martes, 21 de marzo de 2017

Jofré

Jofré, el amigo de los locos (1350-1417)


Para Ari y “el poyo”




Francisco Gilabert y Violante Jofré
tenemos la alegría de comunicaros que el pasado día 24
nació nuestro hijo Juan

                                                                                             Valencia, junio de 1350



Francisco Gilabert es un ilustre abogado que vive con los suyos en la calle de los Chofrens o Jofrens, llamada así porque en ella se encontraba la casa familiar, hoy desaparecida. Edificios colindantes son la Carnicería Mayor, la Pescadería y el Matadero, que hay que derribar a instancias de los vecinos por su nauseabundo olor. Barrios vecinos: el del Mercado, el de la Catedral y la Iglesia de Santa Catalina. Muy cercana se encuentra la Parroquia de San Martín, que es donde el recién nacido recibe el bautismo. Costumbre frecuente durante siglos fue poner a los neófitos, como nombre, el de alguien de la familia o el del santo del día.


Juanito debió ser un niño bueno y querido, de los que hacen las delicias de padres, abuelos y tíos. De adulto, y hay documentos que lo avalan, gozó del afecto de sus conciudadanos, que admiraban sus buenas costumbres y su bondad; era hombre de conducta ejemplar sin que se encontrase en su vida nada digno de reprensión; le adornaban las virtudes de la humildad y la modestia.

¿Se equivocó algún funcionario al hacer un asiento o él lo quiso así? El caso es que pronto apareció su segundo apellido como si fuese el primero. Jofré en latín es Jaufridus, y así consta en los escritos que llevan su nombre. Durante la Edad Media en Europa se empleó esta lengua en la redacción de documentos y correspondencia, ¿quizás porque era más elegante? ¿Por miedo a errores si se empleaban las lenguas romances todavía en plena formación? ¿Porque la gente culta -los pocos que sabían leer y escribir- podía entenderse utilizando una lengua común (el latín clásico); mientras que las que hablaban corrientemente, aunque partiendo de un mismo tronco (el bajo latín), estaban ya suficientemente diferenciadas como para que les fuese difícil o imposible comprenderse entre ellos sin intérprete o traductor simultáneo?

De pequeño y adolescente estudió en Valencia, pero la carrera de Derecho la cursó en Lérida, alcanzando el grado de Doctor. A su vuelta manifestó sus deseos de ser mercedario y a tal efecto solicitó su ingreso en el Monasterio de El Puig de Santa María. Se pospuso la admisión a que adquiriese una formación intelectual más amplia, sólida, y acorde con las Constituciones de la Orden donde quería profesar; se le exigieron estudios de Teología que duraron cinco años.

1374.- En torno a este año, Jofré recibe las Órdenes Sagradas y se convierte en un gran predicador; junto a Vicente Ferrer (1350-1419) recorre tierras de los reinos de Aragón, Valencia y Murcia, y ambas Castillas. Por su labor como mercedario, se hace acreedor a los títulos de “redentor de cautivos” y “bienhechor de la humanidad”.

1409.- Está alojado en el convento mercedario, situado en lo que hoy conocemos como plaza de la Merced, nombre que se le dio como recuerdo. El viernes 24 de febrero sale de él y en el trayecto que sigue, casi seguro que en la calle Martín Mengod (antigua Platerías y próxima a la Iglesia de Santa Catalina), contempla horrorizado cómo, al grito de “al foll!, al foll!” (¡al loco, al loco!), se apedrea a los pobres dementes que transitan por las calles y hasta se les encierra en gàbies (jaulas).

Este hecho fue inmortalizado por el pintor Sorolla en una obra que entregó a la Diputación de Valencia y que lleva por título: El Padre Jofré protegiendo a un loco. A cambio de la beca que recibían, los pensionados de la entidad valenciana estaban obligados a regalar una obra propia pintada el mismo año de su estancia en Roma. Joaquín Sorolla lo hizo en 1885. Durante años el pintor vivió en la calle de las Mantas, vecina de la calle Martín Mengod, por la que pasaría con frecuencia para acceder a Santa Catalina, Reina, Catedral, Mar… ¿Le gustaba como escenario? ¿Lo encontraba adecuado? ¿Tenía indicios fiables de que aquel era el sitio? Sorolla amaba su tierra y conocía su historia.


Dato curioso: el uso de las cestas o gabies hizo que la expresión “estás como una gabia”, se utilizase para señalar a alguien que estaba ido.

Movido por la piedad, Jofré, que ya había fundado un hospicio para niños abandonados y una hospedería para peregrinos pobres, quiere promover una nueva fundación: la de un hospital psiquiátrico, primero existente en el mundo de este género. Los fieles que abarrotaban la Catedral quedaron asombrados cuando en el sermón del Primer Domingo de Cuaresma él expuso su idea y la necesidad de ayuda.

Texto del sermón del Padre Jofré

El domingo 26 de febrero de 1409, desde el púlpito de San Vicente Ferrer, de la S. I. Catedral de Valencia, el Padre Jofré pronunció las siguientes palabras:

«En la present ciutat hi ha molta obra pia de gran caritat, empero una manca, que es de gran necesitat, ço es, un spital o casa hon los pobres inocents e dementats e furiosos fossen acullits, car molts pobres inocents e furiosos van per aquesta ciutat, los cuals pasen grans desayres de fam e de fret e injuries, per tal com sa inocensia y furor no saben guanyar ni demanar lo que han menester en sustentacio de lIur vida, e perço dormen per les carreres e perijen de fam e de fret; e molts malvades persones, no havent Deu davant los vels de sa conciencia, los fan moltes injuries e senyaladament alla ahon los troben adormits, los nafren y maten y a algunes fembres inocents; aconteix aixi mateix los pobres furiosos fan dany a moltes persones anants per la ciutat. Aquestes coses son notories a tota la ciutat de Valencia, perque seria sancta cosa e obra molt pia que en la ciutat de Valencia fos feta una havitacio o spital en que semblants folls o inocents estiguesen en tal manera que no anasen per la ciutat, ni poguesen fer dany, ni els ne fos fet».

«En esta ciudad hay muchas obras pías de gran caridad, falta una empero, que es muy necesaria, esto es, un hospital o casa donde los pobres inocentes  y dementes y furiosos fueran acogidos, ya que muchos pobres inocentes y furiosos van por esta ciudad, pasando grandes fatigas de hambre y de frío y de injurias, debido a que por su inocencia y furor no saben ganarse ni pedir lo que han menester para la sustentación de vidas, y por eso duermen por las calles y perecen de hambre y de frío, y muchos malvados que no teniendo a Dios ante los velos de su conciencia les causan daños y sobre todo allí donde los encuentran dormidos, los golpean y matan y algunos son mujeres inocentes; acontece asimismo que los pobres furiosos hacen daño a muchas personas al ir por la ciudad. Estas cosas son conocidas de toda la ciudad de Valencia, y por esto sería una santa cosa y una obra muy piadosa el que en la ciudad de Valencia se hiciera una habitación u hospital en que semejantes locos e inocentes estuvieran en manera tal que ni pudieran hacer daño ni se les hiciera a ellos».


El sermón tiene un carácter autenticamente revolucionario: un fraile, desde el púlpito, con valentía y audacia, se atreve a pedir que se considere la locura como una enfermedad, incurable en la época, pero enfermedad y se la trate como tal.

Jofré se enfrenta al momento histórico en que vive, al ambiente de superstición, a la consideración de que el misterio envuelve a estos pobres seres, a las creencias religiosas, que han lastrado tantos avances a lo largo de la Historia…

Al acabar los oficios, un hombre se levanta y acude a hablar con Jofré: Se trata de Lorenzo Salom (o Saloni), comerciante establecido en la ciudad; se le ofrece y le presenta a otros compañeros de profesión: Bernardo Andreu, Juan Armenguer, Francisco Barceló, Pedro de Bonia, Sancho Calvo, Jaime Domínguez, Fernando García, Pedro Pedrera, Esteban Valenza y Pedro La Plana. Son los que formarán la Junta que dirigirá la construcción del nuevo Hospital.

1417.- El 18 de mayo, Jofré vuelve de un viaje y se dirige al Monasterio de El Puig, donde tiene ya dispuesta la sepultura para su eterno descanso. De repente le sorprende oír el tañido de las campanas y encontrarse con que tanto la Comunidad Mercedaria como el pueblo entero salen a su encuentro. Todos juntos se dirigen hacia la imagen de Nuestra Señora de El Puig, él se postra ante ella para rezar y entrega su alma a Dios.

Murió en olor de santidad, pero podría parecer que las “alturas” no le son propicias: dos veces se ha preparado la documentación para los procesos de beatificación y canonización y en ambas ha sido destruida de forma violenta. Se han reunido los papeles por tercera vez y enviados a Roma. Se está a la espera de una contestación. ¿Lo veremos algún día en los altares con su “coronita”?


1886.- Dentro de la puerta recayente a la calle del Hospital, se colocó una estatua del Padre Jofré de cuerpo entero, sosteniendo el plano de su gran obra con la mano izquierda. Es del escultor José Aixa (1844-1920), y que, como el Guadiana, ha aparecido y desaparecido varias veces. Actualmente se encuentra en los jardines del  Hospital General y Universitario. Merece pararse y dedicarle un momento de reflexión.

Hay personas cuya memoria ha llegado hasta nosotros por la exposición de sus ideas, hecha con claridad y coraje, a veces con peligro de sufrir represalias. Gracias a ellas el mundo ha podido avanzar. Nuestra gratitud y el afán de imitarlos si necesario fuera.









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