Jofré, el amigo de los locos (1350-1417)
Para Ari y “el poyo”
Francisco Gilabert y Violante Jofré
tenemos la alegría de comunicaros que el pasado día 24
nació nuestro hijo Juan
Valencia, junio de 1350
Francisco Gilabert es un ilustre abogado que vive con los
suyos en la calle de los Chofrens o Jofrens, llamada así porque en ella se encontraba
la casa familiar, hoy desaparecida. Edificios colindantes son la Carnicería
Mayor, la Pescadería y el Matadero, que hay que derribar a instancias de los
vecinos por su nauseabundo olor. Barrios vecinos: el del Mercado, el de la
Catedral y la Iglesia de Santa Catalina. Muy cercana se encuentra la Parroquia
de San Martín, que es donde el recién nacido recibe el bautismo. Costumbre
frecuente durante siglos fue poner a los neófitos, como nombre, el de alguien
de la familia o el del santo del día.
Juanito debió ser un niño bueno y querido, de los que hacen
las delicias de padres, abuelos y tíos. De adulto, y hay documentos que lo
avalan, gozó del afecto de sus conciudadanos, que admiraban sus buenas
costumbres y su bondad; era hombre de conducta ejemplar sin que se encontrase
en su vida nada digno de reprensión; le adornaban las virtudes de la humildad y
la modestia.
¿Se equivocó algún funcionario al hacer un asiento o él lo quiso así? El
caso es que pronto apareció su segundo apellido como si fuese el primero. Jofré
en latín es Jaufridus, y así consta
en los escritos que llevan su nombre. Durante la Edad Media en Europa se empleó
esta lengua en la redacción de documentos y correspondencia, ¿quizás porque era
más elegante? ¿Por miedo a errores si se empleaban las lenguas romances todavía
en plena formación? ¿Porque la gente culta -los pocos que sabían leer y
escribir- podía entenderse utilizando una lengua común (el latín clásico);
mientras que las que hablaban corrientemente, aunque partiendo de un mismo
tronco (el bajo latín), estaban ya suficientemente diferenciadas como para que
les fuese difícil o imposible comprenderse entre ellos sin intérprete o
traductor simultáneo?
De pequeño y adolescente estudió en Valencia, pero la
carrera de Derecho la cursó en Lérida, alcanzando el grado de Doctor. A su
vuelta manifestó sus deseos de ser mercedario y a tal efecto solicitó su
ingreso en el Monasterio de El Puig de Santa María. Se pospuso la admisión a
que adquiriese una formación intelectual más amplia, sólida, y acorde con las
Constituciones de la Orden donde quería profesar; se le exigieron estudios de
Teología que duraron cinco años.
1374.- En torno a este año, Jofré recibe las Órdenes
Sagradas y se convierte en un gran predicador; junto a Vicente Ferrer (1350-1419)
recorre tierras de los reinos de Aragón, Valencia y Murcia, y ambas Castillas. Por
su labor como mercedario, se hace acreedor a los títulos de “redentor de
cautivos” y “bienhechor de la humanidad”.
1409.- Está alojado en el convento mercedario, situado en
lo que hoy conocemos como plaza de la Merced, nombre que se le dio como
recuerdo. El viernes 24 de febrero sale de él y en el trayecto que sigue, casi
seguro que en la calle Martín Mengod (antigua Platerías y próxima a la Iglesia
de Santa Catalina), contempla horrorizado cómo, al grito de “al foll!, al
foll!” (¡al loco, al loco!), se apedrea a los pobres dementes que transitan por
las calles y hasta se les encierra en gàbies (jaulas).
Este hecho fue inmortalizado por el pintor Sorolla en una obra que entregó
a la Diputación de Valencia y que lleva por título: El Padre Jofré protegiendo a un loco. A cambio de la beca que
recibían, los pensionados de la entidad valenciana estaban obligados a regalar
una obra propia pintada el mismo año de su estancia en Roma. Joaquín Sorolla lo
hizo en 1885. Durante años el pintor vivió en la calle de las Mantas, vecina de
la calle Martín Mengod, por la que pasaría con frecuencia para acceder a Santa
Catalina, Reina, Catedral, Mar… ¿Le gustaba como escenario? ¿Lo encontraba
adecuado? ¿Tenía indicios fiables de que aquel era el sitio? Sorolla amaba su
tierra y conocía su historia.
Dato curioso: el uso de las cestas o gabies
hizo que la expresión “estás como una gabia”,
se utilizase para señalar a alguien que estaba ido.
Movido por la piedad, Jofré, que ya había fundado un
hospicio para niños abandonados y una hospedería para peregrinos pobres, quiere
promover una nueva fundación: la de un hospital psiquiátrico, primero existente
en el mundo de este género. Los fieles que abarrotaban la Catedral quedaron
asombrados cuando en el sermón del Primer Domingo de Cuaresma él expuso su idea
y la necesidad de ayuda.
Texto del
sermón del Padre Jofré
El domingo 26 de febrero de
1409, desde el púlpito de San Vicente Ferrer, de la S. I. Catedral de Valencia, el Padre Jofré pronunció las siguientes palabras:
«En la present ciutat hi ha molta obra
pia de gran caritat, empero
una manca, que es de gran necesitat, ço
es, un spital o casa hon los pobres inocents e dementats e furiosos fossen acullits, car molts pobres inocents e furiosos van per aquesta ciutat, los
cuals pasen grans desayres de fam e de fret e injuries, per tal com sa inocensia y furor no saben guanyar ni demanar lo que han menester en sustentacio de lIur vida, e perço dormen per les carreres e perijen de
fam e de fret; e molts malvades persones, no havent Deu davant
los vels de sa conciencia, los fan moltes injuries e senyaladament alla
ahon los troben adormits, los nafren y maten y a algunes fembres
inocents; aconteix aixi mateix los pobres furiosos fan dany a moltes persones anants per la ciutat. Aquestes coses son notories a tota la ciutat de Valencia, perque seria sancta cosa e obra molt pia que en la ciutat de Valencia fos feta una havitacio o spital en que semblants
folls o inocents
estiguesen en tal manera que no anasen per
la ciutat, ni poguesen fer dany, ni els ne fos fet».
«En esta ciudad hay muchas obras pías de gran caridad, falta una empero,
que es muy necesaria, esto es, un hospital o
casa donde los pobres inocentes y
dementes y furiosos fueran acogidos, ya que muchos pobres inocentes y furiosos
van por esta ciudad, pasando grandes fatigas de hambre y de
frío y de injurias, debido a que por su inocencia y furor no
saben ganarse ni pedir lo que han menester para la sustentación de vidas, y por
eso duermen por las calles y perecen de hambre y de frío, y muchos malvados que
no teniendo a Dios ante los velos de su conciencia les causan daños y sobre
todo allí donde los encuentran dormidos, los
golpean y matan y algunos son mujeres inocentes; acontece asimismo que los
pobres furiosos hacen daño a muchas personas al ir por la ciudad. Estas cosas
son conocidas de toda la ciudad de Valencia, y por esto sería una santa cosa y
una obra muy piadosa el que en la ciudad de Valencia se hiciera una habitación
u hospital en que semejantes locos e inocentes estuvieran en manera tal que ni
pudieran hacer daño ni se les hiciera a ellos».
El sermón tiene un carácter autenticamente revolucionario:
un fraile, desde el púlpito, con valentía y audacia, se atreve a pedir que se
considere la locura como una enfermedad, incurable en la época, pero enfermedad
y se la trate como tal.
Jofré se enfrenta al momento histórico en que vive, al
ambiente de superstición, a la consideración de que el misterio envuelve a
estos pobres seres, a las creencias religiosas, que han lastrado tantos avances
a lo largo de la Historia…
Al acabar los oficios, un hombre se levanta y acude a
hablar con Jofré: Se trata de Lorenzo Salom (o Saloni), comerciante establecido
en la ciudad; se le ofrece y le presenta a otros compañeros de profesión:
Bernardo Andreu, Juan Armenguer, Francisco Barceló, Pedro de Bonia, Sancho
Calvo, Jaime Domínguez, Fernando García, Pedro Pedrera, Esteban Valenza y Pedro
La Plana. Son los que formarán la Junta que dirigirá la construcción del nuevo
Hospital.
1417.- El 18 de mayo, Jofré vuelve de un viaje y se dirige
al Monasterio de El Puig, donde tiene ya dispuesta la sepultura para su eterno
descanso. De repente le sorprende oír el tañido de las campanas y encontrarse
con que tanto la Comunidad Mercedaria como el pueblo entero salen a su
encuentro. Todos juntos se dirigen hacia la imagen de Nuestra Señora de El
Puig, él se postra ante ella para rezar y entrega su alma a Dios.
Murió en olor de santidad, pero podría parecer que las
“alturas” no le son propicias: dos veces se ha preparado la documentación para
los procesos de beatificación y canonización y en ambas ha sido destruida de
forma violenta. Se han reunido los papeles por tercera vez y enviados a Roma. Se
está a la espera de una contestación. ¿Lo veremos algún día en los altares con
su “coronita”?
1886.- Dentro de la puerta recayente a la calle del
Hospital, se colocó una estatua del Padre Jofré de cuerpo entero, sosteniendo
el plano de su gran obra con la mano izquierda. Es del escultor José Aixa
(1844-1920), y que, como el Guadiana, ha aparecido y desaparecido varias veces.
Actualmente se encuentra en los jardines del
Hospital General y Universitario. Merece pararse y dedicarle un momento
de reflexión.
Hay personas cuya memoria ha llegado hasta nosotros por la
exposición de sus ideas, hecha con claridad y coraje, a veces con peligro de
sufrir represalias. Gracias a ellas el mundo ha podido avanzar. Nuestra
gratitud y el afán de imitarlos si necesario fuera.
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