María de Nazaret es la mujer más
singular para los creyentes en la religión católica. Se la conoce por
diferentes advocaciones según los pasajes de su vida terrestre y por su
actuación celestial.
El día 15 del pasado mes de
agosto se celebró la Festividad de la Asunción de María a los Cielos: “assumptio beatae mariae virginis”. Es una de las
de más raigambre en la historia de María, así como la más antigua y solemne del
ciclo marial.
En su Ascensión vuelve el Hijo a
los Cielos, la Madre vive con Juan el Evangelista y posteriormente retorna a
Jerusalén donde se reúne con los apóstoles.
Una leyenda piadosa, personificada en un testigo de la
época, nos cuenta cómo María se sumió en dulce paz, acompañada de ellos, que
procedieron a su entierro. Tomás (siempre conflictivo) estaba ausente en
aquellos momentos, realizando un viaje apostólico por las Indias, y a su vuelta
exigió a Pedro que abriese el sepulcro donde yacía la Señora, pues quería besar
su mano como despedida y homenaje de agradecimiento. Y así se hizo, pero fue
para quedar asombrados: el cuerpo allí depositado había desaparecido.
Se dice que hay un paralelismo y al tiempo una asonancia entre Ascensión y
Asunción. Con ambas empleamos los verbos “subir”, “ascender”, pero en el primer
caso en activo (“subió”, “ascendió”) porque el Señor lo hizo por Sí mismo, por
su propia fuerza, mientras que con su Madre empleamos la forma pasiva: “fue
subida”, “fue ascendida por los ángeles”.
En 1898, el Káiser Guillermo II estuvo en Jerusalén y por
120 mil marcos oro compró un terreno en el Monte Sión, cercano al Monasterio de
los benedictinos, compatriotas suyos, a quienes se lo regaló. Los monjes
construyeron una “Iglesia del Tránsito” y mientras se realizaban los trabajos
se hicieron excavaciones que demostraron ser aquel el lugar de la Dormición de
María. Sus constructores pasaron por muchas peripecias y penalidades. Finalmente,
aunque siguen siendo alemanes, están bajo la directa supervisión del Abad
Primado de la Orden en Roma.
La actual Basílica es una construcción de forma circular y
en su cripta se encuentra el lugar descrito como aquel en el que la Virgen cayó
en plácido sueño. Su cuidado está nuevamente encomendado a los cercanos
benedictinos, que lo llevan a cabo de manera exquisita y está abierto tanto al
público como al culto.
¿Qué es un misterio? Según la palabra griega “mysterion” quiere decir
encerrar, restringir; en general significa lo que es imposible de conocer.
En la antigüedad se usaba para designar ciertas doctrinas esotéricas y los
primeros cristianos empleaban este término para referirse a las enseñanzas
religiosas.
Para la Iglesia Católica y en sentido estricto, un misterio es una verdad
sobrenatural, que por su misma naturaleza está por encima de la inteligencia
finita. La existencia de los misterios teológicos pertenece a la doctrina de la
fe católica definida por el Concilio Vaticano I, el cual declara literalmente: “Si alguien dice que en la revelación divina
no están contenidos ningunos misterios propiamente dichos, sino que son
desarrollados a través de la razón natural, que todos los dogmas de la fe
pueden ser entendidos y demostrados a partir de principios naturales, sea anatema”.
No hay textos bíblicos en que basarse para dar consistencia
a esta creencia mariana (aparte del Magnificat y en el primitivo oficio divino
romano de este día, que se inspira en el Cantar de los Cantares, y en lo que posteriormente
aportaron los Evangelios Apócrifos), pero tienen mucha fuerza los escritos de
los Santos Padres y la profunda devoción de los fieles.
De ambos encontramos manifestaciones en Oriente al comenzar
el siglo IV, época en que empieza a celebrarse la fiesta llamada el
Recuerdo de María que conmemora la entrada de la Señora en el Cielo.
En el siglo VI los orientales prefieren utilizar el nombre
de Dormición al de Asunción y representar la imagen en los
iconos de forma yacente.
Hacia el siglo V aparece un libro de Juan Evangelista (el
Teólogo) de gran influencia sobre los escritos de los autores orientales, como
San Juan Damasceno.
No es tanto el rigor historicista lo que la iglesia
cristiana aprecia en ellos, sino la expresión del fondo teológico que existía
ya en los corazones de los creyentes.
Y entretanto, ¿qué pasaba en Occidente? A partir de este
mismo siglo V, los occidentales quieren ponerse a la par con sus hermanos
orientales, pero unas relaciones tensas y el deficiente conocimiento del griego
impiden que la plena unión no se realice hasta el siglo XII.
Agustín (siglo IV) ya reconoció en su tiempo la Asunción
corporal de María y le siguen, pasados los siglos, Tomás de Aquino (siglo XIII)
y los mejores teólogos del momento.
Llegado al siglo XVI el dominico Pío V (siempre ataviado con
el hábito de su Orden, al que nunca renunció y que fue origen de que los Papas
posteriores adoptaran para siempre el blanco como color oficial), anunció solemnemente
que reformaba el Breviario para poder poner más citas que avalasen la Asunción de
María en cuerpo y alma, pero no pudo vencer la oposición de los monjes que
estaban dispuestos a creer en el cuerpo incorrupto, pero no en que este había
ascendido al Cielo junto con su alma.
Esta doctrina mariana le parece a Benedicto XIV (siglo XVII)
“pía y digna de tenerse en cuenta”,
pero él no se muestra dispuesto a dar un paso adelante.
Los católicos siguen creyendo en la completa Asunción y a
partir de 1849 empiezan a llegar cartas al Vaticano solicitando que el Santo
Padre eleve esta creencia a la categoría de dogma.
En 1946, Pío XII consulta al Episcopado y recibe una
contestación afirmativa casi unánime, por lo que el 1.º de noviembre de 1950
publica una Constitución Apostólica,
por medio de la cual el Papa, basándose en la tradición de la Iglesia, los
testimonios de la liturgia, la creencia de los fieles, la aportación de los
escritos de los Santos Padres, la Doctrina y el consenso de los Obispos de todo
el orbe, declara dogma de fe la Asunción en cuerpo y alma a los Cielos de Santa
María Virgen.
“Por tanto,
después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del
Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen
María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los
siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta
misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad
de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y
por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación
divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso
de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste”. (Munificentissimus Deus)
Pío XII dejó
este dogma “en abierto” sin especificar si María fue llevada al Cielo después
de su muerte o sin haber pasado por ella.
Es justo añadir que, conocida como el “Voto de Elche”, los
ilicitanos enviaron directamente al Vaticano una solicitud pidiendo la
proclamación del dogma de la Asunción. Con ello se unían al clamor popular y al
mismo tiempo se singularizaban por ser su patrona la Virgen en su Asunción a
los Cielos, representada por una imagen llegada a ellos de manera poética y
envuelta en el misterio.
Una idea, una creencia, una manifestación de fe, que ocupan
el intelecto, se suelen representar de manera visible para que, contempladas
por los sentidos, queden impresas en el alma la belleza y la piedad que
conmueven el corazón.
Junto con la creencia espiritual de los fieles en la
Asunción de María, empiezan a surgir las representaciones materiales.
En Oriente se imponen los iconos y entre los más primitivos aparecen las
vírgenes yacentes acompañadas por imágenes de la época: apóstoles, personajes
célebres, eclesiásticos de la iglesia oriental…
Icono (del griego: imagen) es una obra de arte religioso del cristianismo
oriental, representación gráfica en papel, relieve, metal, piedra, repujado… Los
iconos no son milagrosos: es Dios quien ejecuta los milagros a través de los
iconos.
Mosaicos: tanto en oriente como en occidente; Santa María la Mayor,
Ravena…
Pintura sobre lienzo o tabla; retablos policromados, mármol, alabastro.
Esculturas y bajo y alto relieves.
Música: Misas solemnes, motetes, canciones antiguas y modernas.
Imágenes, estampas, litografías, libros, oraciones, novenas…
Catedrales, iglesias, edificios, ciudades.- Catedrales de Jaén, Salamanca,
Barbastro, Segovia, Sevilla, Ciudad de México, San Francisco (EE.UU.). Patrona
de ciudades como Asunción (capital de Paraguay), Guatemala de la Asunción
(Paraguay), Sábaco (Nicaragua), Cabo Frío (Brasil), Cayey (Puerto Rico), Oruro
(Bolivia)… y tantas otras iglesias y poblaciones que están puestas bajo su
patrocinio a uno y otro lado del Atlántico.
Los Austrias españoles, tan amantes del buen arte y de la
devoción a María Assumpta, quieren que sus nuevos súbditos la conozcan y la
amen como los hispanos y a tal efecto se ordena que la primera iglesia construida
en cada uno de los distintos territorios conquistados de las Indias, se la
ponga bajo su patrocinio.
En algunos lugares del Nuevo Mundo celebran la “gritería de
penitencia o chica”: los vecinos sacan en procesión las imágenes yacentes de
María Assupta de su propiedad y se visitan unos a otros.
Los recién llegados gritan:
¿qué causo tanta alegría?
Y los de dentro contestan:
¡La Asunción de Maria!
Y a continuación se sirven dulces típicos.
Por deseo del Rey D. Jaime, conquistador de Valencia, la catedral de la
ciudad llevó su nombre, así como unas 2.000 iglesias de nueva planta o
mezquitas transformadas.
En toda la Comunidad es tan grande la devoción a la Mare de Deu d´Agost (Virgen de Agosto) que es raro no encontrar en cualquier
iglesia de pueblos y ciudades una imagen de Ellla.
¿Y qué decir del nombre de las mujeres que lo llevan como el suyo propio, ese
gracioso Sunsioneta?
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A partir de mediados de la época que conocemos como
literatura medieval empiezan a escribirse piezas de teatro, muy representadas
sobre todo las que se refieren al aspecto teológico o religioso.
Es un fenómeno cristiano nacido en la iglesia como institución y como
edificio; aunque haya que salirse al pórtico por cuestión de espacio, se
mantiene el ámbito sacro. Temas: sagrada escritura, vidas de Cristo, de María, de
los santos…
En la dramaturgia medieval, el texto literario no pasaba de ser un mero
hilo conductor. Lo que importaba, tanto a autores como a espectadores, era el
efectivismo de la música y la puesta en escena. No se dirigía al intelecto,
sino a los sentidos. Para la iglesia del Medievo, lo verdaderamente efectivo no
era que el pueblo gozase del placer de la belleza, sino de algo más
trascendente: su salvación eterna.
Estas obras de teatro que se ponían en escena, no eran manifestación de
pena o tristeza por parte de los cristianos de la época, siervos de la gleba en
su mayoría, sujetos de hambre y enfermedades, víctimas del poder real o del
señor del lugar, aterrorizados por los grandes males del momento: muertes
violentas, guerras, pestes, invasiones… Para ellos era un consuelo saber que la
Virgen estaba “arriba” y les esperaba.
Obras famosas de este tiempo fueron especialmente la Leyenda aurea (Europa); El Canto de la Sibila (Valencia) y el Llibre de la Festa de Nostra Senyora de la
Assuptio dita vulgarmente la Festa de la Vila de Elig (Libro de la Fiesta
de Nuestra Señora de la Asunción, vulgarmente llamada de la Fiesta de la Villa
de Elche).
Durante la celebración del Concilio de Trento (1545-1563), Pablo III
prohíbe que se sigan representando obras teatrales dentro de la iglesia, lo
cual hubiese sido un fuerte golpe para que continuase poniéndose en escena esta
del Misterio de Elche. En 1632, y a petición de los ilicitanos, Urbano VIII,
mediante la promulgación de la bula Rescriptio Pontificio, exime de esta prohibición
a la obra ilicitana.
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El Misterio de Elche es una pieza teatral que pertenece a
la segunda mitad del siglo XVI. Es un drama lírico medieval que recrea la Dormición,
Asunción y Coronación de la Bienaventurada Virgen María.
Tesoro cultural del pueblo de Elche y una preciada joya del
patrimonio valenciano, en cuya lengua está escrita originalmente, y que, haciendo
honor a su origen y a su época, se representa en la actualidad dentro del lugar
sagrado de la Basílica de Santa María de Elche.
Durante la República se le reconoció como Monumento Nacional y en el año 2001, la
UNESCO le dio el título de Obra Maestra
del Patrimonio Oral e Inmaterial de las Humanidades.
El Misterio de Elche es la única pieza religiosa medieval
que ha llegado a nuestros días y sigue representándose. Su público es internacional.
La acción dramática comporta un gran ceremonial y el
ritualismo propio del teatro medieval.
Leyenda
En el invierno del año de 1370, Francesc Cantó, cumpliendo el
oficio de vigía o guardacostas, ocupa su puesto en la playa de Tamarit (hoy en
día Santa Pola), por ser natural de Elche, distante unos 5 km del mar. Con las
luces del alba alcanza a vislumbrar entre las aguas un arcón; avisa a los
soldados de su compañía de lo encontrado y entre todos pueden sacarlo y
depositarlo en un lugar seco y escondido.
Antes de abrirlo inspeccionan los alrededores para
comprobar su soledad, tras lo cual y viendo que esta era total, levantan la
tapa. Asombro les causa lo que encuentran en su interior: una imagen de la
Virgen de Agosto y una consueta que contiene versos, compases de música e
indicaciones escénicas para la representación de lo que luego sería el Misterio de Elche.
Rápidamente Cantó alcanza su montura y a uña de caballo
parte para comunicar su portentoso hallazgo al Consejo Ilicitano. Se transmite
la noticia al pueblo y enseguida, sin perder ni un minuto, salen todos hacia la
playa para hacerse cargo de aquel excepcional regalo.
Pero… ¡maldición!… (dicho sea sin ánimo de ofender a la
celestial Señora), al llegar allí el panorama que se presenta ante sus ojos es
aterrador: los pocos amigos que había dejado Cantó vigilando el arcón, luchan a
brazo partido contra los habitantes de los pueblos cercanos, conocedores ya de
la misteriosa aparición y que, alegando tener más derechos por la proximidad,
pretenden quitarles lo que con tanto celo custodian.
Sus conciudadanos los liberan y consiguen poner paz
mientras examinan con todo cuidado el arcón… ¡Ah, qué maravilla!... La Virgen que
es mujer y, como tal, previsora, había tenido la precaución de escribir sobre
la tapa “soc per a Elig” (soy para
Elche). Alegría para unos y desencanto para otros, pero estaba claro que Ella
había venido para estar con los ilicitanos y con ellos se fue.
Y para eterna memoria, cada 28 de diciembre, los
descendientes de aquellos elegidos organizan una romería, cuyos componentes
marchan a pie y, antes de romper el día, ocupan la antigua playa de Tamarit
iluminados solamente por las hogueras que se encienden sobre la arena...
Música, canto del Ternari…, aparece el caballista que representa a Cantó con
sus vítores de: ¡Vixca la Mare de Déu!
(¡Viva la Madre de Dios!), coreados por los presentes, que enardecidos y
emocionados ven llegar otra luz en medio del mar iluminando un arcón como aquel
donde iba la Patrona hace siglos.
Realidad
Desde aquel momento se representa el Misterio todos los años, siguiendo las indicaciones de la consueta.
Consueta: libro donde se relacionan las costumbres a seguir en las ceremonias
religiosas de una iglesia; por extensión hace referencia a los manuscritos con el
texto y las indicaciones para la puesta en escena de una obra dramática
medieval.
Caixa de les tres claus (Caja de las tres llaves): para guardar las consuetas. La original
desaparecida; la de 1625, también desaparecida; hay tres copias (1639, 1709,
1722).
Mucho se ha polemizado sobre esta singular pieza: autoría, fecha,
original. Los estudios e investigaciones llevados a cabo han establecido la
total autenticidad de la obra.
En 1924 el compositor Óscar Esplá (Alicante.- Escuela
Levantina)
-fija el texto y la música que se utilizan actualmente;
-crea el maestro de capilla;
-crea el maestro de ceremonias; actual director de escena.
La música está indicada por la
consueta:
-Bloque medieval propio del gregoriano
-Polifonía renacentista y barroca
-Contrafactum: uso común de
cantos que estaban de moda y conocían espectadores e intérpretes (Juan del
Encina, Cancionero Musical de Palacio…)
-Siglo XVI: reforma polifónica de la Festa (Lluis Vich, 1560-1594)
-Sonidos música árabe
-Guitarra y harpa, órgano, campanas, artillería; todo de reciente aparición
La Tramoya: complicada y difícil
como todo el teatro medieval en que se utilizaba la Plaza o la iglesia. En 1648
la Imagen de la Virgen se traslada a la Basílica y es allí donde tiene lugar la
representación.
Se contraponen dos mundos:
-celestial o vertical con personajes celestiales (Araceli, Magrana
(Granada), Coronación y Trinidad),
-terrenal u horizontal con personajes humanos (Andador y Cadafal (Catafalco
o Tarima).
Quienes representan a los personajes son aficionados, habitantes de
siempre del pueblo; algunos tienen el “rol” toda la vida. Como en el teatro
medieval todos los cantantes son hombres o niños, sin que puedan actuar
mujeres.
Óscar Esplá se permite una licencia: graba un disco en el
cual el papel de la Virgen está interpretado por una soprano en vez de un niño.
La representación:
-La Vespra (la víspera), 14 de
agosto y la Festa (la fiesta), 15 de
agosto.
-Por el privilegio papal hay otra representación los inviernos de los años
pares.
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