ENIGMAS
DE LA HISTORIA
San Lucas como pintor. Posible autorretrato
Francisco de
Zurbarán (1598-1664) nació en Fuente de
Cantos, Badajoz. Fue un pintor del Siglo de Oro español que destacó en la
pintura religiosa, siguiendo las disposiciones de la Contrarreforma sobre el
Arte. Contemporáneo de Alonso Cano y de Velázquez, su colorido es muy personal:
rosas, malvas, verdes, y sobre todo un espléndido blanco. Resalta la humanidad
de los santos y las escenas cotidianas con un aire real y espiritualizado, en
un ambiente de mágico silencio.
Hijo de Luis de
Zurbarán, comerciante vasco, y de Isabel Márquez. Discípulo del Divino Morales,
en Sevilla pasó a otra escuela y en 1617 fundó su propio taller en Llerena,
donde se casó y tuvo 3 hijos: María, Isabel Paula y Juan.
En
1626 firma su primer contrato para una orden religiosa –el Convento de San
Pablo el Real- para pintar veintiún cuadros, por un total de 4.000 reales. En
1627 alcanza su celebridad en Sevilla al pintar su impresionante crucificado.
En 1628 firma
otro contrato para pintar 22 cuadros sobre la vida de San Pedro Nolasco en el
Convento de la Merced, cobrando por ello 1.500 ducados, trasladándose a Sevilla
que lo ha declarado “Hombre insigne”.
Sobre este trabajo, Antonio Palomino dice:
“…es obra famosa, y a todas luces excelente, donde es una
admiración, ver los hábitos de los Religiosos, que con ser todos blancos, se
distinguen unos de otros, según el grado en que se hallan, con tan admirable
propiedad, en trazos, color y hechura, que desmienten a el mismo natural,
porque fue este artífice tan estudioso, que todos los paños, los hacía por maniquí,
y las carnes por el natural, y así hizo cosas maravillosas, siguiendo por este
medio, la Escuela de Caravagio”.
San Pedro Nolasco
Los
Mercedarios hacen un cuarto voto: “de
redención o de sangre”, entregando su vida a cambio del rescate de los
cautivos y cuando le encargan el lienzo de San Serapio, donde el pintor señala
su aversión a mostrar detalles morbosos, lo hace por esta causa: esconde su
cuerpo bajo un bellísimo hábito mercedario.
San Serapio
Entre
1628-1629 pinta el conjunto de cuadros para el Colegio de San Buenaventura y el
Cabildo Municipal de Sevilla muestra el deseo de que Zurbarán se establezca en
esta ciudad. En 1629 recibe un encargo para el Convento de la Trinidad,
nominándose a sí mismo “maestro pintor de
la ciudad de Sevilla”.
La
“Década Prodigiosa” entre 1630 y 1640
se considera la etapa más rica y personal del pintor. En 1631, para el Colegio
de Santo Tomás, pinta a Santo Tomás de Aquino, el lienzo de mayor tamaño entre
todos los suyos –486 x 385 cm-.
Santo Tomás de Aquino
En
1634 está en Madrid, donde pinta 10 cuadros de Los Trabajos de Hércules en el Salón de Reinos del Palacio del Buen
Retiro, y dos de la Defensa de Cádiz
contra los ingleses.
En
su estancia en Madrid conoce a Velázquez y puede estudiar las obras de los pintores
italianos y flamencos que había en la corte, lo cual suaviza el tenebrismo y
caravagismo de sus inicios.
En 1636 es
dotado con el título de “Pintor del Rey”,
y vuelve a Llerena para pintar obras en la iglesia de Nuestra Señora de la
Granada, por valor de 3.150 ducados.
En 1637 pintó
unos cuadros en la sacristía de la Iglesia de San Juan Bautista de Marchena. En
el Convento de la Encarnación de Arcos de la Frontera, pintó seis cuadros en
1638.
Ese mismo año,
su hija mayor, María, se casa con el valenciano José Gassó, y el 17 de julio
Zurbarán recibió 914 reales por la decoración del navío «El Santo rey san Fernando», obsequio de la ciudad de Sevilla a
Felipe IV para el Parque del Retiro.
En 1638-1639
contrata los trabajos para la Cartuja de Jerez de la Frontera. En 1639 le
encargan una serie de cuadros para el Monasterio de Guadalupe. En 1641 su hijo
Juan se casa en Sevilla con Mariana de Quadros.
La caída del
conde-duque de Olivares –1643- y las adversidades militares, agravaron la
decadencia de la monarquía hispánica, con negativos efectos en Sevilla, que
contribuyeron a empeorar los de la gran peste de 1649 –en la que muere su hijo
Juan, que prometía tanto como pintor-. A la consiguiente debacle económica,
cabe añadir un cambio de gustos artísticos, a los que Zurbarán no supo
adaptarse, siendo superado por nuevos artistas, especialmente Murillo y Herrera
el Mozo.
Se conservan
unos doscientos lienzos de este período, en general de mediano tamaño y de
calidad muy desigual, si bien hay varias obras magníficas. De esta etapa
aparecen temas tan curiosos como Jacob y
sus doce hijos. Sólo al final de esta etapa contrata un conjunto monástico
comparable a los de las fases anteriores: el del Monasterio de la Cartuja.
Muerta su
segunda esposa, que no le dio descendencia, se casa con Leonor de Tordera, con
quien tuvo seis hijos.
En 1644 concluyó
el retablo de la capilla de los Remedios, de Zafra, y contrató dos cuadros para
la cofradía del Rosario, de Carmona.
En 1652 ingresó
en la Cofradía de la Santa Caridad. En 1655, el prior del Monasterio de la
Cartuja le encargó tres grandes lienzos para la sacristía.
Zurbarán pintó
seis Inmaculadas. La más conocida, la Inmaculada
niña, del año 1656.
En las últimas Inmaculadas,
Zurbarán concede poca relevancia a los símbolos de las letanías lauretanas –contrariamente
a como hace Juan de Juanes en su célebre Purísima-,
que suelen aparecer difuminadas entre las nubes o en el paisaje. En esta obra,
prescinde de dichos atributos marianos, lo cual confirma una datación tardía.
La Virgen niña –sin los habituales símbolos
de las letanías- forma una exquisita imagen de candor y sensibilidad,
suficiente para expresar la idea eternamente presente en el pensamiento de Dios:
«Fui formada en un pasado lejano, antes
de que el mundo fuera creado» (Prov 8, 23).
La Virgen niña
La figura de la
Inmaculada Concepción, en este lienzo, es la más infantil de todas las pintadas
por Zurbarán sobre este tema. Representa a una niña de unos seis o siete años,
que pudiera ser María Manuela –nacida en 1650-, hija de Zurbarán y de su
tercera esposa. Está representada estática y recogida, ante un fondo de brillo
solar, con los ojos alzados y las manos cruzadas sobre su pecho. Aparece
suspendida entre una nube de angelitos dorados difuminados en el cielo, apoyada
sobre una peana de cabecitas de ángeles sin alas, sobre una luna llena.
En 1658,
Zurbarán viaja de nuevo a Madrid y testifica a favor de su amigo Diego
Velázquez, en la investigación sobre éste para su admisión en la Orden de
Santiago.
Las obras
realizadas en esta época son relativamente pocas, pero abundan las que están firmadas.
Zurbarán renovó tanto su repertorio como su técnica, ya que los antiguos
clientes religiosos fueron sustituidos por particulares.
En 1600 existían
en Sevilla dieciséis monasterios de hombres y veintiún conventos de monjas.
Durante los veinticinco años siguientes se establecieron otras quince
fundaciones. Estas entidades eran grandes comitentes de Arte: en la iglesia
tenía que haber un retablo con escenas de la vida de Cristo y/o con imágenes
del fundador de la orden. Felipe II animaba a que se pusiesen muchos cuadros e
imágenes religiosas en las iglesias, ya que los protestantes no ponían ninguna.
Sevilla era «Puerto y Puerta de las Indias», era el
gran puerto español para el comercio con los Reinos de Indias. Los galeones llegaban
cargados de oro y zarpaban con productos españoles, entre ellos obras de arte,
considerados meras mercancías. Quizás Zurbarán entró en contacto con el mercado
americano –cerca de 1635- con el lienzo Pentecostés,
destinado al Consulado de Cargadores a Indias, pero los primeros documentos
conocidos al respecto son del 1638, mostrando que ya llevaba un tiempo
negociando con América.
En 1647, el
convento de la Encarnación de Lima, le encarga «diez escenas de la vida de la Virgen, más veinticuatro vírgenes de
pie» y cuadros que allí habían de venderse.
Cena de Emaus
En
el Museo Nacional de San Carlos, en la Iglesia de San Agustín (Ciudad de
México), se encuentra la Cena de Emaus,
de alta calidad.
Otro ejemplo
excepcional de su producción es la serie de Jacob
y sus doce hijos, actualmente en el castillo de Auckland, que quizás no
llegó a América a causa de un ataque pirata.
YYYYY
El castillo de Auckland es un palacio
episcopal ubicado en Bishop Auckland, condado de Durham, Inglaterra.
Fue propiedad de
la diócesis de Durham durante más de 800 años por los príncipes-obispos y la
residencia oficial del obispo de Durham desde 1832 hasta julio de 2012. Está
rodeado por un parque de 3,2 km² que antiguamente era utilizado por los obispos
para actividades cinegéticas y actualmente está abierto al público.
En el interior
del edificio pueden contemplarse, entre otras obras de arte, Las doce tribus
de Israel o Jacob y sus hijos,
del pintor español Francisco de Zurbarán, lienzos que se encuentran desde hace
más de 250 años en el comedor principal, sala que fue diseñada específicamente
para colocarlos. Zurbarán pintó estos cuadros en torno a 1640, con destino a América.
Según algunas hipótesis, los barcos españoles que transportaban estas pinturas
fueron atacados por navíos ingleses –corsarios- que obtuvieron de esta forma
las obras. El Príncipe-Obispo Trevor las compró en 1756 a un rico comerciante
judío llamado James Méndez –por su apellido, sefardí-, que las había obtenido
en pública subasta. ¿A quién se las entregaron los corsarios y dónde habían
estado escondidas durante un siglo? En el período 2001-2011 se debatió la venta
de este grupo de cuadros, pero una donación de 15 millones de libras por parte
de un empresario y filántropo, aseguró su continuidad en el castillo.
Jacob y las doce tribus,
se expusieron en Madrid, en el Museo del Prado, del 16 de febrero al 30 de
abril de 1995.
Jacob
Rubén
Neftalí
Gad
Zabulón
José
A lo largo de los años, esta casa de campo fue sufriendo
modificaciones y ampliaciones, con muros defensivos, un gran salón y
capillas externas. Sin embargo, en 1646 casi todo el interior fue derruido. La
propiedad fue adquirida por sir Arthur
Hazelrigg, que demolió la construcción medieval para construir una gran
mansión de estilo barroco.
Aunque no sería esta la última reforma que
vivió el castillo de Auckland. A finales del siglo XVII, con la reinstauración de la monarquía británica
tras la Primera Guerra Civil inglesa, el obispo John Cosin fue su
nuevo dueño, demoliendo la mayor parte de la mansión de sir Hazelrigg y configurando el castillo que ha llegado a
nuestros días.
En 1756, el obispo Richard Trevor
adquirió el conjunto de pinturas Jacob
y sus 12 hijos, de Francisco de Zurbarán. Unas pinturas del siglo XVII
que fueron vendidas por James Méndez. Aunque este proyecto del pintor extremeño
contaba con 13 cuadros en total, el
obispo Trevor no logró hacerse con el último, el retrato de Benjamín, que se vendió de forma individual al duque de Lancaster
para el castillo de Grimsthorpe. Por lo que el Benjamín que vemos en la
colección del castillo de Auckland, es
una copia que creó el pintor Arthur Pond para completar el conjunto. Una
compra envuelta en misterio, ya que se cree que llegaron a Inglaterra de manera
poco clara, tras ser robadas por un
barco pirata británico a los navíos españoles que las llevaban hacia su
legítimo dueño en América del Sur.
Una colección muy valiosa de pinturas que se encuentra en la conocida como Spanish
Gallery –Galería Española-. Gracias a las pinturas de Zurbarán, se
inició una colección de obras de arte español que incluye más de 250 piezas del período entre los siglos XVI y XVII.
Se trata de la colección de obras españolas más importante de Reino Unido,
fuera de Londres, y en ella encontramos pinturas del mencionado Zurbarán, Velázquez, José de Ribera, El Greco
o Murillo. Todas ellas divididas en varias plantas a través de las salas
del castillo.
Además de su labor museística, se trabaja para mostrar la historia de España
en ese período, su relación con el Reino Unido y otros aspectos de
nuestra cultura, por ejemplo la gastronomía. Así, el castillo de Auckland dispone de Gallery’s Tapas, un restaurante
de inspiración española con productos de temporada cultivados en los propios
jardines del castillo. Sin olvidar que en su tienda de recuerdos se encuentran souvenirs sobre estas obras o libros de
arte e historia.
Respecto al resto del interior del
castillo, el Salón del Trono, la capilla de San Pedro o el gran comedor
son otros de sus atractivos. Estancias que nos permiten recordar, en
el caso de la primera, que aquí vivieron varios obispos con título
también de príncipes.
A lo largo de 2001, varios
comisionados de su obispado votaron para vender las pinturas más
importantes del castillo. Por suerte, en 2011 el filántropo Jonathan
Ruffer donó 15 millones de libras para que pudieran quedarse en esta
sede y ser vistas por todo el público, dado que durante siglos eran de
la colección privada de los religiosos y no eran de dominio para
la mayoría.
Vistas sus relaciones con el Nuevo
Mundo, surge la pregunta de quién le encargó los retratos de los 12 hijos de
Jacob. Pintados en la época de la “Década
prodigiosa”, en la que todavía tenía tantos encargos, ¿pudo dedicar su
tiempo a pintar 13 cuadros por propia iniciativa? ¿A quién se los vendieron los
corsarios? El comerciante judío que aparece un siglo después y se los vende al
obispo Trevor, ¿por qué los posee? ¿Quiénes le sirven de modelo a Zurbarán?
Quizás encuentra alguna biblia antigua con grabados o un eclesiástico se los
proporciona, bajo silencio, porque no olvidemos que estamos en la época del
Concilio de Trento.
Colón sale del Puerto de Palos en la
misma fecha en que los judíos deben abandonar España y entre ellos surge una
duda, ¿hubo judíos que emigraron a Asia?, ¿quizá eligieron la misma ruta que
Colón, que en realidad no iba a descubrir un nuevo continente, sino a acortar
la ruta de las especias, llegando a Asia por occidente? Se habla de las tribus
perdidas, pero en realidad solo es una: la tribu de Dan, que quizás había
llegado a Perú, donde se había establecido. Podía ser que ellos se lo
encargasen a Zurbarán en un documento secreto o que se ha perdido.
No se ha resuelto este enigma, pero
Simon Wiesenthal lo pone por escrito en sus memorias, sin aportar una prueba
que afirme o niegue la existencia de esta comunidad judía en el Nuevo Mundo.
YYYYY
Arantxa
Aguirre Carballeira (1965) es una
directora y guionista de documentales.
Hija de la
actriz Enriqueta Carballeira y del director de cine Javier Aguirre, ha
desarrollado una larga carrera profesional vinculada al mundo del cine,
formando parte del equipo de directores como Mario Camus, Pedro Almodóvar,
Carlos Saura o Luis García Berlanga, entre otros.
Zurbarán y sus doce
hijos. Dirección. Largometraje producido por el CEEH.
Zurbaran
and his twelve sons aparece en la plataforma You Tube, pero
solo de forma escueta haciendo referencia al largo documental. A continuación
ponemos algunos enlaces:
https://www.youtube.com/watch?v=b3q0jjLCaDs&t=16s
https://www.youtube.com/watch?v=o29UGpXmikM
https://www.youtube.com/watch?v=DOUv2Up1by0
Desconocemos dónde se inspira para rodar este documental y las ideas que sustenta. En el Centro de Estudios Europa Hispánica se habla más en extenso de este enigma, aunque por supuesto no lo resuelve.
Aunque habría que tener en cuenta el
clima religioso que impuso el Concilio de Trento –y que según algunos escritos
actuales quedan pendientes de explicación algunas puntos-, y también la actitud
de la Iglesia –especialmente los dominicos- sobre el valor de lo que decía la
Biblia sobre si el Sol se movía alrededor de la Tierra o la Tierra alrededor
del Sol. Recuérdese el caso de Galileo que, aconsejado por los jesuitas, dio la
razón a la Iglesia para no sufrir las consecuencias.
“Y
sin embargo se mueve”
La Inquisición ante Galileo