. Ante el retraso de las
misivas, la reacción es siempre la misma: emoción al recibirlas, unos días de
energía, de fortaleza, que poco a poco se van debilitando. Finalmente, y hasta
que llegan las nuevas, pensamientos tristes, etapa de desesperación, hasta de
suicidio.
Como ha ocurrido en casos similares, quizás sea ese diálogo
escrito lo que les salva.
Relación en
la distancia
“Mi amado es
para mí y yo soy para mi amado”.
Los esposos no solo sintieron este versículo del Cantar en sus corazones, sino que lo
expresaron, sin escribirlo, en la correspondencia que mantuvieron durante el
largo cautiverio…
A
partir de septiembre de 1896 se endurece el régimen del penado. Los vigilantes
llegaron a diez y aún aumentaron posteriormente. Los paseos al aire libre se
reducen y la cantidad de libros escasea a pesar de que los paga el capitán. Algo
pasa en la isla que hace aumentar la vigilancia. La cabaña-prisión se divide en
dos mitades iguales. En una están los guardias y en la otra duerme Dreyfus con
la luz siempre encendida.
Trabajando
El
prisionero pasa largas horas encerrado y su ocupación principal es matar a los
numerosos insectos. Los vigilantes le espían y tienen orden de comunicar todo
lo que dice a los superiores.
A
partir de 1897, Lucie empieza a deslizar palabras de esperanza en sus escritos.
Estas nuevas palabras que le escribe y la agravación del régimen penitenciario
le hacen comprender al condenado que algo está cambiando en Francia.
hg
Intermedio político
¿Qué
había ocurrido entre tanto en Francia? El envío de Dreyfus a la Isla del Diablo debería haber causado apaciguamiento
en la metrópoli, pero no ocurre así. Los ánimos se encrespan y las relaciones
sociales continúan con la misma violencia. Francia se ha dividido en dos bloques
en torno al clásico binomio izquierdas/derechas. A un lado figuran los judíos y
las izquierdas –excepto socialistas y anarquistas- que ven en los semitas la
representación del opresor gran capital, anticlericales, intelectuales
liberales; y al otro lado las derechas, acompañadas de elementos nacionalistas
y revanchistas, el ejército, católicos y antijudíos e intelectuales
conservadores.
El capitán, desde la distancia, sin conocer lo que pasa, es
quien los aglutina.
Los
Dreyfus y los leales amigos se dan cuenta de que aquello es un “juicio de opinión”. Ya no importan ni
el espionaje, ni la persona, importa el caso en sí y el Estado Mayor dice –como
los antiguos romanos- que lo que ha sido juzgado no se puede volver a juzgar. El
5 de julio de 1898, madame Dreyfus pide que se anule el proceso de 1894,
basándose en la comunicación a los jueces de un documento secreto, lo que es
ilegal. El Tribunal de Casación acepta y con fecha 3 de junio de 1899 manda que
Dreyfus se presente ante el Consejo de Guerra de Rennes. Se piensa en los
inconvenientes de un juicio y en que es mejor hacer primero deposiciones –para
conocer lo que piensan los interesados-. Llegan a hacer 150. Dreyfus se
presenta ante el Presidente del Tribunal de Apelación de Guayana, sito en la Isla
del Diablo. Mantiene su postura de inocencia sin añadir nada más. Finalmente se
unen la sala militar y las otras salas ya unidas, con la intención de que sea
mayor el número y la calidad de los magistrados y la democratización del
conjunto.
hg
Previamente
la familia Dreyfus había encargado a Bernard Lazare (1865-1903) –escritor,
famoso por los numerosos artículos que ha escrito a favor del capitán- que
gestione el asunto. Se ocupó exclusivamente de lo relativo al bordereau, y puesto de acuerdo con el
abogado de la familia, Demange, formó un equipo de investigadores que le
informaron sobre diferentes asuntos y viajaron a varios países. Los desplazamientos
al extranjero aportaron muchas simpatías hacia el acusado, pues los europeos
que no habían tomado partido hasta entonces, se dieron cuenta de que en el
proceso había una parte irregular y entendían su postura. En noviembre de 1896
ha publicado un folleto titulado “Un
error judicial. La verdad sobre el Caso Dreyfus”. Se reparte gratuitamente
por las calles en Bruselas.
hg
Entre
tanto, ¿qué ocurre en la Oficina de Información del Servicio Secreto? Durante
años ha sido su director el coronel Sandherr, cuya salud es tan precaria que
casi no acude al despacho. Oficiosamente le sustituye el comandante Henry, que
monta en cólera cuando en julio de 1895 Picquart es ascendido a teniente
coronel y nombrado oficialmente director de dicha Oficina por el Gobierno, con
el mandato de que se dé prioridad al affaire Dreyfus. Ambos oficiales se enfrentan
porque Henry se niega a darle a su nuevo jefe toda la información que existe
sobre dicho caso. Picquart es un hombre con mucha sangre fría. Estando Henry
fuera de París, Picquart y su ayudante registran su despacho y encuentran una
bolsa con papeles azules reducidos a trozos bien pequeños: es el famoso “Petit bleu” –el pequeño azul-, los
restos de un telegrama enviado por el agregado militar alemán a Esterhazy, lo
cual ratifica la amistad de este último con Henry, que manipula sus papeles.
Picquart comprueba que la
escritura del bordereau y la de
escritos personales de Esterhazy están escritas por la misma mano. Siempre leal
al ejército, se dirige al Ministerio para comunicar su descubrimiento.
Desengaño: en el Ministerio han decidido echar tierra sobre el asunto, le
ordenan absoluto silencio y le destinan a una guarnición del Este. El teniente
coronel habla con su abogado y este se lo hace saber al senador Auguste
Scheurer-Kestner. Enterado el Ministerio de sus comentarios, lo envía al sur de
Túnez.
Registro
de la casa del teniente coronel Picquard
El
historiador Philippe Oriol dice que la Historia considera a Picquart como el
héroe del affaire Dreyfus: sacrifica su carrera para probar la inocencia del
que ha sido su discípulo. Oriol considera que esto no es cierto y denuncia la
superchería. Picquart era oportunista y antisemita. Hay un libro cuyo autor es
Robert Harris, publicado en 2015 y escrito en primera persona, que resulta ser
una autobiografía de este célebre militar, en la que, naturalmente, se echa
flores. Se titula El militar y el espía.
Cuando el director de cine Roman Polanski lo lee, se echa sobre él como un
buitre. Es este un individuo que no puede volver a USA, so pena de que lo
ingresen en prisión. Está probado que es un violador de mujeres y solo hace
películas donde el protagonista justifica sus actos, o sea una trasposición de
sí mismo que es víctima de una maquinación que no ha existido.
El
guión lo han escrito entre Harris y Polansky. Este tuvo el detalle de
enviárselo a Charles Dreyfus, nieto del capitán, que solo indicó que podía
poner más de relieve las virtudes de su abuelo y se cuenta que el director le
hizo caso. La película en francés se titula J’accuse,
y ha sido vista por millón y medio de franceses.
Al
quedarse solos en Contraespionaje Henry y Paty de Clam, deciden ayudar a
Esterhazy y envían al Ministerio dos documentos falsos a los que llamarán “el documento secreto” y “el falso Henry”. Enterado Picquart de
la situación, se presenta en el Ministerio y declara que los dos documentos son
falsos. Por su acción es encerrado en prisión durante un año. La abandona el 13
de junio de 1900, exonerado de su culpa, porque el Tribunal declara que “no ha lugar”.
Es curiosa la manera en que se descubre la falsedad. El oficial
que lo examina se da cuenta de que las cuadrículas de arriba y de abajo de los
documentos son de distinto color. Los había sacado de la cartera del General
Cavaignac, Ministro de la Guerra, que pensaba mostrarlo en el juicio como
válido. Al enterarse, aunque continúa siendo antidreyfusista, los retira,
libera de la prisión a Picquart y dimite.
Antes de su dimisión, el ministro tiene una larga
conversación con Henry, de resultas de la cual es encarcelado y muere. En
cuanto a Paty de Clam, también sufre la pena de encarcelamiento. Ya no
participa en el juicio.
hg
¿Quién es Ferdinand Walsin Esterhazy (1847-1923)? Personaje
equivoco, es miembro de la rama francesa de esta noble familia que existía en
Hungría desde la Edad Media. Entra en el ejército francés donde alcanza el
grado de comandante. Pasa a servir en los Zuavos del Papa, posteriormente a la
Legión Extranjera francesa y finalmente vuelve a su primer puesto, muy bien
recibido y ayudado por la aristocracia francesa y alemana. Su suegro le hace
divorciar porque está acabando con la fortuna de su hija: es un hombre que vive
por encima de sus posibilidades. El interés económico es lo que le hace
dedicarse al espionaje.
En Le Figaro, el
28 de noviembre de 1897, se publican extractos de cartas de Esterhazy a Madame
Boulany, amante despechada. En una de ellas –confirmando su odio a Francia y a
los franceses- dice haber soñado que entraba en París, a la cabeza de un
regimiento de caballería, y que acuchillaba a cien mil franceses. El Estado
Mayor aconseja que vaya a juicio y que se defienda él mismo.
Una corte marcial secreta le declara no culpable. Está tan
contento con su intervención, que se aplaude a sí mismo. ¿Le salvan compañeros de
su clase social? ¿O es la presión del gobierno o del ejército que desean acabar
con este asunto? Sale muy feliz a la calle y se encuentra con una marea humana
de unas mil quinientas personas que van a por él. El auténtico espía es
realmente un cobarde. Se pone bajo la protección de la policía y huye a
Inglaterra. El gobierno francés prohíbe la actuación de su embajador en el
Reino Unido y Esterhazy vive tranquilamente dedicado a la traducción y a
ejercer el oficio de agente de viajes hasta su muerte.
La frase de Zola retrata muy bien la situación: “Un consejo de guerra acaba de atreverse a
absolver a Esterhazy cumpliendo orden suprema; bofetada a toda verdad y toda
justicia”.
También
en 1897 el vicepresidente del Senado Scheurer-Kestner hace oír su voz en el
hemiciclo y es la primera vez que esto ocurre. Protestante y paisano de los
Dreyfus, pero por desgracia tiene un cáncer terminal y muere antes de que pueda
actuar. El momento culminante de la situación política llega con la vuelta de
Zola de Italia.
Dreyfus
está deseando volver a la vida familiar y recuperar la paz y la salud perdidas,
pero con absoluta convicción de su inocencia, no quería vivir con el baldón de
traidor. Su hermano Mathieu y los que le quieren bien le instan a que acepte la
gracia del Presidente de la República. Después, con libertad y tranquilidad,
podrá trabajar para conseguir la rehabilitación: la vida pública prima sobre la
privada. Dreyfus accede a posponer su petición de revisión y es puesto en
libertad. Ese mismo día hace publicar una nota que dice:
“El Gobierno de la República me devuelve la libertad. La
libertad no supone nada para mí sin el honor. A partir de ahora proseguiré mi
trabajo para lograr la reparación del espantoso error judicial, del cual soy
todavía víctima. Quiero que toda Francia sepa mediante un juicio definitivo que
soy inocente. Mi corazón no estará tranquilo mientras exista un solo francés
que me impute el abominable crimen que otro ha cometido”.
¿Se ha estudiado bastante la personalidad de Alfred Dreyfus?
Su exquisitez de espíritu, su finura de alma, su lealtad a sus creencias y a
los suyos. Llegado el momento de la revancha, no solo no se la toma, sino que
vitorea a sus detractores, la Patria y el estamento al que pertenece.
La rehabilitación
Dreyfus
ha de esperar todavía siete años hasta que el radicalsocialismo triunfa en las
elecciones de 1902. Se promulga una ley contra las asociaciones religiosas, se
rompen las relaciones diplomáticas con la Santa Sede y se decreta la separación
de la Iglesia y el Estado. En 1906 llega el momento en que se puede encarar la
rehabilitación del capitán gracias a los gobiernos izquierdistas.
El
envío del expediente del proceso de Rennes al Tribunal de Casación permite que
este anule la sentencia condenatoria, así como la degradación del militar que
fue repuesto en su cargo en una solemne ceremonia. En ella a los gritos de los
soldados de “¡Viva Dreyfus!”, él
responde: “¡Viva Francia! ¡Viva el
Ejército!”.
Rehabilitación
e imposición de la Legión de Honor
Presidente
Jacques Chirac
Con fecha 8 de enero de 1998, el Presidente Chirac envía
una carta a los descendientes del capitán Dreyfus y del escritor Emilie Zola.
Hace un siglo –13 de enero de 1898- este publicó su artículo Yo acuso, que siempre será famoso por el
significado y por el valor de su autor que defiende la justicia. Así como
Dreyfus no quiere que le vitoreen a él sino a una patria que lo ha denostado,
pero a la que él no dejará de amar nunca.
Y dice la carta textualmente:
-“… las maquinaciones urdidas en el secreto de algún despacho…”.
Lo que demuestra que a día de hoy no se sabe en concreto de
quién era la cabeza pensante que dirigió toda esta malignidad.
hg
Zola
Emile
Zola (1840-1902). De origen italiano –su padre lo es- y madre francesa. Creador
de la novela naturalista. Arquetipo de intelectual, con gran elegancia moral.
Muy influyente a finales del siglo XIX y en los primeros años del XX.
Zola
se encuentra en Italia cuando empieza el Proceso Dreyfus y lee pocos periódicos
franceses. Al volver a Francia se siente desagradablemente sorprendido al observar
grupos de jóvenes de filiación ultraderechista recorriendo las calles de París
y gritando:
-“¡Muerte a los judíos!”.
.¿Cómo
es posible que a punto de empezar el siglo XX, el siglo de la ciencia y de la
razón, se manifieste el odio de esta manera tan poco civilizada? Zola toma
conciencia de lo que está ocurriendo y decide intervenir. Para que no se
tergiverse su postura dice:
-“No defiendo a los judíos, defiendo a la justicia”.
Zola
escribe y publica artículos en “Le Figaro”
y “L’Aurore” –fundado por
Clemenceau-, cuya sala de redacción es su segunda casa. En 1898 y en la portada
de este último se publica el más célebre de todos, la carta abierta al Presidente
de Francia y que se titula Yo acuso –la
tirada normal de este diario son 30 mil ejemplares pero ese día será de 200 mil-
por ser estas las palabras con las que comienzan los tres últimos párrafos en
los que pide castigo para los que él cree más implicados. En ella acusa al
Ministerio de la Guerra de destruir pruebas materiales y de encubrir un grave
error judicial. Zola es procesado por libelo, condenado a un año de prisión y a
una sanción económica de 3.000 francos.
El
escritor se refugia en Inglaterra, pero su juicio ganó muchos apoyos para Dreyfus.
En el tradicional dualismo izquierda-derecha, contra Dreyfus están la casta
militar, las fuerzas tradicionales del orden y la ley, el nacionalismo
incontrolado y lo que Zola llamaba “la
prensa inmunda”, a los que se añaden las acciones interesadas, incluidos
los estamentos católicos y pensadores de derechas. A favor de Dreyfus hay un
grupo entusiasta, pequeño al principio, formado principalmente por
intelectuales de izquierdas y por gente que creía que se había cometido un
error judicial que era necesario reparar, aunque supusiera una terrible pérdida
de prestigio.
Dreyfus
se convertía alternativamente en objeto de execración y en símbolo de la verdad
y la justicia. Personas que nunca se habían interesado por la política,
firmaron una petición para que se revisara el proceso, y este partido
revisionista se hizo tan numeroso que en junio de 1898, Cavaignac, nuevo Ministro
de la Guerra y deseoso de dar carpetazo al asunto, leyó en voz alta la carta
del coronel italiano Panizzardi. El teniente coronel Henry reconoció que dicha
carta era una falsificación suya y fue confinado en la fortaleza de Mont Valerie.
Al día siguiente de encarcelarlo, su guardián lo encuentra muerto con la
garganta seccionada por la navaja de afeitar. ¿Suicidio? ¿Homicidio? Este hecho
decide al gobierno a presionar para que se revoque la sentencia de Dreyfus. En
septiembre de 1899 se reúne un Consejo de Guerra en Rennes.
El
resto de su vida, Zola sigue trabajando por la causa de Dreyfus. El 29 de
septiembre de 1902, el matrimonio ha ido a pasar el día al campo y al volver a
casa sienten frío. Se supone que Zola muere asfixiado porque se lo encontraron
con la mano en la falleba de la ventana. La esposa intentó llamar por teléfono
y no pudo, pero la pudieron salvar.
A los
juicios de Zola y Rennes han acudido muchos periodistas. Bretaña está colapsada.
Uno de estos periodistas es Herzl.
hg
Theodor
Herzl
Un hombre
con una idea que hizo fructificar
Nace en Pest (1860-1904) al lado de la Gran Sinagoga –que
actualmente es museo-. Crece en un ambiente confortable, comunista y laico. Su
familia pertenece al judaísmo de la burguesía emergente. Va a una escuela
laica, que tiene que abandonar debido al antisemitismo reinante en ella, y pasa
a una protestante donde no tiene problemas. En el aspecto educativo le ocurre
lo mismo que a los Dreyfus. Se trasladan a Viena, en cuya Universidad estudia
Derecho y en ese campo trabaja de forma no asalariada algún tiempo. Theodor
quiere ser juez, pero su condición de judío se lo impide.
Se dedica al periodismo, a la literatura; escribe obras de
teatro. Trabaja en un importante periódico –Neue Freie Presse- que le envía
como corresponsal a París para cubrir los casos de Zola y segundo de Dreyfus.
El nacionalismo que observa y el grito “¡abajo
los judíos!”, lo convierten de asimilado en sionista. Sus palabras:
-“Es inútil
tratar de combatir el antisemitismo, hay que solucionar de manera moderna el
problema judío”.
En su libro El Estado
judío propone la creación de una nación para todos los judíos del mundo.
Cuestión mal recibida por los propios judíos asimilados y contrarios a sus
pensamientos religiosos. No es este el campo que le interesa a Herzl, sino el
sionismo político: es un hombre constante, práctico y está decidido a convertir
una idea en una realidad.
A sus expensas funda un órgano sionista oficial –Die Welt «El Mundo»-, celebrándose el
primer congreso sionista en Basilea, donde es elegido presidente perpetuo.
Empieza iniciativas diplomáticas en busca de ayuda. En Inglaterra es apoyado
por Chamberlain, el político de la neutralidad.
En 1904 muere en Austria. Es enterrado en el Cementerio de
Viena, según sus disposiciones:
-“Quiero un
entierro sencillo, sin discursos ni flores, y descansar al lado de mi padre
hasta que el Pueblo Judío me conduzca a Eretz Israel”.
Un gran escritor –Stefan Zweig- cuenta en El mundo de ayer cómo Herzl cada vez que
lo veía le explicaba los asuntos sionistas. Zweig pensaba que eran fantasías El
día de su entierro queda asombrado: de las estaciones ferroviarias y de
autobuses salía gente a borbotones dirigiéndose a dar el último adiós al
creador de su nuevo Estado, fundado en 1948. Desde 1949 Herzl reposa entre los
suyos en el monte que lleva su nombre. En cada pueblo israelí hay una calle dedicada
a su memoria y su retrato está en todos los centros oficiales. Homenaje y
recuerdo al hombre que, aunque no estuvo físicamente presente, fue el verdadero
fundador del Estado de Israel.
¿Llegaría Herzl a entablar relaciones con la familia
Dreyfus? ¿Existiría en la actualidad el Estado de Israel si no hubiese acaecido
el caso Dreyfus?
hg
El segundo Proceso. Consejo de Guerra de Rennes
“La
verdad está en marcha, y nada la parará”. Émile Zola
El
5 de junio de 1899 se le lee a Dreyfus la siguiente nota:
“Sírvase poner en conocimiento inmediato al capitán Dreyfus
lo que sigue: El Tribunal casa y anula el juicio de 22 de diciembre de 1894
contra Alfred Dreyfus por el primer Consejo de Guerra del Gobierno Militar de
París y remite al acusado ante el Consejo de Guerra de Rennes”.
Se
le devuelven sus uniformes y el uso de grado de capitán. El interesado se
embarca en el crucero Sfax el día 9. Antes
ha mandado un telegrama a Lucie:
“De corazón y de espíritu contigo, con los niños, con
todos. Espero con inmensa alegría el momento de felicidad suprema de estrecharte
entre mis brazos. Mil besos”.
El
primero de julio llega a Francia y es encerrado en la prisión militar de Rennes.
Ese mismo día se le permite ver a su mujer. La parafernalia de la que no pueden
librarse los franceses les ha hecho imaginar cómo será la ida y vuelta de la
cárcel a las salas del juicio: preparan una especie de carro, en el que irá el
capitán sentado, en una cesta de hueso, custodiado por 8 soldados y pasando por
el centro de una doble fila de jinetes que le irán volviendo la espalda
conforme llegue a su altura.
Liceo
Emilio Zola de Rennes, donde se celebra el segundo proceso.
Se
ha celebrado el 120 aniversario, aquí y en Mulhouse
El
Consejo de Guerra se reúne entre el 7 de agosto y el 9 de septiembre de 1899,
en un clima de tensión. Cuando el capitán Dreyfus se adelanta para testificar
con una actitud digna y resuelta a pesar de los testimonios adversos y las
maniobras fraudulentas. Su voluntad está intacta, pero su estado físico es
penoso. Algunos de sus partidarios se echan a llorar y los contrarios quedan
asombrados al ver cómo se le ha martirizado y guardan un respetuoso silencio.
Envejecido
por el maltrato físico y moral
Con fecha 25 de febrero de 1898 se ha creado “La liga francesa para la defensa de los
derechos humanos y del ciudadano”. ¿Servirá para algo?
En
este momento, el letrado Labori refuerza la actividad de Demange pero le
disparan un tiro y tiene que retirarse a descansar. Ya no testificará. El
proceso se convierte en una batalla de palabras y actitudes para lograr fijar
la atención sobre lo esencial: un examen riguroso de las pruebas y de las
deposiciones. Ya se adivina que este proceso es una amenaza para el juzgado. El
abogado defensor hace una defensa que dura 5 horas con la intención de crear la
duda entre los jueces, pero en contra de todas las expectativas –con el
resultado de 5 contra 2-, el veredicto continúa siendo “culpable de alta traición”, con circunstancias atenuantes y la
pena reducida a 10 años.
Se
pronuncia la sentencia condenativa
L´Aurore escribe:
-“La infamia de estos jueces militares condena lo que es la
misma iniquidad. Dreyfus solo quiere el triunfo de la justicia y de la verdad
sobre el error”.
El
Proceso dio pie a mucha ironía, señal de que los asistentes
no
estaban muy de acuerdo con la sentencia.
Poco
después el gobierno indultaba a Dreyfus y en 1906 el Tribunal Supremo revocaba
la sentencia de 1894, momento del que no pudo gozar Zola que había fallecido 4
años antes.
Dreyfus
de paisano. Todavía no puede llevar el uniforme.
Aparece
como siempre: limpio, pulcro y sabiendo moverse.
Esa
misma noche, Alfred Dreyfus firma un poder de revisión. Al día siguiente,
Mathieu le comunica que el gobierno está dispuesto a que se firme la gracia
presidencial en favor del nuevamente acusado. Alfred se resiste, pero su
hermano y sus amigos lo convencen:
-“Es mejor salir y desde fuera actuar”.
Entonces
Dreyfus accede y a los dos días sale de la prisión.
¡Cómo
pasa el tiempo! La primera vez que Dreyfus ve a sus hijos
desde
que lo detuvieron
Jean Jaurès (1859-1914) dreyfusista a partir de 1897.
Hombre grande en Francia, donde también tiene una calle dedicada en cada
municipio. Denuncia la monstruosa leyenda de que ha sido el Kaiser quien ha
escrito el famoso bordereau, maniobra
debida al coronel Henry antes de morir por si le fallaban las otras
maquinaciones. Esta terrible maniobra, afortunadamente no es creída por los
franceses del momento.
Homenaje
a Jean Jaurès
Muy unido a Dreyfus, quien le dedica un libro –Cinco años de mi vida-, siendo
correspondido con sus Notas, del cual
hace una lectura en una reunión de amigos dreyfusistas. En su libro Jaurès
explica los tres puntos fundamentales en que se basa su inocencia:
1.º.- Los militares formados en St. Cyr, todos
pertenecientes a la nobleza, no querían que los formados en otras Academias se
juntasen con ellos.
2.º.- En el Tribunal que lo juzga no hay ningún artillero,
con lo que la explicación que se da sobre Dreyfus no queda clara, al no haber
un especialista como él en este grupo de siete acusadores.
3.º.- El asunto de la religión.
Un
hombre como el presidente Loubet, que ha sufrido a su lado el atentado contra
el rey de España, Alfonso XIII en su visita oficial a París (1905) y que ha
sido tiroteado en el hipódromo de Longchamps,
es difícil de convencer. Convoca a un equipo de médicos y en su presencia hace
que examinen al que va a recibir su gracia. No llegaría a fin de año si se le
volviese a encerrar en prisión, le comunican.
Zola
le escribe una carta al presidente Loubet que le dice:
“La verdad se presenta con toda la eternidad por delante”.
Hay
un acuerdo con la familia, poniendo en marcha una especie de arresto
domiciliario. Primero va a Carpentras, a casa de su hermana Henriette y después
a casa de amigos en Colonia y en Suiza.
El
matrimonio Dreyfus en Carpentras
El
documento de la gracia presidencial lo firma Emilie Loubet el 19 de septiembre
de 1899 en el Palacio del Elíseo.
El
gobierno asegura que el veredicto de Rennes es “la verdad legal y la gracia del presidente, una medida de clemencia
del corazón que finalmente se ha puesto de manifiesto en nuestro país”.
Pero para Dreyfus nada se había acabado.
El
gobierno presenta una ley de amnistía que beneficia por ejemplo al general
Mercier y a Picquart, Dreyfus lo considera el fallo de la verdad legal. Los
dreyfusistas están en contra de ella y le reprochan al recién liberado capitán
que no la critique con más fuerza. El pronto general Picquart, a pesar de su
antisemitismo, está de acuerdo con ellos. Poco a poco va dejando de verse con
el capitán Dreyfus y al final será la ruptura. Y, ¿no es esa ley de amnistía la
que ha liberado al general Picquart? ¿Aparece en algún sitio un comentario
sobre los sentimientos que alberga Dreyfus hacia Picquart?
El
Capitán no ha pedido en ningún momento que se le abonen los haberes que ha
dejado de percibir, pero sí quisiera tener el grado que le correspondería si
hubiese seguido activo, como el que tienen sus compañeros. Se le niega. Los
oropeles de fuera a veces ocultan la miseria interior. ¡Adiós a los sueños
infantiles de un niño de 10 años que se veía, general en caballo blanco, al
frente de sus tropas, entrando en tierras prusianas!
El gobierno manda también que todos los ayuntamientos de
Francia pongan bien a la vista un cartel anunciando la liberación de Dreyfus.
Hay alcaldes muy antidreyfusistas que encuentran triquiñuelas, de acuerdo con
sus policías, para no hacerlo.
Se
acerca el 12 de noviembre de 1900, fecha en que se inaugurará la Exposición
Universal de París. 20 naciones, entre América y Europa, se niegan a mandar una
representación oficial si los franceses no han terminado completamente con este
problema. El general Andrè, ministro del ejército, abre una encuesta
administrativa que encarga al comandante Targe, el cual hace un trabajo muy
metódico e impecable, metiéndose en todos los archivos militares donde puede
encontrar papeles y carpetas con información. Se encuentra con comentarios
erróneos, pruebas falsas, una colección de conversaciones de lacayos que no
vienen al caso, pero que han podido influir sobre los jueces, y presenta su exhaustivo
trabajo a dos ministros, el de la guerra y el de justicia. “El que busca, halla”, dice el refrán.
Lucie le pide un poco de paciencia. Cartas de un inocente se publica después de Yo acuso. La señora Dreyfus recibe correos de apoyo muy numerosos:
el primero en diciembre de 1894 y el último en marzo de 1898. Este es el
siguiente: “He pedido su rehabilitación
al gobierno y desde entonces espero que vuelva con nosotros”.
La
opinión pública está a su favor. ¿Por qué ha sido liberado Esterhazy, verdadero
y probado culpable y Dreyfus no? La identidad francesa es la de un país
católico que funciona con una república con iguales derechos para todos los
ciudadanos. ¿Por qué es el antisemitismo el que impide que para uno de esos
ciudadanos no sea así?
Comandante
Targe indagando
El
12 de julio de 1906, Dreyfus es oficialmente exonerado por una comisión militar
a la que se le ha presentado el trabajo de Targe. Readmitido en el ejército con
el rango de comandante, se le hace Caballero de la Legión de Honor y dirige
unidades de artillería en varias poblaciones de Francia.
Ese 12 de julio es día de alegría desbordante para Dreyfus
y todos los suyos. Los más relevantes –22- se sientan a la mesa donde Madame
Dreyfus ejerce de anfitriona. Menú: melón, truchas asalmonadas, cordero a la
jardinera, judías verdes, helado. Para beber, 10 botellas de champagne. ¡Qué recuerdos
para el esposo de las comidas escasas y malas en la Isla…!
Alfred
Dreyfus en Verdún. Guerra del 14
Llegada
la Guerra del 14, Dreyfus participa en ella en Verdún –¿tendría ocasión de hablar
con el entonces general Pétain?-. Terminada la guerra es ascendido a teniente
coronel. Su hijo Pierre lucha en tierras de Flandes y recibe la Medalla de la
Guerra.
Pierre
Dreyfus en la Guerra del 14
Dreyfus
no pudo ir al entierro de Zola, porque la autoridad se lo prohibió por los
desórdenes que podía originar. Pero el 4 de junio de 1908 sí que va al traslado
de sus cenizas al Panteón de los Hombres Ilustres.
Un
periodista ultraderechista, Louis Gregori, trata de asesinarlo y le hiere en un
brazo. El abogado defensor dice que su cliente no tenía intención de matarle,
sino solo de advertirle. Dreyfus calla.
A
partir de 1899 empieza a cartearse con la Marquesa Visconti –una mujer salonnière de las que tanto ha podido
presumir Francia- y lo hará hasta la muerte de ella en 1923. Visita sus dos
salones, el político y el literario.
Última
foto tomada antes de su muerte
Su
alegría son sus nietos. Muere rodeado de su mujer y de ellos con 75 años de
edad, el día 12 de julio de 1935 –soporta gran sufrimiento durante meses que le
produce su enfermedad cardíaca-, cuando se cumplen 29 años de su exoneración.
Dos días después, el cortejo fúnebre pasa por la Plaza de la Concordia, por en
medio de las filas de soldados que se han reunido a fin de celebrar el día de
la Toma de la Bastilla –fiesta nacional-, hacia el cementerio de Montparnasse,
en cuya tumba está la siguiente inscripción en hebreo y en francés:
“Aquí reposa el Teniente Coronel Alfred Dreyfus, Oficial de
la Legión de Honor.
9 de octubre de 1859-12 de julio de 1935”.
Dreyfus
no pudo ir al entierro de Zola, porque la autoridad se lo prohibió por los
desórdenes que podía originar. Pero el 4 de junio de 1908 sí que va al traslado
de sus cenizas al Panteón de los Hombres Ilustres.
Dreyfus
no pudo ir al entierro de Zola, porque la autoridad se lo prohibió por los
desórdenes que podía originar. Pero el 4 de junio de 1908 sí que va al traslado
de sus cenizas al Panteón de los Hombres Ilustres.
Se
celebran las ceremonias propias de su religión de manera muy sencilla. Se
envían telegramas a las distintas comunidades judías que hay por el mundo, que
les acompañan en su pena con sus propias celebraciones. A partir del final de
la Guerra del 14, el capitán va “interiorizando”
su vida: sale poco de casa y vive con su “gente
menuda”. A Dreyfus le ocurre algo muy curioso, que es común a los que han
vivido una situación como la suya: los que le conocen y los que no lo han hecho
hasta entonces, se dedican a “darle coba”
–todos sabían que era inocente y se lo hacen saber a los demás-. Tiene más
amigos que nunca.
Alfred
Dreyfus nunca renegó de sus ideas religiosas. Algunos de sus descendientes las
han dejado después de la Shoah, pero poco a poco han vuelto a ellas. En 1937,
su hijo Pierre publicó sus memorias basándose en la correspondencia entre 1889
y 1910. Sus nietos han donado al Estado más de tres mil documentos y el
uniforme que llevaba cuando fue deshonrado, como símbolo de traición. Para su
eterno recuerdo hay dos estatuas dedicadas a su memoria: una en el bulevar
Raspail y otra en el patio del Museo de Arte e Historia Judíos, ambas en París.
Una tercera está colocada en Tel Aviv. En el 15.º distrito de la ciudad de
París, tiene una plaza dedicada al lado de la avenida Zola.
Alfred
Dreyfus
hg
De la Isla del Diablo a Auschwitz
No
puede decirse que la familia Dreyfus sea muy dichosa.
En
la Guerra del 14 participan seis miembros de la familia. Vuelven Alfred y su
hijo Pierre y René Dreyfus; mueren dos hijos de Jacques y uno de León Dreyfus.
René
Dreyfus, condecorado en la Primera Guerra Mundial con la más alta condecoración
que se concede a los aviadores, muere en Auschwitz denunciado por su portero.
Alfred
Dreyfus muere en 1935, pero llega a vislumbrar la colaboración de Vichy y que la
Gestapo empieza a llevarse a algunos familiares suyos.
Pierre
León Dreyfus, huido con su familia a USA, vuelve apresuradamente con un grupo
de rabinos acabada la guerra y llamado con urgencia por los judíos franceses.
Muere en un accidente de aviación en una parada de urgencia en Irlanda. Toda su
vida ha estado ocupándose de los judíos necesitados.
A
Alicia, viuda de León Dreyfus, la familia la esperó en vano: nunca volvió de Auschwitz.
Suzy
Amar –nacida Reinach y nieta de Mathieu Dreyfus-, trabajó con sus hijas en la
Resistencia. Estuvo esperando la vuelta de su esposo Emmanuel, deportado por la
Gestapo a Auschwitz junto con el rabino de Estrasburgo. Nunca volvió. Sin
embargo, ella estuvo también allí y volvió ayudada por un sacerdote católico de
la zona y un cónsul suizo.
Jean
Pierre Reinach, único nieto de Mathieu Dreyfus, como agente secreto de los
aliados, en 1942 vuela en un avión británico con la intención de lanzarse sobre
la Francia ocupada. La poca altura del vuelo –para no ser detectado- hace que el
paracaídas no se abra.
Rachel
Schil –nacida Dreyfus- muere desesperada al no poder salvar a su único hijo Julien.
En la entrada de su diario del 12 de diciembre de 1941 se lee:
“Vinieron dos soldados alemanes y se llevaron a Julien como
rehén. Parece ser que tenían rodeados a 3.000 judíos. ¿A dónde se lo habrán
llevado?”
Madeleine
Lévy (1918-1944) es la nieta preferida de Alfred y Lucie Dreyfus. Ha hecho sus
estudios en un Liceo francés y es asistente social en la Cruz Roja francesa. Al
empezar la guerra se refugia en Tolouse y trabaja en la Resistencia. Forma
parte del movimiento Combat
–¿conocería a Simone Weil? No quiere irse a USA con la familia. Su finalidad es
ayudar a los judíos a huir de Francia. La gendarmería francesa la hace
prisionera y la entrega a la Gestapo. Deportada a Auschwitz, muere a los 25
años de edad, se supone que de tifus. En la piedra de la tumba de sus abuelos
hay un recuerdo para ella: “A la memoria
de Madeleine Lévy deportada por los alemanes a Autchwitz
A la edad de 25
años”. ¿Existe la
casualidad? En el gobierno de Vichy, el encargado de negocios judío se llama
Paty de Clam y es hijo del comandante del mismo nombre, que se atrevió a
condenar a Alfred Dreyfus cuando le constaba que era inocente.
Ana
Cecilia Levy-Ouazana, bisnieta del capitán, dice que quiere cambiar al Dreyfus
víctima por el Dreyfus héroe. Esta señora quizá no ha percibido que desde que
el hombre habita la tierra, son innumerables las víctimas que ha habido y que,
por lo general, todas son héroes y que su bisabuelo lo fue hasta el final de su
vida.
Postfacio
En
la Historia del antisemitismo y en su
volumen La Europa suicida 1870-1933,
escrita por León Poliakov, se encuentran numerosos textos de la época y lo
aterrador de la situación general que produce el affaire Dreyfus, de sus precedentes y de sus consecuencias en todo
el continente, de sus derivaciones para el sionismo y para la historia
político-social europea.
Escritores
como Anatole France, Roger Martin du Gard –antisemitas-; Proust, León Blum
–judíos- y Peguy –católico-, amigos de Dreyfus, escriben en contra o a favor
del condenado y hay miles de hojas de información y exégesis archivadas en
dependencias del Ministerio de la Guerra a disposición de los especialistas. Es
la historia de toda una generación.
A
partir del XIX aparece la idea de que la especie humana se divide en distintos
grupos, atendiendo a su aspecto físico –color de piel y ojos, perímetro
craneal- y comportamiento.
Joseph
Arthur Gobineau, conde de Gobineau (1816-1882), diplomático y escritor francés,
publica su ensayo Sobre la desigualdad de
las razas humanas –seis tomos-. Gran amigo de Richard Wagner le convence de
sus ideas, y de este pasan a Hitler y sus partidarios y consejeros. Con
Gobineau empieza la filosofía racista o racismo científico. Defiende la
superioridad racial aria y el desprecio por los judíos. El nacionalsocialismo
es quien lo lleva a la práctica.
Un
nieto del capitán, Charles Dreyfus, dice que su abuelo era “alguien especial que había tenido un pasado especial”. Él y sus
primos Jean Louis y Etienne Lévy son los que llevan la antorcha de su memoria.
De lo que se ocupó su hermana Simone Perl –nacida Lévy- hasta su muerte en
2004. Al tiempo que les preocupa que el antijudaísmo actual sea más violento
que en los años 30. El islamismo religioso tiene otra vertiente: la política.
Jon
Juaristi (1951) escribe: “La judeofobia
adopta una apariencia de antisemitismo de izquierda” –al revés de los años
30, que fue de derechas-. Los árabes musulmanes han adoptado, por compasión
hacia el sufrimiento del pueblo palestino, la defensa de estos y por tanto,
todas las izquierdas que hay en el mundo adoptan también esta actitud, aunque este
sentimiento actual antijudío cuestione honestidad intelectual de cierto
progresismo. Así nos lo demuestra Alain Finkielkraut, filósofo y profesor de la
Escuela Politécnica de París, donde hace más de un siglo estudió Dreyfus. Es
discípulo de Hanna Arendt, por quien siente verdadera admiración y cariño; de
Levinas, y de Kundera.
El
ambiguo escritor francés Georges Bernanos escribió: “Hitler deshonró el antisemitismo”. USA ha celebrado varios
congresos para estudiar el comportamiento de este hombre y desacreditarlo.
Actualmente, en Francia y en otros lugares del mundo donde la colonia
árabe-musulmana es numerosa como ocurre en Francia, no se puede estudiar la
Shoah públicamente ni llevar la kipá por la calle. A parte de la celebración de
actos de verdadero terror, como son la quema de sinagogas, las palizas…, que
producen miedo a los naturales del país.
Durban,
DBS, movimientos palestinos contra los judíos a quienes se atreven a llamar
racistas y nazis. Dice el profesor estadounidense Santayana: “los pueblos que no conocen su historia
están condenados a repetirla”, que leemos en el libro de Finkielkraut En el nombre del otro –una verdadera joya
literaria-, así como la siguiente:
“¡Nunca
más! Nunca más la política del poder. Nunca más el imperio. Nunca más el
belicismo. Nunca más el nacionalismo. Nunca más Auschwitz”.
Alan
Finkielkraut